Cine y Tv
Con señas particulares: retratos de quienes hicieron posible la mejor película mexicana de 2020
Una seña particular es capaz de concentrar nuestra identidad. En un contexto de desaparición forzada, es la que probablemente nos ayudaría a volver a casa. Un lunar, una cicatriz, una marca blanca de nacimiento, la forma de nuestros pómulos, nuestro tipo de cabello. En la ópera prima Sin señas particulares, ganadora del Ariel a Mejor película de 2020, Magdalena busca a su hijo Jesús, quien no existe para el Estado: sin señas, sin pistas, sin rastro. Nadie lo busca, excepto su madre.
Sin señas particulares es una ópera prima que contó con poco presupuesto, aunque mucho de amistad. Narra una historia de desaparición, como las miles que aquejan a un México en plena crisis forense y con más de 88 mil desaparecidos y 52 mil cuerpos sin identificar. Solo que lo hace desde los terrenos de la ficción y no desde el documental, una decisión que conlleva la oportunidad de construir nuevas conexiones con una audiencia que debe leer a diario, con indignación y entumecimiento, historias de horror y ausencia.
La película estrenó en Sundance y de ahí recorrió festivales nacionales e internacionales, cosechando premio tras premio. Pero a veces el éxito de una película y su traslado a los medios de comunicación, que somos tan afectos a los datos, pueden opacar sus historias. Las de los sueños, las amistades, los cuerpos que hubo detrás. El cine, después de todo, no existe sin cuerpo.
A partir de sus señas particulares, algunas de las personas que la hicieron posible nos comparten su historia.
Textos: Antonio Guzmán, Susana Guzmán y Jessica Oliva
Fernanda Valadez
Fernanda Valadez no cumplía los estándares de la feminidad que su familia esperaba de una niña de 7 años. No le gustaba usar vestidos, zapatos o huaraches porque ella prefería las actividades físicas. “Me van a pisar los dedos”, pensaba cuando se veía obligada a usar sandalias y ella quería jugar fútbol. Una cicatriz a un costado de su ojo izquierdo es el recuerdo de esa niña enérgica que mientras jugaba en una fiesta infantil fue tumbada por uno de esos columpios metálicos en los que podían subir hasta cuatro personas.
Su amor por el cine proviene de la dificultad que significaba ver películas en pantalla grande. Fernanda comenzó a ver algunas cintas como La espada en la piedra o Bambi desde la televisión de su casa, gracias a que uno de sus vecinos, quien era el programador del cineclub de la Universidad de Guanajuato, se las prestaba.
Ver una película en pantalla grande era un acontecimiento inédito para quien vivió su infancia durante los años 80 fuera de las ciudades más grandes del país. Aunque para esa época en algunas ciudades de México surgían los primeros complejos de cine, como Multimedios Cinemas, en Guanajuato la única opción para disfrutar de la proyección de una película eran los teatros que adaptaron algunos espacios como salas de cine.
“Para los que venimos de otros estados pensar hacer cine se siente algo lejano; crecemos viendo cine de otras latitudes y nos da la sensación de que la realidad que te da el cine es muy bella pero también muy lejana. Me costó mucho trabajo decir ‘voy a ser cineasta’ y fue por eso que entré hasta los 26 años a la escuela”, cuenta la directora de la película Sin señas particulares, su ópera prima y con la que obtuvo 16 nominaciones en el Ariel.
Ahora, la posibilidad de hacer cine le es más apasionante que verlo porque ha descubierto que puede expresarse mejor a través de historias que conceptos. Y ha encontrado en el cine también, una forma de romper barreras. “Una de las cosas con las que lucha el ser humano es con la sensación de que el mundo está dividido entre ‘los otros’ y ‘yo’. El cine rompe esa barrera porque te puedes identificar con los personajes. Nos permite apropiarnos de lo extraño”.
Astrid Rondero
Astrid solía practicar deportes con los niños de su colonia, puesto que durante toda su infancia prefirió rodearse de pequeños del sexo opuesto. En uno de esos juegos intentó recoger la pelota de béisbol que estaba atorada entre unos agaves pero al hacerlo, uno de ellos abrió su pierna derecha y la marcó con una cicatriz blanca aún muy clara. “Es la seña con la que podrían encontrarme”, dice la guionista de Sin señas particulares. Toca madera para que nunca suceda.
Logró esquivar los ideales de su familia sobre su forma de vestir así como las películas que veía de pequeña. “Por suerte tengo una hermana que se encargaba de hacer ‘lo femenino’, siempre estaba vestida preciosa”, nos cuenta entre risas. Además, el trabajo de su mamá demandaba tanto tiempo que nunca descubrió que Astrid veía las películas de cine negro –probablemente no aptas para su edad– que rentaba su papá.
Fue gracias a la cinefilia de su padre y la pasión de su abuelita por el piano que desde pequeña pensó que lo más grande que una podía hacer era algo relacionado con el arte. Sin embargo, el divorcio de su padres y la partida de su papá también impactó su relación con el cine. “Él se fue, pero dejó la tarjeta del Blockbuster”, nos cuenta Astrid, quien comenzó a ver otras cintas que no solo eran protagonizadas por Arnold Schwarzenegger.
Desde entonces se obsesionó y no volvió a soltar las imágenes en movimiento. En la preparatoria ya sabía lo que quería hacer y solo contaba los días para entrar al CUEC (hoy Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM). Ahora, después de más de 10 años como realizadora y productora, el cine para ella significa recuerdos, amigos, pasión por hacer películas, etapas de vida. “También son críticas: cuando los críticos juzgan muy fuerte nuestras películas no logran entender que para nosotros son etapas de nuestras vidas. Cuando sufrimos una mala crítica, sufrimos que nos están diciendo que cinco años de nuestra vida fueron una basura”.
Aunque Astrid ha logrado encontrar un lugar dentro de diversas producciones mexicanas, habitando diferentes roles, admite que no fue sino hasta su participación como guionista y productora de Sin señas particulares que sintió la confianza y el poder de decir “yo voy a ser productora y directora”. En el cine se encuentran sus anhelos y expectativas y dentro de ellas está generar empatía con sus historias. “Lo que permite hacer el cine de ficción es acompañar en primera persona desde la seguridad de tu butaca”.
Dalia Reyes
Dalia Reyes habla de sus muchos lunares, pero decide no destacar ninguno en un inicio. Más bien su mente se va a la cicatriz que tiene en la muñeca derecha, un recuerdo de una operación del radio y el cúbito que le practicaron más o menos a los 10 años de edad. “Me caí en patines”, nos cuenta. Su tren de pensamiento se concentra inmediatamente después en los hoyuelos que se le hacen en las mejillas cuando se ríe, aunque también accede a hablar de sus señas particulares extendidas, aquellas que van más allá del cuerpo y que de cierta forma también concentran nuestra identidad. Menciona a sus huipiles, de Oaxaca, de Puebla. Los compra en los municipios que visita y siempre los usa.
Antes del cine, Dalia quería ser periodista o socióloga o antropóloga. Estudió en la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (“Tenía en la prepa amigos que querían estudiar cine y yo decía: ¿ay, eso qué?”). Poco después cayó en cuenta de que era posible escribir más allá de notas o artículos. Entró al curso de guion del Centro de Capacitación Cinematográfica, se fue a su primer rodaje y después viajó a Barcelona, donde encontró al documental. La unión del audiovisual con la investigación y el espíritu periodístico la apasionaron. El cine llegó a su vida como una herramienta ideal para impulsar historias.
La identidad cinematográfica de Dalia revuelve, pues, alrededor del documental. Lo dirige y lo produce a través de su propia compañía. Ríe generosa cuando le recordamos su nominación al premio Ariel por el diseño de arte de Sin señas particulares, una película de ficción, aunque su experiencia oficial en dicho departamento no ha sido mucha: hizo el arte de una tesis del CCC –pero porque se trataba de su guion– y fue asistente del director de arte Oscar Tello en la película Inercia, de Isabel Muñoz, como parte de su servicio social. Sin embargo, desde hace tiempo mantiene una colaboración creativa con Fernanda Valadez y Astrid Rondero, a quien conoció en el programa de Jóvenes Creadores. “Yo entro a Sin señas particulares por esta necesidad de crear y crecer juntas, de ayudarnos a levantar nuestros proyectos”.
Dalia describe a Fernanda y a Astrid como sus compañeras creativas, sus mentoras. Habla de sus lazos como una complicidad camaleónica, basada en el respeto absoluto por las capacidades creativas de la otra. Dalia ha ayudado a tallerear guiones de Astrid, Astrid apoyó a Dalia en el montaje de su segunda película. Comparte que así ha sido su trayecto cinematográfico: crear con sus amigas. “Si había una posibilidad de tener éxito con nuestros proyectos, era porque podíamos ayudarnos. Aunque no tengamos todos los recursos sabemos que nos tenemos a nosotras”.
Mercedes Hernández
“Volé por los cielos. Recuerdo que cuando caí, sentí el impacto y luego vi blanco. Pensé que había muerto”. De esta manera narra Mercedes la vez en que fue atropellada por una combi. Ella tenía 28 años. Ahora lo recuerda con humor, a pesar de que el accidente dejó el saldo de un dedo pulgar roto que a la fecha no flexiona, y que por ende, modificó su bella caligrafía. También le quedaron en sus rodillas y mano algunas cicatrices indelebles y otra más cerca de su ojo izquierdo que pudo aminorarse con cirugía plástica. Son las “señas particulares” de una actriz que siente pavor hacia el término por estar asociado a la desaparición forzada. No pasa lo mismo al hablar propiamente de cicatrices, que le hacen pensar gustosa en el cuento La noche de los feos, de Mario Benedetti.
Cuando Mercedes tenía entre once y doce años, un hermano comenzó a llevarla a la Cineteca Nacional. En aquellas visitas reconoce su primer acercamiento serio al mundo del cine. Ahí vio películas que no eran aptas para su edad, que rompían las reglas y que contaban historias a veces incomprensibles. Habiendo degustado la obra de cineastas transgresores como Arturo Ripstein, Mercedes Hernández se convirtió en una cinéfila durante la preparatoria y, más tarde, en maestra de espíritu justiciero, involucrada en las causas sociales. Confiesa que nunca quitó el dedo del renglón sobre dedicarse a la actuación y eventualmente estudió arte dramático con el metódico Ludwik Margules. Su debut en cine sucedió gracias a El violín de Francisco Vargas y a partir de ahí, sería convocada por la directora de casting Natalia Beristáin de forma recurrente.
En Sin señas particulares, Mercedes encarna a la protagonista de la historia: una mujer que emprende una odisea con tal de hallar a su hijo desaparecido. Si bien el personaje no posee abundancia en diálogos, esto permitió a Mercedes valerse del cuerpo, la mirada y la gestualidad para construirlo. La actriz aplaude que Fernanda Valadez concibiera una ficción sin adaptar historias verídicas, pues así evadió el riesgo de revictimizar a personas que realmente padecieron los estragos de la violencia.
Para Mercedes trabajar en Sin señas particulares fue como vivir un curso intensivo de actuación, donde también aprendió del ímpetu perfeccionista de la cinefotógrafa Claudia Becerril y de la misma realizadora. Sobre su conexión con Fernanda, la actriz piensa en cómo cada una ha crecido y madurado desde que hicieron el cortometraje 400 maletas hace más de cinco años. “Estoy muy contenta de que Fer sea una directora de actores, que no te da discursos en el set, sólo te entona”.
Claudia Becerril
Claudia tiene cabello chino y despeinado. Sus papás nunca pudieron hacer nada para apaciguarlo. En su cuerpo habitan dos tatuajes: uno de la Osa Menor y otro de florecitas que se hizo con una amiga en la pandemia. También tiene un lunar dentro del ojo y otro grande que parece mancha en la espalda, del lado derecho. Este último, dice, le gusta mucho.
Hace énfasis en que sus manos le parecen demasiado largas para su complexión y me advierte que nunca la veremos sin aretes. Nunca. Sin ellos siente como si le faltara algo y la invade la ansiedad. Un día se salió de su casa con las orejas desnudas, por lo que tuvo que recurrir a comprarse otros en la calle. “Y siempre voy a traer algo negro”, añade, aunque también afirma que ya está tratando de incluir más color en su ropa.
Uno de los primeros recuerdos infantiles de Claudia es estar en una sala de cine. Las imágenes en movimiento llegaron a su vida antes incluso de saber leer: su papá era quien le iba informando qué pasaba en la pantalla cuando había subtítulos. Conforme fue creciendo se dio cuenta de que ir sola a ver películas le daba mucha paz, aunque sus primeros intereses académicos se orientaron a la ciencia y la filosofía. Estudió primero biología y después periodismo en la UNAM, donde empezó a alimentar su interés por la imagen y su análisis. Hoy agradece a varios maestros de esa facultad y a los del CCC por impulsarla a estudiar fotografía. “Yo sola no lo veía como una posibilidad”, nos confiesa.
Como cinefotógrafa admite que otra de las señas que concentran su identidad radica en crear un concepto que le dé unidad a todo durante un rodaje. Una suerte de código entre ella y las directoras desde donde observan las cosas. En el caso de Sin señas particulares se trató de la idea de lo ominoso, un mal que se acerca. También el concepto de la dualidad de la naturaleza, pues puede ser hostil pero también servir de resguardo. Como cuando el personaje de Magdalena se refugia del enemigo en las sombras de la vegetación. Claudia hace énfasis en que mucho del trabajo de mesa para la película en realidad fue trabajo de campo, en el que tuvo la oportunidad de explorar el terreno y colaborar con un equipo que, en la cotidianidad, se sintió como una familia.
Hoy, después de su trabajo en Sin señas..., que le valió el premio Ariel a Mejor fotografía –y de colaborar en otros proyectos, como la nueva película de Alejandra Márquez Abella– , Claudia admite sentirse más cercana a la noción de hacer cine que tenía mientras estudiaba. Nos habla del disfrute, del gozo de crear: “Siento que regresé”.
David Illescas
En un rostro de lunares dispersos, David tiene además una cicatriz curva sobre su pómulo derecho. Aunque no lo recuerde con claridad, él sabe por su madre la causa de esa seña particular. Ocurrió cuando era muy pequeño. Estaba jugando con un primo, en cuyas manos yacía un proyectil que repentinamente sería lanzado a la cara del futuro actor. La herida provocada por el golpe sangró mucho, pero sanó con el tiempo y el olvido desvaneció cualquier ápice de rencor. La única preocupación de David era que aquella marca imborrable obstaculizara su trayectoria actoral, pero no fue así. Hoy incluso reconoce que detrás de una cicatriz puede existir una anécdota valiosa para los de su profesión. «Uno se agarra de lo que tiene, de su caja de emociones, de sus experiencias, para poder darle vida a un personaje», comenta con una sonrisa.
Su primer encuentro significativo con el cine sucedió durante su juventud en la Sierra Norte de Oaxaca, de donde es oriundo. Después de cada clase en su escuela secundaria se proyectaban cineminutos que le fascinaban, incluido Nadie regresa por tercera vez, de Alejandro Lubezki. Descubrió entonces que su mayor anhelo era dedicarse a la actuación: una pasión que más tarde guió sus pasos hasta el Centro Universitario de Teatro de la UNAM. Mientras estudiaba ahí, David asistió a conferencias impartidas por Terry Gilliam y Volker Schlöndorff, de quienes conoció los retos de dirigir El imaginario mundo del Doctor Parnassus y El tambor de hojalata, respectivamente. Aquellos prominentes cineastas lo motivaron a también convertirse en un contador de historias: actualmente está preparando su primer cortometraje como director y guionista. Él asegura que será filmado en su lengua materna (zapoteco) y con los niños de su comunidad natal.
Como actor, el oaxaqueño saltó al cine en 2014, gracias al cortometraje 400 maletas de Fernanda Valadez. En aquella ocasión, David interpretó al hijo desaparecido de la protagonista e indagó sobre las personas que abandonan sus hogares para cruzar ilegalmente a Estados Unidos. Por otro lado, cuando el papel de Miguel de Sin señas particulares cayó sobre su regazo, supo que ahora debía investigar la otra cara de la migración: la situación de los deportados. Escuchó de primera mano experiencias «muy horrorosas» acerca de vivir con miedo a ser arrestado y enviado de vuelta en condiciones precarias. Las anécdotas le ayudaron a hacer de Miguel un personaje lleno de dolor e incertidumbre que, junto a Magdalena, entreteje una historia trágica cuyo cometido es provocar catarsis en el público.
“El arte nos enseña a ser mejores seres humanos cada día”, puntualiza. “A ser empáticos con nuestros compañeros, con el prójimo”.
Clarice Jensen
Clarice piensa primero en su cabello rizado (único en su familia) o en que toda su ropa es oscura. Pero después recuerda aquella cicatriz arriba de su clavícula que derivó de un procedimiento quirúrgico. Años atrás, ya en edad adulta, a la chelista le fue removida parte de su glándula tiroides debido al aparición de un quiste. Si bien la marca ha ido perdiendo visibilidad, otra consecuencia de la cirugía fue no poder cargar con su chelo durante algún tiempo, por lo que la operación resultó en un periodo de inactividad, además de doloroso. A la fecha, Clarice puede sentir ocasionalmente que se ahoga, sobre todo cuando debe lidiar con mucho estrés o con demasiados pendientes. Por fortuna, hoy su tiroides marcha bien. «Solo la mitad está ahí, pero sigue funcionando», afirma risueña.
Empezó a tomar clases de chelo cuando tenía apenas tres años. A la par de crecer, la oriunda de Kansas City continuó sus estudios hasta que su pasión y dedicación le abrieron las puertas del conservatorio Juilliard en Nueva York. Maravillada por la heterogénea oferta musical neoyorquina, la chelista decidió entonces experimentar con el sonido e interpretar más obras contemporáneas. Por otro lado, en algún momento también quedó impresionada con El árbol de la vida de Terrence Malick. «No podía creer lo bien que se usó la música en esa película», rememora y confiesa que así emergió dentro de ella un profundo deseo de involucrarse en el mundo del cine. Uno de sus mentores fue el compositor nominado al Óscar Jóhann Jóhannsson, con quien llegó a colaborar y cuyas bandas sonoras le provocan admiración por su belleza, textura y ambigüedad.
Fernanda Valadez y Astrid Rondero la contactaron vía correo electrónico para proponerle que hiciera la banda sonora de un filme titulado Sin señas particulares. El montaje estaba casi listo y Clarice pudo ver una versión donde se utilizaron composiciones originales de su primer álbum. «¡Esto es increíble!», pensó, pues nunca antes había escuchado su música en armonía con imágenes que encima le parecían hermosas y poderosas. Aceptó el encargo, convencida no sólo de la importancia del tema, sino del modo sutil y atemporal con que la directora contaba la historia de Magdalena y representaba el horror que se vive en ambos lados de la frontera. Fiel a las enormes posibilidades que brindan un chelo y un pedal de efectos, la solista creó un puñado de piezas inéditas con múltiples capas y sonidos alargados. Sin señas particulares se convirtió oficialmente en el primerísimo largometraje que estrenó con música de su autoría.
«Es un trabajo que me encanta hacer», comparte Clarice. «Encontrar una coincidencia entre la imagen y los colores, las sombras y los matices, y los tonos y las notas musicales que se tocan».
Juan Jesús Varela
Juan Jesús tiene varias marcas de nacimiento. Una se ubica en el lado derecho de su cadera y es la que comparte con su papá. Es pequeña y su pigmento es de un tono más oscuro que el del color de su piel. Lo mismo sucede con otra que cruza por la mitad de su cuello hacia la espalda, y que muchas personas tienden a confundir con una mancha que se puede limpiar. «Hasta con el dedo me tallaban, familiares y hasta algunas de las novias que he tenido», comparte riendo.
Entre las marcas de su cuerpo destaca también aquella que le quedó en el estómago por la quemadura de una cuchara. Un diminuto trauma de aceite hirviendo ocurrido mientras preparaba comida para su mamá, con quien mantiene una conexión cercana. Dicha relación, de hecho, jugó un papel importante en la audición que hizo para Sin señas particulares, en la que en un principio no tenía intención de participar. Por esos tiempos asistía a la preparatoria en el SABES Cabecera Guanajuato, al que la Fernanda Valadez acudió para hacer un pequeño casting. Sus compañeros lo convencieron de ir a investigar.
«Cuando pasé yo, Fernanda me dijo que el papel era el de una persona que se iba a ir a Estados Unidos. Me preguntó: ‘¿tú qué le dirías a tu mamá’. Yo soy muy apegado a mi mamá y me dije, si lo voy a hacer es porque lo voy a hacer bien. Di mi mejor intento».
Cuando a Juan Jesús le avisaron, meses después, que había sido seleccionado, la noticia lo agarró por sorpresa. Había abandonado la preparatoria por un semestre y trabajaba como albañil. Las palabras «Muchas felicidades, te quedaste con el papel» sellaron para él una última semana de casting para finalistas y poco después empezó la filmación. Juan Jesús recuerda que la producción lo recogía para ir a los llamados y que como los vecinos de su barrio lo veían subir a camionetas se empezaron a preocupar. «Dice mi mamá que varias veces le preguntaron que si yo no andaba en malos pasos».
El otro anuncio inesperado ocurrió este año, después de que la película hubiera estrenado ya en cines mexicanos y recorrido el mundo en festivales internacionales. Juan Jesús estaba en la gasolinera en la que trabaja actualmente cuando recibió un mensaje de felicitaciones de parte del director Edgar Nito (Huachicolero). Había sido nominado al premio Ariel en la categoría de Revelación actoral. En un inicio lo confundió, pues confiesa que no estaba familiarizado con los premios.
Juan Jesús también habla con cariño de Mercedes Hernández, quien interpreta a su madre en la película. Piensa en los ánimos que ella le dio para continuar con su carrera y para que asistiera a castings. A sus 19 años, el novel actor expresa deseos de continuar por este camino: por lo pronto podremos verlo en el video musical Luna y mar, dirigido por Edgar Nito.
Ana Laura Rodríguez
Hace 12 años Ana Laura Rodríguez se lastimó el cuello al intentar cargar una piedra en un terreno de Guanajuato. Creyó que el dolor provenía de una simple torcedura y que podría curarse con el masaje de un sobador, pero esa alternativa terminó por herirla más. Finalmente, para mantener su cuello estable tuvieron que colocarle una placa metálica y una serie de tornillos. La cirugía dejó en Ana Laura una cicatriz que atraviesa el largo de su cuello y que sirve como un recordatorio de que todos los días son un reto que ella afronta con entusiasmo.
La condición de su cuello no le ha impedido subir el cerro al menos dos veces a la semana, una actividad que, en sus palabras, le permite filosofar y encontrarse consigo misma. Tampoco fue impedimento para interpretar a Olivia en Sin señas particulares, un reto muy demandante a nivel físico por las condiciones en las que se trabajó dentro del set.
“Por mi edad, uno de los principales retos fue el cansancio que implicaba empezar a rodar en la madrugada. En la noche podíamos pasar horas repitiendo escenas. Una de las que más le gustó a Fernanda [Valadez] es aquella en la que Olivia se encuentra con Magdalena. Era muy larga y tuvimos que repetirla muchas veces porque mi memoria, honestamente, no era del todo buena”, nos cuenta.
A pocos meses de cumplir 60 años, Ana Laura Rodríguez recibió una de las mayores sorpresas de su vida: una nominación al Ariel en la categoría de Mejor revelación actoral. En seis décadas de vida jamás imaginó actuar en una película, ni tampoco tuvo interés en formarse en algo relacionado con el cine. Sin embargo, el amor y cercanía con su hija, la directora Fernanda Valadez, la llevó a enamorarse del cine y hasta formar parte de él como actriz. “Fer tuvo un recurso muy limitado y tuvo que echar mano de todo, incluso de su madre”, nos cuenta.
La percepción del mundo ha cambiado para Ana Laura desde que su cercanía con el cine va más allá de gozarlo como espectadora. Ahora, al ver una película no puede evitar pensar en el esfuerzo que hubo detrás: desde conseguir los ingresos básicos para llevarlo a cabo hasta el proceso creativo del cual fue testigo con su hija. “Debemos poner de nuestra parte para hacer del mundo algo mejor. Una de las maneras es adquiriendo conocimiento porque muchas veces evadimos lo que no queremos conocer, pero hacerlo por medio del cine es una muy buena manera”.
Susan Korda
Para Susan también se trata de su cabello. Chino, salvaje, grisáceo cerca de las raíces, negro más hacia las puntas. Dice que un día antes de nuestra charla, mientras caminaba con su perra en las calles de Berlín, una mujer las vio y se acercó a decirle con buen humor que tenían el mismo cabello. Los perritos se parecen a sus dueños, le dijo la extraña, aunque en realidad los chinos de la cineasta provienen de su papá. Cuando era una niña, de cara a los estándares de belleza de los años 60, se hizo un alaciado químico pero solo le duró un día. Lo que no sabía en ese entonces es que sus rizos desarrollarían un superpoder envidiable: pueden sujetarse a sí mismos en un chongo, sin necesidad de usar una liga.
El cine, explica Susan, llegó a su vida como un fuego lento. Reconoce que sufría de una inseguridad, muy femenina, que consiste en sentir que para dedicarse a algo una debe dominarlo por completo. Sin embargo, hubo una llamada que detonó su despegue en la edición y la realización cinematográfica. A mediados de los años 80, después de cursar algunos estudios de medicina y seguir su curiosidad natural hacia otras experiencias relacionadas con las imágenes en movimiento, le llamaron de una producción en Houston para fungir como editora. Susan rechazó la oferta porque trabajaba como asistente en otra película que se producía en Berlín y con la que se sentía comprometida. «Mi novio de ese entonces, que estaba en un festival en Cuba, me dijo: ‘Espera, ¿estás rechazando trabajar en el corte de una película para ser una asistente? ¡Explícate!’», recuerda riendo.
La película en Houston, que terminó por aceptar, resultó ser el documental For All Mankind, de Al Reinert, que recibió una nominación al Óscar, así como dos premios en Sundance por revolucionar la forma en que las audiencias veían el espacio en el cine. Fue su primer trabajo oficial como editora de cine, un rol que destaca por su capacidad para dar enseñanzas de vida. Después de una carrera de décadas como cineasta, escritora y productora, Susan describe al cuarto de edición como un lugar mágico, su primer maestro espiritual. «Antes quería ser la persona más lista en la habitación. Tenía esta actitud de ser quien ‘arregla’ lo hecho por los cineastas o fotógrafos», confiesa. «El cuarto de edición me enseñó a estar bien con no saberlo todo. Y también a reconocer que no saber es un estado de gracia. Necesitas encontrarte con el material no con juicios, sino con aceptación. Me convierte en alguien receptiva».
El concepto de receptividad también surge cuando Susan habla del trabajo de Astrid y Fernanda, a quienes conoció cuando las cineastas mexicanas asistieron –en años distintos– al programa Berlinale Talents. Describe el amor con el que ambas cubren sus procesos como un estado de total apertura, en donde hay espacio para todas y para todo. Agradece, sobre todo, que le hayan dado crédito como una de las editoras de Sin señas particulares, como parte de una la alianza creativa que establecieron desde hace tiempo (Susan trabajó también con Astrid en Los días más oscuros de nosotras).
«Siempre han confiado en mí. He aprendido mucho de ellas», comparte. «¡Y además tienen perros!».
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Las mejores biopics musicales | Cine PREMIERE
Aunque parezca una frase rebuscada, es cierto que la música nos conecta, incluso más allá de lo que creemos. Pero detrás de cada melodía y letra hay una historia humana fascinante, y a veces más interesante que la imaginada (o recordada) en nuestra mente. Gracias a increíbles biopics, numerosos directores nos han permitido conocer el proceso creativo, o incluso las experiencias de vida que dieron paso a temas inolvidables. A continuación, te presentamos las biopics musicales que más han sido celebradas por críticos y fans de diversos artistas.
NOTA: Las películas se presentan por orden cronológico de estreno.
Amadeus (Dir. Miloš Forman, 1984)
Ganadora de 8 Premios Óscar (incluyendo Mejor película) y considerada una de las mejores biopics musicales en la historia. Aunque basada en hechos históricos, la película se toma libertades creativas para explorar la supuesta rivalidad entre Mozart y Salieri, quien cuenta la historia desde su perspectiva. Si bien, no es un precisa en cuanto a hechos históricos se refiere, construye una narrativa de enemistad muy interesante. Es protagonizada por F. Murray Abraham y Tom Hulce; el primero encarna la envidia y la frustración de un hombre que ve su talento eclipsado, mientras que el segundo tiene la energía y encarna la genialidad que caracterizó a Mozart. Los momentos musicales, acompañados de un maravilloso diseño de producción, son el escenario perfecto para hacer preguntas sobre el éxito y las envidias que provoca.
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Selena (Dir. Gregory Nava, 1997)
Esta película fue una manera de honrar la vida y el legado de Selena Quintanilla, quien fue trágicamente asesinada en la cima del éxito. Jennifer Lopez entregó una actuación tan enérgica y precisa que prácticamente se convirtió en Selena. No sólo replicó su comportamiento y forma de hablar, sino también sus icónicos movimientos en el escenario. Si bien, la película celebró su música y carrera, también habló de una mujer latina que logró alcanzar el éxito en la industria musical y se convirtió en ídolo de muchos. La carrera de su protagonista, que fue nominada al Globo de Oro como Mejor actriz en una película de comedia o musical nunca volvió a ser la misma.
¿Dónde ver? Max.
8 Mile: Calle de las ilusiones (Dir. Curtis Hanson, 2002)
Si algo tienen en común varias de las biopics aquí mencionadas, es que no sólo se dedican a reflejar la vida de sus protagonistas; también tienen algo importante por decir y que conecta con la audiencia. 8 Mile, ganadora del Óscar a Mejor canción original, retrató los barrios marginados de Detroit, un entorno que fue crucial en el crecimiento de Eminem. Con batallas de rap, conflictos personales y relaciones familiares con las que muchos se pueden identificar, se convirtió en todo un éxito de crítica y taquilla. Se alabó la actuación de Eminem, pero también el reflejo de los desafíos y aspiraciones de todos aquellos que buscan salir adelante en entornos hostiles, y que ven en la música su gran liberación.
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Ray (Dir. Taylor Hackford, 2004)
Interpretar a Ray Charles, uno de los cantantes más influyentes de las últimas décadas, hizo que Jamie Foxx se ganara el Óscar a Mejor actor. Hubo una ligera transformación física, pero sobre todo, un gran trabajo actoral para ir más allá de los éxitos de Charles y ahondar en sus luchas personales contra la ceguera y las drogas. En su banda sonora se incluyeron las canciones más famosas de Charles, lo cual fue bien recibido por los espectadores. Este murió sólo unos meses antes de que la película estrenara, por lo que ver su vida en pantalla fue especial. Recaudó $124 millones de dólares y recibió elogios de numerosos críticos musicales. Uno de ellos, Robert Christgau, señaló que Foxx logró “lo imposible” al conseguir casi el mismo carisma de Charles.
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Johnny y June: Pasión y locura (Dir. James Mangold, 2005)
Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon se convirtieron en Johnny Cash y June Warter Cash. Su trabajo los hizo acreedores de múltiples nominaciones, e incluso ella ganó el Óscar a Mejor actriz. La película se basa en un par de autobiografías de Cash y retrata su ascenso a la fama, sus luchas personales con las adicciones, la relación que mantuvo con June Carter y su transformación espiritual. Recibió buenas críticas por su apartado musical, pero también por el trabajo de sus protagonistas y la forma en que construyen una pareja encantadora. James Mangold también fue objeto de buenas críticas por su dirección, que equilibró la carrera de Cash, el contexto social de la época y la ya mencionada historia de amor.
¿Dónde ver? Disney Plus.
La vida en rosa (Dir. Olivier Dehan, 2007)
A través de una estructura no lineal, esta producción francesa nos sumerge en la vida turbulenta y apasionante de Édith Piaf, desde su infancia (viendo cómo su abuela comandaba un burdel) hasta su ascenso a la fama mundial. Si por algo sobresalió, fue por no sólo presentar la imagen idealizada de Piaf; habló de la vulnerabilidad que la caracterizó, y los demonios internos que se hicieron presentes en varias de sus letras. Marion Cotillard realizó una interpretación tan conmovedora y precisa de Édith Piaf que prácticamente se transformó en la icónica cantante. Su voz, gestos y presencia la convirtieron en ganadora del Óscar a la Mejor actriz. En términos cinematográficos, gracias a la recreación de la época, también resulta una delicia.
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Mi historia sin mí (Dir. Todd Haynes, 2007)
Sin duda, una de las biopics más particulares que se han realizado. En lugar de presentar un relato lineal de Bob Dylan, el guion lo fragmenta en seis personajes distintos, cada uno interpretado por un actor diferente (Cate Blanchett, Christian Bale, Richard Gere, Heath Ledger, Marcus Carl Franklin y Ben Whishaw). Aunque arriesgada, la idea funciona y deja que cada uno de ellos construya su faceta de Dylan. Más allá de abordar los hechos biográficos “tradicionales” en este tipo de cintas, Haynes enfocó en el proceso creativo y la influencia de la música creada por Dylan. Sí, fue un fracas de taquilla, pero los críticos y el público la recibieron de major manera. Cate Blanchett fue nominada al Óscar como Mejor actriz de reparto.
¿Dónde ver? Disponible en Blu-Ray en Amazon.
Mi nombre es John Lennon (Dir. Sam Taylor-Johnson, 2010)
Aquí nos adentramos en los años de John Lennon como estudiante, un período crucial para crear una de las leyendas musicales más grandes en las últimas décadas. Taylor-Johnson muestra a Lennon como un joven rebelde, lleno de dudas y pasiones, que busca su lugar en el mundo. También nos deja conocer las canciones que inspiraron su obra, y a millones de fans en todo el mundo. La relación con su madre, la crianza de su túa Mimi, y los primeros acercamientos con la música también forman parte de este relato. Fue una plataforma para que Aaron Taylor-Johnson se diera a conocer, pues aun cuando no obtuvo grandes nominaciones o premios, los críticos reconocieron su labor.
¿Dónde ver? ViX y Pluto TV.
James Brown: El rey del soul (Dir. Tate Taylor, 2014)
Similar a lo visto en La vida en rosa, esta producción nos cuenta la historia de James Brown, pero no cronológicamente. La actuación de Chadwick Boseman fue uno de los puntos más destacados; su caracterización y voz lograron que muchos voltearan a verlo y elogiaran su preparación. Hay recreaciones de algunos espectáculos donde Brown participó, pero también se habla de cuán ambicioso fue, cómo lidió con su ego, y la relación compleja que vivió entre fama y éxito. No fue un éxito de taquilla, pero puso aún más en el radar a su protagonista y se le consideró un interesante homenaje.
¿Dónde ver? Disponible para comprar y rentar en Apple TV y Claro Video.
Letras explícitas (Dir. F. Gary Gray, 2015)
Captar la esencia y el impacto de N.W.A., uno de los grupos de rap más influyentes de la historia, no era tarea fácil. Y menos si se quería hacer de una forma respetuosa. Por suerte, todo se conjuntó de la manera adecuada y tanto críticos como fans resultaron satisfechos. N.W.A. fue un grupo que utilizó su música como una plataforma para denunciar las injusticias sociales y la brutalidad policial. En la película, más de una escena sirvió para demostrar cómo sus temas se convirtieron en la voz de toda una generación. Fue bien recibida por su fiel representación de la realidad en Compton, California, durante los 80 y 90. O´Shea Jackson Jr. (también conocido como Ice Cube) y Dr. Dre, que formaron parte de N.W.A., estuvieron involucrados en la producción. Se convirtió en un gran éxito de taquilla.
¿Dónde ver? Prime Video.
Bohemian Rhapsody: La historia de Freddie Mercury (Dir. Bryan Singer, 2018)
Este exitoso largometraje es, ante todo, una celebración a la música creada por una de las bandas más exitosas en la historia. La recreación de sus espectáculos y la dinámica de Queen fue algo que, de inmediato, llamó la atención. Rami Malek se metió de lleno en la piel de Freddie Mercury, ofreciendo una interpretación llena de energía, gestos y movimientos que sorprendieron a los más fans del cantante. Alternando entre el desarrollo de la banda y la vida personal de Mercury, entendemos las luchas internas de este útlimo, y cómo llevó su orientación sexual ante los ojos del mundo. Aunque se tomó algunas libertades creativas, conectó con un gran sector de la audiencia. Como muestra están sus inesperados $900 millones de dólares en la taquilla mundial.
Rocketman (Dir. Dexter Fletcher, 2019)
La vida de Elton John no podía ser contada de forma convencional, y vaya que Dexter Fletcher, en conjunto con el guionista Lee Hall, entendió la misión. A diferencia de otras biopics que tienden a suavizar los aspectos más controvertidos de la vida de sus protagonistas, Rocketman aborda de frente las adicciones, las inseguridades y los desafíos que Elton John enfrentó a lo largo de su carrera. Es, en esencia, la historia de un hombre que intentó todo sólo para conseguir el amor y aprobación de su madre. El talento de Taron Egerton ayudó a las escenas musicales, con coreografías, movimientos de cámaras y voces espectaculares. Una oda a la música de su protagonista, que durante años buscó su lugar en medio de extravagancias, desamores y hasta traiciones.
¿Dónde ver? Disponible para comprar y rentar en Apple TV y Claro Video.
Judy (Dir. Rupert Goold, 2019)
En este largometraje, que convirtió a Renée Zellweger en ganadora del Óscar a la Mejor actriz, vemos los últimos años de vida de Judy Garland mientras se encontraba en una gira por Londres. Vemos a la estrella, sí, pero mejor aún, conocemos a una mujer luchando contra sus demonios personales, la adicción y la presión de seguir siendo la estrella que el público espera. Esta cinta va más allá de las leyendas en decadencia y nos enseña cómo la salud mental juega un papel importante en ellas. Sin duda, lo más destacado de la película es la actuación de Zellweger. Su transformación física y vocal, así como la forma de evocar la nostalgia en algunas escenas, es digna de mención.
¿Dónde ver? Prime Video.
Elvis (Dir. Baz Luhrmann, 2022)
Austin Butler, quien interpreta a Elvis Presley, fue ampliamente elogiado por su actuación. No sólo se refugió en el maquillaje y peinado para llevar su personaje a buen término, sino que también estudió al llamado “Rey del Rock”, e incluso vivió (y habló) como él durante un largo tiempo. El estilo de su director está presente en todas las escenas, y ofrece una experiencia llena de color, música y edición desenfrenada. Elvis profundiza un poco más en la relación del cantante con su representante, el coronel Tom Parker, y gracias a ello tenemos otra visión sobre su carrera. El trabajo de Austin Butler a la hora de reinterpretar algunas canciones es más que sorprendente.
¿Dónde ver? Max.
Weird: La historia de Al Yankovic (Dir. Eric Appel, 2022)
Como en el caso de Elton John, no había otra forma de contar la vida de “Weird Al Yankovic” que con una comedia fuera de serie. El cantante, músico y humorista estadounidense es famoso por sus parodias musicales, en las cuales satiriza la cultura pop, a sí mismo, o incluso a los artistas originales. Con esta personalidad como base, la película decide parodiar los clichés y tropos comunes de las biopics musicales. Daniel Radcliffe celebra la excentricidad de “Weird Al” con una interpretación muy divertida, y en la que desaparece por completo. Además de homenajear a Yankovic y su obra, esta película celebra la locura, la creatividad en cada uno de nosotros, y lo bien que se siente reír de uno mismo.
¿Dónde ver? Disponible en Blu-Ray en Amazon.
Pharrell Williams: Pieza por pieza (Dir. Morgan Neville, 2024)
Si de propuestas originales hablamos, no podemos dejar de lado esta interpretación de la vida de Pharrell Williams, pero utilizando piezas de Lego. La decisión no sólo permite un aspecto visual único, sino también hacer una referencia a la creatividad e imaginación que han caracterizado a Williams. Hay algunos elementos de documental en varias escenas, como entrevistas que mezclan el live-action con la animación, pero también canciones icónicas que sirven para revivir la carrera del protagonista. Lejos de la fama, también se habla sobre la vida personal de Williams, qué o quiénes lo han influenciado, y hasta sus reflexiones sobre el estatus actual de la industria musical.
¿Dónde ver? Próximamente disponible en plataformas digitales.
Un completo desconocido (Dir. James Mangold, 2025)
Ambientada en los años 60, refleja un período crucial en la carrera de Bob Dylan, cuando decidió electrificar su música y desafiar las convenciones del folk. La actuación de Timothée Chalamet como Dylan fue elogiada no sólo por el parecido físico, sino también por su habilidad para el canto. Técnicamente hay una sólida recreación de la época, y la narrativa aprovecha para hablar de importantes cambios sociales ocurridos al mismo tiempo que la fama de Bob Dylan. Además de Chalamet, vemos la a participación de actores como Monica Barbaro (interpretando a Joan Baez) , Elle Faning (dando vida a Sylvie Russo) Edward Norton (como Pete Seeger), quienes complementan un periodo decisivo para que Dylan se convirtiera en semejante leyenda. Consiguió 8 nominaciones a los Óscar de 2025.
¿Dónde ver? Actualmente en cines de México.
Maria Callas (Dir. Pablo Larraín, 2024)
Tras contar las vidas de Jackie Kennedy y la Princesa Diana, el realizador chileno cerró su trilogía de “mujeres poderosas” con este relato sobre Maria Callas, la exitosa cantante de ópera que se convirtió en todo un referente. Con Angelina Jolie como protagonista, el guion se se centra en los últimos años de vida de Callas en París, mientras lidia con enfermedades y se refugia en el cariño y respeto de quienes trabajan en su casa. Hay flashbacks a su infancia, los primeros amores, e incluso aquellos hombres que marcaron su vida. Se trata de una mirada íntima y conmovedora hacia una mujer que, incluso en sus últimos minutos, encontró la felicidad gracias al canto y la admiración que recibía por este. Uno de los trabajos más espectaculares en la carrera de Jolie.
¿Dónde ver? 20 de febrero de 2025 en cines de México.
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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Cine y Tv
Estrreno, trailer y entrevista del coming-of-age con Isaac Cherem y Aksel Gomez| Cine PREMIERE
Déjame estar contigo es una producción mexicana en la que Bruno y Lucía, un par de adolescentes con toda la inexperiencia del mundo y nada de tiempo restante, deciden aventurarse en la mágica experiencia humana que es querer a alguien y dejarse querer por ese alguien.
¿De qué trata Déjame estar contigo?
Bruno es un joven de 18 años que es deportado de Estados Unidos a México sin conocer nada ni a nadie. Lucía es una universitaria de 19 años con una enfermedad incurable. Sus caminos se cruzan cuando Bruno, trabajando en un call-center, llama a Lucía, quien le pide ayuda con una situación urgente.
En esta llamada encontrarán empatía, esperanza y mariposas en el estómago provocadas por alguien a quien todavía no conocen. Cuando lo hacen, tendrán que decidir cómo enfrentar sus sentimientos por el otro.
¿Quiénes están detrás de Déjame estar contigo?
Esta montaña rusa de emociones está escrita por Fernanda Eguiarte (La flor más bella) y dirigida por Isaac Cherem (Leona), quien nos compartió en entrevista para Cine PREMIERE que ella “es una persona muy tierna, entonces siento que ella ve así las relaciones”, además de que la inspiración para tomar este proyecto fue “mi experiencia personal de transición a la adultez, que tengo muy presente, que fue muy importante, que fue muy intensa y que, además, fue mientras me mudaba la Ciudad de México. Entonces era como un poco lo que vive el personaje de Bruno”.
En las sillas de producción tenemos a José Nacif Gobera (La caída), Marco Polo Constandse (Casi el paraíso), Catalina Aguilar Mastretta (Cindy, la regia: la serie) y Mariana Rodríguez Cabarga (Temporada de huracanes) a través de Filmadora; mientras que Fernanda Eguiarte y Ramiro Ruiz (Somos oro) se enmarcan como productores ejecutivos. La cinta está distribuida por Videocine.
Quizás quieras leer: Cartelera Cinépolis – Estrenos del 30 de enero, 2025
El elenco detrás de Déjame estar contigo
Aksel Gómez hace su debut fílmico en esta cinta, quien también nos contó en entrevista que encontró muchas similitudes con su personaje, a tal punto que sentía que estaba predestinado. Como Bruno, él también ha vivido toda su vida en Estados Unidos, lo que ayuda muy poco en su habla del español, sin embargo, aunque al principio podemos detectar cierto acento que lo delata, para el final su pronunciación tiene una notoria mejoría.
Al respecto, dijo que todo fue cuestión de “práctica, también, hablando con Andrea y con el crew. Y también hice una playlist de canciones de puro español, y las cantaba en la mañana antes de ir al set para que se me aflojara la lengua”. En esta misma conversación, Isaac preguntó cómo se comunicaba con sus papás, a lo que Aksel respondió que utilizaba el inglés, el español y el spanglish: “Como mi papá no es de Estados Unidos, es de México también, con él hablo mucho español; y con mi mamá es mayormente en inglés, pero sí, a veces le hablo en español también”.
A su lado, también protagonizando, se encuentra Andrea Sutton (The Gigantes), uniéndoseles Silvia Navarro (Papá o mamá), Johanna Murillo (La liberación) y Regina Blandón (Firma aquí).
¿Cuándo estrena Déjame estar contigo?
Este coming of age llega a las salas de cine mexicanas a partir del 30 de enero de 2025.
Póster oficial
Trailer oficial de Déjame estar contigo
También puede interesarte: Cartelera de Cinemex – Estrenos del 30 de enero, 2025
Yessica R. Viais Vivo creyendo que no se trata de lo que ves en la pantalla, sino de lo que te hace sentir, y mí me gusta mucho sentir. I’m just a girl… jaja
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Cine y Tv
Óscar 2025: Mejor actriz, predicciones y análisis de nominadas
Como ha sucedido en los últimos años, la fuerza interpretativa de las mujeres ha dejado espectaculares resultados. Hace unos meses, dos leyendas de la industria (Angelina Jolie y Nicole Kidman) parecían inamovibles entre las nominadas al Óscar 2025 como Mejor actriz, pero las últimas semanas han dado un gran giro a la competencia. Contendientes internacionales, películas exitosas y otros premios han hecho que la categoría sea una de las más difíciles para predecir. Y no nos malentiendan, eso se agradece.
Considerando los resultados de la temporada de premios, la narrativa alrededor de esta, e incluso los discursos, a continuación te presentamos nuestra predicción de la actriz que se alzará con la estatuilla más codiciada de la industria cinematográfica.
Revisa aquí la lista completa de nominaciones y nuestro análisis (con predicciones) por categoría.
Demi Moore – La sustancia (Predicción CP)
Tras años de ausencia, Demi Moore demostró que no sólo tiene el talento para protagonizar una cinta arriesgada, sino también las agallas para retarse a sí misma. Si los momentos más “extraños” en La sustancia funcionan (y vaya que hay muchos) es gracias a ella, que además ya tiene en la bolsa el Globo de Oro. Es díficil imaginar a otra actriz que pudiera interpretar a Elisabeth Sparkle con tanta dignidad y precisión.
A favor: Una poderosa narrativa muy similar a la que se ve en la película. Su discurso de agradecimiento en los Globos de Oro hizo que el mundo volteara a verla. Por otro lado, la Academia ama los regresos como este… y a los actores ocultos tras grandes capas de maquillaje.
En contra: El poco amor que los votantes han dado al terror / thriller, o a películas con una temática e imágenes igual de sangrientas. Mikey Madison también representa una gran amenaza.
Mikey Madison – Anora
La historia de una trabajadora sexual que sucumbe ante el amor hizo que esta joven actriz consiguiera el reconocimiento mundial. Los fans de Scream y Había una vez… en Hollywood ya la conocían, pero ahora fue el turno de la industria para ponerla en la cima. Como en el caso anterior, no habría una Anora tan aclamada de no ser por Madison.
A favor: Una película constante en nominaciones para otros premios. Madison ha conseguido todas las nominaciones de los premios precursores y carga, totalmente, con el peso de la cinta. Para quienes no la conocían, es toda una revelación.
En contra: El contenido sexual de la cinta podría alejar a algunos votantes. Se trata, también, de una actriz que “apenas” tiene 25 años. Muchos podrían considerar que, con su talento y edad, no batallará en conseguir otra nominaciones y galardones en el futuro.
Cynthia Erivo – Wicked
Después de una larga carrera en el teatro y algunos papeles en la pantalla grande (no todos igual de exitosos), la británica consiguió uno de los personajes más aclamados en 2024: Elphaba. La historia no contada de la bruja verde nos recordó su increíble talento vocal, pero también el rango que tiene para ir de la felicidad al coraje en sólo instantes.
A favor: Una película más que complaciente. La gran mayoría de los que ven Wicked resultan fascinados por su historia y mitología. Por otro lado, la cinta cierra con su interpretación de Defying Gravity, donde entrega todo de sí y crea momentos memorables. Tampoco se ha quedado fuera de las nominaciones más importantes.
En contra: Hay una competencia brutal por parte de Madison y Moore, y si hay una actuación de Wicked que será premiada por la Academia, esa pinta para ser la de Ariana Grande como Glinda. No todo está perdido, pues podría competir el próximo año gracias a Wicked: For Good, y a la canción que coescribió para la película.
Karla Sofía Gascón – Emilia Pérez
Más de una década atrás disfrutamos de su talento en Nosotros los Nobles, e incluso hace un par de años participó en un programa de cocina mexicano. Hoy, Karla Sofía Gascón llega a la contienda con un premio de Cannes y múltiples marcas en otras ceremonias, pero sobre todo, con una seguridad impresionante. Hay muchas cosas cuestionables en la película donde participa, pero si alguien cumple con lo que se le pide, es ella.
A favor: Una película adorada por la crítica internacional. Si los votantes extranjeros apoyan una actuación, muy probablemente sea esta. Al ser la primera actriz trans nominada a un Óscar, también arrastra consigo una importante narrativa. Su triunfo, por muchas razones, sería un momento histórico.
En contra: Las dudas sobre su rol en la película. Esta lleva el nombre de su personaje como título, pero muchos la consideran una interpretación secundaria y ven a Zoe Saldaña como la verdadera protagonista y es ella quien ha recibido más elogios.
Fernanda Torres – I’m Still Here
Creció en un entorno marcado por el arte. Su madre, Fernanda Montenegro, es considerada una de las actrices brasileñas más importantes de la historia, y ahora es su turno para continuar con el legado. Las buenas críticas a su trabajo y el apoyo de fans y críticos internacionales parecen coincidir en una cosa: “lo que bien se aprende, nunca se olvida”. Es considerada una gran figura en el arte contemporáneo brasileño.
A favor: Una sorpresiva victoria en los Globos de Oro, donde venció a actrices con mayor renombre. Su película, desde entonces, ha debutado con éxito en otros países y ha generado más conversación a su alrededor. Es una carrera muy abierta, y si los votantes internacionales deciden apoyarla, podría repetir la sorpresa. Además, que su película contienda al premio máximo no se debe ignorar.
En contra: Prácticamente todos los premios precursores han ignorado su trabajo. No estuvo presente en los Critics Choice Awards, SAG o BAFTA, y por ello, se puede considerar que la nominación es su verdadero triunfo.
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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