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el impresionante arsenal tecnológico del nuevo tractor autónomo de John Deere
Los tractores están dejando de ser esas máquinas simples y funcionales para transformarse en vehículos complejos cargados de tecnología. John Deere es uno de los fabricantes que está liderando este cambio. La empresa estadounidense presentó su primer tractor completamente autónomo hace tres años. Ahora, en el CES 2025, ha mostrado sus modelos más recientes. Se trata de la línea 9RX, que puede hacer mucho más que funcionar sin conductor.
Detrás de esta característica hay 16 cámaras que se encargan de proporcionar una visión de 360 grados y sensores LiDAR que calculan la profundidad. Este conjunto de características ofrece información que es analizada por una inteligencia artificial (IA) y permite tomar una decisión de conducción en unos 100 milisegundos. La idea es que el tractor evite obstáculos, como árboles, humanos, vehículos, panales de abejas y tuberías.
Tractores autónomos de John Deere
La agricultura ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Si bien muchas de las tareas siguen siendo tremendamente laboriosas, la tecnología está permitiendo que ciertos procesos se realicen con unos pocos toques en una pantalla táctil. Los usuarios de estos tractores John Deere, explica la firma, pueden programar el recorrido directamente desde su teléfono móvil y monitorizar las operaciones en tiempo real desde el dispositivo.
Según la compañía, utilizar estos vehículos podría resumirse en tres pasos:
- Llevar el tractor al campo.
- Configurar el funcionamiento autónomo.
- Deslizar el dedo en la pantalla del teléfono para que empiece a trabajar.
Ciertamente, hay mucho trabajo de planificación previo para saber exactamente hacia dónde enviarás el tractor a trabajar. En cualquier caso, si el vehículo detecta algún obstáculo o tiene un desperfecto, el usuario recibe una notificación en su teléfono móvil. Todo esto, siempre y cuando la flota cuente con conectividad, aunque esto no debería ser un problema porque algunos tractores John Deere también pueden funcionar con antenas Starlink.
La línea 9RX de John Deere llega con diferentes tipos de motores, siendo el más ambicioso el J18 de 18 litros y es capaz de ofrecer hasta 913 HP. Además de los añadidos especiales para diferentes tipos de tareas, los clientes pueden optar por cabinas con muchas comodidades. Por ejemplo, asientos de cuero electrónicos con calefacción, ventilación y masaje. Pantalla táctil con radio, puertos USB y enchufe de 12 V, volante de cuero, refrigerador y más.
Ahora bien, estas máquinas tienen un precio de partida que no pasa desapercibido. En Estados Unidos, sin elementos adicionales, cuentan poco más de un millón de dólares. Ahora bien, entrar en el club de los tractores de alta tecnología también tiene otro precio: hay límites estrictos de reparación establecidos por el fabricante. Esto ha llevado a algunos de sus clientes a “hackear” sus tractores para poder repararlos ellos mismos.
Imágenes | John Deere
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En Bélgica las autoridades han pedido a sus ciudadanos que no se coman el árbol de Navidad. Y tienen buenos motivos
No hace ni una semana que se acabaron las Navidades, así que quizás tengas aún por casa, arrinconado en una esquina del salón, en la terraza o el recibidor, un bonito árbol cargado de espumillón y bolas doradas. Si es así, presta atención: no te lo comas. No importa cómo de apetitoso parezca o las recetas que hayas visto en TikTok. Es una advertencia extraña, pero resulta muchos menos descabellada de lo que podría parecer. De hecho, el martes la agencia que se encarga de velar por la seguridad alimentaria en Bélgica (FASFC) lanzó un aviso similar entre sus ciudadanos.
Y tenía motivos para hacerlo.
¿Y qué hago yo con este árbol? Forma parte del ritual de las fiestas. Cada año montamos (antes) el árbol de Navidad. Y cada año, en enero, nos toca desmontarlo. Quienes usan árboles artificiales los meten en su caja y los envían al desván, pero la cosa se complica en las casas que usan abetos o pinos reales.
¿Qué hacer con ellos? ¿Hay alguna forma de reaprovechar el árbol de Navidad y minimizar la generación de residuos? Hace poco el Ayuntamiento de Gante, en Bélgica, se hizo esas preguntas y su conclusión fue cuanto menos curiosa: sí, podemos comérnoslo.
¿Cómo que comérnoslo? El mensaje original de Facebook ya no está disponible, pero de él se han hecho eco Politico, The Guardian, The New York Times o Euro News, entre otros medios que nos permiten conocer su contenido.
Básicamente, el Ayuntamiento lanzó una publicación en la que aseguraba que un árbol de Navidad “es comestibles siempre que no sea un tejo o haya sido tratado con un spray resistente al fuego”. En su web oficial el Consistorio de Gante publicó además una pequeña entrada titulada “Cómete tu árbol de Navidad”, frase que retocó más tarde para que resultara menos contundente.
¿Y qué pretendía? Lo de que nos zampemos el árbol de Navidad suena raro, pero lo cierto es que las autoridades gantesas tenían sus razones para plantearlo. El post que aún conservan en su web lo aclara. Su idea inicial era orientar a los ciudadanos sobre qué hacer con las “sobras” que dejan las fiestas.
Entre otras cuestiones, desgranan trucos domésticos para reciclar verduras y carne o preparar encurtidos. Incluso asesoran sobre qué podemos hacer con aquellos regalos que no nos convencen. El problema llega cuando el Ayuntamiento habla de los árboles de Navidad.
Al llegar a ese punto el organismo lanzaba una idea peculiar: “Cómete tu árbol”. La frase ya no está disponible, pero el post habla aún de cómo los escandinavos han hecho un hueco a los árboles de Navidad en su gastronomía. “De verdad, en Escandinavia lo hacen desde hace mucho tiempo”, insiste el post antes de explicar cómo tratar las agujas de las ramas de los abetos para elaborar una suerte de crema para untar en tostadas. El artículo incluso incluye un link de Foodies con más ideas para aprovechar las agujas de pino.
¿Buena idea, no? Pues no. No al menos para la Agencia Federal de Alimentos de Bélgica, la FASFC, que no ha tardado en lanzar un aviso en el que aclara que lo de convertir partes de nuestro árbol de Navidad en aperitivos quizás no sea tan buena idea. Y el motivo es muy sencillo: no están pensados para eso. “Los árboles de Navidad no están destinados a terminar en la cadena alimentaria”, recordaba este martes la portavoz del organismo, Hélène Bonte.
“Consecuencias graves”. Precisamente por eso y con el fin de prevenir la aparición de pulgones, los árboles ornamentales suelen recibir tratamientos especiales con ciertos productos químicos, incluso insecticidas, que no los hacen muy compatibles con la alimentación. “Solo por esa razón, la FASFC no puede estar de acuerdo con este tipo de iniciativas”, insiste el organismo belga en declaraciones recogidas por Politico.
A ese problema se suma otro igual de grave. A la gente puede no resultarle fácil percibir a simple vista si su árbol ha sido o no tratado con productos retardantes para las llamas o identificar si lo que tiene delante es una especie que “puede tener consecuencias graves, incluso fatales” para quien lo coma. Bonte recuerda además que no tiene por qué ser lo mismo un árbol de Navidad que se ha cultivado comercialmente con ese fin que los pinos que se utilizan en las recetas nórdicas tradicionales.
“Completamente diferentes”. “Las agujas de los pinos de la naturaleza virgen de los países del norte son completamente diferentes a los de los árboles cultivados para Navidad”, recalca la portavoz de la FASFC. Aunque Gante no tiene tanta población como Bruselas o Amberes y el anuncio se hizo en su página web y redes, la agencia de seguridad alimentaria belga consideró que el tema era lo suficientemente serio como para emitir una advertencia a comienzos de esta semana y dejar su postura clara.
“No existe una manera sencilla de que los consumidores sepan si los árboles de Navidad han sido tratados con retardante de llamas, y no saberlo podría tener consecuencias graves, incluso fatales”, subraya. “No hay forma de garantizar que comer árboles de Navidad resulte seguro, ni para las personas ni para los animales”.
Un paso atrás navideño. Si la FASFC reaccionó a la iniciativa del Ayuntamiento de Gante, las autoridades locales no se han quedado atrás. Ya no se puede consultar su publicación original en Facebook y medios como Euro News o Agence France Presse aseguran que la ciudad modificó también su entrada original en su web, cambiando el titular “Cómete tu árbol de Navidad” por la fórmula mucho más comedida de “Los escandinavos se comen sus árboles de Navidad”.
No solo eso. Quienes leen ahora el post se encuentran con una anotación que advierte de que “no todos los árboles de Navidad son comestibles” y la idea entraña ciertos riesgos.
“No lo confunda con el tejo, ya que es venenoso. Tampoco son comestibles los abetos y pinos que hayan sido tratados, por ejemplo, con aerosoles ignífugos o pesticidas”, aclaran las autoridades municipales, que recuerdan de paso que la Agencia Alimentaria “desaconseja comer agujas de árboles de Navidad”.
Imágenes | Stad Gent y Frames For Your Heart (Unsplash)
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grabar y escuchar lo que dices todo el día
En 2017 Google lanzó una cámara llamada ‘Google Clips’ que estaba diseñada para ser llevada casi como un colgante para luego poder usarla para grabar todo tipo de vídeos de forma instantánea. Pronto aparecieron los debates sobre el impacto que podría tener como dispositivo para invadir la privacidad, y finalmente el dispositivo, que no llegó a cuajar, se canceló en 2019.
Aquel fue solo un ejemplo de una larga serie de dispositivos cuyo propósito parecía muy positivo pero cuyas implicaciones —como ocurrió con las Spectacles de Snapchat— no lo eran tanto.
Desde entonces hemos vivido debates como el de cuánto nos “espían” nuestros altavoces inteligentes, pero eso no ha impedido que hayan seguido apareciendo productos de este tipo. Productos que tienen las mismas buenas intenciones pero que nos generan las mismas dudas respecto a una potencial invasión de la privacidad.
Avalancha de colgantes que lo escuchan todo
Tenemos un ejemplo en el Rewind Pendant que se presentó en octubre de 2023. El producto acabó rediseñándose para adoptar tanto el formato de un colgante como de un clip que se acopla a una prenda de ropa. Permite teóricamente grabar todo lo que dices y oyes a lo largo del día, y a partir de ahí lo transcribe y lo almacena localmente en el móvil.
El producto se lanzará en el primer trimestre de 2025 a un precio de 99 dólares y sin suscripciones asociadas. Es sin duda llamativo y es interesante por esa capacidad de grabar todo lo que decimos, pero, ¿qué pasa con lo que nos dicen otros? ¿Saben ellos que les estamos grabándoles?
Aún sabiéndolo, no parece probable que muchos quieran ser grabados aunque estén diciendo cosas sin aparente importancia. Y aunque sus responsables aseguran que todos los datos están cifrados y protegidos en una “nube confidencial” y nunca serán vendidos, es difícil apostar de buenas a primeras por una propuesta de este tipo.
Aun así, desde hace un tiempo no han parado de aparecer propuestas imilares. En julio de 2024 conocimos Friend, un colgante que además de escucharnos hablar luego nos permite conversar con él, aunque sus respuestas aparecen en la pantalla de nuestro smartphone. El vídeo de presentación era, entre otras cosas, inquietante.
A Friend y Rewind Pendant les han salido muchos rivales. Lo hemos visto en el CES de Las Vegas donde, como señalan en Wired, los responsables de Omi, Bee AI y HumanPods persiguen el mismo objetivo. Que no es otro que ofrecernos diversos tipos de wearables que graban todo lo que decimos y se escucha a nuestro alrededor durante todo el día para luego poder procesarlo.
La propuesta de Omi es muy similar a la de Rewind, pero con una diferencia: es posible además usarlo literalmente “pegado” a un lateral de nuestra frente para que un electrodo en su interior detecte que estamos hablando con él y no con alguna de las personas que puedan rodearnos. El funcionamiento en ese apartado es frágil, pero es que además los asistentes de voz ya hacen lo mismo gracias al micrófono y a una simple activación por voz con los típicos “OK, Google” o “Oye, Siri”.
En realidad esa opción de Omi es experimental y su verdadera función es la de grabar todo lo que escucha —tiene una autonomía de tres días— para luego actuar sobre ese contenido. Podremos usarlo también como un asistente personal preguntándole cosas, e incluso como un compañero de conversación que además puede adoptar distintas personalidades y formas de ser gracias a las llamadas “Personas” que podemos configurar en su uso. Si os parece que hace lo mismo que Friend es porque es así: el fundador de Omi, Nik Shevchenko, ha estado en guerra con el de Friend, Avi Schiffmann, al que acusó de haberle robado la idea con un sarcástico rap que compartió en X.
En segundo lugar en este despliegue de soluciones de este tipo está Bee AI, una startup que ha creado un pequeño clip que se puede llevar acoplado a una pulsera en la muñeca pero que también se puede colocar por ejemplo en la camiseta. Tiene un botón de “Acción” en el centro para activar los micrófonos, y podremos mantenerlo pulsado para procesar la conversación actual y preguntar sobre ella. Las respuestas aparecen sintetizadas por voz en el altavoz de del móvil. De momento todo se procesa en la nube —hacerlo en local limitaría aún más la batería, aseguran sus creadores— y eso hace que una vez más aparezcan ciertas reservas sobre la privacidad de nuestros datos.
La última de estas propuestas es la de la compañía Natura Umana, que ha creado unos auriculares llamados HumanPods que cuentan con micrófonos. Están diseñados para llevarlos todo el día, aunque la batería no dure tanto. De nuevo aquí se combina esa grabación continua que luego nos permite recuperar conversaciones o resumirlas con la otra función: la de hablar con un avatar virtual generado por IA. Hay uno llamado Athena pensado para ayudar a hacer ejercicio, y otro llamado Hector que actúa como algo parecido a un terapeuta. El coste de los auriculares, que se pondrán a la venta en el primer trimestre de 2025, rondará los 100 dólares, y estos sí tendrán asociada una suscripción.
¿Tienen sentido estos productos? Puede que para ciertos escenarios sean interesantes, sin duda, pero muchas de esas funciones ya están disponibles en nuestros móviles o al menos es posible usarlos de esas formas sin demasiada dificultad. Aquí las empresas tratan de plantear una alternativa algo más independiente y enfocada específica a este tipo de uso, pero el hecho de que aquí se manejen no solo nuestros datos, sino los de gente que está a nuestro alrededor, plantea dilemas morales y éticos. Algunas de estas propuestas “avisan” de que están grabando, pero ¿actúa la gente igual si sabe que estás grabando lo que dicen?
Ese es probablemente uno de los grandes retos actuales de los wearables que quieren registrarlo todo. Que mientras los usemos de forma individual, puede no haber tanto problema. La cosa cambia si en la ecuación entran otras personas y escenarios. Aun así, parece inevitable que poco a poco más y más wearables como las gafas inteligentes ofrezcan esas opciones de grabación. Incluso es factible que acabemos con wearables como el que usaba Joaquin Phoenix en ‘Her’ y hablemos con avatares virtuales de todo tipo. GPT-4o ya nos demostró que ese futuro estaba más cerca de lo que parecía, y estos wearables presentados en el CES precisamente parecen perseguir esa misma idea. Que consiguan triunfar, eso sí, es una incógnita.
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Japón busca soluciones para plantar cara a China y sus coches eléctricos. Y ya han dado el primer paso
“La industria automotriz de Japón fue una vez un líder mundial, pero la nueva tecnología y la inestabilidad geopolítica han debilitado su ventaja competitiva”. Las palabras fueron pronunciadas por representantes de Japan Automobile Manufacturers Association (JAMA) el pasado martes y fueron recogidas por medios como Bloomberg.
Con ellas se verbalizaba el acuerdo al que los principales fabricantes de automóviles del país han llegado para trabajar conjuntamente para responder al crecimiento chino en el mercado del automóvil. Un crecimiento que ya provocó que, en 2023, China se consolidara como el mayor exportador de coches de todo el mundo.
Hasta entonces, Japón había destacado por su capacidad para colocar vehículos fuera de sus fronteras. Liderados por Toyota y gigantes como Honda y Nissan (que ahora buscan un acuerdo para su fusión), la industria del automóvil japonesa se había consolidado como una de las más importantes del mundo. Pero su falta de respuestas ante el coche eléctrico les está pasando por encima.
Remando en la misma dirección
La industria japonesa no pasa por su mejor momento. Aunque Toyota sigue siendo el mayor fabricante de coches del mundo, Honda y Nissan están viéndose forzadas a buscar un acuerdo de fusión para salvar a esta última. Nissan, antaño un gigante en el país, ha tenido que reducir las perspectivas de ganancias en un 70% y anunciar el despido de 9.000 empleados.
La asociación, explican en Bloomberg, trabaja para que los fabricantes japoneses “colaboren en áreas como la inteligencia artificial y los vehículos eléctricos para ponerse al día con los coches tecnológicamente sofisticados disponibles en otros mercados”. Mercados, desde luego, como el chino.
En el diario económico destacan que su buena reputación como vehículos fiables está siendo acosada por un mercado que gira hacia el coche eléctrico y empieza a dar a un gran valor a las pantallas de los vehículos y todo tipo de servicios en el coche. Valores que sus empresas no han estudiado lo suficiente.
Para hacernos una idea, en mayo de 2024, Japan Times explicaba que la cuota de mercado de los fabricantes japoneses en China se había reducido hasta un 15% cuando cinco años antes superaban el 21% de cuota. Al mismo tiempo, el favor de los clientes ante las marcas locales ha crecido tanto que la mitad de los coches que se venden en el país son de empresas chinas. Un cambio en la tendencia que ha arrasado a los fabricantes europeos.
En su búsqueda de soluciones, Toyota parece haber encontrado un filón con Lexus en su país vecino y ya plantea la construcción de una planta de producción de vehículos en China. Eso sí, espera alcanzar los beneficios que Tesla tiene en el país y no tener que asociarse con compañías locales aunque su alianza con BYD parece estar dando buenos resultados.
Eso sí, ya el pasado mayo, Yoichi Miyazaki director financiero de Toyota, avisaba de que tendrán que “seguir aguantando durante varios años hasta que tengamos más vehículos eléctricos de batería para ofrecer”. Al mismo tiempo anunciaba que la compañía invertiría más dinero en la inteligencia artificial y los vehículos definidos por software.
En un camino parecido se encuentra Honda. El otro gran fabricante japonés ha presentado en el CES su Serie 0 con la que quieren convertirse en la primera compañía del mundo en ofrecer una conducción total sin supervisión visual. Esto mismo ya lo ofrece Mercedes en situaciones muy concretas pero Honda quiere ampliarlo a todo tipo de contextos.
Al mismo tiempo, Honda está asociada con Sony para dar salida a Afeela, una marca de coches para poner en el mercado vehículos construidos de forma conjunta que se basarán en el software y que tienen la clara intención de pelear con Tesla en el mercado de vehículos eléctricos de lujo.
Nissan, que fue la compañía que más apostó por el coche eléctrico, se encuentra en mitad de una enorme crisis que hace peligrar, incluso, su supervivencia. Todo indica que los políticos japoneses están presionando para que ambas compañías lleguen a un acuerdo, a sabiendas de que partiría su propia industria en dos. Honda y Nissan a un lado y Toyota y sus diversos acuerdos de colaboración con Subaru o Mazda por otro.
Sin embargo, los nipones han chocado de bruces con el dilema del innovador. Durante décadas han construido una industria del coche híbrido que sigue teniendo un tirón inusual dentro de su propio país y que ha revivido en los últimos tiempos en Estados Unidos. Sin embargo, se han quedado atrás en el coche eléctrico que amenaza con ser una tecnología clave en gran parte del mundo.
En estos momentos, China es el mayor mercado de automóviles del globo y el coche eléctrico es, con diferencia, la opción más comprada. Europa camina hacia el mismo camino con unas normativas de emisiones que castigan con mucha dureza a quienes se pasen de la raya a partir de este mismo año. Decisiones que favorecen a una industria china que ya fabrica el 76% de los vehículos eléctricos de todo el mundo.
Los japoneses han construido una industria que se basa en la calidad de sus vehículos y, sobre todo, en su fiabilidad. Sin embargo, los gustos de los consumidores parecen estar cambiando y no dejan de perder paso en el país asiático. Sólo Volkswagen ha perdido más cuota de mercado en el país que Honda, Nissan y Toyota, los más afectados por las nuevas tendencias de compra, según Bloomberg.
También a la industria europea se le ha alertado de esto mismo. De hecho, consultorías contratadas por Porsche aseguran que los vehículos chinos son “indistingibles” de los europeos cuando hablamos de calidad. Y, al mismo tiempo, parecen captar mejor a la Generación Z, futuros compradores incomprendidos para los grandes fabricantes tradicionales.
Foto | Toyota
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