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en 1996 General Motors tenía el coche eléctrico del futuro hasta que decidió hacerlo desaparecer
Cuando todo pasó, simplemente nos quedamos allí y dijimos: ¿qué están haciendo? Verlos destruidos antes de que la mayor parte de la gente pudiera conducirlos fue muy impactante para nosotros
Son las palabras de Chris Paine, autor del documental Who Killed the Electric Car? en el que se narra el nacimiento, crecimiento y muerte del GM EV1, el primer coche eléctrico de General Motors que vio la luz a finales del siglo XX. Un coche al que la propia compañía decidió dar matarile.
El documental trata de buscar una explicación a la corta vida del GM EV1, un coche eléctrico del que se fabricaron unas 1.000 unidades cuando todavía la movilidad eléctrica estaba en pañales. Un coche del que General Motors se encargó de recuperar todas y cada una de las unidades fabricadas con una orden clara: mandarlas al desguace y acabar con ellas.
Por suerte, alguna sobrevivió.
Más o menos.
Una década antes del Tesla Roadster
Se suele hablar del Tesla Roadster como el primer gran coche eléctrico. El descapotable deportivo que conquistó Hollywood llegó, sin embargo, una década más tarde de que General Motors pusiera las primeras unidades de su GM EV1 en la calle. Y un lustro después de que tratara de acabar con él sin dejar rastro.
Para entender por qué la compañía lanzó un coche eléctrico en mitad de los años 90 hay que mirar a qué sucedía aquellos años. California, que siempre ha sido la meca del coche eléctrico en Estados Unidos, aprobó una serie de regulaciones radicales en la época con las que trataba de reducir la contaminación y forzar a las compañías a que lanzaran coches eléctricos al mercado.
“Es una estrategia muy radical, pero es una que mira hacia el próximo siglo. Va a establecer el estándar para las estrategias de calidad del aire, no solo en este estado o en esta nación, sino en el mundo”, aseguraba Brian Bilbray, miembro de la Junta de Recursos del Aire de California en ese momento, en palabras recogidas por NPR.
Con aquellas palabras explicaba por qué California aprobó su California Air Resources Board, una normativa que obligaba a que los fabricantes matricularan como coches eléctricos, al menos, un 2% del total de los vehículos vendidos en el Estado. Era 1998 y de aquella normativa nació una colaboración entre Tesla y Toyota que salvó a la compañía de Elon Musk.
El objetivo prioritario es que las matriculaciones de eléctricos crecieran a un gran ritmo. Para 2001 se establecían objetivos del 5% de coches eléctricos y para 2003 la exigencia era llegar al 10%. Obligaciones que, por supuesto, nunca terminaron por cumplirse.
Pero la normativa estaba sobre la mesa y parecía firme, por lo que en General Motors decidieron ponerse las pilas. Había llegado el momento de lanzar un coche eléctrico al mercado y tratar de comprobar hasta qué punto existía un interés por el mismo. Era 1992 cuando un reportero de NPR ya acudía a las instalaciones de la compañía para probar un prototipo del coche que se lanzó cuatro años más tarde.
Las primeras unidades llegan al mercado
El GM EV 1 llegó cuatro años más tarde al mercado.
Era 1996 y el coche era impactante. La carrocería, una suerte de gota de agua o de huevo, buscaba la mejor eficiencia aerodinámica posible. Las ruedas traseras estaban parcialmente carenadas para conseguir reducir el consumo al máximo. Es un truco que hemos visto en otros coches que buscan maximizar su aerodinámica como el Volkswagen XL1.
Para entonces, las primeras pruebas del coche se habían recibido por sorpresa por la prensa. “Giras la llave y crees que no pasa nada. Pero pisas el acelerador y con un súbito empujón y un chillido, se lanza a cinco, 15, 30, 45 mph/h”, relataba el periodista de NPR que tuvo la oportunidad de probar aquellas unidades de prueba.
Cuando salió al mercado, el GM EV 1 era un coche eléctrico con una autonomía de unos 112 kilómetros, con una agilidad que sorprendía a quien se ponía a los mandos. Tan sorprendidos como se mostraban los probadores con las palabras de los ingenieros: “cuando pisas el pedal del freno, básicamente estás recargando la batería”, señalaban sobre la frenada regenerativa tan habitual ahora.

Fuente: Plug In America
El reportero de NPR no fue al único al que le costó asimilar lo sucedido. Angus MacKenzie recordaba en Motortrend lo que sintió cuando se puso a sus mandos por primera vez: “Tocas el pedal del acelerador y el coche sale disparado. Así, sin más. Sin esperar. Sin demora. Y, lo más extraño de todo, no hay ruido”.
Lo que definió como “el coche más avanzado en su momento” parecía una idea revolucionaria en su momento. Sobre todo porque desde la marca lo vendían como un coche pensado por y para conducir. Sin esperas, sin parar en la gasolinera, sin preocuparte por su mantenimiento. MacKenzie recogía las palabras por aquel entonces de los ingenieros de la compañía:
No hay cambios de aceite. No hay nada de eso. Así que si quieres un coche en el hogar que represente un ahorro de tiempo real, este lo es. Lo usas solo para conducir distancias cortas. Y no tienes que prestarle mucha atención. Lo traes a casa por la noche, lo conectas al cargador, y sales a la mañana siguiente y lo conduces. Luego, llegas a casa por la noche y lo vuelves a poner en el cargador. Nunca te detienes en una gasolinera. No lo vas a conducir hasta la casa de la tía Martha cruzando dos Estados, obviamente.
Decía el periodista que el GM EV1 se proyectaba con un precio de venta de unos 30.000 dólares y con el mayor reto de todos: demostrar que existía un público para un coche que necesitaba 15 horas para cargarse por completo con una toma doméstica.
Finalmente, el coche llegó al mercado con un supuesto precio de 36.000 dólares que nunca fue tal porque sólo se ofrecía con una opción de leasing. Es decir, el coche era un alquiler a largo plazo, por lo que tendría que devolverse a General Motors una vez terminado el contrato.
En su primera tirada, General Motors puso en las calles 660 unidades. Era 1997 y las dudas sobre la aplicación de la normativa californiana ya bailaban. Poco después, en 1999, la compañía lanzó la segunda generación del modelo. La batería crecía y en los modelos más capaces se presumía de una autonomía que rondaba los 200 kilómetros. Cifras que, en estos momentos, los coches eléctricos más baratos también rondan.
Aquella segunda generación amplió fronteras. Llegaron otras 457 unidades y para disfrutar del coche eléctrico era necesario pagar entre 349 y 574 dólares/mes. Una cifra alta pero que daba acceso a un coche único en el mercado.

Fuente: RightBrainPhotography (Rick Rowen)
El coche eléctrico de las conspiraciones
Pero entonces empezaron a torcerse las cosas. En el año 2000, General Motors llamaba a revisión y retiraba del mercado 450 unidades de la primera generación del coche eléctrico. Alegaban que un defecto en el puerto de carga podía derivar en un incendio y que ya se habían contabilizado 16 incidentes por lo que era mejor retirarlos del mercado.
Al mismo tiempo, los fabricantes y la industria petrolera empezaban a recibir buenas noticias desde la justicia que acabó por suspender las regulaciones californianas en el año 2002 y los sucesivos. Anteriormente, además, estas obligaciones ya habían sido retrasadas sucesivamente.
Sin la necesidad de matricular coches eléctricos, General Motors perdió el interés por un coche que estaba siendo altamente costoso. Se decía entonces que el desarrollo de la tecnología y su producción le había costado a General Motors unos 80.000 dólares por cada unidad puesta en el mercado. Una cifra que, desde luego, no estaban amortizando.
La decisión por parte de la empresa fue radical: recuperar todas las unidades del coche y destruirlas. Un hecho que desató las conspiraciones que apuntaron a que la industria petrolera estaba detrás de un movimiento que parecía acabar con las esperanzas del coche eléctrico.
Sin embargo, todo indica que General Motors decidió tomar una decisión radical (y equivocada a ojos del propio Elon Musk) para poner el punto y final a un proyecto altamente costoso para la compañía. Los conocimientos adquiridos podían ser útiles en el futuro pero a muy largo plazo. Por eso la compañía decidió acabar con la casi totalidad de las unidades recuperadas. Sólo un puñado de coches fueron donados a instituciones académicas.
Este movimiento similar al de enterrar miles de videojuegos en un desierto, desató una oleada de protestas por parte de los conductores del coche eléctrico de General Motors y de los defensores de las leyes climáticas del Estado de California que veían cómo se les escapaba entre los dedos la posibilidad de un cambio real en la movilidad diaria.
Tan querido fue que terminó por tener su propio funeral.
Fotos | General Motors, RightBrainPhotography (Rick Rowen) y Plug In America
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Uno de los mayores críticos de vino es francés y ha ido de gira por China. No tiene buenas noticias para el vino francés
A Michel Bettane le gusta el vino. De hecho, es más que una afición: ha desarrollado una carrera a su alrededor, hasta convertirse en uno de los críticos de vino más influyentes del mundo. Durante dos décadas trabajó en ‘La Revue du vin de France’, una prestigiosa revista que cubre la actualidad de la industria del vino, hasta que le dio por independizarse y, junto a un compañero de la revista, fundó la Guía Betanne y Desseauve.
Bettane es una de las voces más autorizadas a nivel mundial en cuestión de vinos y una con peso dentro del sector. Recientemente ha terminado una gira por China en la que ha probado más de 300 vinos premium chinos y su conclusión es tan rotunda como hiriente para el orgullo francés.
Los vinos chinos son superiores a muchos de los que se encuentran por Francia. Y este tipo no prueba los vinos peleones, sino los de alta gama.
Vinos chinos >> vinos franceses
Estas incendiarias declaraciones se han dado tras la sexta edición de la Cata de Vinos de Bettane + Desseauve en China. Celebrada en Pekín y Shangri-La (Yunnan), el crítico y otros cinco expertos internacionales del mundillo del vino probaron más de 300 vinos premium producidos en China.
Bettane ha señalado que China está experimentando un “asombroso despertar del terruño”, y es algo que no va desencaminado si tenemos en cuenta la posición internacional de la industria del país. Si hace apenas 15 años era un desierto, ahora se están colando en la conversación como una potencia.
La estrategia de la industria china no es atacar en cantidad, sino en calidad, y para ello hay bodegas que han estudiado en las regiones vitícolas y vinícolas más potentes de Europa para aprender y luego aplicar esos conocimientos a su terreno. Aprovechando las particularidades de cada una de sus regiones, hay vinos que se están convirtiendo en algunos de los más cotizados sin tener un apellido francés.
Bettane afirmó que lo que más le ha impresionado es la precisión técnica a la hora de controlar los procesos de maduración de la uva y fermentación. “No encontramos casi ningún vino con defectos graves”, aseguró, añadiendo que “la solidez general del estándar de elaboración es, de hecho, superior a la que a menudo encontramos en nuestras catas anuales en Francia”.

Parece un castillo escocés, pero es una bodega china
Sobre todo, destacó dos regiones vinícolas: Ningxia y Yunnan. De Ningxia ya hemos hablado recientemente en Xataka, una zona muy complicada en invierno para la que han desarrollado una técnica que consisten en enterrar las cepas para que la nieve no les afecte. Sus responsables han “copiado” el Burdeos, y es algo que llama la atención del crítico.
La otra es Yunnan, una que, asegura, le dejó sin palabras. Sobre todo por un vino blanco, un ‘Chardonnay de Shangri-La’ que, para Bettane, “puede jugar en la liga de los grandes blancos mundiales”.
Una estrategia vinícola calcada a la de los smartphones
Lo interesante es algo que comenta el crítico sobre el cambio de estrategia de los productores chinos, y es algo similar a lo que ha ocurrido en el mundillo tecnológico, sobre todo con la industria de los smartphones.
En un principio, como pasó con productores de Ningxia, se dedicaron a “copiar” el Burdeos, pero ahora Bettane ha visto cómo están empezando a experimentar y descubrir sinergias entre la uva, el terreno y sus condiciones climáticas en lugar de, simplemente, seguir imitando el modelo europeo.
Como digo, es similar a lo que ocurre con la industria de los teléfonos móviles y, concretamente, con una Apple con la que todas las marcas chinas se comparan en un momento dado. Cuando Apple presenta una novedad para el iPhone, empezamos a ver una rápida adaptación de los móviles chinos para incluir esas características, a la vez que añaden alguna función nueva.
La isla dinámica de los iPhone y su gemelo en otras marcas, elementos visuales en el sistema operativo o el botón para fotografía (que existía desde mucho antes de que Apple lo integrara, pero la influencia de la marca de la manzana es la que es) son tres ejemplos.
Para Bettane, las posibilidades que da el vasto territorio de China a la hora de crear y perfeccionar variedades de uva son “ilimitadas”. Y si me lees desde Francia o eres un amante del vino manchego y ahora mismo estás con el puño apretado… al menos, nos queda el queso.
Eso, de momento, no tiene rival asiático.
Imágenes | CMB, Treaty Port
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Cómo crear tu propio villancico con inteligencia artificial
Vamos a explicarte cómo crear tu propio villancico con inteligencia artificial, de forma que puedas tener uno totalmente personalizado. Aquí, no se trata tanto de crear versiones, sino de uno con música original al que le puedas poner la letra que quieras.
Para hacer una canción con inteligencia artificial tienes muchas herramientas para generar música. Empezaremos diciéndote varias de ellas, y luego te diremos el paso a paso que debes seguir con Suno, por ser la más popular entre todas. Sin embargo, los pasos serán casi iguales con las demás.
Unos consejos antes de empezar
Antes de empezar, debes tener en cuenta la clase de canción que quieres crear. En este caso es evidente que queremos crear un villancico, por lo que es algo que debemos mencionar en nuestro prompt para que la IA lo relacione y genere un tipo de música acorde a esto.
En este caso, la clave va a estar en decidir la letra que le quieres poner. La gracia de hacer tu propio villancico es la de poder añadir a la letra referencias a cosas que quienes lo vayan a oír reconozcan, y aquí vas a tener dos formas de proceder.
Por una parte puedes escribir la letra a mano, intentar componer algún tipo de poemilla que creas que quedaría bien en la canción. Pero también puedes recurrir a chatbots de IA normales como ChatGPT, Copilot, DeepSeek o Gemini entre otros. Incluso apps como Suno tienen su propia IA para las letras. En este caso, entonces lo que tienes que hacer es decirle el concepto o incluso mencionar cosas que quieras añadidas en la letra, y dejar que la inteligencia artificial lo haga todo por ti.
Una vez tengas todo claro, entonces ya te tocará proceder con elegir una herramienta de IA para crear música, algo para lo que te vamos a ayudar un poco más adelante. Verás que en general son bastante fáciles de usar.
No te conformes con el primer resultado, porque puede no ser bueno a la primera. Repite el proceso o tu prompt, haz cambios para afinar lo que quieras, y poco a poco irás consiguiendo algo mejor o más cercano a lo que tienes en mente.
Por último, debes saber que la música que crees no te pertenece. No eres un músico creando una canción con tus habilidades, sino que has generado música por algoritmos, y por lo tanto en muchos casos no puedes registrarla como tuya, ni tampoco reclamar su propiedad exclusiva. Tampoco vas a poder monetizar la música en la mayoría de casos, ya que muchas plataformas la detectarán como hecha por IA.
Herramientas para crear música por IA
Ahora, seguimos con una pequeña lista de herramientas de IA para crear música a partir de tus peticiones de texto. Todas ellas funcionan de forma similar: tú tendrás que darle una pequeña descripción de lo que quieres conseguir, incluir la letra y el estilo musical, y la aplicación hará el resto.
- Suno: Suno es el servicio para crear música por IA más conocido, y uno de los primeros que empezaron a sorprender a los usuarios. Tiene un modo sencillo para describir lo que quieres y darle libertad creativa, y otro para especificar géneros, letra, y tener un mayor control. Enlace: suno.com.
- Riffusion: Muy similar a Suno, aunque es una herramienta de IA menos conocida. También tiene dos modos: puedes usar un prompt en el que explicas lo que quieres o con usar su panel avanzado donde puedes añadir géneros a mano o la letra que quieras. Enlace: riffusion.com.
- Udio: Este programa divide el proceso de creación de la canción en tres pasos. Primero defines el estilo, luego las letras, y luego especificas el vibe, la sensación o sentimiento que transmite. Enlace: udio.com.
- Boomy: Otra alternativa que te permite crear canciones por IA, e incluso tiene una función para publicarlas en servicios de streaming. Enlace: boomy.com.
- Soundraw: Busca una mecánica diferente para ayudarte a crear la canción, con un selector de géneros y la posibilidad de elegir la duración y los tempos que se van a utilizar. Enlace: soundraw.io.
Crea tu villancico con Suno


Crear música con Suno es sencillo. Primero entra en suno.com e inicia sesión o crea una cuenta. Una vez lo hagas, en la pantalla principal pulsa en el apartado Create. Irás a una página donde debes elegir entre los modos simple y personalizado, que aparecen con los nombres Simple y Custom.
Si eliges la opción Simple, solo debes describir el tipo de canción quieres usando lenguaje natural. Menciona que quieres un villancico, y si no escribes la letra, puedes al menos darle una pista escribiendo la temática sobre la que lo quieres. También puedes elegir que sea solo instrumental, y en Inspiration puedes elegir una influencia musical. Cuando lo tengas, pulsa en el botón Create para iniciar la creación.
Si eliges la opción Custom, a la que te llevará si decides añadir letras en la simple, irás a una pantalla con muchas más opciones. Aquí, vas a encontrarte con las siguientes opciones:
- Lyrics: Es el campo donde tienes que escribir las letras de la canción para que la IA las cante. Tienes un botón Make Random Lyrics para generar letras automáticamente de forma aleatoria.
- Instrumental: Este botón sirve para omitir las letras y hacer una canción instrumental.
- Styles: Este es otro de los campos más importantes, en el que tienes que elegir el estilo de música que quieres utilizar para tu canción. Aquí puedes escribir “villancico”.
- Advanced options: Incluye la opción de excluir estilos musicales.
- Song Title: El título de la canción.
- Workspace: Puedes crear distintos espacios de trabajo para organizar tus canciones, y elegir a cuál va cada una..
- Create: Este es el botón que debes pulsar luego para crear tu canción.


Ahora, lo que tienes que hacer es rellenar todos los campos como quieras, prestándole especial atención al estilo de la música y las letras. Luego, pulsa en el botón Create para generar la canción. Cada vez que lo hagas se generarán dos canciones completamente distintas y aleatorias, y podrás escuchar o compartir el resultado que obtengas.
Crea un villancico con Udio


Como segundo método, también puedes recurrir a una app que intenta facilitarte el proceso, como es Udio. Para usarla ve a udio.com y pulsa en Start Creating para comenzar con los pasos para crear tu canción. En el primero, debes describir exactamente lo que quieres. Intenta no dejarte detalles, y tener precisión con el estilo, ritmo, e incluso instrumentos a utilizar. Menciona que es un villancico para que tenga en cuenta la temática.
En el segundo paso tendrás que elegir lo que quieres hacer con las letras. Aquí, puedes permitir que se autogeneren, y si en el primer paso especificaste la temática irán en esa dirección. Pero también puedes escribir a mano las tuyas o decir que sea instrumental.


Y en el siguiente paso viene la parte más interesante de Udio, que es determinar el humor o la vibración que transmite la canción. Puedes elegir que sea animada, relajada, activa, y puedes manipular a mano los controles de velocidad, energía o caos.
Y ya está. Si no has creado una cuenta antes, ahora te pedirá que inicies sesión o la crees. Y una vez lo tengas, se generarán dos canciones con esta definición. No son resultados tan buenos como Suno, pero tampoco están mal.
En Xataka Basics | 22 herramientas útiles y no tan conocidas de Inteligencia Artificial gratis
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datos confusos, causas múltiples y un estigma
Instituciones, familias y medios de comunicación repiten en los últimos años una misma pregunta: ¿están aumentando los suicidios entre los jóvenes?
La preocupación es real y cada vez más visible. Según un informe de 2025 del Ministerio de Sanidad, el suicidio es una de las principales causas de muerte entre adolescentes y personas jóvenes adultas en la Unión Europea. En 2021 fue la primera causa de muerte en personas entre 15-29 años. Entender qué hay detrás de estos datos —y si realmente reflejan un aumento del problema— exige mirar más allá de las cifras.
Cuando se habla de suicidio en la infancia, la adolescencia o en la juventud, es frecuente buscar respuestas rápidas. Una causa, un detonante, algo que explique lo inexplicable. Pero quienes trabajan cada día con menores en crisis saben que esa mirada se queda corta. El sufrimiento que expresan los jóvenes es plural, difuso, y sobre todo multifactorial.
Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR, expone: “Pensar que el suicidio esconde un único motivo es un error (…) Hay variables que están asociadas con este problema, pero ninguna es determinante”. La realidad, advierten los expertos, es siempre más complicada de lo que parece.
La complejidad del suicidio juvenil no se limita a los “factores asociados” a la conducta suicida, sino que las estadísticas dificultan obtener una radiografía consensuada de este fenómeno. Los profesionales de la salud mental están preocupados por la incidencia de suicidios y tendencia suicida entre los jóvenes, pero no todos coinciden en que esté habiendo un aumento en los casos.

Fuente: INE. Cedida por Fundación Española para la Prevención del Suicidio.
Las cifras y estadísticas que se manejan para conocer la media de suicidios, así como el número absoluto por año, se extraen del INE. Este instituto ofrece distintas formas de clasificar los casos. Por un lado, se pueden consultar las tasas de suicidio (por edad y sexo) por cada 100.000 habitantes; y por otro, el número absoluto de suicidios (por edad, sexo, tamaño del municipio, nacionalidad…).
Es precisamente al comparar ambas métricas cuando aparecen interpretaciones distintas entre los expertos. En términos absolutos, 2023 (el último año con datos completos) fue en el que más suicidios se registraron entre menores de 15 y menores de 29 años. Sin embargo, las tasas por cada 100.000 habitantes se mantuvieron estables —e incluso descienden ligeramente en algunos grupos de edad o sexo durante 2023—.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud denuncia la “calidad de los datos” sobre suicidios a nivel internacional: “Solo unos 80 Estados Miembros de la OMS disponen de datos del registro civil de calidad que se pueden utilizar directamente para estimar las tasas de suicidio”.
Estas diferencias en la forma de interpretar los datos explican que expertos como Andoni Anseán, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, prefieran evitar mensajes alarmistas sobre un aumento desmesurado de suicidios entre los jóvenes en los últimos años. Recuerda que las cifras deben leerse con cautela y dentro de su contexto.
A pesar de que “no podemos conocer la ideación suicida de la población española” —ya que las encuestas que abordan este fenómeno son puntuales y, en muchos casos, poco representativas—, desde la fundación sí detectan una tendencia preocupante en la ideación suicida y en los intentos de suicidio. Esta información la constatan profesionales de primera línea: pediatras, médicos de Atención Primaria o servicios de urgencias hospitalarias, que además coinciden en que “se trata de un problema grave que hay que analizar y abordar”.
No hay un solo factor de riesgo
La presencia de problemas de salud mental —como la depresión, ansiedad o trastornos como la bipolaridad— es una de las principales explicaciones para la aparición de ideaciones suicidas. Sin embargo, no es las única. Desde el Teléfono de la Esperanza —ONG que ofrece apoyo emocional gratuito, anónimo y confidencial a personas en situaciones de crisis disponible en el 717 003 717— recuerdan que “el suicidio es un fenómeno complejo, en el que suelen intervenir múltiples factores de riesgo”.
La soledad no deseada —tres de cada cuatro jóvenes en España la sufren—, el aislamiento, las experiencias traumáticas —como episodios de violencia o agresiones sexuales— o el consumo de sustancias son señalados por los profesionales como variables de riesgo que pueden conducir hacia una ideación suicida (sin perder de vista el carácter multifactorial). Pero sin duda el acoso o el bullying son “los grandes conocidos” cuando se piensa en posibles causas detrás de un suicidio en una persona joven. A esto se le suma la nueva dimensión que añaden las redes sociales.

(Damir Samatkulov/Unsplash)
Andoni Anseán explica cómo “las nuevas tecnologías facilitan que el bullying haya traspasado los colegios e institutos”, pudiendo hacer posible la “persecución” fuera de los centros y otros entornos: “Ya no es necesario que exista la presencia física”. Belén Álvarez, profesora en un colegio de Tenerife, comprueba a diario que “mucho de lo que pasa es a través del teléfono”. “En tercero de primaria ya tienen todos móvil. Se comunican por ellos y se crean muchos conflictos sin supervisión paterna”, algo que también se queda fuera del alcalde de los profesores.
Anseán, también director del Máster en Prevención del Suicidio de la Universidad Pablo de Olavide está seguro de que las redes sociales también alimentan la comparación y la frustración por no poder alcanzar la “cultura de la felicidad” que promueven muchos influencers.
El Teléfono de la Esperanza también pone el foco en los riesgos que derivan de la “proliferación de personas influyentes que hablan o dan consejo sobre salud mental sin tener ninguna formación para ello; o que promueven conductas como las autolesiones, o fomentan, por ejemplo, los trastornos de la conducta alimentaria”.
Desde la Fundación ANAR coinciden en que un uso inadecuado de la tecnología ha amplificado el malestar de muchos menores. Hugo Vega, psicólogo general sanitario y fundador de Inlaza Boadilla, apunta: “El impacto de las redes sociales es brutal. No es una exageración: el ciberacoso, la comparación constante y la exposición a contenido dañino afectan más cuando ya hay una fragilidad previa. Y no es solo pasar muchas horas con el móvil; es cómo se usa y qué efecto emocional tiene ese uso como forma compulsiva de calmar nuestras malas sensaciones, inseguridades a flor de piel o controlarlas… dependiendo del día”.
Impulsividad o menor tolerancia a la frustración
Los expertos encuentran algunas diferencias entre adultos y jóvenes en la forma de vivir y expresar el sufrimiento. Aquí entra la personalidad y la presencia de conductas que pueden cambiar con el paso de los años. “Entre los más jóvenes puede ser más fácil encontrar conductas de impulsividad y baja tolerancia a la frustración, que, sumada a la escasez de habilidades para resolver problemas, aumenta la probabilidad de que una crisis se convierta en un acto suicida”, explican desde el Teléfono de la Esperanza.
La profesora Álvarez está de acuerdo, y reconoce que estas conductas son algo muy común en los colegios y desde edades tempranas. Javier Jiménez Pietropaolo, psicólogo especialista en psicología clínica y presidente de RedAIPIS-FAeDS, coincide, y añade otros “rasgos dominantes” como “la introversión, la baja autoestima o el pensamiento dicotómico”.
Por otro lado, al ser el suicidio multifactorial, los profesionales encuentran factores de riesgo que van más allá de la personalidad o de las vivencias de los jóvenes.
Sandra Martínez García, psicóloga general sanitaria, neuropsicóloga y profesora de la Universidad Europea de Andalucía, señala los factores socio-económicos: la precariedad laboral, dificultades para encontrar una vivienda… Coincide con ello el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, quien señala que los jóvenes “no viven una situación envidiable”. Además, Anseán está seguro de que las generaciones actuales “no lo tienen fácil a la hora de proyectarse en un futuro”.
Como refleja el Ministerio de Sanidad en un estudio de 2025, la preocupación por la mortalidad por suicidio en adolescentes y jóvenes adultos no es nueva: desde hace años se mantiene entre las principales causas de muerte en estas edades. Por países, las tasas de suicidio más altas se concentran en Europa del Este, en lugares como Eslovenia, Lituania o Hungría. En cambio, en el sur de Europa (Chipre, Grecia, Italia y otros) las cifras son sensiblemente más bajas.
Aún así, la Organización Mundial de la Salud describe el suicidio como un fenómeno que “no ocurre solo en los países de ingresos altos, sino que afecta a todas las regiones del mundo. De hecho, el 73% de los suicidios en 2021 ocurrió en países de ingresos bajos o medianos”.
Según explican sus informes, es un hecho probado que “vivir bajo guerras, sufrir violencia, abusos o la pérdida de un ser querido, o sentirse aislado también son factores que pueden inducir conductas suicidas”. Además, añaden: “Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables y discriminados, como los refugiados y migrantes, los pueblos indígenas, el colectivo LGTBI y los reclusos”.
En cuanto al género, existe de nuevo una diferencia entre la ideación suicida y la consumación. Lo explica Jiménez Pietropaolo: “Hay una diferencia muy significativa según el sexo. De media casi siempre hay tres veces más suicidios en hombres que en mujeres. No obstante, en los intentos de suicidio, según estudios de algunos hospitales, se ve que es justo al contrario, se dan tres veces más intentos en mujeres que en hombres”. Lo constata el el Observatorio del Suicidio en España 2023 de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio: “Las mujeres lo intentan tres veces más que los hombres, pero los hombres lo consuman tres veces más que las mujeres”.
La dificultad de pedir ayuda y la necesidad de cambios estructurales
Los profesionales ven como algo positivo que las nuevas generaciones tengan una mayor facilidad para hablar de salud mental y un mayor interés en el autocuidado.
Sin embargo, entre las dificultades que Jiménez Pietropaolo observa en los jóvenes para pedir ayuda se encuentran el estigma de tener un problema mental, la dificultad de acceso a los servicios públicos —la demora que caracteriza a las citas psicológicas en la sanidad pública— o el coste económico si deciden ir por lo privado lo que hace que muchos de ellos no se lo puedan costear. A estos Martínez García añade el desconocimiento de recursos que pueden ayudarles y “pensar que tienen que resolver solos sus problemas; esa autonomía les genera más estrés”.
Para revertir esta situación, los expertos coinciden en que la respuesta debe ser multifactorial —del mismo modo que lo es el propio fenómeno del suicidio—. Martínez García y Jiménez Pietropaolo consideran imprescindible un cambio en el ámbito de atención sanitaria: señala la necesidad de tener más psicólogos en atención primaria, mejorar la formación de los profesionales en prevención y atención a pacientes con conductas suicidas y mayor frecuencia —y duración— de las citas psicológicas en casos de riesgo.
Además, consideran clave la desestigmatización de los problemas de salud mental y todo lo que rodea al suicidio, para que los jóvenes se animen a hablar y expresarse sin sentirse juzgados.
Todas estas acciones, para psicólogas como Martínez García, deben compaginarse con otras que permitan una mejora en las condiciones de vida: medidas sociales de reducción de desigualdades, de acceso a una vivienda, mejora de las condiciones laborales… Todo ello sin perder de vista la educación emocional desde edades tempranas, pues como asegura Hugo Vega, “en las escuelas, los programas de regulación emocional y prevención funcionan; no son magia, pero sí reducen riesgos y normalizan hablar de lo que uno siente (…) Aprender a identificar lo que uno siente, regularlo y pedir apoyo no es un extra; es una habilidad vital”.
Además, organizaciones como el Teléfono de la Esperanza ponen de relieve la importancia de contar con canales de comunicación accesibles y gratuitos para la población más joven: destacan el Chat de la Esperanza —se puede acceder a través de la web o descargando su aplicación—, que pone a quien lo utilice en contacto con un orientador formado en atender situaciones de crisis emocional, supervisado por profesionales de la salud mental.
Desde ANAR también recuerdan que tienen disponible el Chat ANAR —además de sus teléfono 900 20 20 10— al que se puede acudir las 24 horas del día y los 365 días al año de una manera completamente gratuita y anónima en el que los menores pueden recibir atención de psicólogos expertos en todo tipo de problemáticas que puedan afectar a un menor de edad. Desde estas organizaciones animan a toda aquella persona que lo necesite a hacer uso de sus recursos, ya que siempre se les va a escuchar el tiempo necesario, además de orientarles y ayudarles a encontrar una solución.

(Michał Parzuchowski/Unsplash)
“Estamos convencidos de que el suicidio se puede prevenir, algo que hasta hace no tanto era casi un mito. Antes se asumía que las personas se suicidaban porque querían y que nadie podía hacer nada para evitarlo. Esa idea ya está superada. Igual que ocurre con otros problemas, como la violencia de género, es necesario desplegar mecanismos, acciones y estrategias para que la realidad cambie en el futuro”, explica el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.
Desde esta fundación insisten en que hablar del suicidio no lo provoca: lo previene. No es cierto que quien se suicida “quiera morir”; lo que quiere es dejar de sufrir. No le falta deseo de vivir: le falta capacidad para sostener un dolor que le desborda. Tampoco es verdad que “quien lo dice no lo hace”: numerosos suicidios están precedidos por señales de alerta que nunca deben ignorarse.
Romper estos silencios y dotar de recursos a quienes pueden intervenir es, según los expertos, la vía más sólida para salvar vidas. Hablar bien del suicidio —con rigor, sin sensacionalismo y sin miedo— es una forma de prevención activa, y es una responsabilidad colectiva.
Imagen | Zanyar Ibrahim
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