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hablamos con los hospitales españoles que ya están utilizando la IA
“Con la inteligencia artificial en consulta podemos volver a mirar a los ojos al paciente”. Esto es lo que opina Manel Ramos, médico internista del Hospital Clínic de Barcelona y Director del Máster IA en Investigación y Docencia de la Universitat de Barcelona.
La idea puede parecer paradójica: automatizar procesos para centrar la atención en lo humano, pero esta tecnología vendría a corregir un problema generado por una anterior. Con los registros digitales en consulta, positivos en muchos aspectos, “pasamos de ser escuchantes a escribientes, el médico profesional solo mira la pantalla porque está rellenando campos predefinidos”, explica Ramos. Así que si la IA se encarga de la parte burocrática, los médicos pueden concentrarse en atender a los pacientes.
Ramos se refiere a unos programas conocidos como escribas médicos (Medical Scribe), que se están probando como programa piloto en el Clínic y también en otros centros públicos españoles, como el Hospital La Paz, en Madrid, y centros privados como los del grupo Quirón. El objetivo es que el médico deje de ser un mero introductor de datos: que la IA capture la información mientras el profesional habla, mira y atiende al paciente, sin interrumpirse cada pocos segundos para escribir.
“El programa está en la consulta con el paciente y sirve al profesional de asistente: graba las notas de la conversación y luego hace un pequeño resumen que el profesional valida”, explica Araceli Camacho, directora de Transformación Digital en el Hospital Clínic y coordinadora del piloto. El propósito, dice, es que “el profesional tenga más tiempo de calidad con el paciente”. Y Ramos insiste: “Siempre hay revisión humana, es necesaria la validación de un médico”.
Un largo historial de IA aplicada
Los Scribe pertenecen al ámbito de la inteligencia artificial generativa, diseñada para comunicarse en lenguaje natural y cuyo exponente más popular es ChatGPT. Desde su explosión en 2022, esta tecnología se ha integrado en múltiples tareas cotidianas. Los centros médicos no han sido una excepción.
Además de para tomar notas en consulta, Ramos señala que la IA generativa puede ayudar también con tareas administrativas: “Por ejemplo, un paciente trae 50 folios de estudios, la IA puede resumirlos en 5 minutos. El objetivo es reducir la carga burocrática y dejar que los profesionales se concentren en la atención al paciente”.
Pero aunque su expansión masiva es reciente, la IA generativa aplicada a las consultas médicas no es nueva. Según Camacho, “se puede aplicar en muchos campos dentro de un hospital. Nos sirve para mejorar la calidad asistencial, buscar eficiencia en los procesos y ayudar en la investigación”.
Se empieza a trabajar con IA en los años 50 y se aplica a la medicina desde los 70, con los primeros modelos de diagnóstico temprano de enfermedades infecciosas. En el siglo XXI, el aumento de capacidad de procesamiento ha permitido entrenar algoritmos para prevención, diagnóstico, tratamientos personalizados y gestión hospitalaria.
En el Hospital Universitario La Paz, por ejemplo, la IA se utiliza “en 24 servicios clínicos a través de unos 40 proyectos que cubren prácticamente todo el espectro de la IA: desde robótica hasta IA generativa y predictiva, basada en textos, datos estructurados, señales o imagen médica”, cuenta Fernando Martín Sánchez, Subdirector Gerente para Informática Médica, Estrategia Digital e Innovación en el centro madrileño.

El Hospital Clínic de Barcelona.
Se benefician prácticamente todas las disciplinas, desde cardiología a neurología, pasando por anatomía patológica. Pero dónde la IA avanza a más velocidad es en el campo de la imagen: radiología, TAC, resonancias, endoscopias. “La radiología es donde más rápido se está integrando la IA”, señala Ramos. “Ayuda a confirmar resultados normales, prioriza casos urgentes y reduce la carga de los radiólogos”.
También son destacables los avances en dermatología (donde es capaz de hacer un cribado de imágenes de lesiones) o en oncología: (con un gran desarrollo de la selección de tratamientos personalizados). Sin embargo, “lo más cercano al contacto humano directo, como psicología o psiquiatría, avanza más lento, por suerte”, añade Ramos.
Empresas españolas como Quibim han publicado estudios que muestran incrementos significativos en sensibilidad diagnóstica en tumores específicos. También existen sistemas en oftalmología para detectar retinopatías o glaucoma.
En estos casos, se trata de inteligencia artificial predictiva o discriminativa, basada en redes neuronales y aprendizaje profundo (deep learning). “Este tipo de sistemas se entrenan con una gran cantidad de datos. Por ejemplo, se le proporciona gran cantidad de imágenes de pacientes con neumonía y otras de pacientes sanos. El modelo aprende a reconocer patrones y, cuando se le presenta una imagen nueva, puede determinar si se trata o no de una neumonía”, explica Martín Sánchez.
Por otro lado, la robótica para intervenciones quirúrgicas es una herramienta felizmente implantada en alrededor de 80 hospitales españoles, donde el robot cirujano Da Vinci ha realizado miles de operaciones en oncología, o incluso para trasplantes de órganos, durante los últimos años.
Pero una implantación lenta en España
El ritmo de implantación de estas herramientas sigue siendo “muy bajo”, a ojos de Manel Ramos. “Cada área incorpora estas tecnologías a un ritmo distinto: lo más cercano a la imagen va más rápido, lo más cercano al trato personal va más lento”.
El quid de la cuestión de esta lentitud es que todo debe ajustarse a rígidos protocolos, algunos aún en elaboración. Hay, por ejemplo, “que vigilar la protección de datos del paciente. Los registros de voz son delicados, el paciente debe dar su consentimiento informado y saber que se está grabando”, advierte Ramos.
Además de la Ley de Protección de Datos, en España, a nivel europeo se aprobó en junio de 2024 otra norma crucial para la entrada de tecnologías de este tipo en distintos ámbitos, también en medicina, la Ley Europea de Inteligencia Artificial, que introduce un marco legal común para evaluar el nivel de riesgo de los sistemas antes de su uso. Los de alto riesgo (como los sanitarios) deberán cumplir con requisitos de transparencia, supervisión humana y calidad de datos.
La norma también prohíbe prácticas inaceptables como la manipulación cognitiva o la identificación biométrica en tiempo real en espacios públicos, e impone transparencia a las herramientas generativas, que deberán informar cuando el contenido haya sido creado artificialmente.
Por su parte, el Ministerio de Sanidad espera aprobar “próximamente” la Estrategia de Inteligencia Artificial (IA) en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Y a nivel autonómico, las comunidades también invierten en planes que incorporan IA para agilizar cribados y reducir tiempos de diagnóstico de enfermedades como el cáncer.
“Todo esto son iniciativas que surgen de abajo arriba; es decir, son los propios servicios los que detectan una necesidad y, bien con sus propios medios o bien a través de colaboraciones, han desarrollado estos pilotos y los están probando”, cuenta Martín Sánchez. Es decir, la implantación de la IA en Sanidad no parte de una estrategia coordinada a nivel nacional o regional ni hay listas oficiales. Sin embargo, los hospitales “tenemos que adecuarnos a la legislación vigente, como el Reglamento de IA de la Unión Europea o la Ley de Protección de Datos”.
Y cuando por fin entra la IA en un hospital, no se acaba el proceso: hay que evaluar si esta tecnología de verdad cumple con las ventajas que promete, o se trata de una pérdida de tiempo y dinero, así como un perjuicio para el paciente. “Desarrollar un sistema puede llevar un año, pero evaluarlo clínicamente, tres o cuatro. Además no está claro quién debe hacerlo: el hospital, el proveedor o la administración; la ley europea no entra en la efectividad clínica, solo exige demostrar precisión y fiabilidad”, explica Martín Sánchez.
Para Ramos, la clave está en la metodología científica: “Esto no deja de ser un estudio científico, con hipótesis, objetivos, metodología y protección de datos. Todo debe pasar por un comité de ética para verificar que se cumplen las leyes y que el paciente está cubierto. Eso enlentece mucho la implantación”.
¿Es realmente fiable la IA a nivel médico?
Sánchez apunta que “las IAs predictivas son las más fáciles de evaluar que las generativas. Puedes probarlas con un conjunto de imágenes nuevas y medir cuántas veces aciertan. Si aciertan en el 99%, puedes confiar razonablemente en ellas. Esto no ocurre con la generativa, que produce contenido nuevo. Su evaluación es mucho más compleja”.
“Una cosa es probar que la tecnología funciona y otra demostrar que mejora los resultados de salud. Todavía no hay una metodología universal para evaluar esa efectividad clínica. Ni médicos ni pacientes se van a fiar de un sistema que no demuestre beneficios reales”, añade.
La IA sigue enfrentando riesgos. “La inteligencia generativa sabemos que tiene esas alucinaciones, o sea, que se puede inventar cosas”, advierte Martín Sánchez, haciendo referencia a las respuestas falsas o inventadas por modelos como ChatGPT, por datos insuficientes o sesgos en el entrenamiento.
Ramos cree que esos riesgos se están reduciendo con modelos más potentes: “Los errores suelen deberse a no hacer la pregunta adecuada o a no validar la respuesta. A veces, se pide a la máquina un 0% de error cuando los humanos tampoco lo tenemos”. Y añade: “Yo, como internista, que me dedico a enfermedades autoinmunes, y puedo pedir una opinión sobre el lupus o el Crohn porque luego validaré la respuesta, pero no puedo pedirla sobre un caso complejo de cáncer porque no voy a saber si se equivoca”.
Además, los algoritmos que gobiernan estas IAs reflejan por lo general sesgos humanos, lo que puede ser peligroso cuando toman decisiones. En junio, el medio Civio reveló que Quantus Skin, un sistema de detección de cáncer de piel que iba a ser implantado en el País Vasco, pasaba por alto uno de cada tres melanomas, con una sensibilidad del 69%, y obviaba a los pacientes de piel oscura porque había sido entrenado solo con pacientes blancos. Los especialistas calificaron sus resultados de “pobres” y “peligrosos”.
Otra investigación del mismo medio alerta de una anomalía que ya se está produciendo en hospitales españoles: la IA, según cuentan, se está integrando en la sanidad pública española a través de sistemas como Eyelib, un robot que realiza diagnósticos oftalmológicos, y que se presenta como una solución a las listas de espera, pero que se usa sin informar previamente a los pacientes de sus datos van a ser usados en un sistema de inteligencia artificial.
Hacia el fin de los “rellenadores”
Para que la Sanidad pueda trabajar valiéndose de la IA sin que sea un lastre, la formación del personal es esencial. “Tenemos retos de integración y de adaptación de los equipos. Hay que formar al personal. La inteligencia artificial supone un cambio no solo en sanidad, sino en todos los ámbitos”, señala Araceli Camacho. El experto de La Paz coincide: “Estamos haciendo un gran esfuerzo por formar a clínicos e investigadores. Tenemos varios cursos al año, pero también necesitamos expertos permanentes en inteligencia artificial en salud. Y eso cuesta mucho conseguirlo”.
Además, las consecuencias para el medioambiente del uso desmedido de la IA preocupa a los expertos. En la Universidad Complutense de Madrid advierten del impacto ambiental: los centros de datos necesarios para entrenar y ejecutar modelos de IA consumen grandes cantidades de agua y energía. Se estima que por cada veinte respuestas generadas por herramientas como ChatGPT se utiliza un litro de agua. Para mitigar estos efectos, proponen mejorar la eficiencia hídrica, ubicar los centros en zonas adecuadas y promover un etiquetado ambiental.
Según Martín Sánchez “entrenar modelos requiere electricidad, agua para refrigerar los centros de datos y produce residuos. En el hospital tenemos una unidad dedicada a estudiar estos temas y sensibilizar al personal para que no se haga un uso desmesurado. Es como dejarse la luz encendida toda la noche: hay que usar la tecnología de forma racional”.
“Esta mecánica de ser solo rellenadores de datos tiene que cambiar. Seguramente el año que viene, en 2026, ya empecemos a ver el cambio en bastantes hospitales”, dice Ramos, para quien es crucial que se respete el “concepto de human in the loop, que significa que el ser humano debe estar siempre en medio de los procesos generativos, tanto al inicio como al final, con la validación”.
“El impacto de esta tecnología es incluso mayor que el que tuvo la electricidad o Internet. Su influencia será absoluta, transversal en todas las áreas del conocimiento y en el día a día de las personas”, concluye el internista.
Imagen | Comunidad de Madrid
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Para Google, 2025 podría haber sido un año terrorífico. Va a acabar siendo uno de los mejores de su historia
No es como empieza sino como acaba. Si Google tiene una cena de Navidad, esa podría ser una buena frase para sintetizar cómo ha sido su año mientras levantan su copa para brindar. Y es que la empresa con sede en Mountain View empezó el 2025 con varios nubarrones en el horizonte que amenazaban tanto su presente como su hegemonía para el futuro. Pero desde luego, parece a Google todavía le queda cuerda para rato.
Google llegó a 2025 sabiendo que tenía delante tres grandes batallas legales que podrían terminar amputando miembros tan preciados como Chrome o su negocio publicitario, con OpenAI mirándoles por el retrovisor en la carrera de la IA y un nuevo y problemático presidente de Estados Unidos al que adaptarse. Sin embargo, Google no solo ha salido airosa, sino que ha conseguido mantener el statu quo de su estructura (de momento) y se ha erigido como la empresa más puntera de IA que hay. Y además, le salen las cuentas: está batiendo récords de beneficios. ¿Qué ha hecho Google para cambiar así su 2025?
Estar en la piel de Google en enero de este año no era fácil. El paso por los tribunales era inevitable y las consecuencias, potencialmente devastadoras para sus principales fuentes de ingresos. Declarada un monopolio, delante de ella había posibilidades como la venta forzosa de Chrome. También tenía que dar explicaciones por prácticas anticompetitivas en publicidad y su batalla con Epic Games podría haberse saldado con la reducción drástica de las comisiones en Play Store en Android, abrir las puertas a otros métodos de pago y tiendas de terceros. Enfrentarse al Departamento de Justicia de la nueva era de Trump tampoco era el mejor de los escenarios: no es la primera vez que el nuevo presidente de EEUU se muestra crítico con Google.
La IA les ha hecho salir de su zona de confort. Tras años dominando con su combinación de Google y Chrome, hoy el foco se ha centrado en la inteligencia artificial y aquí no podía quedarse fuera, entre otras cosas, porque está trastocando su negocio de búsquedas. ChatGPT plantó una nueva carrera de fondo, la de la IA, donde empezó por detrás tecnológicamente hablando y ha tenido que enfrentarse a nuevos y viejos rivales: los veteranos Microsoft y Meta, pero también OpenAI y Anthropic. Miles de millones de inversión en I+D+i y centros de datos solo para intentar estar a al altura.
Google ha hecho una apuesta bestial con la IA en todos los sentidos con la esperanza de que acabe: 1. siendo rentable. 2. siendo una de las empresas que sobrevivan para beneficiarse de ella. Porque la IA en esta fase de rodaje y expansión y es de todo menos rentable. Y se lo está jugando todo, incluso canibalizando su gallina de los huevos de oro: su negocio de las búsquedas. No obstante, su posición es privilegiada: tiene un músculo económico enorme, todo un ecosistema y sectores donde lidera.
Este 2025 venía el lobo para Google, pero no ha sido así:
- Ha esquivado la venta de Chrome. Sí, el juez dictaminó que Google era un monopolio en búsquedas, pero no respaldó la medida más crítica del Departamento de Justicia. El DOJ defendía que separar a Google de su navegador eliminaría una de las grandes vías de la empresa para captar usuarios y dirigirlos a su buscador. Y ojo, porque compradores no le faltaban. El juez consideró que esta operación sería “increíblemente compleja y muy arriesgado”. También permitió que Google siguiera pagando a Apple para asegurar la presencia destacada de sus productos de búsqueda. Pero no salió indemne: la sentencia le obliga a compartir datos con competidores (de una única vez, no de forma continua) y a limitar contratos exclusivos.
- El futuro de su negocio publicitario es una incógnita. Google sí que perdió su otro gran juicio antimonopolio y aquí el DOJ le quiere obligar a vender su mercado de intercambio publicitario y su herramienta Ad Manager. No obstante, la predisposición de la jueza parece indicar que habrá un acuerdo que traiga un cambio de comportamiento antes que tocar la estructura de Google, un proceso más lento y que se podría demorar más con un recurso de la empresa licerada por Sundar Pichai.
- Su (eterno) litigio con Epic. Google perdió el caso hace dos años y este verano ha vuelto a salir derrotado… y ha vuelto a recurrir. Eso sí, en el camino ha tenido que permitir métodos de pago alternativo y listar tiendas de apps alternativas. Como en el caso anterior, Google confía en suavizar las medidas: de momento ya ha negociado con Epic para reducir comisiones y añadir una nueva categoría de tiendas de apps registradas. Además, lo hará a nivel mundial. Esto se decide el mes que viene y si sale adelante, Android cambiará pero Google seguirá teniendo el control. No es baladí, teniendo en cuenta que un nuevo sistema operativo para PC basado en Android llegará en 2026.
Con Trump, borrón y cuenta nueva. La empresa de Mountain View ha tenido que tirar de diplomacia y abrir la cartera. Cabe recordar que después del incidente del capitolio, Google baneó la cuenta de Trump de YouTube. Pues bien, el presidente de Estados Unidos les demandó y este año el culebrón ha llegado a su fin con YouTube pagando 22 millones de dólares para cerrar el acuerdo. Por otro lado, Google estaba entre las big tech que arroparon económicamente en la investidura del hoy presidente de Estados Unidos.
Si en los tribunales a Google le ha tocado defenderse, en tecnología ha pasado al ataque. Podríamos hablar de los avances de los Pixel (que los ha habido), pero el hardware no es en absoluto la prioridad de la compañía.
Google ha tenido un año fantástico en IA tanto en dato como en relato. Porque con la IA no basta con ser la mejor, también hay que liderar la conversación. Su generador de vídeo Veo 3 copó las redes sociales, Nano Banana (y después, su versión Pro) ha protagonizado tendencias como convertirse en un personaje de Stranger Things o en una figurita de acción. Pero no solo es moda: es que sus modelos de vídeo, imágenes y en definitiva, Gemini 3 son tan buenos que se dice que OpenAI ha pulsado el botón rojo.
Dar que hablar y hacer modelos de calidad está muy bien, pero la innovación en inteligencia artificial es cara y las empresas no viven del aire. Bueno, a Nvidia el negocio le está sentando de cine. Mientras tanto, OpenAI o Anthropic andan tirando de inversores mientras piensan en un mañana con beneficios.
Google está preparada para una carrera de fondo: cuenta con un flujo de ingresos estable mientras avanza en esta aventura. Los resultados del tercer trimestre de Alphabet hablan de más 100.000 millones de dólares en ingresos y 31.000 millones de beneficio. Por cierto, la mayor parte viene de la publicidad, aunque los 15.000 millones por Google Cloud son un brote verde de la IA en sus cuentas.
Por otro lado, conviene recordar que Google lleva años diseñando sus TPU para Google Cloud y con su séptima generación por primera vez lo venderá a otras empresas, entre ellas a Anthropic para su IA. Desde luego, en este mercado está a años luz de Nvidia, pero es otra forma de lucrarse con la inteligencia artificial que ya está pagando y mucho a la empresa liderada por Jensen Huang.
Si bien es cierto que ni en la batalla de la IA la competencia ha dicho la última palabra ni los juicios todavía son definitivos, con posibles apelaciones y medidas por tomar, Google ha esquivado muchas balas este 2025 y ha hecho muchas decisiones acertadas para empezar el año que viene intacta y ganando más dinero que nunca. Pero no es como empieza, sino como acaba.
Portada | Foto de Adarsh Chauhan en Unsplash
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“Avatar: Fuego y Cenizas” queda debajo de sus expectativas; sólo recauda 345 mdd
AP.- La película “Avatar: Fuego y Cenizas” (“Fire and Ash”), del director James Cameron, recaudó alrededor de 345 millones de dólares en las taquillas a nivel mundial en el fin de semana de sus estreno, según las estimaciones del estudio productor de la misma dadas a conocer el domingo.
La cifra de la tercera entrega de la franquicia de ciencia ficción, estrenada 16 años después de “Avatar”, se alcanzó con los 88 millones de dólares recaudados en Estados Unidos y Canadá y 257 millones de dólares a nivel internacional. Con esto se convirtió en el segundo mejor estreno global en lo que va del año.
El mejor debut cinematográfico de 2025 fue “Zootopia 2”, que consiguió 497.2 millones de dólares en los tres días del fin de semana de su estreno; pero se considera que en las próximas semanas, “Avatar: fuego y ceniza” tendrá el beneficio del lucrativo período navideño.
La tercera entrega de la serie llega tres años después de “Avatar: El camino del agua” (“The Way of Water”), que se estrenó en 2022 con un inmenso ingreso global de 435 millones de dólares y 134 millones de dólares en Norteamérica; así que, en comparación, a nivel nacional, “Fuego y Cenizas” tuvo un descenso del 35% respecto a la entrega anterior.
Podría haber otras dos cintas de “Avatar”
Por otro lado, las dos primeras películas de “Avatar” están ente las tres más taquilleras de todos los tiempos, y para alcanzar esos niveles, las películas de “Avatar” han dependido más de su permanencia en cartelera que de estrenos cuantiosos.

Cameron ha advertido que “Avatar: Fuego y Cenizas” necesita tener un buen desempeño para que se produzcan las películas subsecuentes de la saga, pues la cuarta y la quinta ya están escritas pero no aprobadas.
Esta precaución se debe a que las de “Avatar” son películas excepcionalmente caras de hacer. Con un presupuesto de producción de al menos 400 millones de dólares, “Fuego y Cenizas” es una de las películas más costosas de la historia.
Además, “Avatar: Fuego y Cenizas”, aunque fue por mucho la que más ganó, no acaparó el fin de semana en EU y Canadá, pues según las cifras preliminares un trío de nuevos estrenos le hizo algo de competencia: “David” (22 millones de dólares), “The Housemaid” (19 millones) y “The SpongeBob Movie: Search for SquarePants” (16 millones).
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luces y sombras de uno de los plegables más destacados del año
¿Dar el paso a un teléfono plegable o no? Esa es la pregunta que muchas personas se hacen cuando buscan un dispositivo que rompa con los esquemas que dominan desde hace años. Pero la respuesta no es tan sencilla. Antes de tomar la decisión entran en juego múltiples factores, desde el presupuesto disponible hasta la resistencia y las prestaciones del teléfono, pasando por su utilidad real en el día a día.
En un nuevo 24/7 del canal de YouTube de Xataka ponemos a prueba uno de los plegables más destacados del año. Hablamos del Samsung Galaxy Z Fold7, una propuesta que, como ya adelantamos en las primeras impresiones y más tarde en la review, destaca por sus sólidos argumentos. Ahora bien, superada la ilusión inicial, surge una pregunta inevitable: ¿sigue siendo un buen móvil con el paso del tiempo? Para responderla, Ana Boria lo ha probado por ti durante casi seis meses.
Samsung Galaxy Z Fold7, ¿sigue siendo tan bueno tras meses de uso?
La primera gran valoración de nuestra compañera llega tras un mes de uso. “No puedo ponerle ni una pega a su rendimiento”, cuenta. No es una afirmación gratuita. Buena parte del mérito está en el Snapdragon 8 Elite acompañado de 12 GB de memoria RAM que encontramos en su interior. El rendimiento está a la altura de cualquier exigencia del día a día. Eso sí, en el vídeo también queda claro que no todo es perfecto y empiezan a aflorar algunas sombras, una de ellas bastante inesperada.


Ya en el cuarto mes con el Samsung Galaxy Z Fold7, Ana lanza una apreciación que apunta directamente a uno de los aspectos que Samsung había intentado corregir con este modelo. “Aunque ya tenemos un formato mucho más normal que en las generaciones anteriores, para mi gusto sigue siendo demasiado vertical”, sentencia. Conviene recordar que la compañía surcoreana defiende que, cuando está cerrado, la experiencia es muy similar a la de un móvil en formato barra convencional.


Otro punto clave para muchos usuarios es la autonomía. Y una de las formas más fiables de medirla es observar su comportamiento tras meses de uso real. Ana comparte su experiencia con el teléfono en distintos escenarios del día a día. “Os quería contar que estoy bastante sorprendida con la batería de este plegable”, comenta. La pregunta queda en el aire: ¿ha cumplido realmente con sus expectativas?
El último tramo de la experiencia se centra en el apartado fotográfico. Aquí Ana pone a prueba las cámaras durante sus vacaciones en Japón. “Al disparar con el sensor principal conseguimos imágenes con un buen rango dinámico, buena nitidez y un balance de blancos muy acertado”, explica al hablar de las fotos diurnas. También deja una valoración especialmente relevante sobre el rendimiento de las cámaras en condiciones nocturnas.
Como decimos, la experiencia completa de Ana tras todos estos meses con el Samsung Galaxy Z Fold7 ya está disponible en YouTube. Te invitamos a ver el vídeo y a dejarnos tus comentarios, tanto en este artículo como en nuestro canal.
Imágenes | Xataka
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