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¿Lesbianas? ¿Selena Gomez anda con Cara Delevingne?
Después de que cortó con Justin Bieber, Selana Gomez ha sido muy a tacada sobre su sexualidad, y ahora más por unas imágenes que circularon donde se fue de vacaciones con la modelo Cara Delevingne y hasta aparece en la playa como si ya anduvieran.
La cantante de 23 años hasta dijo que le daba gusto que hablaran sobre otra persona en su vida que no sea el canadiense Bieber.
Selena Gomez rompió el silencio sobre su relación que tiene con Cara Delevinge desde hace meses pero dice que solo son amiguis: Ella es increíble y muy abierta, me hace libre, Es tan divertida y a veces solo quiero un poco de eso en mi vida, así que no me importó, me encantó”.
Últimamente han visto a la cantante y a la modelo juntas en viajes, reuniones, y restaurantes, pero ahora ha quedado que solamente son amigas, o al menos eso es lo que quieren mostrar a los demás, aun que se sabe abiertamente que Cara Delevinge es del otro bando.
Finalmente la ex chica Disney le tiró flores a su amiga y dijo que admira su valor, honestidad y ejemplo a seguir para otras jóvenes que quieren ser modelos.
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Desde “Antología” hasta “Soltera”, Shakira bailó en 2025 con su pasado y conquistó el presente
EFE.- Récords de taquilla, estadios llenos y reconocimientos internacionales marcaron para Shakira el 2025, uno de los años más decisivos de su carrera, en el que confirmó que su impacto trasciende la música y se ratifica como un fenómeno cultural, económico y generacional.
A sus 48 años, la cantante colombiana volvió a situarse en el centro del pop latino global con “Las Mujeres Ya No Lloran World Tour”, su primera gira en siete años y la más ambiciosa de su trayectoria.
El espectáculo, que comenzó en Río de Janeiro el 11 de febrero, se convirtió en la gira latina más exitosa de 2025 y en un recorrido emocional por más de tres décadas de carrera.
A diferencia de otras giras de gran formato, como las de Taylor Swift o Beyoncé, estructuradas como una sucesión de actos cerrados, el show de Shakira, que dura cerca de dos horas y media, funciona como un relato continuo, donde las canciones dialogan entre sí y con la historia personal de la artista.
Una gira como relato personal
Desde “Antología” a “Soltera”, Shakira alternó sobre el escenario los himnos que la llevaron al estrellato con canciones que marcaron su etapa más reciente, atravesada por la resiliencia, la ruptura y la reinvención personal.
Cada concierto funcionó como un relato autobiográfico en movimiento, con una artista que baila, canta y dialoga con su público sin perder el pulso narrativo.
El tour, que contempla casi un centenar de conciertos en total y concluirá en febrero de 2026, reunió hasta mediados de diciembre a más de 3.8 millones de espectadores en América, de acuerdo con un informe de su equipo al que tuvo acceso EFE.
En países como Colombia, México, Ecuador o Chile, sus presentaciones no sólo agotaron estadios, sino que se transformaron en acontecimientos nacionales, con ciudades enteras emocionadas al recibir a la artista que convirtió su historia personal en un mensaje colectivo.
Del escenario a la ciudad
En Colombia, Shakira logró un hito inédito al agotar entradas de forma simultánea en Bogotá, Barranquilla, Medellín y Cali.
Según la alcaldía de Bogotá, uno de sus conciertos en la capital generó un impacto económico de 17.1 millones de dólares y una ocupación hotelera superior al 90%, mientras que en su natal Barranquilla su paso tuvo un efecto medible incluso en el PIB trimestral de la ciudad.
En México, donde ofreció 12 conciertos en la capital ante 780 mil personas, la artista anunció nuevas fechas para 2026 y calificó esta etapa como la más grande que haya realizado en ese país.
En Ecuador, sus tres conciertos en Quito reunieron a más de 105 mil asistentes y fueron descritos por las autoridades locales como el mayor evento musical de la historia nacional.
Reconocimientos y legado
El 2025 también fue un año de celebraciones artísticas. Shakira ganó el Grammy al Mejor Álbum Pop Latino, el cuarto de su carrera, y conmemoró los 20 años de “Hips Don’t Lie”, uno de los temas que definió el pop global de los años 2000.
La canción vivió una reinterpretación junto al británico Ed Sheeran y el colombiano Beéle, en un gesto que conectó generaciones y volvió a situar a Barranquilla como punto de partida de su identidad musical.
“Es hermoso ver cómo estas canciones siguen viviendo en nuevas generaciones”, dijo entonces la artista, cuyas composiciones acumulan más de 6 mil 100 millones de reproducciones globales.
En 2025, además, se convirtió en la primera mujer en tener canciones con más de 100 millones de reproducciones en cuatro décadas distintas.
Fuera de los escenarios, Shakira amplió su perfil empresarial con la expansión internacional de Isima, su marca de cuidado capilar, que llegó a Europa y superó los mil 500 puntos de venta, y cerró un capítulo personal con la venta de la mansión que compartía con su exmarido, el futbolista Gerard Piqué, en las afueras de Barcelona.
Reconocida por Billboard como la mejor artista pop latina de todos los tiempos, Shakira cerró 2025 reafirmando una posición poco común: la de una figura que sigue marcando época sin renunciar a la memoria de su propio camino.
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la historia interminable del Algarrobico
Llegará un día en que tumben el edificio más feo, en el sentido más amplio de la palabra, jamás perpetrado en la costa de España. En la playa del Algarrobico, en Carboneras, en pleno Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, se alza desde hace más de veinte años una mole de hormigón que nunca abrió sus puertas y que terminó convirtiéndose en el símbolo más reconocible del desastre urbanístico español.
El monumento imposible. El hotel de veinte plantas y más de cuatrocientas habitaciones nació en los años del pelotazo inmobiliario, cuando la fiebre constructora parecía no reconocer límites legales ni ambientales, y acabó encajado literalmente sobre la arena de una de las playas vírgenes más valiosas del Mediterráneo.
Hoy, oxidado, resquebrajado y abandonado, sigue ahí como una anomalía física y moral: un edificio declarado ilegal por los tribunales, rechazado por la sociedad y, sin embargo, extraordinariamente resistente a desaparecer.
Una aberración irreconciliable. El contraste explica por sí solo el escándalo. Cabo de Gata-Níjar es uno de los espacios naturales más singulares de la península ibérica: Reserva de la Biosfera por la Unesco, espacio Ramsar, Red Natura 2000 y candidato recurrente a parque nacional por la excepcionalidad de sus paisajes volcánicos, su biodiversidad terrestre y marina y sus praderas de posidonia, de las mejor conservadas del Mediterráneo.
En ese escenario de calas, dunas, acantilados y fauna protegida, el Algarrobico irrumpe como un cuerpo extraño, visible desde kilómetros de distancia, provocando incredulidad en visitantes y vergüenza ajena entre quienes conocen la historia. Lo que debía ser un paraíso natural terminó albergando uno de los mayores atentados ambientales del litoral español.


Licencias, planos falsos y un disparate. El origen del problema se remonta a finales de los años noventa y principios de los dos mil, cuando la promotora Azata del Sol obtuvo una licencia de obras del Ayuntamiento de Carboneras con el aval inicial de la Junta de Andalucía.
Aquella autorización se apoyó en una modificación irregular del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Cabo de Gata, en la que un plano fue sustituido sin seguir el procedimiento legal ni publicarse en el BOJA, reclasificando de facto como urbanizable un suelo protegido. Años después, la Fiscalía señalaría que, de haber existido errores técnicos, la única vía legal habría sido una modificación formal aprobada por el Consejo de Gobierno andaluz. Ese atajo administrativo abrió la puerta a una construcción que nunca debió empezar.


Un laberinto judicial. Desde que en 2006 un juzgado ordenó paralizar las obras cuando el hotel estaba casi terminado, el Algarrobico se convirtió en un caso judicial interminable. Más de una decena de sentencias del Tribunal Supremo, resoluciones del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y pronunciamientos reiterados han concluido que el hotel se construyó en suelo protegido y que debe demolerse.
Sin embargo, cada fallo abría una nueva vía de bloqueo. El Supremo llegó a señalar que antes de derribar era necesario anular formalmente la licencia municipal, una obligación que el Ayuntamiento de Carboneras ha incumplido durante años pese a los requerimientos judiciales. El resultado ha sido un callejón sin salida en el que nadie parecía tener la llave definitiva.


Responsabilidades. En este enredo han convivido durante años la inacción municipal, las posiciones cambiantes de la Junta de Andalucía y los anuncios reiterados del Gobierno central. Protocolos firmados, compromisos públicos y promesas políticas se sucedieron sin que la mole desapareciera.
Mientras tanto, organizaciones como Greenpeace, Ecologistas en Acción y WWF mantuvieron viva la presión social y jurídica, llevando el caso incluso a instancias europeas y denunciando que El Algarrobico no era una anomalía aislada, sino el emblema de un modelo que dejó cicatrices similares en muchas otras costas españolas.
La vía de la expropiación. El cambio más relevante llegó cuando el Gobierno decidió activar la vía de la expropiación de los terrenos que invaden el dominio público marítimo-terrestre. En febrero de 2025 se declaró la utilidad pública de esas parcelas y se inició el procedimiento para ocuparlas y proceder al derribo. La promotora Azata del Sol trató de frenar el proceso con un recurso de alzada, pero en agosto de 2025 el Ministerio para la Transición Ecológica lo rechazó, cerrando la vía administrativa y acelerando los plazos.
La Administración sostiene que no hay indefensión, que la causa expropiatoria está claramente motivada y que el interés general de restaurar un espacio protegido justifica la actuación. Con esta decisión, el Ejecutivo se acerca a cumplir su compromiso de demoler al menos la parte del hotel situada en los primeros cien metros de costa.
La historia interminable. Aunque el rechazo del recurso acerca el derribo, el procedimiento sigue siendo complejo. La determinación del justiprecio, la posibilidad de recursos judiciales y la coexistencia de dos vías distintas (la expropiación estatal y la anulación de la licencia municipal, defendida por la Junta) mantienen abierto el riesgo de nuevos retrasos.
El Gobierno puede ocupar los terrenos por interés social, consignar una cantidad y continuar, pero la promotora aún podría acudir a los tribunales. Al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Carboneras, presionado por el TSJA, ha iniciado por fin la revisión de la licencia, un proceso que, según los ecologistas, podría encallar si no hay voluntad política real.
Un símbolo que trasciende el propio edificio. Más allá de los plazos y los tecnicismos, El Algarrobico se ha convertido en algo más que un hotel ilegal. Es el recordatorio permanente de una época en la que el lema implícito era “construye, que algo queda”, y de cómo la falta de controles efectivos permitió vulnerar la ley incluso en espacios naturales de máximo valor.
Su demolición no es solo una cuestión estética o ambiental, sino un gesto de reparación institucional y de credibilidad del Estado de derecho. Mientras el edificio siga en pie, seguirá proyectando la idea de que la ilegalidad puede resistir indefinidamente.
Veinte años después, el desenlace parece más cerca que nunca, aunque la historia del Algarrobico invita a la cautela. Si finalmente cae, no será solo la demolición de un hotel, sino la clausura simbólica de una de las páginas más oscuras (y feas) del urbanismo español.
Imagen | Greenpeace, Untipografico, PhotoLanda, Millars
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“Por qué el ‘efecto rebote’ se ha convertido en el mejor aliado del cirujano frente al Ozempic
En los últimos dos años, los agonistas del receptor GLP-1 como por ejemplo Ozempic o Wegovy han pasado de ser fármacos para la diabetes a convertirse en el fenómeno cultural y médico de la década para luchar contra la obesidad. Y tal fue su impacto, que se pensaba que la cirugía para la obesidad había llegado a su final, pero la realidad ha sido muy diferente.
La premisa. La idea es bastante clara: si me puedo estar pinchando dos veces al mes un medicamento para adelgazar… ¿Por qué voy a entrar a un quirófano? Una idea lógica, sobre todo por los riesgos que siempre se tienen al entrar a una cirugía, por muy controlados que estén.
Pero este entusiasmo de abandonar el bisturí se está diluyendo poco a poco, ya que según las últimas investigaciones, la cirugía bariátrica sigue siendo superior a los agonistas de GLP-1 y logran unos resultados mucho mejores.
El dato demoledor. El estudio que ha sacudido el tablero proviene de la NYU Langone donde los investigadores compararon a los pacientes sometidos a intervenciones como un bypass gástrico con aquellos que habían tomado Ozempic.
El resultado fue bastante claro. Aquellos que se habían sometido a la cirugía consiguieron perder entre un 24 y un 26% de su peso corporal, mientras que los pacientes con fármacos perdieron una media entre un 5 y un 6%. Un resultado que no concuerda con el esperado por parte de las farmacéuticas con sus ensayos clínicos en la mano. Pero el problema es que la variable de adherencia al tratamiento vuelve a ser un gran problema en medicina.
Más datos. La Clínica Universitaria de Navarra también quiso investigar en este campo, haciendo un gran estudio con 20.000 pacientes, concluyendo exactamente lo mismo: la cirugía bariátrica supera a los agonistas GLP-1 en pérdida de peso total, reducción de IMC y en composición corporal.
El factor humano. El gran fallo que tiene un tratamiento farmacológico es sin duda los humanos que lo van a tomar. Y es que es bastante común en medicina que los pacientes se olviden de la toma de una dosis de su medicamento o incluso abandonen el tratamiento a mitad sin ningún tipo de control. Pero por suerte, la gran diferencia entre una pastilla (o inyección) y una cirugía es que la segunda no se puede “olvidar”
Los estudios son claros en este sentido: entre el 60% y el 70% de los pacientes abandonan el tratamiento con GLP-1 antes del primer año. Algo que provoca un gran efecto rebote que hace que un paciente vuelva a su peso original, sobre todo si vuelve a tener los mismos hábitos alimentarios que antes de iniciar el tratamiento con Ozempic u otros.
La diferencia. Las razones para llegar a este punto en el tratamiento son variadas: desde efectos secundarios gastrointestinales persistentes hasta el elevado coste mensual del tratamiento o el desabastecimiento. Pero la cuestión es que mientras que dejar de pincharse provoca un efecto rebote, la cirugía bariátrica, aunque es invasiva, ofrece unos resultados mucho más estables a largo plazo. Aunque lógicamente tiene otros muchos problemas a sus espaldas.
Más allá de la báscula. La superioridad de la cirugía no se mide solo en centímetros de cintura. La ciencia apunta a través de una revisión sistemática publicada en JAMA Network Open este 2025 apunta a que la cirugía se asocia con una menor mortalidad general y una reducción más drástica de eventos cardiovasculares mayores comparada con los fármacos.
Y aunque los GLP-1 han demostrado grandes beneficios, la verdad es que la ciencia apunta a que la cirugía sigue siendo mejor en la remisión de la diabetes tipo 2 con un riesgo de mortalidad mínimo. Además, a pesar del coste inicial de la operación, a largo plazo la cirugía resulta más barata para los sistemas de salud que un tratamiento farmacológico crónico que cuesta cientos de euros al mes de por vida.
Una terapia combinada. A pesar de todo esto, no estamos en una guerra de uno contra otro, sino que el futuro apunta a una integración de ambos elementos. De esta manera, ya se están explorando estrategias donde los GLP-1 se utilizan antes de la cirugía para reducir el riesgo operatorio en pacientes con obesidad extrema, o después de la cirugía como una herramienta de rescate si el paciente empieza a recuperar peso años después.
Incluso la OMS ha comenzado a incluir estos fármacos en sus guías de tratamiento integral, pero recalcando que son una pieza más del puzzle, no un sustituto universal.
Imágenes | David Trinks
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