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Escucha lo mas nuevo de Yahir. +Allá
“TODO PASARÁ”, SEGUNDO SENCILLO EXTRAÍDO DEL ÁLBUM “+ ALLÁ”, SERÁ ESTRENADO OFICIALMENTE ESTE 20 DE JUNIO.
Después del gran éxito en los charts de radio y ventas de su primer sencillo “ME RINDO”, YAHIR se prepara para el lanzamiento oficial de su nuevo sencillo “TODO PASARÁ”, un tema (up-tempo) escrito por Alex Salmón, David y Johnny Julca.
Con 13 años de trayectoria artística, 7 álbumes de estudio, más de 2 millones de discos vendidos de toda su discografía, más de 20 sencillos #1 y un histórico RECORD GUINNES (por la mayor cantidad de discos firmados consecutivamente -2852- en un total de ocho horas con 15 minutos), que impuso durante el pasado 2004; YAHIR se encuentra ya, en la antesala del gran lanzamiento de su nuevo proyecto inédito “ + ALLÁ”, el número 8 en su brillante carrera de cantante.
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Senna nos ha devuelto la pasión por una Fórmula 1 que ya no existe. Y su sonido es clave para entender su éxito
1 de marzo de 1981. Brands Hatch, Reino Unido.
Había peleado por dos mundiales de karting pero seguía siendo un completo desconocido para el gran público. Ni si quiera en Inglaterra, donde la pasión por el automovilismo está varios pasos por delante de otros países europeos, eran conscientes de lo que estaban viendo.
Brasileño de pelo ensortijado. Cara de un niño en el cuerpo de un chaval de 21 años. La mirada arrogante de quien se sabe superior. Y es superior. Aquel día fue quinto a los mandos de su Van Diemen. Bastaron dos semanas para que consiguiera su primera victoria.
Con el circuito encharcado, Ayrton Senna da Silva pidió a su equipo que pusiera toda la presión posible a sus neumáticos. Cuentan que nadie en el equipo creyó en aquella decisión pero como piloto que pagaba por tener un asiento asegurado, los mecánicos cumplieron órdenes.
El resto es historia.
El piloto brasileño empezó a encadenar victorias. Seis carreras disputadas aquel año en la Formula Ford 1600 con cuatro victorias. 12 victorias de las 19 mangas en las que tomó la salida.
Al final de aquel mismo año, Ayrton Senna cumplía con el compromiso familiar y la promesa a Lilian de Vasconcelos Souza, entonces novia y luego breve mujer del considerado como el piloto de Fórmula 1 más talentoso de la historia. Senna volvía a su país para llevar el negocio familiar. Pero ya había experimentado lo que era ganar. Ya había experimentado lo que era ser el mejor.
Y volvió para ganarlo todo.
Existen, están en alguna parte
Más de 40 años después de aquella carrera de Brands Hatch, Netflix estrenaba Senna. “Mientras seguíamos buscando, grabamos un Fórmula Ford en Suecia, un FF 1600”, quien habla es Gabriel Gutiérrez, diseñador de sonido de la serie de seis episodios en los que se recrea la vida del piloto trabajando con, entre otras herramientas, Dolby Atmos.
Senna habla del lado humano del piloto, de su vida privada y su camino para convertirse en triple campeón del mundo. Pero si algo atrae a un aficionado es el montaje de las imágenes, las recreaciones a bordo de monoplazas míticos. Recreaciones que no serían nada sin su sonido.
“Recibí una llamada de un supervisor de postproducción de Brasil, Gabriel Queiroz, que me habló de un nuevo proyecto de Vicente Amorim, con quien ya había trabajado en Santo. Desde el principio, empezamos a buscar coches a nivel mundial y cómo conseguir modelos de esa época para salir a grabarlos”, explica Gutiérrez sobre cómo se construyó Senna.
“El rodaje se iba a realizar con réplicas de los coches que eran modelos construidos a medida, fantásticos, con una enorme precisión, pero sus motores no eran de carreras de Fórmula 1”, aclara Gutiérrez.

Ayrton Senna en la Formula Ford 1600 en 1981
Y ahí comienza el reto: conseguir grabar los modelos más icónicos pilotados y contra los que compitió Ayrton Senna durante toda la década de los años 80 y principios de los 90. “Mucha gente nos dijo que estábamos locos, que jamás lo íbamos a conseguir, que esos coches estaban desmontados y que no existen”.
Pero vaya si existen.
Quien ha ido alguna vez a ver una carrera de Fórmula 1 hay algo que no olvida: el sonido. No tienen nada que ver los actuales V6 híbridos con el brutal aullido de los V10 de finales de los 90 y principios de los 2000 que el propio Senna no llegaría a ver.
Lo que sí tuvo entre manos fueron monoplazas de una época que no volverá. Entre su debut en la Fórmula 1 en 1984 y el fatídico 1 de mayo de 1994 cuando perdió la vida en la curva de Tamburello del circuito de Imola (San Marino) por la Fórmula 1 desfilaron los V8 turbo y los V10 y V12 atomosféricos, estos últimos de un sonido brutal, más ronco que la vuelta de los V10 a partir de 1995.
Sonidos puros, sin rastro de electrificación que dentro del habitáculo bailaban al son del golpeteo metálico de la palanca de la caja de cambios. Del pisotón al embrague para reducir marcha, el juego con el acelerador para sincronizar las revoluciones de un motor que se iba por encima de las 10.000, 11.000, 12.000 rpm. El petardeo del motor antes de tomar la primera chicane de Monza donde los Ferrari de Berger y Alboreto asistían anonadados al abandono de Ayrton Senna tras chocar Jean-Louis Schlesser y conseguir la única victoria que rascarían a los McLaren en todo 1988. El golpe de acelerador a su salida y el aullido con cada cambio de marchas antes de llegar a la Parabólica y enfilar la recta de meta. El no menos poderoso grito de los tifosi en las gradas al comprobar que volvían a lo más alto del podium en Monza cuando apenas tres vueltas antes lo veían ya imposible.
Eran años de conducción pura, de sentidos. De vista, olfato, tacto… y oído.
Para los protagonistas y quienes los admiraban. Para quienes veían a un brasileño debutante nadar entre raíles en Mónaco en 1984, poniendo en peligro la victoria de un ya reputado Alain Prost que consiguió parar la carrera antes de su final, repartiendo la mitad de los puntos en una decisión que acabaría por costarle el Campeonato del Mundo a final de año a favor de Niki Lauda.

Ayrton Senna a bordo del Lotus 97T
“Pudimos grabar el Toleman original de Ayrton Senna de 1984 y el Lotus original, el modelo 97T en el Lotus Classic Track en Oxford, que fue una grabación fantástica. El Toleman se posicionó como el nuevo coche protagonista para nosotros, el preferido”, explica Gutiérrez. Para entonces, ya habían conseguido un buen puñado de los monoplazas que marcaron una época. ¿Cómo? Moviéndose entre la bruma.
Explica el diseñador de sonido de Senna que su primera idea fue hablar con Frank Cruz, quien ocupó ese mismo puesto en Rush de Ron Howard, película que trata el duelo entre Niki Lauda y James Hunt en el Campeonato del Mundo de 1976. La película había encandilado a los fans por las emociones transmitidas por los monoplazas, por la sensación de velocidad experimentada, por su sonido.
Explica que Cruz le puso en contacto con Max Lachmann, experto en sonido sobre el que recayeron las grabaciones de los coches de Rush y cuya empresa Pole Position ya da una idea de su afición al mundo de las carreras. Entonces, comenzó la caza. Había que encontrar los coches, luego convencer a los propietarios y, por último, grabarlos a pleno rendimiento.
Gutiérrez explica que el tiempo corría sin muchas noticas hasta que alguien les da un chivatazo: un “secret event” en Donington Park. Allí iban a salir a la pista unos cuantos monoplazas clásicos. Habían conseguido la llave de la primera puerta. Tenían en sus manos el visto bueno para grabar el V8 Cosworth con el que Nelson Piquet consiguió su primer Mundial a bordo del Brabham BT49C, el V8 del brevísimo paso del equipo Leyton House Racing y uno de los unicornios: el McLaren MP4/6 con motor V12 con el que Senna se alzó con su tercer título.
Ese primer paso fue clave. Luego llegarían el resto de modelos, cuenta Gutiérrez. Fue entonces cuando apareció aquel coche clave aunque menos recordado en Suecia, el monoplaza de la Formula Ford 1600 de 1981 que era clave para recrear la historia. Pero, sobre todo, parecieron otras tres unidades. En Chicago, un coleccionista guardaba como oro en paño una unidad del McLaren MP4/4, el MP4/5 y el MP4/6 que marcaron la historia de Senna en la escudería inglesa.
Y hay que grabarlos
El equipo de sonido Senna, la serie que se puede ver en Netflix, tenía los coches. Tenía, al menos, todas las motorizaciones que se utilizaron en aquellos años. Pero quedaba lo más complicado: grabar.
Y es que tener los coches disponibles era solo el primer paso. Había que convencer a los propietarios de poner a pleno rendimiento sus joyas para conseguir el sonido original de los motores. Delicados monoplazas con más de 30 años a sus espaldas a los que había que sacar al circuito para poner en riesgo su mecánica y toda su integridad.
Para ello, explica Gutiérrez, fue imprescindible tener una buena sintonía con el piloto. Max Lachmann fue el sonidista final de la serie, el encargado de recoger el sonido de los motores y los monoplazas. Explica que dispusieron micrófonos en todos los lugares donde podían… pero que esos lugares eran extremadamente reducidos.
El mayor dolor de cabeza lo ofrecía el propio grabador. Mientras que los micrófonos se podían distribuir por la carrocería, en el alerón trasero junto al motor o dentro del habitáculo, un grabador ocupa demasiado espacio. La única manera que se encontró fue situarlo entre las piernas del piloto. Complicado teniendo en cuenta que los grabadores sufren con la fuerza experimentada por los monoplazas y que éstos tenían que salir a la pista para rodar en stints de 15 o 20 minutos, al menos, buen ritmo.

Ayrton Senna con el McLaren MP4/4
La situación, por tanto, es delicada. Cuando hace más de tres décadas se diseñaron estos motores se hicieron pensando en el máximo rendimiento, en jugar en el filo para sacar la máxima potencia comprometiendo al mínimo la fiabilidad. Después de 30 años, está claro que el riesgo de romper es mucho mayor.
Así sucedió, de hecho, con el McLaren MP4/6 grabado en Donington Park antes de encontrar las unidades de Chicago cuya caja de cambios pasó a mejor vida. También rompió el Lotus 97T prestado por el equipo para las grabaciones. El equipo de sonido sabía que tenían que maximizar los recursos y por eso dispusieron micrófonos de ambiente en todas las rectas y curvas de los circuitos donde se grababan los coches.
El siguiente paso es artesanía pura.
Explica Gutiérrez que una vez recogidas todas las muestras de sonido comienza un ejercicio de montaje en el que hay que ser extremadamente cuidadoso.
“Cuando grabas motores lo único que se escucha es el motor, porque es un sonido de muchísima presión sonora, roba cualquier detalle de cualquier otro elemento. Entonces empezamos a construir el resto de los elementos, lo que sería la fisicalidad de cada coche. Es decir, cómo sería el posible traqueteo de la carrocería en función de cómo está el circuito, de si está pisando el piano, y cómo pueden vibrar los alerones o la mecánica del coche, el detalle de las ruedas cuando están frotándose contra el asfalto. Si es en seco, si es en mojado, cómo estaba elaborado en montaje, la creación de lo que serían los cambios de marcha y la mecánica, es decir, cómo es la mecánica, la rítmica y la métrica del cambio de marchas”
Es realmente esto lo que crea la obra. Y es que el sonido del motor es clave pero para meternos en la serie, para sentir la presión que recae sobre Senna en su casa, en Interlagos, cuando consigue su tercer y último título de Campeón del Mundo de Fórmula 1. Pero también para recrear con la máxima precisión el toque con Alain Prost en el Gran Premio de Japón de 1989. Y la repetición de la escena en 1990.
Historias de otra Fórmula 1.
De una historia que pareciera que uno puede oler y tocar.
Pero que, desde luego, puede oír.
Foto | Instituto Ayrton Senna y Jerry Lewis-Evans
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sigue circulando por la izquierda
El de Madrid es uno de los metros más interesantes de Europa y no es ni por la obra de cobertura de sus máquinas expendedoras de tickets ni porque vaya a eliminar los conductores de la L6. Tampoco por sus empujadores, su polémica solución para minimizar su abarrotamiento. Desde que Alfonso XIII lo inaugurara, ha ido creciendo con el paso de sus más de 100 años (106, concretamente) hasta llegar a ser el tercero más extenso de Europa. Con 294 kilómetros de largo y 302 estaciones, es el noveno más grande del mundo.
Y en esas más de 300 estaciones esconde particularidades históricas, como la estación fantasma de Chamberí, convertida en refugio antiaéreo durante la Guerra Civil española y que sigue intacta y abierta al público en el Andén 0. No es lo único que no ha cambiado: el metro sigue circulando por la izquierda. Como curiosidad, también algunas escaleras mecánicas del metro están dispuestas en ese sentido.
Una duda bastante frecuente si tienes costumbre de coger el metro en otras ciudades, como por ejemplo Barcelona o París, es el sentido de la circulación del sistema: en Madrid, el metro circula por la izquierda, como también lo hace el metro londinense. Ese guiño a lo británico no es casual.
Cuando los ingenieros de caminos españoles Miguel Otamendi, Carlos Mendoza y Antonio González Echarte se encargaron del diseño del Metro de Madrid, se inspiraron en el metro de Londres, adoptando los estándares de señalización y circulación de The Tube.
La red de metro estaba antes que el código de circulación
Y tiene sentido: por aquel entonces Londres era el referente mundial en ferrocarriles suburbanos y además, no existía una norma estatal de circulación que obligase a circular por la derecha. Así, por ejemplo en Madrid se circulaba por la izquierda mientras que en Barcelona se hacía por la derecha. Un bando del alcalde de Madrid en 1924 decretó oficialmente que se circularía por la derecha.
No obstante, una década después llegaría el primer código de circulación estatal. Da igual: el Metro de Madrid ya llevaba años operativo.
La de por qué en el Reino Unido se circula por la izquierda es una cuestión que tiene mucha miga, pero en resumidas cuentas los motivos históricos son dos: bélico y comodidad. Partiendo de la base de que la mayoría de gente es diestra, circular por la izquierda era lo mejor en caso de tener que batirte en armas con un atacante con el que te cruzases de frente. Tenías mejor ángulo de maniobra y tu mano derecha quedaba entre el enemigo y tú.
Por otro lado, montar y desmontar a caballo también es más fácil si eres diestro y también más seguro, bajándote hacia la cuneta. Asimismo, al circular también se evitaban latigazos accidentales a los viandantes. Fue Napoleón quién cambió esta dinámica en el resto de Europa.
Geográfica y culturalmente, tendría lógica pensar en que el Metro de Madrid hubiera cambiado de orientación para alinearse con el grueso del viejo continente y los estándares vigentes, pero no sucedió. Además, las líneas de metro ligero de Madrid sí que circulan por la derecha siguiendo el sistema vial moderno.
Pese a la adopción del código de circulación estatal que obligaba a circular por la izquierda, el metro madrileño nunca cambió de sentido. La Red de Metro de Madrid era y es independiente de la red ferroviaria del estado, así que en los años 30 determinaron que seguiría circulando por la izquierda para evitar el coste desorbitado que supondría en infraestructura y logística el cambio de la señalética instalada, la inversión del sentido de la marcha de los trenes y las agujas de las vías y hasta cómo estaban configuradas algunas estaciones.
Portada | Foto de Martti Salmi en Unsplash
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así es como he programado una app de Android TV sin tener ni idea de programar
Ya lo conté hace tiempo, pero esto es un TOC, así que tengo que insistir. Tengo una pequeña obsesión con el tema de las fotos. No con hacerlas, sino con gestionarlas.
Llevo años buscando la forma perfecta de hacerlo sin depender de Google Photos, y hace algo más de un año encontré una alternativa que era perfecta para mí tras un larguísimo (e instructivo) proceso de búsqueda.
Se trata de la aplicación Open Source Immich, que cualquiera puede instalarse en su PC o servidor/NAS para montarse “un Google Photos autohospedado” y que permite evitar la dependencia de servicios en la nube.
Immich es casi perfecta, pero falla en una cosa: Android TV
Immich es fantástica por muchas cosas, pero si hubiera que ponerle un pero yo se lo pondría al hecho de que no es una aplicación pensada para la TV. En realidad ninguna suele serlo, pero un gestor de fotos, que se supone que está pensado para dejarte disfrutar de las fotos, sí debería tener esa parte mejor contemplada.

El proyecto Open Source Immich permite contar con una fantástica alternativa a Google Photos. Fuente: Immich (GitHub)
En Immich no es así. Hay versiones fácilmente instalables para Docker Compose, Portainer, Unraid (la que yo uso en mi NAS) o TrueNAS Scale. Además hay aplicaciones móviles para Android y iOS que permiten que nos conectemos desde el móvil a nuestro servidor Immich y podamos disfrutar de esas fotos y vídeos desde dichos dispositivos.
Sin embargo, no hay una aplicación oficial para Android TV / Google TV, y tampoco para tvOS. No tengo Apple TV, pero lo que sí me interesaba era tener precisamente esas versiones para Android TV. Ahí es donde entra en juego un proyecto paralelo llamado Immich-Android-TV cuyo desarrollador, que usa el alias giejay en GitHub, mantiene activo desde hace unos años.
Cuando descubrí este proyecto creí que por fin podría disfrutar de las fotos cómodamente en la tele del salón con mis peques, pero la expectación inicial pronto se convirtió en decepción. Aunque la aplicación ofrece la posibilidad de ver las fotos, yo encontraba muchas limitaciones.
La principal, la de no poder acceder fácilmente a fotos de hace años. En Immich y en Immich-Android-TV se muestran las fotos con un orden cronológicamente inverso: primero las más nuevas, y luego las más antiguas.
En la versión web, Android y iOS el cliente de Immich sí permite disfrutar de una línea de tiempo, una barra en la parte derecha de la interfaz con la que es fácil seleccionar las fotos del día, mes y año quieres ver. En el el cliente para Android TV eso no existe.
Si quería disfrutar de fotos recientes no había problema, pero no había forma rápida de acceder a fotos de hace una década. Tenía que ir hacia abajo en la matriz de fotos hasta llegar a esas fechas. Con pocas fotos eso puede ser fácil, pero en mi biblioteca actual tengo unas 155.000 fotos y unos 23.000 vídeos. Desplazarme a 2015 me hubiera llevado probablemente horas de darle al botón de “abajo” en el mando de mi dispositivo Google TV.
Había otras limitaciones importantes, y el problema de depender de un proyecto Open Source como este es que a menudo solo hay una persona detrás. Y a menudo esa persona hace esto por afición. Y a menudo eso implica que su dedicación al proyecto es limitada. Puedes pedir cosas, pero pueden no ser prioritarias para el futuro del proyecto en su opinión, o si lo son puede que tarden en llegar. Y si llega, puede que lo hagan de forma distinta a las que esperabas.
Eso era antes.
Porque ahora mucha gente —no diré que prácticamente cualquiera, pero sí mucha gente— puede coger cualquier idea para una aplicación y convertirla en realidad.
La cosa es aún más potente cuando tienes puntos de partida en forma de proyectos Open Source: ahí está todo el código necesario para empezar, así que buena parte del trabajo suele estar hecho: solo tienes que modificarlo a tu gusto.
Que es justo lo que he hecho con Immich-Android-TV.
Hace aproximadamente dos semanas disfruté de unos días de vacaciones que tenía pendientes, pero no me fui a ningún lado. Ya había hecho algún experimento programando con IA, pero aquello —un contador de puntos para el juego de cartas de la “pocha”—, fue casi insignificante.
Esto iba mucho más allá. Quería coger el código de Immich-Android-TV para que hiciese todo lo que yo quería y como yo quería. Así que uno de esos días por la mañana y entonces se me ocurrió probar una locura. Sin niguna expectativa. Sin esperanza.
Qué equivocado estaba.
Yo pido, la IA programa
Pequeño aviso: esta parte del artículo quizás os resulte algo más pesada, pero podéis saltárosla si lo preferís para ir a la siguiente. Para mí es importante contar cómo es ese proceso de “vibe coding” en el que básicamente chateas con una IA para pedirle que programe por ti.
En mi caso abrí una terminal en mi Mac mini M4. Por otro, en el navegador creé un fork del proyecto de giejay en GitHub. Luego cloné el repositorio en mi Mac con un “git clone” y lancé Droid, una herramienta que estaba probando casi como un juguete. Es parecida a Claude Code, Codex o Gemini Cli que te permite usar claves para acceder a las APIs de diversas plataformas de IA como las mencionadas.


Nada más lanzarlo, Droid —que tenía configurado con una clave API de gpt-5.1— detectó mi directorio, y me presentó la caja de texto para que a partir de ahí le pidiera lo que quería. Que es justo lo que hice: como se ve en la imagen, le expliqué (en inglés, aunque acabé saltando al español más tarde, no hay diferencia) qué era el proyecto Immich-Android -TV y qué es lo que quería lograr.
Que en esencia era una opción “Línea de tiempo” (Timeline) que me permitiera navegar por meses y años rápidamente para ver las fotos de ese mes y año concretos. Era algo que no existía en el proyecto oficial y que como comentaba yo quería tener desde que descubrí dicho desarrollo.
A partir de ahí Droid/gpt-5.1 se puso a pensar su plan de acción, y tras lo que creo recordar que fueron tres o cuatro minutos, creó una hoja de ruta súper detallada y dividida en varias fases. Tras leer el plan solo me quedó decir “go ahead” (“adelante”) y esperar.
Terminó de modificar el código poco después. Yo no sabía qué hacer a continuación, ¿cómo probarlo?. Una vez más, solo bastaba con preguntar. La Ia me indicó las instrucciones para instalar Android Studio y lanzar un emulador de una Smart TV con Android TV en resolución 1080p.

El emulador de Android TV en Android Studio a la izquierda (con el simulador del mando debajo), Gemini 3 Pro a la derecha. Tras el emulador, la terminal donde voy editando los ficheros con nano, copiando y pegando salidas en Gemini y compilando.
Una vez hecho esto, podía probar mi fork tras una compilación del código Kotlin (./gradlew installDebug) que directamente instalaba el paquete APK creado en el emulador vía ADB. A partir de ahí empezó un proceso de depuración sorprendente: la compilación fallaba, yo copiaba la salida del comando que compila, se la pasaba a Droid, y él detectaba el problema, lo intentaba corregir y me volvía a decir que probase. Cuando por fin compiló bien y pude probarlo, la opción estaba ahí, entre las otras secciones, pero no funcionaba.
Y para saber por qué, una vez más, bastaba preguntar, aunque esta vez siempre tratando de ser proactivo. Así, a la pregunta le añadí un “dime qué puedo hacer y qué necesitas que haga para lograr detectar el problema”, o algo parecido. La IA me indicó que debía ejecutar un comando para que copiara y pegara la salida. Tras varios mensajes el chatbot no parecía dar con la clave, y el Timeline siempre se quedaba tratando de acceder a la API de Immich y devolvía un error 400 que gpt-5.1, al menos en mi prueba, no lograba solventar.

Gemini 3 Pro en acción. En ese momento había cierto problema con la ejecución del Timeline. Gemini me indicó que creara un log con un comando específico, y simplemente copié y pegué la salida en la terminal para que detectara el problema.
Fue entonces cuando cambié a Gemini 3 Pro, que ya se puede usar de forma gratuita tanto en modo Fast como en Thinking en el sitio web oficial de Gemini. Primero, eso sí, le pedí a Droid que me generara un fichero txt con un prompt detallando qué quería lograr, qué problema se estaba encontrando y cuáles estaban siendo los ficheros implicados. Ese fichero era un prompt clarísimo de todo ese proceso, y nada más cargarlo en Gemini el modelo se puso a trabajar en la solución.
Ahí se inició la continuación de la conversación anterior con Droid, pero esta vez en la web. En realidad esta forma de vibe coding no es la ideal, porque el usuario (en este caso, yo) tiene que ir contándole a la IA todo el rato lo que pasa. Te pasas el rato copiando y pegando texto además de dando alguna instrucción o aclaración. Eso tiene una desventaja clara —es un poco pesado— pero una ventaja igualmente clara: eres mucho más consciente de qué está haciendo la IA en cada momento. Hay herramientas como Claude Code o Gemini CLI que automatizan aún más las cosas, y aunque las acabé probando más adelante, esta primera fase del desarrollo la realicé en modo “copia-pega”.
Esto parece un milagro
El proceso con Gemini 3 Pro fue idéntico, pero la sorpresa aquí fue que la IA logró avanzar y corregir tanto ese problema con el que me había quedado atascado en ese primer intento como los que surgieron después. No recuerdo bien cuánto tardé en total, pero serían menos de cuatro horas, y al cabo de ese tiempo, logré lo que tanto había querido tener: un Immich-Android-TV con Timeline:


La interfaz no era maravillosa, ni mucho menos, pero ni siquiera eso me importaba demasiado. Lo importante es que funcionaba. Si quería ver fotos de mis enanos de hace una década, no tenía que estar manteniendo el botón “abajo” del mando durante horas. Bastaba buscar el año y el mes y entrar en dicho momento del tiempo.
La sensación de haber logrado así es difícil de explicar. Y lo es porque es algo que jamás pensé que podría hacer (aunque en realidad no lo he hecho yo, claro). Estudié ingeniería superior de informática, pero de aquello hace ya mucho tiempo y nunca me atrajo demasiado programar. Si dedico algo de tiempo al tema, soy capaz de entender qué pasa en cierto código, la base, la estructura, pero eso me cuesta mucho trabajo.
Crear ese código, sobre todo en ciertos lenguajes, sería inviable. Pero la IA resuelve todo eso, y se comporta como un programador bastante decente que ejecuta e implementa lo que quieres. Tú solo tienes que tener claro lo que quieres, y si encima tienes ciertas nociones, tienes ventaja. Si además eres programador, entiendo que la ventaja ya es extraordinaria.
Pero para mí, insisto, lograr esto era prácticamente impensable. Lo que había leído por todos lados, lo que quienes ya habían hecho algo así contaban… al fin lo entendía de verdad. Puede que la IA sea una decepción para muchos en muchos ámbitos. Puede que el 95% de las empresas no obtengan retorno de la inversión, puede que no sepa contar erres, puede que a veces aconseje locuras como usar pegamento para el queso de la pizza. Entiendo que eso genere críticas, bromas y decepciones. Entiendo que haya quien afirme que la IA es tontísima.
Pero lograr algo como esto, en mi opinión, demuestra que en muchos otros ámbitos la IA puede ser maravillosa. Incluso aunque no mejorara más, incluso aunque se confirmara que el escalado no funciona… convertir una idea en algo real sin tener ni idea de cómo hacerlo es algo mágico, casi milagroso.
Pero es que luego hubo más.
El epílogo: haz (casi) lo que quieras con tu app
Lograr tener un Timeline en Immich-Android-TV me hizo darme cuenta de que en realidad podía adaptar la aplicación todo lo que quisiera y como yo quisiera, así que en los últimos días he ido aprovechando ratos libres para ir modificando aún más el proyecto oficial y convirtiéndolo en lo que yo quería que fuese.
En ese vídeo que compartí en el subrredit r/Immich no están incluidos los últimos cambios, pero da un poco la idea de lo que conseguí en esos primeros días. Pero es que como digo, luego hubo más.

Interfaz de la versión oficial de Immich-Android-TV
De hecho, una de las cosas que me echaban para atrás del proyecto oficial era la interfaz. Y aquí una vez más solo bastaba pedir. Y como bastaba pedir, pedí. En concreto, que hubiera una opción en Settings que me permitiera no mostrar los nombres de fichero, que siempre salen en la oficial, y que a mí me parece que afean la usabilidad.
Y ya puestos, que las miniaturas aparecieran con equinas redondeadas. Y ya puestos (II), que pudiera seleccionar si quería una rejilla de tres, cuatro o cinco columnas, porque el oficial solo deja cuatro de forma permanente. Los cambios me llevaron apenas un par de horas más:

La interfaz de mi fork de Android-Immich-TV. Tres columnas, esquinas redondeadas, sin nombres de foto, y con sincronización de favoritos.
Y ya puestos (III), le pedí algo que también era especialmente importante para mí: poder tener gestión de favoritos desde la app de Android TV. En Immich puedes marcar o desmarcar fotos y vídeos como favoritos, pero en la versión oficial de Immich-Android-TV ni muestra esa información ni se puede controlar.
Otro par de horas más —aquí puede que algo más, tuve problemas con esa gestión en el Timeline— y de nuevo, magia. Ya podía marcar fotos y vídeos como favoritas con una pulsación larga del botón central del mando.

El diseño de la sección Settings en la versión oficial.

Y la que he acabado logrando en mi fork.
Esos cambios a la interfaz también acabé aplicándolos a otras secciones como la del Timeline o los ajustes (Settings) del cliente, que quise modificar con algunas sugerencias de interfaces de usuario creadas —cómo no— por la IA.

Stitch, la app de Google para diseñar interfaces de usuario, en acción. El diseño del Timeline central era estupendo, pero tras varias horas intentando que la IA lo convirtiese en código no había más que problemas. Al final opté por volver al principio y aplicar el tercer rediseño, que fue el que la IA no tuvo problema en programar.
En concreto por Stitch, un servicio de Google Labs que te permite convertir en bocetos y diseños esas ideas de UX/UI que tienes en mente. Y de nuevo con un lenguaje natural: puedes describir lo que quieres, aunque es cierto que si partes de una imagen inicial eso suele ayudar mucho. Yo aquí utilicé la primera versión del Timeline que obtuve y a partir de ahí le pedí ideas para mejorar esa interfaz.


Lo último que he logrado este fin de semana es crear otras dos secciones que no existían en la versión de Immich-Android-TV oficial. La primera, la del “On this day” que muestra las fotos de hoy hechas en años anteriores. La segunda, la que muestre una sección en la que solo aparezcan las fotos y vídeos marcadas como Favoritas.

Sección Favoritos y solo con vídeos. Mi TikTok familiar para ver vídeos de mis enanos sin parar. Mágico.
Y por rizar el rizo, quise tener una opción en Settings para que cuando navego por las secciones solo se muestren vídeos. Si tenéis niños y grabáis mil vídeos como yo, creedme: esto es como un TikTok familiar maravilloso en el que no paras de ver uno tras otro casi en modo doomscrolling de forma fantástica en la tele de casa y con una simple pulsación del mando de mi dispositivo Google TV.
Repito: la IA, en este caso, me ha parecido mágica y casi milagrosa.
Aquí, aclaración necesaria: esto es un proyecto personal, y como tal tiene la ventaja de poder ser maravillosamente imperfecto. Es muy probable que el código que ha generado la IA no sea el mejor. Y también que los cambios que yo he hecho no son los que otros habrían hecho. Y también que la interfaz no sea perfecta o del gusto de todos. Pero este es un proyecto en pleno desarrollo, vivo, que no perjudica a nadie y que me hace especialmente feliz.
Pero insisto: es imperfecto. Si queréis echar un vistazo o incluso probarlo, aquí está el repositorio GitHub y aquí la sección Releases, donde están las que voy liberando. No puedo garantizar que os funcionarán o que no tendrán fallos, y desde luego no puedo garantizar que si os interesa y comentáis o realicéis peticiones para modificarlo las haga, pero si no lo hago yo… también podéis hacerlo vosotros como yo lo he hecho. Es de nuevo la maravillosa combinación del Open Source y esa capacidad que plantea la IA.
Hay algo más. Mi capacidad de asombro tecnológico es limitada desde hace tiempo. Seguramente me pase como a muchos de nuestros lectores: la tecnología avanza de forma fulgurante, pero a menudo esos cambios son difícilmente apreciables porque suele tratarse de mejoras iterativas.
La mayoría de las cosas ya no sorprenden, o lo hacen durante un intervalo de tiempo pequeño. Me emocionaron las Vision Pro, pero no pagaría 4.000 euros por ella, y los smartphones, que nos entusiasmaban cuando empezamos a verlos en acción, se han convertido en una commodity. Como lo han hecho el PC —igual de transformador— o internet —absolutamente disruptivo—.
Para mí la IA ya ha logrado lo que el PC o internet. Pase lo que pase en el futuro, aunque no mejore ya mucho más, va a transformar nuestra forma de trabajar y disfrutar. Eso es así. ¿Falla? Por supuesto. ¿Es imperfecta e incluso peligrosa? Igual que lo era y lo es internet. ¿Hay burbuja? Seguro. Pero esto tiene el potencial de ser aún más. Este pequeño proyecto me ha hecho reafirmarme en esa creencia.
En Xataka | Tenemos un problema filosófico con las IA generativas: nos están dando la razón en todo lo que les pedimos
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