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El autobús lleva siglos funcionando tal y como lo conocemos. Madrid quiere conocer sus límites con un “autobús a demanda”
Cuentan en Autonoción que el primer autobús apareció en el siglo XVII y que fue en París, en 1662, cuando fue utilizado por primera vez como medio de transporte dentro de la ciudad. Pese a que no fue un éxito, aseguran que entre 1662 y 1677 se mantuvieron en funcionamiento cinco líneas que, evidentemente, utilizaban vehículos tirados por caballos.
En la página web de la Empresa Municipal de Transporte de Madrid (EMT) señalan que el pistoletazo de salida se dio en Nantes, en 1826. Fue entonces cuando “el empresario Stanislas Baudry puso en marcha la primera línea urbana regular de transporte de viajeros mediante vehículos colectivos para más de nueve pasajeros”.
El proyecto nació por la necesidad que tenía de llevar a los clientes a los baños públicos termales, su otro negocio, que se encontraba a las afueras de la ciudad. Es decir, la idea era sencilla: el cliente se montaba en un lugar específico para su recogida, el vehículo realizaba un número de paradas previamente determinado y alcanzaba su destino un tiempo después.
Casi 200 años más tarde, la fórmula no ha cambiado. Da igual si hablamos del autobús urbano parisino del siglo XVII, los trayectos para llegar a los baños termales de Baudry o del Madrid de 1871 cuando comenzaron los primeros viajes de transporte público regular en carruajes tirados por caballos entre la Puerta del Sol y la Calle Serrano, o 1922 cuando, por fin, llegó a la capital el primer autobús tal y como lo conocemos.
¿Hay espacio para revolucionar el concepto?
Poco más de cien años más tarde desde que llegara el primer autobús a la ciudad de Madrid, el Ayuntamiento de la ciudad ha anunciado que pondrá en marcha a partir del jueves 19 de diciembre su primer “autobús a demanda”.
El servicio se prestará en en el distrito de Fuencarral-El Pardo, para los barrios del Pilar, Arroyo del Fresno, Mirasierra, Montecarmelo y Tres Olivos y quiere comprobar si hay espacio para hacer del autobús un tipo de transporte público dinámico y flexible.
Según explican en la propia página web la EMT, el usuario podrá realizar una reserva del viaje a través de una aplicación para el teléfono móvil, disponible en App Store y Google Play desde el miércoles 18 de diciembre. En ella se indica la hora de salida o la hora de llegada deseada al destino. Esta reserva se puede definir desde 24 horas antes.
La aplicación mostrará en un mapa cuál es la estación de recogida más próxima. En ella, el usuario esperará al autobús a su hora estimada de llegada entre las 7:00 y las 20:00 horas, en las que funcionará este servicio.
Según el Ayuntamiento de Madrid, la aplicación utiliza algoritmos para “hacer coincidir en un mismo autobús a viajeros interesados en desplazarse hacia un mismo destino o dirección, creando trayectos rápidos y eficientes totalmente flexibles y compatibles con el servicio que presta EMT Madrid mediante su red de líneas convencionales en esa zona noroeste”.
Este servicio a demanda tiene el resto de demostrar si es más eficiente que el autobús tradicional, tal y como hemos conocido hasta ahora. La inflexibilidad del servicio es, sin duda, uno de los grandes problemas y, al mismo tiempo, una de las grandes ventajas del autobús como medio de transporte público.
Cuando un ciudadano espera un autobús sabe exactamente el recorrido que va a trazar y tiene una estimación de cuánto tiempo tendrá que esperar hasta la llegada del siguiente vehículo o el tiempo que tardará hasta su destino. Además, el sistema es altamente rentable para la ciudad ya que conocer de antemano el recorrido maximiza el número de pasajeros que pueden estar interesados.
Al contrario, con el servicio a demanda, Madrid puede investigar si hay espacio para flexibilizar la red de autobuses o parte de la misma. La aplicación tendrá el reto de ofrecer un tiempo estimado de llegada coherente con lo que el usuario espera cuando realiza la reserva. Si éste realiza una reserva 24 horas antes de que dé inicio su trayecto, hay mucho margen para que numerosos usuarios se sumen a sus peticiones y aumenten el tiempo de trayecto inicial.
Además, también está por confirmar si los costes compensan la supuesta mejora en la reserva del servicio. Una linea fija permite trasladar un volumen de personas muy alto y, por tanto, reducir los costes por trayecto. Si el trayecto es dinámico, es probable que el número de pasajeros disminuya en cada viaje y, por tanto, los costes se eleven.
Aunque el ayuntamiento de Madrid ha publicado que se trata del primer “autobús a demanda” estamos ante un proyecto al que ya se dio inicio en la propia ciudad en el año 2020. Entonces tenía origen y destino en los hospitales 12 de Octubre e Infanta Leonor, con salidas cada 60 minutos pero un recorrido dinámico.
Foto | EMT
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el consumo de droga también explica la guerra en la Antigüedad
Llevamos, al menos, 3.000 años consumiendo psicoactivos. Eso de ‘colocarnos’ no tiene nada de novedoso y el análisis de un mechón de pelo escondido en Menorca demostró que los chamanes locales de hace tres milenios ya utilizaban drogas en sus ritos religiosos con el objetivo de potenciar sus sentidos. Esto es algo que también se hacía con fines recreativos y para inducir estados alterados que dieran una ventaja en el campo de batalla.
Y, precisamente, parece que los ‘bárbaros’ germánicos que atacaron roma iban hasta las cejas. Tanto que tenían sus propias cucharillas diseñadas para poder consumir las sustancias.
Furor teutonicus. Mucho se ha discutido sobre el uso que los germanos que entraron en combate contra los romanos hacían de las sustancias que alteraban el estado. Tanto que, en testimonios de la antigua Roma, se describía a los guerreros que, prácticamente sin ropa y aullando, entraban en combate de manera feroz. El término era ‘furor teutonicus’.
Los romanos pensaban que estaban hasta arriba de cerveza o hidromiel y, durante mucho tiempo, se debatió sobre las sustancias que realmente podían haber tomado estos guerreros. Hongos alucinógenos o alimentos contaminados por hongos eran los candidatos preferidos, pero también se realizaron estudios que apuntaban que lo más probable era que ese furor en la batalla fuera fruto de un subidón de dopamina y adrenalina por el propio hecho de entrar en combate.
Las cucharillas. Ahora bien, un nuevo y extenso estudio puede poner todo esto patas arriba. Publicado hace apenas unos días, arqueólogos y biólogos de la Universidad María Curie-Skłodowska de Lubrin en Polonia detallan los usos que varias decenas de pequeños artefactos con forma de cuchara encontrados en contextos arqueológicos germanos podrían haber tenido durante las batallas.
Concretamente, se han hallado 241 artefactos en 116 sitios arqueológicos, principalmente en tumbas, campos de batalla y depósitos militares en las zonas de Escandinavia y el Barbaricum central (los límites del Imperio Romano en la zona germana). Son muchísimas cucharas, pero se han identificado de dos tipos:
- Tipo A1: con un diseño delgado.
- Tipo A2: con una estructura más robusta con diferentes remaches.
Teutonicus cocidus. Identificados los objetos, los investigadores detallan que lo más probable es que sirvieran para lo obvio: el consumo de sustancias. Estas serían plantas y hongos psicoactivos disponibles en la región como opio, beleño o ‘hierba loca’, belladona y hongos como el Amanita muscaria. Las cucharas indican que se podían consumir tanto en polvo como en forma líquida, quizá mezcladas con alcohol, y, como muchas se encontraron adheridas a cinturones, la extrapolación habla de que una parte considerable de los guerreros se colocaba antes del combate.
Sería como un chute de estimulantes para reducir el miedo y el estrés, aumentar la agresividad y el estado de valentía o euforia y entrar en un estado de “trance bélico” para mejorar el rendimiento en el combate. De ahí la ferocidad que describieron los romanos.
No se drogaban a lo loco. Más interesante que el uso de estupefacientes entre el ejército germano y que tuvieran herramientas específicas para drogarse, es la conclusión económica a la que han llegado los investigadores. Al no ser ni uno ni dos los soldados que, supuestamente, se ‘doparían’ antes de entrar en combate, los arqueólogos deducen que existía un nivel significativo de organización y conocimiento de la industria de las drogas.
Utilizaban las plantas y hongos que tenían a mano en cada una de las regiones y las procesaban de la forma adecuada para poder enviarlas a los soldados. Creen que había una economía y una industria alrededor del suministro de drogas, similar a como funcionan las redes actuales, pero de forma legal.
Desmontando las creencias. Algo que choca con el descubrimiento de las cucharillas es que los autores señalan que no hay documentos romanos (al menos, no se han encontrado) que describan directamente estos objetos. Sería un vacío cultural en los escritos romanos, un pueblo que consideraba que el opio estaba reservado para la élite (para ellos) mientras que los bárbaros debían conformarse con el alcohol.
Ahora bien, por descontado, el uso del opio no se limitaba al que podían hacer los ‘bárbaros’. En todo el Mediterráneo se conocía la amapola y egipcios, filisteos, griegos y romanos disfrutaban de sus ventajas y desventajas en diferentes contextos. Y en ese saco están unos germánicos que, según los investigadores, aparte de para la batalla, también podían consumir las sustancias con fines médicos o recreativos.
Imágenes | George Chernilevsky, Degruyter
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lo último en libros para coleccionistas son las Ediciones Enriquecidas
Tal y como comentábamos hace unos meses acerca del fenómeno ‘Alas de Sangre/Hierro’, estábamos ante un superventas que no solo estaba vendiendo por sí mismo, con librerías inmersas en el caos y especulación desatada en apps de compraventa de segunda mano como Wallapop. La expectación se multiplicaba, además, por la aparición de ediciones especiales de la novela que se agotaban en cuestión de minutos.
A tope con el Empíreo. ‘Alas de sangre’ y ‘Alas de hierro’ son las dos primeras entregas de la saga de seis libros (proyectados) ‘Empíreo’. Se habla de cinco millones de lectores, está en preparación una adaptación a serie a manos de Amazon y pasó 41 semanas en las listas de los libros más vendidos de ‘The New York Times’. En España se generó una expectación que sobrepasó los cálculos de su editorial, Planeta, que lanzó una Edición Coleccionista con el borde de las páginas (el “taco”) coloreado y con motivos característicos de la serie.
Me lo quitan de las manos. La primera entrega de la saga tuvo una tirada de 75.000 ejemplares, de los que 30.000 llegaron con el taco tintado. La labor se repitió con ‘Alas de hierro’, pero la edición especial salió sin incremento de precio, algo que sí había sucedido con la edición previa. El resultado: peticiones masivas de la edición especial y, después, especulación y protyestas en redes sociales. Tal y como contamos en su momento, las ventas que sobrepasaron las expectativas de la editorial (tres veces más de lo esperado) y la política de las grandes superficies de acaparar ejemplares ocasionó más de un trastorno a libreros y lectores.
Reediciones continuas. El mundo de las sagas y franquicias literarias altamente demandadas, los fans de ‘Juego de tronos’ lo saben perfectamente, pueden convertirse sin dificultad en juegos de resistencia para los pacientes lectores. Las editoriales tienen que ingeniárselas para vender una y otra vez el mismo producto, y por eso inventan nuevas ediciones, cada año más especiales que las anteriores. Esta vez, la novedad con ‘Empíreo’ ha sido la Edición Coleccionista y Enriquecida, que es esencialmente el mismo libro con nueva decoración en el taco y un texto introductorio inédito. ¿Aporta algo sustancioso a lo ya visto? No. ¿Habrá fans que se compren el libro por tercera vez? Sin duda.
No solo Navidad. El fenómeno de las ediciones especiales no es exclusivo de las sagas de fantasía, ni tampoco de Navidad. Ya en verano las editoriales españolas se daban cuenta del filón que suponían este tipo de ediciones, que se cuentan por docenas en cada editorial. Por ejemplo, Penguin o Planeta, dos de los mayores grupos editoriales del país, tienen todo tipo de ediciones especiales, muchas de ellas con los tacos coloreados: sagas y éxitos como ‘Pecados’, ‘Cazadores de sombras’, ‘Una corte de niebla y furia’, ‘Elantris’ o ‘Reina Roja’, e incluso clásicos y éxitos del pasado como ‘Orgullo y prejuicio’, ‘Gente normal’, ‘El infinito en un junco’ o las inevitables reediciones continuas de autores como Tolkien o Martin.
El fenómeno de las cajas. La puntilla de este fenómeno son las cajas, que permiten relanzar, sin cambios, libros que ya han estado de forma individual en las librerías. Uno de los casos más populares es la caja que recopila la saga entera de ‘Blackwater’, uno de los éxitos editoriales indiscutibles del año, y que sirve para volver a colocar en el estante de Navidades una serie de libros que ya han hecho su correspondiente ciclo de vida en las librerías. Penguin, por ejemplo, tiene varias cajas con la saga Harry Potter, cada una de ellas decorada con el estilo de cada una de las casas de la saga. Otra forma de mantener con vida una serie ya cerrada pero que sigue dando pingües beneficios.
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Una empresa de Japón probó con los insectos comestibles convencida de que son el futuro de la alimentación. Acaba de quebrar
El 1 de junio de 2021 fue un día importante: se aprobó un nuevo alimento. Aunque llevamos milenios comiendo insectos, ese día la Unión Europea dio a los insectos la etiqueta de “alimento seguro”. Realmente, los insectos son un ingrediente habitual en muchos alimentos que consumimos diariamente, y una empresa japonesa se atrevió en 2019 a ir con todo, convirtiendo el polvo de grillo en su ingrediente principal.
Acaba de quebrar.
Insectos > ganado. Realmente, la UE no hacía nada nuevo. Llevamos miles de años comiendo insectos y es algo totalmente normal en países asiáticos, americanos y en algunos africanos. La Unión Europea consideró que los insectos eran el alimento del futuro al ser ricos en proteínas y otros nutrientes, peor lo fundamental es que su huella de carbono es mínima comparada con la del ganado.
Se estima que una vaca necesita 8 kg de comida para engordar un kilo y, después, aprovechamos el 40% de su carne. Producir 1 kg de carne de grillo requiere únicamente 1,7 kg de comida y se aprovecha el 80% del insecto. Antes del anuncio de la UE, ya había países europeos lanzando su regulación en materia de comestibles a base de insectos, y algo que destaca es que el grillo casi siempre estaba en el menú.
Polvo de bicho. Los grillos, que son extremadamente comunes y se han postulado como una solución de alimentacióndurante los primeros años de la colonización de Marte, son el corazón de Gryllus INC., una empresa japonesa que arrancó en 2019 con la idea de hacer aperitivos. La clave es que no hay que pensar en estos snacks como grillos tostados, conservando su forma de insecto, sino como un ingrediente más.
Así, el proceso consistía en reducir los grillos a polvo y utilizarlo para crear un snack con forma de bolita que venía en dos sabores: salado ‘umami’ y ‘takoyaki’ (bolitas de pulpo). En la promoción, la compañía desplegó una food truck en la que sirvió patatas fritas condimentadas con polvo de grillo y también lanzaron harina de polvo de grillo, galletas y otros productos.
Bichoburger. No parecía ir mal la cosa, ya que en 2022 la aerolínea japonesa Zipair Tokyo llegó a un acuerdo con ellos para distribuir dos platos con el polvo de grillo como ingrediente. Uno era un plato de pasta con marisco en el que el grillo es parte de la mezcla de la salsa de tomate. El otro era una hamburguesa con el polvo de grillo mezclado entre el resto de ingredientes.
El precio de cada uno de los platos era de 1.500 yenes (unos 11 euros) y, como leemos en South China Morning Post, la aerolínea informó de 60 pedidos de los platos durante los dos primeros meses en el menú.
Todo mal. La suerte de la compañía se torció ese mismo año cuando a Gryllus se le ocurrió introducir el ingrediente en una escuela de secundaria. Las críticas no tardaron en aparecer, esparcidas por redes sociales con padres preocupados sobre el aporte nutricional de la comida escolar, argumentando que eran incompatibles con restricciones dietéticas y aludiendo a posibles alergias.
Desde la compañía se afirmó que era una campaña impulsada por la desinformación. Takahito Watanabe, fundador de la empresa, comentó que era “posible que los informes falsos y las teorías de la conspiración que se difundieron en redes sociales fueran aceptadas por quienes las leyeron”. El daño ya estaba hecho.
La quiebra. Como apuntan desde SCMP, las ventas de la compañía cayeron en picado y se encontraron con un exceso de inventario que no pudieron manejar. Intentaron pedir subsidios gubernamentales para dar un giro al negocio y enfocarse en la producción de grillos como alimento para el ganado y la acuicultura, pero el rechazo de las autoridades provocó la caída del castillo de naipes.
Incapaces de remontar, el 7 de noviembre de este año, Gryllus INC. declaró su insolvencia, con una deuda que suma aproximadamente 153 millones de yenes, unos 945.000 euros.
Potencial. Watanabe, que además del fundador de la empresa es profesor de biología del desarrollo en la Universidad de Tokushima, al sur de Japón, comentó que iniciaron la aventura debido a la crisis de proteínas que atravesará el mundo con los aumentos de población. “Creíamos que existía suficiente potencial para que tuviera éxito en Japón”, afirma.
La realidad ha sido otra, pero pese al revés, está convencido de que los insectos son el futuro de la cocina. “No sé cuánto tiempo llevará, pero creo que los insectos se convertirán en una parte clave de nuestra dieta. Durante gran parte de la historia humana, los insectos han sido una fuente fundamental de proteínas, por lo que creo que existe una buena posibilidad de que vuelvan a ser aceptados como fuente de alimento, cuando puedan mejorarse con nuevas tecnologías”, afirma Watanabe.
Alternativas. El investigador escogió los grillos por su facilidad de crianza, la rapidez de maduración y su aporte de calcio, magnesio, zinc, hierro, vitaminas y fibra, pero aunque hay otros que los consideran como uno de los grandes alimentos del futuro —y del presente, incluso en forma de barritas proteicas—, no son los únicos.
Uno aprobado por la propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria es el gusano de la harina. Otros, como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición detallan en su web, son las langostas migratorias o las larvas de escarabajo del estiércol. Y las preparaciones son variadas: congelados, desecados, en polvo, en pasta y hasta en forma de polvo light.
Hay muchos que tienen claro que los insectos serán parte de la dieta occidental del futuro. Sólo habrá que superar el yuck factor, o el factor de repugnancia.
Imágenes | Fracta, Gryllus INC.
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