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El futuro de la inteligencia artificial no está en la nube, está en el núcleo del átomo
A las afueras de Palo, un pueblo agrícola del este de Iowa, todavía se ven las torres grises de la central nuclear Duane Arnold. Llevan años en silencio, pero quienes viven cerca recuerdan el zumbido constante que acompañó su infancia. Durante casi medio siglo, ese reactor de agua en ebullición fue parte del paisaje y del suministro eléctrico del Medio Oeste.
Todo cambió en agosto de 2020, cuando un derecho —una muralla de tormentas con vientos huracanados— arrasó los cultivos de maíz y dañó las torres de enfriamiento. Duane Arnold se apagó y nadie pensó que volvería a encenderse.
La planta, ya envejecida y con una licencia próxima a expirar, se apagó definitivamente. Parecía el fin. Cinco años después, ese silencio atómico volverá a romperse, impulsado no por el Estado ni por la industria nuclear tradicional, sino por una empresa tecnológica: Google.
“Está vivo, está vivo”. Gritaba Victor Frankenstein en la película de 1931. Nueve décadas después, ese grito resuena simbólicamente en Iowa: la central nuclear Duane Arnold volverá a la vida. La resurrección llegará de la mano de Google y NextEra Energy, que invertirán más de 1.600 millones de dólares para devolver el pulso a la planta en 2029.
Según Reuters, Google comprará la mayor parte de la energía generada durante 25 años para alimentar sus centros de datos de inteligencia artificial, mientras NextEra asumirá el 100% del control de la central tras adquirir las participaciones de sus socios locales.
Una restructuración nunca vista. Reactivar una planta nuclear no es tan simple como volver a apretar un botón. En el caso de Duane Arnold, Google y NextEra Energy planean rehacer toda la infraestructura crítica, modernizar los sistemas de seguridad y superar la inspección de la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) antes de recibir una nueva licencia.
El proyecto es inédito: demostrar que una central clausurada puede revivir bajo los estándares de seguridad actuales. “Reabrir una planta existente es más rápido y más barato que construir una nueva desde cero”, explican analistas citados por el Financial Times. Si todo va bien, Duane Arnold volverá a producir energía en 2029, junto a Palisades y Three Mile Island, las otras dos piezas del renacimiento atómico estadounidense.
No es la primera, ni será la última. Las grandes tecnológicas están apostando por reapertura de plantas nucleares. Por un lado, Microsoft firmó un acuerdo similar con Constellation Energy para reabrir la planta de Three Mile Island en Pensilvania, que se prevé reanude operaciones en 2028. Por otro lado, Amazon trabaja con Dominion Energy para desarrollar reactores SMR (Small Modular Reactors) en Virginia.
El propio Google ya había dado pasos en esa dirección: el año pasado anunció una alianza con Kairos Power para construir siete reactores SMR antes de 2030, con capacidad total de 500 megavatios. Estos reactores modulares son más pequeños, eficientes y seguros, y se presentan como el futuro de la energía nuclear civil. Además, los SMR pueden instalarse cerca de los centros de datos, reduciendo pérdidas y costes de transporte eléctrico.
La fiebre energética de la IA. La tendencia es inequívoca: las Big Tech están apostando por el átomo para alimentar la era de la inteligencia artificial. Cada nueva generación de modelos —desde ChatGPT hasta Gemini o Claude— demanda miles de megavatios de energía adicional. Y el crecimiento apenas comienza.
En ese contexto, OpenAI —la creadora de ChatGPT— ha pedido al gobierno estadounidense un plan nacional para expandir drásticamente la capacidad eléctrica del país. Como informó CNBC, la empresa solicitó a la Casa Blanca comprometerse a construir 100 gigavatios de nueva capacidad energética cada año, advirtiendo que China añadió 429 gigavatios solo en 2024, frente a los 51 de Estados Unidos. En su comunicado concluye con una frase que se convertirá en un lema energético del sector: “Los electrones son el nuevo petróleo”.
Riesgos y dudas. Pese al entusiasmo, el proyecto de Google no está exento de polémica. El físico Edwin Lyman, del Union of Concerned Scientists, advirtió en el Financial Times que Duane Arnold tiene “el mismo diseño que los reactores que se fundieron en Fukushima en 2011” y que sufrió “daños significativos, incluidas sus torres de enfriamiento, durante el derecho de 2020″. “Hasta que no se conozca una estimación realista del coste de reconstrucción y las garantías de seguridad, no sabremos si puede generar electricidad asequible”, señaló Lyman.
Del mismo modo, Wall Street Journal recoge las críticas de grupos ambientalistas como Sierra Club, que cuestionan la edad del reactor, la degradación de sus componentes tras años de inactividad y la gestión de residuos radiactivos. No obstante, incluso entre los escépticos hay consenso en un punto: el apetito energético de la IA no deja alternativa a explorar todas las opciones posibles.
Los electrones del futuro. Lo que está ocurriendo en Iowa no es una simple reapertura industrial: es una declaración de intenciones del nuevo capitalismo tecnológico. Google, símbolo de la nube y la virtualidad, recurre al átomo más tangible y antiguo para sostener su futuro digital. La paradoja resume el momento: la inteligencia artificial necesita materia, megavatios y electrones reales.
La central Duane Arnold, que una vez marcó el esplendor y la decadencia del sueño nuclear americano, podría renacer como el corazón energético de la IA. Y si las predicciones de OpenAI se cumplen, no será la última. En la nueva economía global, la electricidad será el petróleo del siglo XXI. Y en Iowa, Google acaba de encender de nuevo la chispa.
Imagen | Unsplash
Xataka | La cantidad de energía nuclear que genera cada país, detallada en este mapa interactivo
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Una empresa de Singapur ha comprado 136.000 GPUs de IA de NVIDIA. Lo que no está claro es qué ha hecho con ellas
En los últimos tres años una desconocida empresa de Singapur se ha convertido en la gran compradora de chips de NVIDIA del sudeste asiático. Esa singular actividad ha hecho que se disparen las alarmas, sobre todo ahora que la guerra comercial entre EEUU y China hace que el “tráfico ilegal” de estos componentes esté extremadamente vigilado.
La sospecha. La empresa, llamada Megaspeed, está siendo investigada por el gobierno de EEUU. El objetivo es averiguar exactamente si hay lazos que unan a esta empresa con el gobierno chino y si los chips de NVIDIA que ha comprado la empresa han acabado en China a pesar del veto y la prohibición de que dichas tarjetas puedan acabar allí. El gobierno de Singapur también está comprobando si Megaspeed han violado las leyes locales, indican en Bloomberg.
Megaspeed niega la mayor. En un comunicado enviado por correo a ese diario, los responsables de Megaspeed declaran que la empresa “tiene sede en Singapur y opera completamente de acuerdo a las leyes aplicables, incluyendo las regulaciones de control de exportaciones de los Estados Unidos”.
De momento no hay evidencias. Un portavoz de NVIDIA indica que su petición de información a Megaspeed no muestra pruebas de que haya habido violación de los términos de esas transacciones. En sus visitas a los centros de datos de Megaspeed confirmaron que “las GPUs están donde se supone que tenían que estar”. Además según sus datos Megaspeed tiene propietarios y opera totalmente fuera de China, y no hay accionariado chino.
Pero sí da servicio a gigantes tech chinos. Megaspeed cuenta con una “neocloud”, infraestructura en la nube dedicada a ofrecer capacidad de cómputo para proyectos de IA. Dispone de varios centros de datos en el sudeste asiático, y la empresa alquila chips de NVIDIA a Alibaba. Esta es una opción que el gobierno de EEUU sí sigue permitiendo: nada de comprar chips, pero sí acceder a los de proveedores de países “no vetados”.
Situación delicada. La pregunta es si Megaspeed realmente ha hecho las cosas bien o si ha acabado sirviendo como intermediario para que los chips de NVIDIA acaben en empresas tecnológicas chinas. También sería inquietante que al final Megaspeed sí tuviera lazos con empresas o el gobierno chino. Este descubrimiento se produce justo cuando el presidente Donald Trump ha afirmado que aprobaría la venta de ciertos chips de NVIDIA a China, algo que hasta ahora estaba prohibido.
Datos confusos. Aunque en Bloomberg admiten que no han encontrado pruebas de que los chips de NVIDIA de Megaspeed hayan acabado siendo enviados a China, sigue habiendo dudas. Han analizado documentos con registros de transacciones comerciales, nombramientos y ofertas de trabajo tanto de Megaspeed como de algunas de sus empresas colaboradoras, y han detectado “incosistencias” entre el inventario de chips y los que realmente deberían estar instalados en sus centros de datos.
Megaspeed tiene miles de GPUs de NVIDIA. Y el problema es que esta empresa tiene un número enorme de chips de la compañía. Desde que se fundó en 2023 y hasta noviembre de 2025, Megaspeed ha importado al menos 136.000 GPUs de NVIDIA según los registros de aduanas de Malasia e Indonesia. Más de la mitad son chips Blackwell, que Trump dijo que no aprobaría que se exportasen a China. La mayoría de esas GPUs más recientes se adquirieron hace seis meses, pero los empleados de NVIDIA que visitaron los centros de datos no aclararon de forma definitiva que efectivamente los que se exportaron acabaron donde debían estar.
La sospecha: un misterioso centro de datos en China. En la web de Megaspeed se habla de que cuentan con tres centros de datos en Malasia e Indonesia. Se menciona además un cuarto en construcción en un “área específica” sin concretar. El problema es que Megaspeed mostró una imagen de un render con un centro de datos en Shanghai financiado en parte por la matriz original de Megaspeed, una empresa china. No solo eso: Megaspeed tiene una especie de gemelo corporativo en China con una web idéntica y que muestra que en realidad los empleados de la de Singapur son sus empleados. Todo ello genera preguntas claras que siguen sin resolverse y que levantan aún más suspicacias.
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Doomsday’ son indistinguibles de los reales. Al final, Scorsese tenía razón
El pasado fin de semana, YouTube cerró definitivamente Screen Culture y KH Studio, canales con sede en India y Georgia que acumulaban más de 2 millones de suscriptores y mil millones de visualizaciones entre ambos. Llevaban meses fabricando trailers generados por IA tan convincentes que resultaban indistinguibles de los materiales promocionales oficiales. El fenómeno ha alcanzado proporciones epidémicas con ‘Vengadores: Doomsday’, donde la frontera entre lo auténtico y lo sintético se ha vuelto prácticamente indetectable.
Qué ha pasado. La estrategia de Marvel de proyectar cuatro teasers exclusivos de la película antes de ‘Avatar: Fuego y ceniza‘ (uno cada semana, centrados en distintos personajes) ha creado el caldo de cultivo perfecto para la confusión. Sin distribución oficial online, cualquier usuario que quisiera verlos debía confiar en un ecosistema de filtraciones que, como afirma Kotaku, lleva años roto. Y en medio de ese vacío informativo, la IA generativa hizo su agosto: comenzaron a brotar de debajo de las piedras imágenes que mostraban a Doctor Doom como “clon de Stark”, clips supuestamente filmados en cines y deepfakes de un refinamiento que engañaban al ojo más experto.
Cada vez más sofisticados. Un estudio publicado por Nature ya en 2024 reveló que más del 53% de humanos pueden ser engañados por vídeos alterados digitalmente, mientras que investigaciones académicas recientes hablan de que las herramientas de detección de deepfakes tienen dificultades para identificar manipulaciones fuera de sus datos de entrenamiento. Con este caldo de cultivo, es normal que cada vez haya más trailers e imágenes falsos, sumidos en una generación continua de contenido de este tipo: en redes sociales, el 71% de imágenes están generadas por IA. Y se estima que han sido publicadas desde 2023 más de 10.000 millones de páginas generadas por IA.
Marvel pre-slop. Lo paradójico de esta situación es que Marvel no necesitaba la intervención de la IA para convertirse en contenido sintético. Ya lo era. Cuando Martin Scorsese declaró en 2019 que las películas de Marvel no eran cine sino “parques temáticos” donde los actores lo hacían “lo mejor que podían bajo esas circunstancias”, estaba hablando en realidad de que las franquicias habían reemplazado lo humano por lo algorítmico, que eran productos de ingeniería desprovistos del componente vivo que define al cine. Lo visionario del asunto: lo hizo antes de que ChatGPT entrara en nuestras vidas.
Todos sabemos cómo se hacen las películas de Marvel (y que han llevado primero a esa imagen de factoría despersonalizada de películas hechas en serie; y segundo, a la famosa “fatiga superheroica”), y encajan perfectamente con esa idea de “películas hechas por la IA antes de la IA”: artistas de efectos cambiando terceros actos completos dos meses antes de los estrenos, películas rodadas en platós con inmensas pantallas verdes generando secuencias donde el 99% de lo que vemos es digital, propuestas distintas pero con decisiones narrativas (especialmente en sus tramos finales) completamente intercambiables…
El primer follón. Remontémonos a ‘Spiderman: No Way Home‘ para analizar uno de los casos más llamativos de información y desinformación de este tipo, con el precedente directo de la IA generativa: los deepfakes. Durante meses circularon imágenes supuestamente filtradas de Tobey Maguire y Andrew Garfield en trajes de Spider-Man. Garfield negó repetidamente su participación, afirmando que el material era Photoshop. Luego un YouTuber publicó un video afirmando haber creado un deepfake del metraje filtrado, solo para después admitir que su vídeo era falso y el video original era real.
En Corridor Crew determinaron que sería “el deepfake más sofisticado jamás creado” si fuera falso. Sony aplicó copyright strikes contra las filtraciones, confirmación implícita de autenticidad. Resultado: los fans pasaron seis meses sin saber qué era real, pero lo difundieron de igual modo. Estudios sobre distintos fandoms revelan que la búsqueda de pertenencia impulsan la difusión de desinformación tanto como la de información legítima. Más caos: los algoritmos optimizan en base a la popularidad, más que por la calidad. Y las métricas de engagement pueden manipularse mediante comportamientos de naturaleza engañosa: bots, trolls organizados, redes de cuentas falsas…
Un cacao. El resultado: un mercado de la atención donde fabricar contenido sintético sobre ‘Vengadores: Doomsday’ genera más adhesión, difusión y popularidad que molestarse en verificar su autenticidad. Pero la IA no creó este problema: solo lo aceleró hasta volverlo insostenible. Y eso que ni siquiera estamos hablando de temas “serios”, vinculados a la política o la sociedad y donde ya entran en juego intereses reales para falsear el contenido, más allá de la mera diversión más o menos gamberra de difundir un trailer falso.
El cierre de la casa de los trailers falsos. El cierre de Screen Culture y KH Studio por parte de Youtube llega después de un conflicto que arrancó cuando en marzo ambos canales fueron desmonetizados. Para evitarlo, añadieron etiquetas como “fan trailer”, “parodia” o “trailer conceptual” a sus títulos y recuperaron la monetización. Pero esas advertencias desaparecieron de nuevo, y llegaron a crear 23 versiones de trailers falsos de ‘Los Cuatro Fantásticos’, algunos de ellos superando a los vídeos oficiales en resultados de búsqueda.
Pero hubo una polémica adicional: en la investigación de Deadline sobre el tema se reveló que varios estudios, como Warner y Sony, habían solicitado secretamente a YouTube que los ingresos publicitarios de estos videos con IA rebotaran hacia ellos, lo que deja esto no en el terreno de la ética, sino del beneficio económico. YouTube toleró durante años la proliferación de contenido sintético, incluso permitiendo que los estudios monetizaran material que engañaba a su propio público, y solo se detuvo cuando Disney, propietaria de Marvel, envió una carta de cese y desistimiento a Google, propietaria de Youtube.
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El fundador de Ikea fue uno de los hombres más ricos del planeta, pero su truco más famoso está al alcance de todos
Te puede gustar más o menos Ikea, pero no creo que existan muchas dudas sobre el éxito que ha tenido la compañía a lo largo de su historia. Una figura resultó clave en su ascenso. Su fundador, Ingvar Kamprad, fue un hombre distinto a su tiempo. El empresario murió con miles de millones de dólares en su cuenta y, sin embargo, la clave que le llevó al éxito y que siguió a rajatabla durante toda su vida era de lo más sencilla. Una pista: jamás gastar más de la cuenta.
Ingvar Kamprad antes de Ikea. Cuando te imaginas al tipo que levantó el imperio de Ikea, puedes pensar en alguien que vivió una vida de ensueño que muy pocos pueden alcanzar. Sin embargo, si la compañía es hoy lo que es, en parte se debe a que Kamprad era todo lo contrario a esos estereotipos. A pesar de su riqueza, era conocido por sus hábitos de lo más frugales.
Nacido en Suecia en 1926, sus inicios como “empresario” comenzaron muy pronto. A los cinco años vendía cerillas, y con diez se dedicaba a vender bicis, pescado o incluso adornos de navidad a sus vecinos. A los 17 años creó Ikea con el dinero que le dio su padre por las buenas notas. Por supuesto, no vendía muebles entonces, tan solo pequeños utensilios para la casa.
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Kamprad en 1965
Ikea se hace mayor. Ocurrió en 1956, cuando Kamprad revoluciona el mercado y la propia industria del mueble con la introducción de las cajas planas con muebles para montar en casa. Sí, así comenzaba una forma de vender el producto que se ha mantenido hasta hoy y que reducía los costes de la compañía a cambio de que el consumidor hiciera la otra parte del trabajo: montar los muebles.
El fundador logró tal éxito que se convirtió en uno de los hombres más ricos del planeta. De hecho, cuando murió en 2018 era el octavo en la lista mundial y contaba con un patrimonio neto estimado de 58 mil millones de dólares. Sin embargo, si te lo hubieras encontrado en vida, no hubieras pensado que estabas ante un multimillonario.
El truco de vida de Kamprad. Hablar del secreto del éxito de una empresa como Ikea en un artículo es poco menos que un acto de fe. Seguramente se entienda mejor en un libro y de forma más reposada, pero sí podemos entender algunas claves a través de la figura de su fundador. Y es que Kamprad insistía en una: ahorrar, y llevaba esa máxima cada día de su vida. “Todo lo que ganamos lo necesitamos como reserva”, decía.
Por ejemplo, el hombre era conocido por volar en clase turista, quedarse en hoteles económicos o conducir un Volvo 240 GL del 93 que le duró 20 años. De hecho, solo lo dejó cuando le convencieron de que era peligroso. Kamprad contaba que ser prudente con el dinero lo aprendió en la pequeña ciudad del sur de Suecia donde creció: “está en la naturaleza de Smaland ser ahorrativos”. Ejemplo de ello ocurrió en 2014, cuando regresó a Suecia después de 40 años de exilio fiscal con ropa “comprada únicamente en mercadillos”.


La anécdota del corte de pelo. En el año 2008, The guardian contaba una escena que decía mucho la personalidad del empresario. Al parecer, después de pagar alrededor 22 euros por un corte de pelo en los Países Bajos, dijo que el precio era demasiado alto para su presupuesto habitual para cortes de pelo, “Normalmente intento cortarme el pelo cuando estoy en un país en desarrollo. La última vez fue en Vietnam”, llegó a decir.
La filosofía de vida, a la empresa. Esos hábitos no sólo representaron el principio de la filosofía personal de Kamprad hacia el consumismo, sino que también debían servir de modelo para sus empleados. El New York Times detallaba que los vuelos, comidas y estancias en hoteles de bajo coste fueron iniciativas que promulgó entre los ejecutivos.
De hecho, en 1976 distribuyó el denominado como “Testamento de un comerciante de muebles“, un folleto con pautas que los empleados de Ikea han seguido desde entonces. En él, detalla partes de su filosofía frugal, afirmando que “desperdiciar recursos es un pecado mortal en Ikea”.
Su herencia, su legado. Décadas antes de fallecer, Kamprad había colocado la propiedad de la marca Ikea en una compleja red de fundaciones y sociedades holding. Sin embargo, estos bienes no fueron transmitidos a sus herederos. Al parecer, la Fundación Stichting Ingka, una entidad holandesa cuyo propósito declarado es donar a organizaciones benéficas y “apoyar la innovación” en el diseño, controla la mayoría de las tiendas Ikea.
Además, la Fundación Interogo posee los derechos de la marca y controla las franquicias globales a través de una filial. Esta fundación está gestionada por un consejo en el que los miembros de la familia Kamprad tienen el control minoritario. Es decir, que los herederos conservaron parte de la riqueza y el control, pero la mayor parte de su fortuna se encuentra en fideicomisos caritativos. Una complicada estructura como resultado de su deseo de preservar la cultura única de Ikea y garantizar su supervivencia a largo plazo.
Por qué Ikea. Antes de terminar esta pequeña recopilación de historias en torno al hombre que fundó la compañía más famosa de muebles, un secreto que muchos no conocen. ¿Por qué se llama Ikea? Se trata de un acrónimo de las iniciales del nombre y apellido de Kamprad, y las iniciales del nombre de la granja familiar donde nació (Elmtaryd) y el pueblo más cercano (Agunnaryd).
Imagen | Ikea, Haparanda Midnight Ministerial, Dominio Público
En Xataka | La psicología detrás de que IKEA te venda comida barata en su restaurante
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El futuro de la inteligencia artificial no está en la nube, está en el núcleo del átomo
A las afueras de Palo, un pueblo agrícola del este de Iowa, todavía se ven las torres grises de la central nuclear Duane Arnold. Llevan años en silencio, pero quienes viven cerca recuerdan el zumbido constante que acompañó su infancia. Durante casi medio siglo, ese reactor de agua en ebullición fue parte del paisaje y del suministro eléctrico del Medio Oeste.
Todo cambió en agosto de 2020, cuando un derecho —una muralla de tormentas con vientos huracanados— arrasó los cultivos de maíz y dañó las torres de enfriamiento. Duane Arnold se apagó y nadie pensó que volvería a encenderse.
La planta, ya envejecida y con una licencia próxima a expirar, se apagó definitivamente. Parecía el fin. Cinco años después, ese silencio atómico volverá a romperse, impulsado no por el Estado ni por la industria nuclear tradicional, sino por una empresa tecnológica: Google.
“Está vivo, está vivo”. Gritaba Victor Frankenstein en la película de 1931. Nueve décadas después, ese grito resuena simbólicamente en Iowa: la central nuclear Duane Arnold volverá a la vida. La resurrección llegará de la mano de Google y NextEra Energy, que invertirán más de 1.600 millones de dólares para devolver el pulso a la planta en 2029.
Según Reuters, Google comprará la mayor parte de la energía generada durante 25 años para alimentar sus centros de datos de inteligencia artificial, mientras NextEra asumirá el 100% del control de la central tras adquirir las participaciones de sus socios locales.
Una restructuración nunca vista. Reactivar una planta nuclear no es tan simple como volver a apretar un botón. En el caso de Duane Arnold, Google y NextEra Energy planean rehacer toda la infraestructura crítica, modernizar los sistemas de seguridad y superar la inspección de la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) antes de recibir una nueva licencia.
El proyecto es inédito: demostrar que una central clausurada puede revivir bajo los estándares de seguridad actuales. “Reabrir una planta existente es más rápido y más barato que construir una nueva desde cero”, explican analistas citados por el Financial Times. Si todo va bien, Duane Arnold volverá a producir energía en 2029, junto a Palisades y Three Mile Island, las otras dos piezas del renacimiento atómico estadounidense.
No es la primera, ni será la última. Las grandes tecnológicas están apostando por reapertura de plantas nucleares. Por un lado, Microsoft firmó un acuerdo similar con Constellation Energy para reabrir la planta de Three Mile Island en Pensilvania, que se prevé reanude operaciones en 2028. Por otro lado, Amazon trabaja con Dominion Energy para desarrollar reactores SMR (Small Modular Reactors) en Virginia.
El propio Google ya había dado pasos en esa dirección: el año pasado anunció una alianza con Kairos Power para construir siete reactores SMR antes de 2030, con capacidad total de 500 megavatios. Estos reactores modulares son más pequeños, eficientes y seguros, y se presentan como el futuro de la energía nuclear civil. Además, los SMR pueden instalarse cerca de los centros de datos, reduciendo pérdidas y costes de transporte eléctrico.
La fiebre energética de la IA. La tendencia es inequívoca: las Big Tech están apostando por el átomo para alimentar la era de la inteligencia artificial. Cada nueva generación de modelos —desde ChatGPT hasta Gemini o Claude— demanda miles de megavatios de energía adicional. Y el crecimiento apenas comienza.
En ese contexto, OpenAI —la creadora de ChatGPT— ha pedido al gobierno estadounidense un plan nacional para expandir drásticamente la capacidad eléctrica del país. Como informó CNBC, la empresa solicitó a la Casa Blanca comprometerse a construir 100 gigavatios de nueva capacidad energética cada año, advirtiendo que China añadió 429 gigavatios solo en 2024, frente a los 51 de Estados Unidos. En su comunicado concluye con una frase que se convertirá en un lema energético del sector: “Los electrones son el nuevo petróleo”.
Riesgos y dudas. Pese al entusiasmo, el proyecto de Google no está exento de polémica. El físico Edwin Lyman, del Union of Concerned Scientists, advirtió en el Financial Times que Duane Arnold tiene “el mismo diseño que los reactores que se fundieron en Fukushima en 2011” y que sufrió “daños significativos, incluidas sus torres de enfriamiento, durante el derecho de 2020″. “Hasta que no se conozca una estimación realista del coste de reconstrucción y las garantías de seguridad, no sabremos si puede generar electricidad asequible”, señaló Lyman.
Del mismo modo, Wall Street Journal recoge las críticas de grupos ambientalistas como Sierra Club, que cuestionan la edad del reactor, la degradación de sus componentes tras años de inactividad y la gestión de residuos radiactivos. No obstante, incluso entre los escépticos hay consenso en un punto: el apetito energético de la IA no deja alternativa a explorar todas las opciones posibles.
Los electrones del futuro. Lo que está ocurriendo en Iowa no es una simple reapertura industrial: es una declaración de intenciones del nuevo capitalismo tecnológico. Google, símbolo de la nube y la virtualidad, recurre al átomo más tangible y antiguo para sostener su futuro digital. La paradoja resume el momento: la inteligencia artificial necesita materia, megavatios y electrones reales.
La central Duane Arnold, que una vez marcó el esplendor y la decadencia del sueño nuclear americano, podría renacer como el corazón energético de la IA. Y si las predicciones de OpenAI se cumplen, no será la última. En la nueva economía global, la electricidad será el petróleo del siglo XXI. Y en Iowa, Google acaba de encender de nuevo la chispa.
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Una empresa de Singapur ha comprado 136.000 GPUs de IA de NVIDIA. Lo que no está claro es qué ha hecho con ellas
En los últimos tres años una desconocida empresa de Singapur se ha convertido en la gran compradora de chips de NVIDIA del sudeste asiático. Esa singular actividad ha hecho que se disparen las alarmas, sobre todo ahora que la guerra comercial entre EEUU y China hace que el “tráfico ilegal” de estos componentes esté extremadamente vigilado.
La sospecha. La empresa, llamada Megaspeed, está siendo investigada por el gobierno de EEUU. El objetivo es averiguar exactamente si hay lazos que unan a esta empresa con el gobierno chino y si los chips de NVIDIA que ha comprado la empresa han acabado en China a pesar del veto y la prohibición de que dichas tarjetas puedan acabar allí. El gobierno de Singapur también está comprobando si Megaspeed han violado las leyes locales, indican en Bloomberg.
Megaspeed niega la mayor. En un comunicado enviado por correo a ese diario, los responsables de Megaspeed declaran que la empresa “tiene sede en Singapur y opera completamente de acuerdo a las leyes aplicables, incluyendo las regulaciones de control de exportaciones de los Estados Unidos”.
De momento no hay evidencias. Un portavoz de NVIDIA indica que su petición de información a Megaspeed no muestra pruebas de que haya habido violación de los términos de esas transacciones. En sus visitas a los centros de datos de Megaspeed confirmaron que “las GPUs están donde se supone que tenían que estar”. Además según sus datos Megaspeed tiene propietarios y opera totalmente fuera de China, y no hay accionariado chino.
Pero sí da servicio a gigantes tech chinos. Megaspeed cuenta con una “neocloud”, infraestructura en la nube dedicada a ofrecer capacidad de cómputo para proyectos de IA. Dispone de varios centros de datos en el sudeste asiático, y la empresa alquila chips de NVIDIA a Alibaba. Esta es una opción que el gobierno de EEUU sí sigue permitiendo: nada de comprar chips, pero sí acceder a los de proveedores de países “no vetados”.
Situación delicada. La pregunta es si Megaspeed realmente ha hecho las cosas bien o si ha acabado sirviendo como intermediario para que los chips de NVIDIA acaben en empresas tecnológicas chinas. También sería inquietante que al final Megaspeed sí tuviera lazos con empresas o el gobierno chino. Este descubrimiento se produce justo cuando el presidente Donald Trump ha afirmado que aprobaría la venta de ciertos chips de NVIDIA a China, algo que hasta ahora estaba prohibido.
Datos confusos. Aunque en Bloomberg admiten que no han encontrado pruebas de que los chips de NVIDIA de Megaspeed hayan acabado siendo enviados a China, sigue habiendo dudas. Han analizado documentos con registros de transacciones comerciales, nombramientos y ofertas de trabajo tanto de Megaspeed como de algunas de sus empresas colaboradoras, y han detectado “incosistencias” entre el inventario de chips y los que realmente deberían estar instalados en sus centros de datos.
Megaspeed tiene miles de GPUs de NVIDIA. Y el problema es que esta empresa tiene un número enorme de chips de la compañía. Desde que se fundó en 2023 y hasta noviembre de 2025, Megaspeed ha importado al menos 136.000 GPUs de NVIDIA según los registros de aduanas de Malasia e Indonesia. Más de la mitad son chips Blackwell, que Trump dijo que no aprobaría que se exportasen a China. La mayoría de esas GPUs más recientes se adquirieron hace seis meses, pero los empleados de NVIDIA que visitaron los centros de datos no aclararon de forma definitiva que efectivamente los que se exportaron acabaron donde debían estar.
La sospecha: un misterioso centro de datos en China. En la web de Megaspeed se habla de que cuentan con tres centros de datos en Malasia e Indonesia. Se menciona además un cuarto en construcción en un “área específica” sin concretar. El problema es que Megaspeed mostró una imagen de un render con un centro de datos en Shanghai financiado en parte por la matriz original de Megaspeed, una empresa china. No solo eso: Megaspeed tiene una especie de gemelo corporativo en China con una web idéntica y que muestra que en realidad los empleados de la de Singapur son sus empleados. Todo ello genera preguntas claras que siguen sin resolverse y que levantan aún más suspicacias.
ues de anuncios individuales.
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Doomsday’ son indistinguibles de los reales. Al final, Scorsese tenía razón
El pasado fin de semana, YouTube cerró definitivamente Screen Culture y KH Studio, canales con sede en India y Georgia que acumulaban más de 2 millones de suscriptores y mil millones de visualizaciones entre ambos. Llevaban meses fabricando trailers generados por IA tan convincentes que resultaban indistinguibles de los materiales promocionales oficiales. El fenómeno ha alcanzado proporciones epidémicas con ‘Vengadores: Doomsday’, donde la frontera entre lo auténtico y lo sintético se ha vuelto prácticamente indetectable.
Qué ha pasado. La estrategia de Marvel de proyectar cuatro teasers exclusivos de la película antes de ‘Avatar: Fuego y ceniza‘ (uno cada semana, centrados en distintos personajes) ha creado el caldo de cultivo perfecto para la confusión. Sin distribución oficial online, cualquier usuario que quisiera verlos debía confiar en un ecosistema de filtraciones que, como afirma Kotaku, lleva años roto. Y en medio de ese vacío informativo, la IA generativa hizo su agosto: comenzaron a brotar de debajo de las piedras imágenes que mostraban a Doctor Doom como “clon de Stark”, clips supuestamente filmados en cines y deepfakes de un refinamiento que engañaban al ojo más experto.
Cada vez más sofisticados. Un estudio publicado por Nature ya en 2024 reveló que más del 53% de humanos pueden ser engañados por vídeos alterados digitalmente, mientras que investigaciones académicas recientes hablan de que las herramientas de detección de deepfakes tienen dificultades para identificar manipulaciones fuera de sus datos de entrenamiento. Con este caldo de cultivo, es normal que cada vez haya más trailers e imágenes falsos, sumidos en una generación continua de contenido de este tipo: en redes sociales, el 71% de imágenes están generadas por IA. Y se estima que han sido publicadas desde 2023 más de 10.000 millones de páginas generadas por IA.
Marvel pre-slop. Lo paradójico de esta situación es que Marvel no necesitaba la intervención de la IA para convertirse en contenido sintético. Ya lo era. Cuando Martin Scorsese declaró en 2019 que las películas de Marvel no eran cine sino “parques temáticos” donde los actores lo hacían “lo mejor que podían bajo esas circunstancias”, estaba hablando en realidad de que las franquicias habían reemplazado lo humano por lo algorítmico, que eran productos de ingeniería desprovistos del componente vivo que define al cine. Lo visionario del asunto: lo hizo antes de que ChatGPT entrara en nuestras vidas.
Todos sabemos cómo se hacen las películas de Marvel (y que han llevado primero a esa imagen de factoría despersonalizada de películas hechas en serie; y segundo, a la famosa “fatiga superheroica”), y encajan perfectamente con esa idea de “películas hechas por la IA antes de la IA”: artistas de efectos cambiando terceros actos completos dos meses antes de los estrenos, películas rodadas en platós con inmensas pantallas verdes generando secuencias donde el 99% de lo que vemos es digital, propuestas distintas pero con decisiones narrativas (especialmente en sus tramos finales) completamente intercambiables…
El primer follón. Remontémonos a ‘Spiderman: No Way Home‘ para analizar uno de los casos más llamativos de información y desinformación de este tipo, con el precedente directo de la IA generativa: los deepfakes. Durante meses circularon imágenes supuestamente filtradas de Tobey Maguire y Andrew Garfield en trajes de Spider-Man. Garfield negó repetidamente su participación, afirmando que el material era Photoshop. Luego un YouTuber publicó un video afirmando haber creado un deepfake del metraje filtrado, solo para después admitir que su vídeo era falso y el video original era real.
En Corridor Crew determinaron que sería “el deepfake más sofisticado jamás creado” si fuera falso. Sony aplicó copyright strikes contra las filtraciones, confirmación implícita de autenticidad. Resultado: los fans pasaron seis meses sin saber qué era real, pero lo difundieron de igual modo. Estudios sobre distintos fandoms revelan que la búsqueda de pertenencia impulsan la difusión de desinformación tanto como la de información legítima. Más caos: los algoritmos optimizan en base a la popularidad, más que por la calidad. Y las métricas de engagement pueden manipularse mediante comportamientos de naturaleza engañosa: bots, trolls organizados, redes de cuentas falsas…
Un cacao. El resultado: un mercado de la atención donde fabricar contenido sintético sobre ‘Vengadores: Doomsday’ genera más adhesión, difusión y popularidad que molestarse en verificar su autenticidad. Pero la IA no creó este problema: solo lo aceleró hasta volverlo insostenible. Y eso que ni siquiera estamos hablando de temas “serios”, vinculados a la política o la sociedad y donde ya entran en juego intereses reales para falsear el contenido, más allá de la mera diversión más o menos gamberra de difundir un trailer falso.
El cierre de la casa de los trailers falsos. El cierre de Screen Culture y KH Studio por parte de Youtube llega después de un conflicto que arrancó cuando en marzo ambos canales fueron desmonetizados. Para evitarlo, añadieron etiquetas como “fan trailer”, “parodia” o “trailer conceptual” a sus títulos y recuperaron la monetización. Pero esas advertencias desaparecieron de nuevo, y llegaron a crear 23 versiones de trailers falsos de ‘Los Cuatro Fantásticos’, algunos de ellos superando a los vídeos oficiales en resultados de búsqueda.
Pero hubo una polémica adicional: en la investigación de Deadline sobre el tema se reveló que varios estudios, como Warner y Sony, habían solicitado secretamente a YouTube que los ingresos publicitarios de estos videos con IA rebotaran hacia ellos, lo que deja esto no en el terreno de la ética, sino del beneficio económico. YouTube toleró durante años la proliferación de contenido sintético, incluso permitiendo que los estudios monetizaran material que engañaba a su propio público, y solo se detuvo cuando Disney, propietaria de Marvel, envió una carta de cese y desistimiento a Google, propietaria de Youtube.
ues de anuncios individuales.
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Actualidad
El fundador de Ikea fue uno de los hombres más ricos del planeta, pero su truco más famoso está al alcance de todos
Te puede gustar más o menos Ikea, pero no creo que existan muchas dudas sobre el éxito que ha tenido la compañía a lo largo de su historia. Una figura resultó clave en su ascenso. Su fundador, Ingvar Kamprad, fue un hombre distinto a su tiempo. El empresario murió con miles de millones de dólares en su cuenta y, sin embargo, la clave que le llevó al éxito y que siguió a rajatabla durante toda su vida era de lo más sencilla. Una pista: jamás gastar más de la cuenta.
Ingvar Kamprad antes de Ikea. Cuando te imaginas al tipo que levantó el imperio de Ikea, puedes pensar en alguien que vivió una vida de ensueño que muy pocos pueden alcanzar. Sin embargo, si la compañía es hoy lo que es, en parte se debe a que Kamprad era todo lo contrario a esos estereotipos. A pesar de su riqueza, era conocido por sus hábitos de lo más frugales.
Nacido en Suecia en 1926, sus inicios como “empresario” comenzaron muy pronto. A los cinco años vendía cerillas, y con diez se dedicaba a vender bicis, pescado o incluso adornos de navidad a sus vecinos. A los 17 años creó Ikea con el dinero que le dio su padre por las buenas notas. Por supuesto, no vendía muebles entonces, tan solo pequeños utensilios para la casa.
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Kamprad en 1965
Ikea se hace mayor. Ocurrió en 1956, cuando Kamprad revoluciona el mercado y la propia industria del mueble con la introducción de las cajas planas con muebles para montar en casa. Sí, así comenzaba una forma de vender el producto que se ha mantenido hasta hoy y que reducía los costes de la compañía a cambio de que el consumidor hiciera la otra parte del trabajo: montar los muebles.
El fundador logró tal éxito que se convirtió en uno de los hombres más ricos del planeta. De hecho, cuando murió en 2018 era el octavo en la lista mundial y contaba con un patrimonio neto estimado de 58 mil millones de dólares. Sin embargo, si te lo hubieras encontrado en vida, no hubieras pensado que estabas ante un multimillonario.
El truco de vida de Kamprad. Hablar del secreto del éxito de una empresa como Ikea en un artículo es poco menos que un acto de fe. Seguramente se entienda mejor en un libro y de forma más reposada, pero sí podemos entender algunas claves a través de la figura de su fundador. Y es que Kamprad insistía en una: ahorrar, y llevaba esa máxima cada día de su vida. “Todo lo que ganamos lo necesitamos como reserva”, decía.
Por ejemplo, el hombre era conocido por volar en clase turista, quedarse en hoteles económicos o conducir un Volvo 240 GL del 93 que le duró 20 años. De hecho, solo lo dejó cuando le convencieron de que era peligroso. Kamprad contaba que ser prudente con el dinero lo aprendió en la pequeña ciudad del sur de Suecia donde creció: “está en la naturaleza de Smaland ser ahorrativos”. Ejemplo de ello ocurrió en 2014, cuando regresó a Suecia después de 40 años de exilio fiscal con ropa “comprada únicamente en mercadillos”.


La anécdota del corte de pelo. En el año 2008, The guardian contaba una escena que decía mucho la personalidad del empresario. Al parecer, después de pagar alrededor 22 euros por un corte de pelo en los Países Bajos, dijo que el precio era demasiado alto para su presupuesto habitual para cortes de pelo, “Normalmente intento cortarme el pelo cuando estoy en un país en desarrollo. La última vez fue en Vietnam”, llegó a decir.
La filosofía de vida, a la empresa. Esos hábitos no sólo representaron el principio de la filosofía personal de Kamprad hacia el consumismo, sino que también debían servir de modelo para sus empleados. El New York Times detallaba que los vuelos, comidas y estancias en hoteles de bajo coste fueron iniciativas que promulgó entre los ejecutivos.
De hecho, en 1976 distribuyó el denominado como “Testamento de un comerciante de muebles“, un folleto con pautas que los empleados de Ikea han seguido desde entonces. En él, detalla partes de su filosofía frugal, afirmando que “desperdiciar recursos es un pecado mortal en Ikea”.
Su herencia, su legado. Décadas antes de fallecer, Kamprad había colocado la propiedad de la marca Ikea en una compleja red de fundaciones y sociedades holding. Sin embargo, estos bienes no fueron transmitidos a sus herederos. Al parecer, la Fundación Stichting Ingka, una entidad holandesa cuyo propósito declarado es donar a organizaciones benéficas y “apoyar la innovación” en el diseño, controla la mayoría de las tiendas Ikea.
Además, la Fundación Interogo posee los derechos de la marca y controla las franquicias globales a través de una filial. Esta fundación está gestionada por un consejo en el que los miembros de la familia Kamprad tienen el control minoritario. Es decir, que los herederos conservaron parte de la riqueza y el control, pero la mayor parte de su fortuna se encuentra en fideicomisos caritativos. Una complicada estructura como resultado de su deseo de preservar la cultura única de Ikea y garantizar su supervivencia a largo plazo.
Por qué Ikea. Antes de terminar esta pequeña recopilación de historias en torno al hombre que fundó la compañía más famosa de muebles, un secreto que muchos no conocen. ¿Por qué se llama Ikea? Se trata de un acrónimo de las iniciales del nombre y apellido de Kamprad, y las iniciales del nombre de la granja familiar donde nació (Elmtaryd) y el pueblo más cercano (Agunnaryd).
Imagen | Ikea, Haparanda Midnight Ministerial, Dominio Público
En Xataka | La psicología detrás de que IKEA te venda comida barata en su restaurante
ues de anuncios individuales.
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