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y es algo que tiene serias consecuencias en España
En apenas tres semanas hemos visto varios episodios cálidos y lo que es más, algunos expertos ya prevén la llegada de la primera ola de calor del año. Sin embargo estas temperaturas que nos esperan no son el único calor que interesa a los meteorólogos. Y hay buenas razones detrás.
Un Mediterráneo muy caliente. El mar Mediterráneo está alcanzando unas temperaturas que no habíamos visto en al menos cuatro años y considerablemente superiores a lo que correspondería durante estos días del año. Los datos ofrecidos por el SOCIB (Sistema de Observación y Predicción Costero de las Illes Balears) indican que la temperatura se encuentra por encima no solo del promedio de las temperaturas observadas en estas fechas en el periodo 1982-2015, también se encontraría por encima del percentil 90 de las observaciones y de los datos registrados en los últimos años.
Según los datos del SOCIB compilados el 12 de junio, en promedio, la superficie del mar presenta una anomalía térmica de 2,26º Celsius por encima de lo que en promedio estaría en estas fechas durante.
Diferentes áreas, una historia parecida. La situación es especialmente llamativa en el Mediterráneo occidental, donde la anomalía térmica llega a los 2,65º. En el entorno de las islas Baleares la superficie del mar se encuentra a un promedio de 3º por encima del promedio, con las aguas del Parque nacional del Archipiélago de Cabrera registrando una anomalía de 3,18º.
Aunque en el Mediterráneo oriental la anomalía térmica es menor en términos absolutos (1,9º), esta también supera el percentil 90 de los datos compilados en estas fechas entre 1982 y 2015. Algo similar ocurre en el mar de Alborán, una de las pocas áreas del Mediterráneo occidental que con un crecimiento menor de 2º (1,64º concretamente), pero también por encima del percentil.
¿Qué está pasando? Según explica el meteorólogo Duncan Wingen en Meteored, hay tres factores que nos han llevado aquí. En primer lugar, la ausencia de viento de tramontana, un “refrigerador natural” que va enfriando el mar facilitando la evaporación del agua superficial y el afloramiento de las aguas más frías y profundas.
En segundo lugar, la estabilidad propiciada por anticiclones subtropicales que han arrastrado masas de aire cálido y han dejado cielos despejados. Finalmente, también debe tenerse en cuenta de dónde veníamos: según los datos de SOCIB, durante los últimos años la temperatura superficial del Mediterráneo ha estado de manera casi constante por encima de la media. De hecho la última vez que se vieron temperaturas por debajo de esta media fue en abril de 2022.
Las previsiones. La situación parece que cambiará, al menos no a mejor. Según los modelos del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF), hacia el miércoles que viene, una parte del Mediterráneo central cercana a la costa de Nápoles podría mostrarar anomalías térmicas entre los 4,5º y los 5º. Una parte significativa del Mediterráneo central y del mar de Alborán por su parte podrían mostrar anomalías por encima de los 3,5º.
Las previsiones aún empeoran si avanzamos hasta el lunes 23: los modelos del ECMWF calculan que amplias zonas del Mediterráneo occidental podrían presentar anomalías térmicas de entre 5º y 5,5º. Hacia ese fin de semana el grueso de la anomalía térmica podría desplazarse hacia el este.
Podría ser entonces cuando la normalidad volviera a parte del Mediterráneo occidental, incluso con una leve anomalía fría en áreas cercanas a la costa. Cabe destacar por supuesto que estas son previsiones a medio plazo por lo que la incertidumbre debe ser considerada.
Por qué importa tanto el Mediterráneo. La pregunta de por qué los meteorólogos se interesan tanto por la temperatura en alta mar tiene que ver con el hecho de que esta afecta a lo que ocurre en tierra firme. Las altas temperaturas marítimas hacen que aire cálido y húmedo ascienda en la atmósfera.
Esto favorece la aparición de tormentas con mayor capacidad destructiva. Seguramente el mejor ejemplo de esto lo encontremos con los huracanes pero el Mediterráneo también cuenta con ejemplos más allá de la aparición de los hipotéticos medicanes o huracanes mediterráneos: las danas o la “gota fría” son ejemplos de la virulencia que pueden alcanzar las tormentas en la cuenca mediterránea.
Imagen | ECMWF / Florian Osmers
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Movistar Plus+ remontaba tras cuatro años perdiendo clientes. Telefónica ha decidido recortarle plantilla
Telefónica ha fijado en 119 las salidas definitivas en Movistar Plus+, parte del ERE que eliminará 4.554 puestos en España. Es una rebaja respecto a las más de 200 bajas inicialmente previstas, pero llega en el peor momento: cuando la plataforma por fin volvía a sumar clientes.
Por qué es importante. Movistar Plus+ cuenta con 3,75 millones (el dato más reciente es del 30 de septiembre) , el mejor dato desde 2018 tras años de desplome. Perdió casi 650.000 clientes entre 2019 y 2023, tocó fondo, y ya empezaba a remontar. Ahora Telefónica le recorta músculo justo cuando necesitaba pisar el acelerador.
La paradoja. La empresa apostó mucho dinero comprando Canal+ y lanzando sus propias producciones para competir con Netflix y Prime Video. Cuando los números mejoran, reduce plantilla. La pregunta inevitable: ¿cómo va a mantener el pulso contra gigantes globales con menos gente y presupuesto más ajustado?
Sí, pero. El crecimiento de suscriptores no garantiza rentabilidad. Telefónica ha reorientado Movistar Plus+ hacia una oferta más flexible y barata, desvinculada de los paquetes convergentes. Eso suma clientes pero comprime márgenes. Y competir en streaming sin escala global sale carísimo.
El contexto desigual. Netflix ya tiene más de 300 millones de suscriptores en el mundo. Prime Video supera los 200 millones. Disney+ ronda los 120 millones. Movistar Plus+ tiene en España, al cierre del tercer trimestre de 2025, 3,75 millones. La diferencia de escala es brutal y se traduce directamente en presupuesto para contenidos, tecnología y distribución.
Lo que funciona. El fútbol sigue siendo el salvavidas. LaLiga y la Champions League mantienen enganchados a muchos suscriptores que, sin ese contenido, quizás no habrían permanecido durante tanto tiempo. Pero una plataforma no puede construirse solo sobre derechos deportivos que además suben de precio cada ciclo, como vimos hace unos días.


Lo que merece más suerte. Las series y documentales propios de Movistar Plus+ tienen calidad objetiva. ‘Veneno‘, ‘La Mesías‘, ‘La Peste‘, ‘Antidisturbios‘, ‘El Pionero‘ o ‘Rapa‘ demuestran capacidad para encontrar historias potentes con sensibilidad cultural local. Netflix y Prime también producen contenido español, pero Movistar Plus+ ha construido un catálogo propio que trasciende modas evidentes y conecta con el público de otra forma.
El problema no es la calidad del contenido. Es que la calidad a veces no basta cuando compites contra presupuestos infinitos y algoritmos de recomendación afinados con datos de cientos de millones de usuarios.
La gran pregunta. ¿Qué será de Movistar Plus+ si sigue contrayéndose? Empezaba a recuperar terreno, pero hacerlo con 119 personas menos complica mantener el ritmo. Sin capacidad de inversión para igualar al triunvirato Netflix-Amazon-Disney, el margen de maniobra se estrecha cada trimestre.
El trasfondo. Este ERE no es un caso aislado. Telefónica lleva años adelgazando plantilla mientras pivota hacia infraestructuras y se deshace de filiales latinoamericanas poco rentables. Marc Murtra, presidente desde hace un año, ha renovado toda su cúpula. El de 2024 costó 1.300 millones y se llevó 3.421 puestos. Este nuevo ajuste será más caro y más profundo.
Entre líneas. Los sindicatos han acabado aceptando despidos forzosos en sociedades minoritarias como Movistar Plus+, pese a haberlo puesto como línea roja inicial.
La presión de la plantilla por garantizar prejubilaciones en otras filiales ha pesado más que mantener posiciones. UGT y CCOO han apelado al “sentido común” y la “responsabilidad”, eufemismos habituales para justificar una capitulación.
En Xataka | Telefónica está preparando un ERE duro, pero para muchos veteranos va a ser como un premio
Imagen destacada | Xataka con Mockuuups Studio
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Había un motivo para que los aeropuertos evitaran las placas solares, y Málaga acaba de desmontarlo
En la cotidianidad de nuestras vidas estamos cada vez más acostumbrados a ver paneles solares en balcones o tejados. Incluso cuando nos desplazamos en coche es habitual encontrarse con terrenos cubiertos de placas o grandes turbinas eólicas. Sin embargo, hay un lugar donde hasta ahora la energía solar parecía fuera de lugar: los aeropuertos.
Durante años, el reflejo del sol fue un problema sin resolver en el entorno aeroportuario. El miedo a que un destello pudiera afectar a un piloto en aproximación frenó cualquier intento de instalar paneles solares. En Málaga, ese temor ha dejado de ser un obstáculo.
En corto. El Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol suma por primera vez instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo impulsadas por empresas privadas. Europcar y Goldcar han sido las primeras en dar el paso, con un proyecto desarrollado por la ingeniería malagueña Ubora Solar.
Tal y como destaca La Opinión de Málaga, no se trata de un proyecto impulsado por Aena, sino de una apuesta directa de empresas privadas por generar su propia energía limpia en uno de los espacios más regulados y vigilados del país.
El gran obstáculo: el deslumbramiento. El principal desafío del proyecto no fue técnico ni económico, sino de seguridad aérea. La posibilidad de que los paneles solares generasen reflejos molestos o deslumbramientos sobre pilotos y controladores era una preocupación crítica, regulada además por la normativa de Aena.
La respuesta pasó por un análisis exhaustivo del riesgo visual. Ubora Solar desarrolló estudios de deslumbramiento aeronáutico siguiendo los estándares de la Federal Aviation Administration (FAA) y de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), teniendo en cuenta desde las trayectorias reales de vuelo hasta la visibilidad desde la torre de control. Todo ello sirvió para definir con precisión la orientación y la inclinación de los paneles dentro del recinto aeroportuario.
Los resultados fueron concluyentes. Los valores de luminancia se situaron muy por debajo del umbral europeo de 20.000 cd/m², y cualquier posible reflejo coincidía con la posición del sol, quedando “enmascarado por su propio brillo”, un fenómeno conocido como sun masking. En otras palabras: el reflejo existe, pero es imperceptible y no supone riesgo operativo.
En otros países ya era una realidad. Aunque en otros países ya existen instalaciones solares en aeropuertos, el caso de Málaga es especialmente relevante por su carácter privado. En Estados Unidos y en distintos puntos de Europa, la fotovoltaica aeroportuaria es una realidad desde hace años, siempre sujeta a estrictos estudios de deslumbramiento y seguridad aérea.
La diferencia, como subrayan varios medios, es que en España este paso no se había dado todavía sin un impulso directo del gestor aeroportuario. Málaga actúa así como laboratorio y precedente para un modelo que podría replicarse en otros aeropuertos del país.
Un éxito que no ciega. Durante años, el sol fue visto como un riesgo en los aeropuertos. En Málaga, ha pasado a ser un aliado. El proyecto demuestra que el mayor miedo —el deslumbramiento— no se combate con prohibiciones, sino con estudios rigurosos, planificación y tecnología.
El Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol no solo gestiona despegues y aterrizajes. También ha abierto una nueva pista para la transición energética en uno de los entornos más complejos que existen. Y lo ha hecho sin perder de vista lo más importante: la seguridad.
Imagen | Ubora solar y Unsplash
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El País Vasco y Navarra exportaron 35.700 profesionales cualificados a los que le gustaría volver. El problema es cómo y a dónde
Las empresas argumentan que, uno de sus principales problemas a la hora de cubrir vacantes de empleo es el de encontrar trabajadores cualificados. Sin embargo, los datos apuntan a que esos perfiles cualificados se ven obligados a abandonar el país para encontrar mejores oportunidades laborales fuera de España.
De hecho, un reciente estudio elaborado por Artizarra Fundazioa y Deusto Business School pone cifras precisas a ese desajuste entre la situación del talento cualificado y su realidad. Miles de profesionales formados en universidades españolas y con carreras consolidadas fuera del país estarían dispuestos a regresar, pero el sistema no termina de ofrecerles un escenario atractivo al que volver.
El talento que se fue. Según el informe, más de 42.000 jóvenes de entre 25 y 40 años, formados en universidades y centros educativos superiores de País Vasco y Navarra, trabajan actualmente fuera de su territorio de origen. No se trata de perfiles en transición: son profesionales altamente cualificados, con formación en ingenierías, disciplinas STEM, gestión empresarial o investigación.
No obstante, el dato clave de ese informe es la intención de retorno de esos profesionales. Más del 85% de los participantes en el estudio afirma que le gustaría volver si encontrara condiciones laborales y vitales comparables a las que ha conseguido en el extranjero. De materializarse ese escenario, el estudio estima que podrían recuperarse hasta 35.700 profesionales cualificados.
Una carrera desarrollada en el extranjero. Seis de cada diez profesionales consultados acumulan ya más de seis años trabajando en otros países, lo que implica que ya tienen trayectorias profesionales consolidadas allí, salarios competitivos y una experiencia de trabajo internacional difícil de replicar a corto plazo.
Desde el punto de vista económico, su impacto es relevante. No hablamos de talento en formación, sino de personal ya cualificado, con altos conocimientos técnicos y capacidad productiva que se ha formado en las escuelas y universidades públicas en España, pero que las empresas españolas no han sabido retener. Esa falta de oportunidades laborales es la clave de su marcha.
Capacidad para formar talento, no para retenerlo. El contraste aparece al cruzar los datos del informe de Deusto Business School con el Mapa del Talento de la Fundación Cotec, que analiza 55 indicadores sobre creación, atracción y retención de talento. En su última edición de 2023, y manteniéndonos en el mismo marco territorial del estudio de Deusto, el País Vasco alcanza 66,4 puntos, muy por encima de la media nacional (49,1 puntos) y solo por detrás de Madrid (67,7 puntos).
Las conclusiones que dejan estos datos son claras. El País Vasco destaca por la calidad de su educación superior, cualificación técnica y entorno productivo. El sistema educativo funciona bien formando talento. El problema llega cuando termina ese periodo formativo y ese talento compara lo que encuentra en su país con lo que se le ofrece fuera.
No regresan por el mismo motivo que se marcharon. Los motivos para la fuga de talento son recurrentes: mejores salarios, mayor proyección profesional, acceso a proyectos punteros y, en el caso de perfiles científicos, más oportunidades para desarrollar una carrera investigadora estable.
Tal y como apuntan los autores del informe de Deusto Business School, esos factores no desaparecen cuando se plantea el retorno de ese talento. Al contrario. La experiencia acumulada eleva las expectativas y hacen más visibles esos motivos. El estudio de Artizarra y Deusto identifica barreras que van más allá del empleo y conectan con problemas estructurales comunes a toda una generación.
Volver sí, pero a dónde. El precio y las condiciones de la vivienda es uno de los principales motivos que frenan el regreso de ese talento. Volver implica asumir precios elevados, tanto por alquiler como por compra de vivienda, y afrontarlo con salarios que no siempre compensan la diferencia respecto a otros mercados europeos. Para quienes ya han construido una vida fuera, el coste de oportunidad es alto.
La segunda gran barrera para el retorno es la calidad del empleo. No tanto la ausencia de trabajo para estos perfiles cualificados, sino la dificultad de las empresas locales para igualar salarios, autonomía profesional y reconocimiento del talento. La comparación con mercados internacionales es inevitable.
Una paradoja que sigue abierta. Los datos del estudio sostienen el ánimo de ese talento a regresar porque no se ha desvinculado de su territorio y mantiene su arraigo. La mayoría quiere volver.
Sin embargo, tal y como señalan los autores del estudio, el mayor problema es un entorno que permita hacerlo sin renunciar a expectativas profesionales y vitales. Desde el punto de vista económico, recuperar parte de esos 35.700 perfiles sería una inversión difícil de igualar para un mercado laboral que afirma que la escasez de mano de obra cualificada es la piedra que les impide avanzar. Como dijo Joe Biden en su día: “Pay Them More“.
Imagen | Unsplash (Philipp Hubert)
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