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El famoso ‘paisaje lunar’ de Islandia se está volviendo de color púrpura debido a la introducción de una planta
En medio de las Tierras Altas de Islandia, uno puede sentirse como en la Luna: sin vegetación, sin vida, sin colores, sin puntos de referencia. Toda el área es esencialmente un campo de grava natural.
Los aspirantes a astronautas, de hecho, pueden venir hasta aquí para realizar algunas pruebas y entrenamientos. Un paseo hasta el árbol más cercano les habría llevado días. Habrían tenido que cruzar el Hólasandur, el desierto de arena negra, y dirigirse hacia la costa noreste. Pero ahora todo está cambiando.
La tierra más castigada
El término ‘paisaje lunar’ es una frase que se usa a menudo para describir los desiertos ilimitados de Islandia, moldeados por erupciones volcánicas y cubiertos de diferentes tonos de lava. Las regiones volcánicas de Islandia son excelentes campos de entrenamiento ‘debido a su desecación, baja disponibilidad de nutrientes y temperaturas extremas, además de las ventajas de la juventud geológica y el aislamiento de fuentes de contaminación antropogénica’, según un documento de la NASA de 2018.
Por tanto, su misma esterilidad es una ventaja. Pero, últimamente, arrastrándose por estos desiertos hay un extraterrestre de púrpura: el altramuz de Alaska. Esta planta llegó a la escena poco después de los astronautas, y al principio fue adoptada como una cobertura eficaz para la tierra erosionada. Pero el experimento explotó en la cara de Islandia y dejó una marca púrpura permanente.
Ahora, se considera una planta invasora, ya que amenaza no solo la flora existente, sino también el árido interior volcánico,
Las arenas negras onduladas de Hólasandur, donde los astronautas viajaron una vez, son hoy un campo púrpura. A medida que cambia el clima, el altramuz se extiende a lugares previamente protegidos de la planta por las bajas temperaturas y las escasas precipitaciones. Algunos islandeses dan la bienvenida a la flor de Alaska; algunos condenan su invasión. Es un tema muy polémico, ya que la lucha por el color de Islandia ha impulsado una nueva forma de política de identidad.
Lupinus nootkatensis, conocido en su nativa Alaska y Columbia Británica como el lupino Nootka, es un miembro de la familia de los guisantes. En el lenguaje de la jardinería, es un fijador de nitrógeno: alberga bacterias que recolectan nitrógeno del aire y luego transfieren el gas a las raíces de la planta.
Si aras debajo de los altramuces (o guisantes), el nitrógeno se libera en el suelo, proporcionando alimento para las plantas. Es una solución bonita y elegante para nutrir el suelo agotado. El altramuz de Alaska llegó a Islandia en 1945 en una maleta. Pero la historia de su introducción deliberada comenzó unos mil años antes de su llegada.
Cuando los primeros colonos desembarcaron de los barcos vikingos en el siglo IX, dos tercios de la isla estaban cubiertos de vegetación y solo tenía un mamífero terrestre, el zorro ártico. Los primeros humanos de la isla se instalaron con un cargamento de ganado y comenzaron a seguir el mismo estilo de vida agrario al que estaban acostumbrados, talando árboles y quemando la madera, totalmente ajenos al daño que estaban haciendo. El suelo de Islandia se forma más lentamente y se erosiona mucho más rápidamente que el de Europa continental.
Para cuando el gobierno formó el Servicio Forestal de Islandia en 1908, los primeros colonos difícilmente habrían reconocido la desolada costa. Para entonces, Islandia era ecológicamente el país más dañado de Europa. La erosión eólica, grano a grano, llevó al país al mar. La destrucción continuó sin cesar.
A mediados del siglo XX, cuando otras naciones europeas se estaban reconstruyendo después de la Segunda Guerra Mundial, el Servicio Forestal de Islandia estaba considerando la destrucción inducida por el hombre de un tipo diferente. Los islandeses habían explotado tan intensamente su isla natal mediante la tala de los bosques de abedules nativos y el pastoreo excesivo de la tierra que solo quedaba el 25 por ciento de la cubierta verde original del país.
La agencia buscó soluciones en el extranjero. Enviaron a su director, Hákon Bjarnason, en una misión de tres meses a Alaska. Su tarea era recolectar plantas y árboles que le gustaban y aquellos que pensaba que podían prosperar en Islandia. El 3 de noviembre de 1945 marca el nacimiento de nuestra saga de lupinos.
Los altramuces se desempeñaban admirablemente y actuaban como fábricas de fertilizantes, pintando el paisaje casi sin costo y sin la necesidad de un entrenamiento especial: las semillas podían ser recolectadas por cualquiera, arrojadas a un agujero no más grande que el tacón de un zapato y, abracadabra, el paisaje finalmente cambió. Quizás para siempre.
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Esta misteriosa laguna glaciar escondida en Soria está llena de leyendas y es uno de sus secretos mejor guardados
Algunos de los paisajes más impresionantes del mundo se han formado como testigos silenciosos del paso del tiempo, esculpidos pacientemente por la acción de la naturaleza. En España, tenemos la fortuna de albergar muchos de estos escenarios únicos, donde la geología y el clima se han aliado para crear auténticas obras de arte naturales.
Uno de estos parajes se encuentra en el corazón de la Sierra de Urbión, en la provincia de Soria: hablamos de la Laguna Negra, un espectáculo visual que ha sido moldeado a lo largo de milenios por la acción erosiva del hielo, dando forma a un paisaje protegido dentro del Parque Natural que lleva su nombre.
Este rincón de España es perfecto para quienes buscan escapar del bullicio y conectar con la naturaleza en un entorno privilegiado, rodeado de pinos y cargado de historias que invitan a descubrirlo. Una de las más populares proviene del “Libro de grandezas y cosas memorables de España”, en donde se dice que no tiene fondo, aunque ya se ha comprobado que su profundidad máxima es de unos 10 metros.
También se cuenta que está conectada al mar a través de pasadizos y corrientes subterráneas, e incluso que una criatura fantástica habita en sus aguas, devorando todo lo que se sumerge en ella, tal y como se menciona en “Una visita a las Lagunas de Urbión”, y en el relato de Erasmo Llorente, “Urbión y la Laguna Negra. Vistas de un paisaje”.
Sin embargo la más famosa de todas se encuentra en “La tierra de Alvargonzález” Antonio Machado, quien habló de ella en 1912, y en donde su estampa misteriosa inspiró la historia de uno de los parricidios más famosos de nuestra literatura. De hecho algunas rutas turísticas que parten de Soria y llegan a la Laguna se apoyan en esta obra.
Una maravilla geológica que sorprende
La belleza de esta zona tiene que ver con que una gran parte de ella se encuentra a más de 1700 metros de altura, dentro de lo que se conoce como el piso oromediterráneo, que abarca entre los 1500 y 2000 metros. Se estima que las variaciones climáticas del Cuaternario dieron forma al paisaje glaciar característico de la Sierra de Urbión, cuya área alberga ecosistemas acuáticos muy singulares.
Esta particular laguna de alta montaña, que recibe su nombre gracias al color característico que reflejan las paredes de granito erosionadas sobre el agua, parece un espejo oscuro, profundo y quieto. En algunas horas del día su color es de un negro profundo, lo que aporta un aspecto casi hipnótico.
La Laguna Negra, un paraje perfecto para descubrir en otoño
El otoño es una de las mejores épocas para visitar este precioso enclave. Con la llegada octubre, los bosques que rodean la zona se visten con una paleta de colores impresionante: los tonos rojizos de los robles y hayas contrastan con el verde perenne de los pinos, creando un variado mosaico natural. Además, las temperaturas suaves y el aire fresco hacen que caminar por sus senderos sea una experiencia mucho más placentera, evitando el calor intenso del verano y la dureza del invierno.
También, es precisamente en esta época del año cuando en algunos momentos su ambiente se torna más misterioso, acentuado por las nieblas otoñales que a menudo cubren la zona y le confieren una atmósfera única.
Para llegar allí se puede ir en coche desde Vinuesa, que se encuentra a unos 18 km, hasta un aparcamiento con una zona de recreo situado a 2 km de la Laguna Negra y desde allí, se puede ir a pie hasta el circo glaciar.
A partir de ahí es posible explorar unas rutas muy interesantes para los amantes del senderismo, con opciones que no solo llegan hasta la Laguna Negra y la rodean, sino que también se extienden a lo largo del Parque Natural. Los senderos, de fácil acceso, brindan una oportunidad inmejorable para sumergirse en la naturaleza y disfrutar de un singular paisaje conformado por rocas, frondosos árboles y aguas cristalinas.
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El enigmático pueblo español que esconde el único museo de momias del país
En el corazón de Aragón, se encuentra un destino que cautiva por su historia y su capacidad para sorprender incluso a los viajeros más experimentados. Un lugar donde el pasado se hace presente de formas inesperadas, y cuyo reclamo más importante impacta por la historia que esconde en sus protagonistas.
Hablamos de Quinto, un pueblo donde los siglos parecen haberse detenido, invitando a los visitantes a descubrir su tesoro más fascinante: el Museo de las Momias. Aquí el tiempo ha preservado a sus protagonistas de manera sorprendente y lo ha convertido en uno de los mayores atractivos de este encantador pueblo zaragozano.
Ubicado en la antigua iglesia mudéjar de El Piquete, un edificio del siglo XIII, este museo, único en su tipo en España, alberga una colección impresionante de cuerpos momificados que datan de los siglos XVIII y XIX, descubiertos durante una restauración del templo en 2011. A diferencia de otras momias conocidas en el mundo, estas han sido preservadas de forma natural, sin ningún tipo de intervención humana, lo que las convierte en un testimonio fascinante de la historia local.
Un museo que desafía el tiempo
El museo ha sido cuidadosamente diseñado para ofrecer una experiencia inmersiva y respetuosa. Los visitantes pueden recorrer la iglesia restaurada mientras observan de cerca las momias y conocen los detalles de su descubrimiento y conservación. Esta explicación del proceso que han experimentado los cuerpos, junto con sus vestimentas y accesorios, ofrece una ventana única al pasado, permitiendo acercarse a la vida cotidiana, las costumbres funerarias y las condiciones sociales de la época.
Además, el espacio cuenta con paneles explicativos, proyecciones y una atmósfera que combina el respeto por el legado histórico con el asombro ante el poder del tiempo. Una visita al Museo de las Momias de Quinto ofrece un espacio muy interesante para entender la historia desde una perspectiva única y, como no, muy impactante.
Quinto, un precioso pueblo con mucho qué ofrecer
Pero el museo no es el único atractivo de Quinto. El pueblo, con sus encantadoras calles y su tranquilo ambiente rural, ofrece una serie de actividades que complementan perfectamente la visita. Uno de los lugares más recomendados es la Casa Parroquial, una construcción del siglo XVI que reúne los principales rasgos arquitectónicos de los palacios aragoneses de la época. Este edificio con fachada de ladrillo y detalles ornamentales típicos de los palacetes de la región, es una de las mejores visitas que ofrece el casco histórico.
Otra parte esencial del legado arquitectónico de Quinto son los Portales de San Roque, San Antón y San Miguel, antiguos accesos defensivos construidos en la Edad Media. Estas estructuras, sencillas pero robustas, tenían la función de proteger las entradas al pueblo, ya que se abrían y cerraban durante las horas que mandaba el Concejo, para que nadie entrara en el pueblo de forma furtiva. Con el tiempo, han conservado su carácter histórico, otorgando a las calles del casco antiguo un aire medieval inconfundible.
Por último, Quinto cuenta con rutas senderistas que invitan a explorar su entorno natural, ideales para quienes disfrutan de caminatas tranquilas rodeados de naturaleza.
Imagen | Momias de Quinto
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descubre esta joya secreta de la sierra madrileña
El otoño es una de las mejores estaciones para adentrarse en la naturaleza, y pocos paisajes capturan mejor su esencia que los bosques que, con la llegada del frescor, se visten de un manto multicolor. Los tonos dorados, rojizos y ocres cubren los árboles, ofreciendo un espectáculo visual que varía cada semana, a medida que las hojas caen y decoran los caminos.
En España tenemos la suerte de contar con muchos sitios que nos permiten disfrutar de este plan, como es el caso del Bosque de La Herrería, un paraíso natural situado en el municipio de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid. A diferencia de otros bosques protegidos, como el famoso Hayedo de Montejo, que limita el acceso para preservar su ecosistema, La Herrería está abierto al público durante todo el año, permitiendo que cualquiera pueda disfrutar de su belleza sin necesidad de realizar reservas o cumplir con estrictas normativas.
Declarado Paisaje Pintoresco en 1961 e incluido en la Red Natura 2000 como Lugar de Interés Comunitario y Zona de Especial Protección para las Aves, este magnífico enclave natural, a tan solo 50 kilómetros de la capital, es perfecto para una escapada de un día o una visita más pausada.
Un paisaje que sorprende, al lado del Monasterio del Escorial
El bosque se extiende por 497 hectáreas de rebollos, fresnos, enebros y castaños, que en otoño brindan un paisaje sin igual. Su cercanía al Monasterio de El Escorial lo convierte en un destino que combina a la perfección naturaleza e historia, siendo ideal tanto para amantes del senderismo como para quienes buscan una caminata relajada.
Los senderos del Bosque de La Herrería son accesibles para todo tipo de público, y una de sus rutas más populares es la que lleva hasta la Silla de Felipe II, un mirador de granito desde el que se puede contemplar una panorámica impresionante del Monasterio y su entorno. La leyenda cuenta que fue en este asiento natural donde el rey Felipe II observaba el progreso de las obras del monumental monasterio que mandó construir. Desde este punto, rodeado de naturaleza y con unas vistas espectaculares, se puede experimentar la conexión entre historia y paisaje de manera única.
Otro de los atractivos del bosque es la presencia de fauna variada, como ardillas, corzos y diversas especies de aves. Además, el clima suave del otoño madrileño convierte a La Herrería en un lugar ideal para disfrutar de un paseo o simplemente sentarse a contemplar la naturaleza.
El bosque cuenta con áreas habilitadas para hacer picnic, lo que lo convierte en un lugar perfecto para disfrutar de una comida al aire libre rodeado de naturaleza. Dispone también de varios senderos que permiten recorrer sus alrededores con calma, siendo un destino perfecto tanto para familias con niños como para quienes deseen disfrutar de la compañía de sus mascotas.
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