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España siempre anheló que EEUU le mirara como a Italia y Francia. Ahora ese deseo se está haciendo peligrosamente realidad
A mediados de año comenzó a correr el rumor de un boicot de Europa a Estados Unidos en uno de sus sectores más rentables: el turismo. Entre el caldo de cultivo se hablaba de una situación política que había generado rechazo, notándose incluso en las caídas de reservas para el verano (hasta un 25%). Curiosamente, esto no ocurre, ni remotamente, a la inversa. De hecho, a los estadounidenses les gusta tanto España que se espera una avalancha de ciudadanos en los próximos años. Hablamos de millones.
El descubrimiento personal. Lo cierto es que la relación entre los viajeros estadounidenses y España no se entiende solo a partir de las estadísticas, sino también de las historias individuales que han captado la atención en redes sociales. En 2023, la familia Smith, originaria de Kansas, se instaló en Logroño tras decidir cambiar de vida en plena pandemia.
Sus vídeos en TikTok e Instagram, al igual que los de Morgan, una creadora de Michigan trasladada a Madrid, hicieron visible el contraste entre el estilo de vida estadounidense y el español: la sociabilidad de las cenas a las diez de la noche, la tranquilidad de contar con un sistema de salud pública, la cultura de sentarse a desayunar en lugar de comer deprisa o la naturalidad de que los parques infantiles estén al lado de un bar. Para millones de seguidores, su visión servía como espejo de un país que ofrecía seguridad, calidad de vida y un sentido de comunidad distinto, despertando un interés renovado por experimentar España desde dentro.
El salto cuantitativo. Ese interés personal se reflejó después en los números. En 2024, España recibió casi 94 millones de turistas internacionales y rompió todos los registros, con un aumento del 12% en llegadas y del 18,6% en gasto solo en los primeros siete meses del año. El informe de CaixaBank Research subrayó un dato especialmente llamativo: el gasto de los visitantes de Norteamérica en agosto fue un 90% superior al de 2019, lo que convertía a Estados Unidos en uno de los mercados más dinámicos y lucrativos.
¿Razones? La fortaleza del dólar y el crecimiento económico estadounidense explicaban parte de la tendencia, que se consolidaba en destinos como Cataluña, Baleares y Canarias. Mientras tanto, aerolíneas como United Airlines aprovecharon la coyuntura para multiplicar rutas directas a España, inaugurando conexiones con Mallorca, Málaga, Tenerife y Bilbao.
La proyección de futuro. La euforia se confirmó este mes de septiembre con la publicación del informe Portrait of American & Canadian International Travelers, encargado por Turespaña. Según el estudio, el 70% de los estadounidenses planea visitar España en los próximos tres años, una proporción aún mayor entre los millennials (81%) y los viajeros de alto poder adquisitivo (76%).
Las cifras dibujan un panorama de crecimiento sostenido, con proyecciones de gasto superiores a 13.000 dólares anuales por viajero y un notable interés por experiencias culturales auténticas, gastronomía y naturaleza. Madrid y Barcelona encabezan la lista de destinos deseados, seguidos por Valencia y Sevilla, mientras que en el ámbito insular destacan Tenerife y Gran Canaria, con un interés que supera el 70%.
Por qué. La gran pregunta. Los informes señalan factores clave para explicar este entusiasmo: la seguridad (91%), el clima (87%) y las actividades culturales (87%) son decisivos en la elección. También se subraya una mayor sensibilidad hacia la sostenibilidad, con el 84% de los estadounidenses dispuesto a pagar más por servicios responsables con el medio ambiente, una disposición liderada por las generaciones más jóvenes.
Además, cambian los hábitos de planificación: el peso creciente de las reseñas en línea y de redes sociales como Instagram o YouTube, la preferencia por itinerarios multiciudad (84%) y la expansión del mercado de alojamientos turísticos tipo Airbnb, que compite con hoteles y resorts tradicionales.
España frente a la competencia. En el tablero global, España aparece como un destino “equilibrado y versátil”, capaz de combinar cultura, gastronomía y naturaleza en una oferta única. El informe sitúa al país por delante de Francia, Portugal o Reino Unido en el mercado norteamericano, y en un pulso directo con Italia y Grecia por el liderazgo en la experiencia cultural mediterránea.
Los datos de 2024 y del primer semestre de 2025 lo confirman: Estados Unidos se ha convertido en el cuarto mercado emisor en gasto total, con 9.014 millones de euros y más de 4,3 millones de visitantes, un perfil de turista de alta capacidad adquisitiva que se queda ocho días de media y gasta más de 270 euros diarios.
De la experiencia personal al fenómeno. Lo que comenzó como un fenómeno de descubrimiento personal (familias y jóvenes que compartían en redes su asombro por las costumbres españolas) se ha transformado en un flujo masivo que marca récords de gasto y proyecta millones de llegadas en los próximos tres años. España no solo se ha convertido en destino turístico de referencia para los estadounidenses, sino también en un espejo de valores y estilos de vida que contrastan con los de su país de origen.
Entre las terrazas abarrotadas a medianoche, la cocina mediterránea, la seguridad de las ciudades o la sanidad pública, se dibuja una imagen que atrae tanto a viajeros en busca de ocio como a quienes desean replantearse su vida entera. El reto, a partir de ahora, será gestionar esta ola sin que se diluya la calidad de vida que, paradójicamente, es el mayor atractivo de España para quienes la descubren desde lejos.
Imagen | Willian Justen de Vasconcellos
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una selección de obras maestras y clásicos modernos rebosante del mejor cine
Con todo el inmenso catálogo de Warner a su disposición, tiene todo el sentido que HBO Max pueda ofrecernos una buena sartenada de películas de primera categoría. Y aunque abundan los rivales, cuando tenemos ganas de buen cine, HBO Max suele ser una opción prioritaria. Desde franquicias como DC o ‘El Señor de los Anillos’ a éxitos recientes de gran interés, pasando por clásicos absolutos. Nos damos un paseo por lo que tiene HBO Max para nosotros, y encontramos todo esto.
El mago de Oz (1939)


No importa las décadas que pasen, el colorido y la imaginación de este clásico permanecen intactos. Todos la hemos visto millones de veces, pero el adorable magnetismo de sus efectos, sus vestuarios, sus canciones y su Technicolor son una lección fantástica de toido lo que nos gusta del cine. ‘Wicked‘ ha revalorizado sus escenarios y su mundo de imaginación, pero francamente, nos quedamos con el no-del-todo ingenuo original. ¿’El Padrino’? ¿’Ciudadano Kane’? ¿’2001′? Quita, quita: esta es la auténtica obra maestra total del séptimo arte.
El resplandor (1980)


¿La película más aterradora de todos los tiempos? Bueno, puede ser. Lo que está claro es que es una de las mejores películas de su género de toda la historia, quizás la mejor adaptación de Stephen King y, sin lugar a dudas, una pesadfilla hiperinfluyente que ha dejado su huella en la cultura pop en forma de parodias, imitaciones y mil formas más de ecos en el tiempo. Jack Nicholson y Shelley Duvall dan vida a una pareja en crisis que se enfrenta a los espectros de un hotel encantado y aislado en la nieve, y Stanley Kubrick se encarga de darle un orden sicótico y enigmático a todo. Ah, si quieres más Kubrick, en HBO Max tienes también ‘La naranja mecánica‘ y ‘Eyes Wide Shut‘
Gremlins (1984) y Gremlins 2 (1990)


¿Estamos ante los bichos más entrañables de la historia del cine? Puede discutirse, aunque cuentan con nuestro voto a favor: estas dos producciones de Steven Spielberg dirigidas por Joe Dante y que forman una dupla única (aunque acaba de anunciarse una tercera entrega para 2027) aún pasman no solo por lo obvio (el carisma de los peluches, el magnífico plantel de protagonistas, su ritmo frenético), sino por el exquisito choque de géneros que proponen, especialmente la primera entrega. Una especie de mezcla alquímica de humor amable, horror violento y espíritu navideño que cobra vida gracias al anárquico espíritu destrozón de sus peludos protagonistas.
Pesadilla en Elm Street 1-5 (desde 1984)


Podemos entrar en múltiples discusiones sobre cuál es la mejor franquicia de terror de los ochenta. Cada cual tiene las suyas, pero nosotros nos quedamos con la protagonizada por Freddy Krueger: las cinco primeras entregas (faltan la más floja, la sexta, y el extrañísimo metacolofón de ‘La nueva pesadilla’) son gloriosos espectáculos de imaginación y efectos especiales tradicionales, cada una con su personalidad. De la sordidez sin límites de la inabarcable primera entrega al regreso a los orígenes de la quinta, pasando por el manifiesto queer involuntario de la segunda, la gloriosa mixtura de cine proto-superheroico y horror de la tercera o la verbena de látex y gore de la cuarta. Diversión sin límites.
Aliens el regreso (1986)


Aunque nada (ni la sonrisa de un niño, ni un atardecer perfecto en una isla desierta del Pacífico) puede superar a ‘Alien, el octavo pasajero’, su secuela entra en su propia categoría de leyenda de la acción y la ciencia ficción de los ochenta. Todo funciona como un absoluto misil en esta película: de la definición de los personajes a la evolución de Ripley, pasando por la presentación de la Reina Alien o el giro en la personalidad del nuevo sintético. Una absoluta maravilla que se puede revisar sin miedo una y otra vez.
Bitelchús (1988)


HBO Max tiene una considerable colección de películas de Tim Burton (la reciente secuela de Bitelchús, las dos ‘Batman’, la deliciosa ‘Mars Attacks!’ y las más bien horribles ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ y ‘Sombras tenebrosas’), pero nos quedamos con esta absoluta maravilla del inicio de su carrera, que aún hoy sigue pasmando por su mezcla orgánica y divertidísima de terror y comedia. Chistes gruesos, sátira venenosa de la normalidad burguesa, un diseño de personajes extraordinario, efectos especiales adorables e imaginación desbordante casi en cada plano.
Sin perdón (1992)
Por desgracia no hay casi nada del espléndido catálogo de Clint Eastwood en HBO Max (recomendamos, si quieres más, la también accesible por la plataforma ‘Mystic River‘), pero esta es una de sus mejores obras, así que no conviene dejar pasar la oportunidad. Una reformulación del western clásico que traza un puente entre el pasado del género, del que Eastwiood forma orgullosa parte, y lo que estaba por venir en los años venideros. Una maravilla rotunda en forma y fondo y con un reparto increible donde brillan el propio Eastwood, Gene Hackman, Morgan Freeman y Richard Harris.
Trilogía ‘El Señor de los Anillos’ (desde 2001)


Qué decir a estas alturas de una de las obras cumbres del cine de fantasía y aventuras de las últimas décadas: buena parte de su secreto está en partir de una saga literaria considerada también una leyenda del género, los tres libros de J.R.R. Tolkien. Con una espectacular puesta en escena y una profunda exploración de temas como la lucha entre el bien y el mal o la corrupción del poder, Jackson enhebró una saga que ha vivido coletazos como la última precuela en formato serie, pero que difícilmente veremos igualada. Equilibrando la épica de las batallas con momentos íntimos, estamos ante una obra de orfebrería que consigue comunicar, sin banalizarlo, la vastedad y complejidad del universo de Tolkien.
El protegido (2000)


Minusvalorada en su día por quienes esperaban una nueva ‘El sexto sentido’, esta película de superhéroes-que-no-lo-son-tanto se adelantó a toda la fiebre actual por el género, y ha acabado ganándose una consideración de culto hasta generar un par de secuelas de las que en HBO Max puedes ver la última, ‘Glass‘. El duelo entre Bruce Willis y Samuel L. Jackson como dos seres extraordinarios y al límite tiene resonancias casi míticas, y gracias al uso de la atmnósfera y el ritmo magistrakles de M. Night Shyamalan, ‘El protegido’ nos llega hasta hoy casi conservada en una burbuja exquisita donde solo se parece a sí misma.
Saga ‘Destino final’ (desde 2000)


La saga casi al completo (falta la cuarta, que suele perderse en estas compras de paquetes en plataformas), culminando con la reciente y magnífica ‘Lazos de sangre’, que reformula la idea originasl sin perder ni un ápice de su encanto. Ya sabes de qué va esto en la franquicia de terror juvenil más morbosa y malabarista: un grupo de chavales escapan por los pelos de un accidente rocambolesco, pero la muerte toma nota e intenta ir eliminándolos en el mismo orden en el que tendrían que haber muerto originariamente. Toda una variación del concepto tradicional de las “maldiciones” en una serie que es diversión pura.
Chicas malas (2004)


Una de las piezas clave del resurgir de la comedia juvenil de principios de siglo. Inteligentísima y rebosante de bilis, gracias al guión de Tina Fey trasciende su condición de producto para adolescentes con la historia de una joven que tiene que descifrar las complejas dinámicas sociales del instituto. Pese a su ingenuidad inicial acaba involucrada en un grupo de chicas populares, al que pronto planeará destronar. Con diálogos ingeniosos y un agudo análisis de las luchas de poder juveniles, Lindsay Lohan demuestra su carisma y su mala idea en una película que, pese a su condición de entretenimiento pasajero, sigue tan vigente como en su día.
El truco final (2006)


Aunque en la plataforma está la trilogía del Caballero Oscuro, nos quedamos con esta película semi-olvidada de Christopher Nolan que, sin embargo, tiene todo lo que nos gusta: magos decimonónicos y David Bowie. La película relata la intensa rivalidad entre dos ilusionistas victorianos, convertida en competición obsesiva por crear el truco de magia definitivo. Misterio, romanticismo e incluso elementos de ciencia ficción se dan cita en una película que es, ante todo, el espléndido retrato de una obsesión, en una película en la que lo de menos es la estructura narrativa alambicada propia de Nolan, y lo mejor, su extraordinaria factura visual y su reparto encabezado por Hugh Jackman y Christian Bale.
Zodiac (2007)


Una dupla perfecta, morbosa y oscura de thrillers de David Fincher en HBO Max: ‘Seven‘ y, más de una década después, esta ‘Zodiac’ basada en hechos reales y que narra la obsesiva búsqueda del asesino en serie que aterrorizó San Francisco a finales de los años sesenta. La película sigue a varios personajes clave en la investigación, y con un tono realista y meticuloso, que evita el sensacionalismo y muestra el impacto psicológico de la investigación entre los que la siguen, Fincher crea una atmósfera tensa y obsesiva y que, finalmente, no ofrece demasiadas respuestas al caso, más allá del vacío y la incomprensión. Soberbias interpretaciones de Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr. y Mark Ruffalo, en una película nada comercial y que no da respuestas definitivas en ningún sentido.
It (2017)
Acompañada de su inseparable y también fantástica secuela, esta nueva adaptación del clásico de Stephen King (basada en la que para muchos es su mejor novela) no consigue hacer olvidar del todo la excepcional miniserie de los ochenta, sobre todo porque Tim Curry es mucho Tim Curry. Pero su fidelidad al libro original y la decisión de dividir la historia en dos partes a la vez entrelazadas e independientes le da una consistencia única al conjunto. Extraordinario Bill Skarsgard revitalizando a Pennywise, un plantel de jóvenes actores excepcional y una buena sartenada de imágenes tan icónicas como aterradoras.
Vivarium (2019)


Una película única y desconcertante, pero altamente disfrutable y llena de sorpresas, con un mensaje que apela a problemáticas tan tangibles como la escasez de vivienda, pero que a ratos parece un episodio enloquecido de la ‘Twilight Zone’ más abstracta. Una joven pareja que quiere comprar su primera casa se tropieza con la oportunidad de adquirir un terreno en una urbanización compuesta por casas idénticas y donde flota un ambiente extraño. Al visitar la casa número 9, quedan atrapados en un ciclo sin fin de calles iguales, sin poder salir de la urbanización. Es solo el principio de una situación cada vez más asfixiante y extraña, que encuentra en Imogen Poots y Jesse Eisenberg a dos perfectos náufragos con los que elaborar una descarnada y rotunda crítica social.
Parásitos (2019)


Al más puro estilo coreano, una mezcla imbatible de géneros (comedia negra, thriller, drama social) y un fuerte contenido simbólico son los puntos fuertes de esta historia sin villanos claros y con un mensaje incómodo: la riqueza y la pobreza funcionan en un ciclo perpetuo de dependencia y conflicto. Todo a partir de la historia de una familia que vive en la precariedad, y que desarrolla un plan para infiltrarse en la vida de otra familia, esta muy adinerada, haciéndose pasar por empleados cualificados. La flojera del capitalismo, al desnudo en la consagración total del cine coreano en Hollywood, al convertirse en la primera película en lengua no inglesa que ganó el Oscar a Mejor película.
Titane (2021)


Una mezcla contundente y no para todos los gustos de terror y drama que explora, con un enfoque originalísimo, cuestiones tan complejas como la identidad de género, los límites del cuerpo y las relaciones familiares tóxicas. La protagonista es una mujer que lleva un implante de titanio en el cráneo tras un accidente automovilístico, y cuya relación obsesiva con los coches la han llevado a la violencia y el aislamiento. Con elementos de body horror, momentos de violencia explícita y un simbolismo muy potente, ‘Titane’ desafía al espectador y fue merecedora de la Palma de Oro en Cannes.
Dune (2021) y Dune: Parte Dos (2024)
Mejor acudir a estas dos películas como una sola (que pronto serán trilogía, ya completando la historia) que verlas por separado. Aunque adaptar la torrencial obra de Frank Herbert es imposible, Dennis Villeneuve hace un buen trabajo evocando la atmósfera, los paisajes y las intrigas que subyacen en las novelas, aunque sea de un modo inevitablemente simplificado. Un reparto colosal, una puesta en escena épica, y aunque al final siempre vamos a preferir la versión de David Lynch, estas dos no son malas sustitutas. Y si tienes ganas de más, la serie precuela también da tumbos por HBO Max.
Otra ronda (2023)


Estimulante tragicomedia danesa que retrata el experimento de cuatro profesores de secundaria que deciden mantener un nivel constante de alcohol en sangre para comprobar sus efectos en la vida cotidiana. Con un punto de partida tan sencillo, y sin abandonar nunca un tono tan reposado como ligero, la película explora cuestiones existenciales como el vacío vital, la crisis de madurez y la búsqueda de significado en el día a día. Huyendo de moralismos y con personajes llenos de matices, la película destaca sobre todo por la interpretación memorable de Mads Mikkelsen, cuyo baile final es ya un clásico del cine que se hace al margen de las superproducciones.
Kinds of Kindness (2024)
El inclasificable Yorgos Lanthimos firma una película antológica compuesta por tres historias que abordan temáticas de dominación, sumisión y violencia, todo bañado en el humor negro y el tono provocador habituales del director de ‘Canino’. Emma Stone y Jesse Plemons están grandiosos en historias con arranques intrigantes y perversos, gente encerrada en relaciones y existencias teledirigidas, en una auténtica maravilla que también supone un tour de force para el espectador por el metraje de la película, pero que compensa, como de costumbre en Lanthimos, con un tipo de cine que nadie más hace.
La primera profecía (2024)


Una de las mejores películas de terror de 2024 llegó por sorpresa con una premisa tan poco atractiva como la de funcionar de precuela para la legendaria ‘La profecía’. Sin embargo, sus aterradoras imágenes y su cuidadísima factura de giallo tardío, además de su voluntad de distanciarse de la película original, pero a la vez rendirle pleitesía, la convierten en una absoluta maravilla. Seguiremos a una joven novicia que inicia un tormentoso camino hacia la revelación del origen del mal que dará lugar al Anticristo Damien, mezclando elementos de horror psicológico, satanismo y conspiración dentro de la iglesia.
Godzilla y Kong – El nuevo imperio (2024)


Aunque tienes el Monsterverso casi al completo por aquí (falta la que quizás es la mejor de todas, ‘La Isla Calavera’), nosotros nos quedamos con este último choque de monstruos. Un combate a zurriagazos colosales que desborda sentido del humor y de la maravilla, y que incluye una cantidad de violencia absolutamente cómica, mucha imaginación y decenas de bichos, incluidos una buena cantidad de simios malvados que obligará a nuestros dos héroes gigantes a firmar un armisticio. Absolutamente desvergonzada, altamente ruidosa, ‘El Nuevo Imperio’ simboliza un tipo de cine de consumo, alegre y trotón, que nos gustaría que se hiciera más a menudo.
Weapons (2025)
La mejor película de terror de 2025 es esta maravilla llena de humor, violencia y sorpresas, planteada como un retrato coral fragmentado con elementos de sátira suburbana. El inexplicable suceso de la desaparición de un aula entera de niños en plena noche vertebra una historia con un tono entre la sátira social y la historia de brujería, explorando temas como el trauma, la paranoia y la violencia oculta bajo lo cotidiano. Una gran sucesora, pero aún mejor, de la anterior película de Zach Cregger, ‘Barbarian’, gracias a la creación de una villana memorable.
Superman (2025)


Por supuesto, en HBO Max tienes todo el catálogo de superhéroes DC al completo, pero pocas igualan a la renovación que ha emprendido James Gunn con este ‘Superman’. David Corenswet nos brinda una visión muy distinta a la de Henry Cavill de hace unos años, que resulta más próxima a los comics clásicos y que ya enhebra un estimulante universo con futuros imprescindibles como Supergirl o Los Colegas de la Justicia. Vibrante, colorista y llena de humor, la guinda es un Lex Luthor absolutamente perfecto encarnado en Nicholas Hoult.
Los pecadores (2025)
Otra de las sensaciones del género de terror de 2025: una película de vampiros ambientada en el sur de Estados Unidos durante la década de los treinta, que mezcla una intensa narrativa sobrenatural con un profundo contexto social y cultural. Dirigida por Ryan Coogler (‘Pantera Negra’), sigue a dos hermanos gemelos que regresan a su pueblo natal para abrir un club nocturno y unir a una comunidad afroamericana que sigue sufriendo la discriminación. Un cóctel muy equilibrado entre el análisis de la herencia cultural negra y el puro espectáculo de verbena vampírica. Brutal Michael B. Jordan en suu papel doble.
En Xataka | Las mejores películas de terror: 24 pesadillas que no te dejarán dormir durante meses
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una nueva prueba matemática zanja el debate sobre si el universo es una simulación
¿Y si todo lo que vemos, sentimos y experimentamos no es real? Es una de las ideas más fascinantes de la ciencia ficción y la filosofía moderna, en la que se plantea que todo lo que nos rodea es una auténtica simulación de ordenador de alguna civilización superior, como si fuéramos literalmente sims. Y tal es su magnitud, que la ciencia ha tenido que salir a desmentir esta idea.
El problema. La ‘hipótesis de la simulación’ ha pasado de ser una simple premisa de película a un debate serio en círculos tecnológicos y físicos. El argumento suele ser estadístico: si una civilización puede crear una simulación de la realidad, probablemente creará muchas. Esas simulaciones podrían a su vez generar las suyas y en esta ‘pila’ infinita de realidades, las probabilidades de que nuestro universo sea original son casi nulas.
Y aunque este ha sido un tema muy comedido entre los filósofos, la ciencia ha querido también entrar de lleno con una investigación para dar respuesta a un problema dentro de la física fundamental y las matemáticas puras. Y la respuesta la tienen bastante clara: no estamos en una simulación.
El estudio. Un equipo internacional de físicos, que incluye al Dr. Mir Faizal de la Universidad de Columbia Británica (UBC) y al renombrado físico Dr. Lawrence M. Krauss, ha demostrado matemáticamente que el universo no puede ser una simulación por computadora.
Sus hallazgos, publicados en el Journal of Holography Applications in Physics, no solo desmienten la idea, sino que revelan algo mucho más profundo sobre la naturaleza de la realidad: el universo se basa en un tipo de “comprensión” que existe más allá del alcance de cualquier algoritmo.
La realidad. Para entender esta prueba, debemos entender primero lo que es la ‘realidad’. La física moderna ya no ve el universo como ‘materia’ tangible moviéndose en un espacio vacío, sino que gracias a Einstein se fusionó el espacio y el tiempo para demostrar ahora que el mundo microscópico es probabilístico.
La teoría más aceptada en la actualidad se centra en la gravedad cuántica, que sugiere que el espacio y el tiempo son fundamentales. Son “emergentes”: brotan de algo más profundo, algo más parecido a la información pura.
De esta manera, los físicos asumen que una “Teoría del Todo” (ToE) que unifique la gravedad y la física cuántica sería, en esencia, un gran sistema axiomático: un conjunto de reglas significativas y cálculos algorítmicos a partir de los cuales se podría “computar” y generar todo el universo, incluido el propio espaciotiempo.
Teoremas de Incompletitud. En 1931, el lógico Kurt Gödel demostró algo que dinamitó los cimientos de las matemáticas: cualquier sistema formal (como un programa de ordenador o un conjunto de leyes físicas) que sea lo suficientemente complejo como para incluir la aritmética básica, será incompleto o inconsistente.
Con ‘incompleto’ se hace referencia a que existirán afirmaciones verdaderas dentro de los propios sistemas que jamás se va a poder demostrar siguiendo sus propias reglas. Es como la famosa paradoja que dice “esta afirmación es verdadera, pero no se puede demostrar”.
El equipo de Faizal argumenta que cualquier ToE puramente algorítmica sufriría de esta limitación. Siempre habría “verdades gödelianas” sobre la física del universo (quizás sobre microestados específicos de agujeros negros o la naturaleza de la singularidad) que ese sistema computacional no podría probar.
Dos capas. Si el universo algorítmico está “incompleto”, ¿cómo es que nuestra realidad parece funcionar? Los investigadores proponen que la realidad no es solo el algoritmo. Esto es lo que permite al universo “saber” que esas verdades de Gödel son ciertas, aunque el algoritmo por si solo no pueda demostrarlas. Es una capa fundamental de la realidad que trasciende la simple computación.
La prueba final. Con todas las piezas sobre la mesa, la refutación de la hipótesis de la simulación se vuelve clara y elegante. Lo primero de todo es que toda simulación es logarítmica, es decir, un ordenador ejecuta un problema siguiendo unas reglas muy concretas que no deja lugar a dudas. De esta manera, se choca de frente con nuestras teorías que no son ‘perfectas’ en sus demostraciones.
Pero no se quedan aquí, ya que los científicos han apuntado a que un algoritmo solo puede simular la parte algorítmica, haciendo que un ordenador solo podría, en el mejor de los casos, emular la parte computacional e incompleta de nuestro universo.
Y lo más importante sin duda es que nuestro universo es más que un algoritmo, puesto que como demuestran los teoremas de Gödel, la realidad física completa debe incluir una capa no algorítmica para ser consistente y completa.
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En esta isla de Japón hay un semáforo que solo se pone en verde una vez al año, y no precisamente para controlar el tráfico
En la pequeña isla japonesa de Himakajima hay un semáforo que permanece todo el año parpadeando en ámbar o en rojo. Solo durante un día de mayo cambia su comportamiento habitual y activa su luz verde (o azul, según insisten en Japón). No se trata de una avería. Fue diseñado así por un motivo que va más allá del control del tráfico.
Un semáforo educativo. El semáforo se instaló en 1994 en la intersección del puerto este de Himakajima, pero no para regular el tráfico. La isla apenas tiene 2.000 habitantes y circulan pocos vehículos por sus carreteras. El semáforo existe únicamente para enseñar a los niños del lugar cómo funcionan las señales urbanas antes de que abandonen la isla rumbo a ciudades más grandes.
Un problema menos. Según explica la Asociación de Seguridad Vial de Himaka, que promovió su instalación, los menores crecían sin experiencia real con semáforos. Antes usaban maquetas pequeñas en las clases de seguridad vial, pero los propios niños preguntaban “¿cómo es un semáforo de verdad?”, cuenta Kazuo Sugiura, antiguo presidente de la asociación, al medio local Asahi.
Un día al año para aprender. Cada mes de mayo, el semáforo se activa durante una jornada completa. Los alumnos de tercero y quinto de primaria de la escuela local acuden al cruce acompañados de profesores, padres y autoridades. Allí practican cómo cruzar correctamente: esperan a que cambie el color, miran a ambos lados y atraviesan el paso de cebra con el brazo levantado, tal como harían en cualquier ciudad de Japón.
Más difícil de lo esperado. Los niños también descubren que calcular el tiempo que tienen para cruzar el paso no es tan sencillo como parece. “Fue complicado porque se puso en rojo cuando intentaba cruzar”, explicó una alumna de tercero al medio tras practicar con su bicicleta. El ejercicio les ayuda a entender los tiempos reales de cambio de luz y a desarrollar reflejos de seguridad que no pueden adquirir en su día a día en la isla.
Una curiosidad turística inesperada. Esta pequeña anécdota ha ganado notoriedad más allá de Japón. Cada año circulan vídeos y fotos en redes sociales mostrando el peculiar ritual educativo. Algunos usuarios hasta consultan la web del gobierno local para conocer la fecha exacta del “día verde” y presenciar el acontecimiento, aunque varía ligeramente cada temporada.
Ya es parte de la identidad de la isla. Una vez concluido el entrenamiento anual, el semáforo vuelve a su rutina de luces parpadeantes. No cumple ninguna función práctica en el control del tráfico, pero se ha acabado convirtiendo en un pequeño símbolo de cómo la comunidad de esta isla prepara a sus hijos para el mundo urbano. El resto del año, Himakajima sigue siendo un lugar tranquilo conocido por sus playas y sus platos de pulpo, con un semáforo que cuenta los días hasta poder volver a ponerse en verde.
Imagen de portada | Google Maps
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