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La turistificación está tomando una de las zonas más remotas del planeta, la Antártida. Y eso supone un enorme desafío
Ahora que arranca 2025 y el contador de los días libres vuelve a ponerse a cero en las empresas es probable que empieces a darle vueltas a una de las mejores preguntas del año: ¿A dónde viajar estas vacaciones? Quizás te suene extraño, pero cada vez más gente mira al continente antártico al plantearse esa cuestión. No, no son multitud. Y sí, sus datos están lejos de las riadas de visitantes que llegan en verano a España o Japón; pero los datos demuestran con claridad que la Antártida está ganando puntos a una velocidad pasmosa como destino para turistas intrépidos.
Y eso, en cierto modo, supone un problema.
¿De vacaciones a la Antártida? Sí. Y lo cierto es que tampoco es nada nuevo. Lo que sí resulta novedoso es el éxito que ha alcanzado el continente helado como destino de vacaciones a lo largo de los últimos años. Habitualmente se considera que el turismo arrancó en la región a mediados del siglo XX. En 1959 se firmó en Washington el Tratado Antártico para preservar el continente como “reserva natural dedicada a la paz y la ciencia” y a mediados de los 60 se emitía ya una resolución específica sobre turismo.
No erraron el tiro al hacerlo. Como recuerda la antropóloga Sahana Ghosh en Nature, el flujo de turistas a la Antártida se disparó entre finales de los 60 y comienzos de los 70 con el MS Explorer y los vuelos reguladores desde Argentina. “Durante las dos décadas siguientes, las cuestiones sobre exploración y soberanía minera eclipsaron las preocupaciones por el turismo, que se expandió”, explica. En los 90 el flujo de visitantes era lo suficientemente intenso como para captar de nuevo la atención de la comunidad internacional y desde entonces ha aumentado a buen ritmo.


¿Tantos turistas van? No se trata tanto de su número como de la tendencia. Y su dibujo es claramente ascendente desde hace tiempo. Los datos de IAATO, una asociación fundada en 1991 por operadores turísticos y agencias que organizan viajes a la Antártida, son reveladores: a comienzos de los años 90 visitaban el continente blanco según sus cálculos unas 7.000 personas al año, en el invierno de 2017 se sumaban ya casi 44.000 y el pasado octubre la CNN revelaba que en 2024 la cifra superaría las 122.000.
Los registros de IAATO sobre visitantes que llegan a la Antártida “solo en cruceros”, sin llegar a desembarcar y pisar su hielo, muestran un crecimiento incuestionable: de 7.000 en 2017 a 43.000 la temporada pasada, lo que supone un aumento de más del 500%.
Más de 124.000 visitantes. Hace justo un año la cadena BBC dedicó un amplio reportaje al mismo tema, el aumento del turismo en la Antártida, en el que deslizaba también unas cuantas cifras para la reflexión: por entonces ya apuntaba que las previsiones pasaban por que el flujo de visitantes alcanzase los 100.000 por primera vez durante la temporada turística octubre 2023-marzo 2024, con un incremento exponencial del 40% respecto al récord anterior.
Los datos definitivos, publicados en el apartado de estadísticas de IAATO, muestran que el flujo fue efectivamente intenso. Sus técnicos contabilizaron en 2023-2024 unas 43.224 personas que pasaron por la región a bordo de cruceros, 80.251 “visitantes terrestres” y 787 de “campo profundo”, que es como define a las personas que vuelan al interior de la región o se suben a un barco para explorar la Península Antártica o las islas circundantes.
Más turistas, más oferta. aumenta el número de visitantes y aumenta sobre todo la oferta. La CNN hablaba en octubre con Robin West, director general de expediciones Seabourn, quien recordaba que cuando viajó por primera vez a la Antártida muchos de los barcos disponibles para visitantes ofrecían básicamente literas, baños compartidos y un régimen de comidas casi castrense.
Nada de comodidades equiparables a los cruceros modernos. Aquello fue en 2002. Y viajar a la Antártida suponía a menudo embarcar en buques pequeños o viejos cortahielos procedentes de Rusia o Canadá.
Entre suites y brindis de champán. Hoy las cosas son bastante distintas. Lindblad y National Geographic dieron un paso crucial hace años y desde entonces la oferta se ha enriquecido, equiparándose a otros destinos tradicionales para cruceristas. “Últimamente Ponant, Silversea, Seabourn y Scenic han dado un gran paso adelante en la experiencia de lujo de primer nivel”, relata Colleen McDaniel, de Cruise Critic, a la CNN.
Entre otras comodidades la tripulación dispone de suites, restaurantes, spas, experiencias de aventura, cabinas con grandes puertas y balcones desde los que asomarse para ver icebergs o brindis con champán en mitad de llanuras heladas.


“La industria está en expansión”. Para Elizabeth Leane, profesora de Estudios Antárticos en la Universidad de Tasmania, la lectura que deja el sector es clara. “La industria está en expansión y hay una gran diversificación de actividades, que incluyen kayak, sumergibles y helicópteros”, relataba hace poco a la BBC. “En algún momento crecerá demasiado, pero no sabemos cuál será esa cifra”. Pasar unos días entre las aguas heladas de la Antártida quizás no sea aún una actividad de masas, pero en general cunde la idea de que nunca fue tan fácil ni cómodo llegar al polo.
Barcos con más de 400 plazas. Hace un año IAATO tenía registrados en su directorio 95 embarcaciones, una veintena de ellas yates, pensadas para que los turistas con buen presupuesto puedan visitar una de las regiones más remotas del planeta. En la lista se incluían buques con capacidad para más de 400 visitantes. Y no todos eran precisamente millonarios. Cuando elaboró su reportaje en el polo, la CNN habló con una pareja de policías retirados de Las Vegas. Ella trabajaba como agente de viaje. Él disfrutaba de su jubilación viajando.
La otra factura del turismo. El problema es que el turismo antártico no solo deja una factura medible en euros o dólares. El flujo de visitantes y cruceros genera otro coste que preocupa mucho más a los científicos: el medioambiental. En 2022 un grupo de investigadores publicó un artículo en Nature que analizaba precisamente la huella de carbono asociada a la presencia humana en la región. Y en su análisis tenía en cuenta tanto la actividad de los científicos como el trasiego de visitantes ociosos.
“El carbono negro de la combustión de los carburantes fósiles y biomasa oscurece la nieve y hace que se derrita más rápido. La huella de carbono negro de las actividades de investigación y el turismo en la Antártida probablemente haya aumentado a medida que la presencia humana en el continente crecía en las últimas décadas”, recogía el artículo. Tras su análisis, los expertos habían constatado un mayor contenido de carbono en la nieve situada cerca de bases científicas y puntos de desembarco para turistas, lo que influía a su vez en la salud del manto blanco.
Más allá del carbono. La contaminación generada por los buques no es lo único que preocupa a los científicos. Para evitar que los turistas introduzcan bacterias o virus en el ecosistema, a aquellos que desembarcan se les dan ciertas pautas: nada de tumbarse en la nieve y ni acercarse a la fauna. Los miembros de la IAATO también siguen normas que buscan proteger el medio ambiente antártico e incluyen protocolos de esterilización o directrices sobre la eliminación de los residuos generados.
Tal vez parezca excesivo, pero se han realizado ya varios estudios explorando a fondo las prendas, equipos y bolsillos de los visitantes que confirman la amenaza que supone un desembarco descontrolado en la Antártida.
“Los riesgos son reales. Una especie invasora de césped se ha establecido en una de las Islas Shetland del Sur de la Antártida, mientras que la gripe aviar llegó recientemente a las Islas Subantárticas, donde ha tenido un efecto devastador en la población de focas”, comentaba hace un año la profesora ecologista Antártida Dana Bergstrom a la BBC.
Un desafío muy presente. El sector no es ajeno a los retos que implica el turismo antártico. De hecho uno de los temas centrales en la agenda de la reunión RCTA de 2024 fue precisamente ese: la urgencia de turismo responsable que no interfiera en las rutas de viaje y la vida silvestre. Los operadores lo saben y toman medidas como los protocolos para proteger sus ecosistemas o el uso de buques con propulsión eléctrica para reducir la huella de carbono. En juego está la buena salud de una de las regiones más fascinantes del planeta… y un potente destino turístico en ciernes.
Imágenes | Jeremy Stewardson (Unsplash) 1, 2 y 3
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Si alguien creía que AMD iba a poner cordura en la borrachera financiera de la IA, AMD le trae malas noticias
AMD ha presentado unas previsiones de crecimiento que han sorprendido al mercado: un 35% de media anual durante los próximos tres a cinco años, con el negocio de chips de IA en centros de datos creciendo a una media del 80% en el mismo periodo. La compañía estima que el mercado total de chips de IA alcanzará el billón de dólares en 2030.
Si bien AMD ha ido por detrás de la competencia en términos de IA hasta el momento, su histórico acuerdo con OpenAI, el hardware específico que se encuentra en desarrollo y las recientes declaraciones de Lisa Su, parecen estar dando un vuelco a su estrategia.
Un mensaje inusual. AMD ha sido históricamente una compañía conservadora en sus proyecciones financieras. Su CEO, Lisa Su, se ha caracterizado durante los años que lleva al frente por un discurso generalmente prudente y realista. Que ahora abrace estas cifras tan optimistas representa un giro notable en su estrategia comunicativa y señala hasta qué punto la industria tecnológica está asumiendo que la demanda de infraestructura de IA continuará disparada.
El contexto de las promesas. AMD afirma que los mayores operadores de centros de datos están acelerando sus planes de inversión, cuando hace apenas un año predecían una desaceleración. Según Su, citada por Bloomberg, estas empresas ven “valor real en sus negocios” con la IA y el ritmo de construcción de infraestructura “no se va a estabilizar”. La compañía también asegura que sus acuerdos con OpenAI y Oracle podrían generar decenas de miles de millones de dólares en ventas anuales para 2027.
“videoId”:”x8jpy2b”,”autoplay”:true,”title”:”¿Qué hay DETRÁS de IAs como CHATGPT, DALL-E o MIDJOURNEY?
Por qué puede ser peligroso. AMD está comprando el mismo discurso hiperoptimista que han vendido NVIDIA y OpenAI sobre el futuro de la IA. El problema es que toda la cadena tecnológica está apostando simultáneamente por un escenario donde la demanda de chips de IA crece exponencialmente sin freno. Si las expectativas no se cumplen, porque los modelos de IA no generan los retornos esperados o porque OpenAI y otras startups no consiguen financiación suficiente, la corrección podría ser brutal.
Síntomas de burbuja. Inversores como Michael Burry ya han comenzado a apostar en contra de empresas del sector, acusando incluso a los gigantes tecnológicos de inflar sus cifras al extender artificialmente la vida útil de sus chips para reducir las depreciaciones. Softbank, por su parte, vendió hace unos días una participación de 6.000 millones de dólares en NVIDIA, aunque asegura que no fue por preocupaciones sobre la valoración. Los indicios de que el mercado puede estar sobrecalentado se multiplican.
Entre líneas. AMD necesitaba este golpe de efecto. Aunque ha duplicado su cotización este año, sigue siendo el segundón frente a NVIDIA en el mercado de aceleradores de IA, el segmento más lucrativo del sector. Intel, su rival tradicional, ni siquiera tiene un producto viable en este mercado. Para alcanzar sus objetivos, AMD apuesta por sus chips MI400 y el sistema Helios, que llegarán en 2026. Varios analistas consideran estas metas “algo agresivas” y “aspiracionales”, según recoge Reuters.
Lo que viene ahora. La compañía promete alcanzar una cuota de dos dígitos en el mercado de chips de IA para centros de datos en los próximos años. Habrá que ver si su capacidad de ejecución, probada durante la era de Lisa Su, es suficiente para transformar estas proyecciones en realidad o si, por el contrario, estamos ante otro síntoma de una industria que ha perdido el contacto con la cautela.
Imagen de portada | AMD y İsmail Enes Ayhan
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Si alguien creía que AMD iba a poner cordura en la borrachera financiera de la IA, AMD le trae malas noticias
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Antonio Vallejo
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Hay tan pocos mecánicos en el mercado que Ford está tomando medidas radicales, como pagarles 120.000 dólares
En Estados Unidos, y en general en las principales economías occidentales, la industria manufacturera afronta un problema grave: no hay mano de obra especializada para cubrir las vacantes que van dejando quienes se jubilan.
Jim Farley, CEO de Ford, ha subrayado en una entrevista para el podcast Office Hours: Business Edition que su compañía tiene “5.000 vacantes de mecánico. Un taller con elevador y herramientas, y sin nadie que trabaje en él. Se cobran 120.000 al año, pero se necesitan cinco años para aprender a hacerlo”. Esa falta de formación es el eslabón más débil de la cadena de Ford y de la mayoría del sector industrial.
Crisis mundial de talento. Una de las consignas de Trump cuando llegó al Gobierno es la de reindustrializar el país. Sin embargo, por mucha inversión milmillonaria que consiga para construir enormes fábricas, caerán en saco roto si no hay empleados bien formados para producir. Este problema es extrapolable a cualquier país del mundo.
Durante su intervención en el podcast, Farley se lamentaba: “Tenemos sobre un millón de plazas vacantes en trabajos críticos: servicios de emergencia, transporte por carretera, trabajadores de fábrica, fontaneros, electricistas y oficios técnicos. Es algo muy serio”.
La situación no es exclusiva de Ford. De acuerdo a lo publicado por NPR, con datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU, en EEUU había casi 500.000 empleos sin cubrir en el sector manufacturero, incluso con una tasa de paro al alza que se situaba en el 4,3%. Esto es un indicativo de que, aunque haya personas en situación de desempleo, las empresas no pueden contratarlas porque, simplemente, no tienen la formación para hacer los trabajos que necesitan.
En España, el problema también es significativo. La Fundación BBVA estimaba que la industria manufacturera había perdido una cuarta parte de su empleo desde principios de siglo, y se calculan unos 100.000 empleos vacantes en la industria, en un país con 2.613.200 parados, según datos del tercer trimestre de 2025 de la EPA. De nuevo, ese desajuste se debe a la brecha existente entre la capacitación de la mano de obra y las necesidades de las empresas.
Importancia de la Formación Profesional. Farley insiste en que la realidad actual demanda una apuesta seria por la formación profesional, ya que “para aprender a desmontar un motor diésel de un camión Ford Super Duty se requieren al menos cinco años”. Por ello, el CEO señala que sin un esfuerzo decidido para potenciar las escuelas de formación técnica y ofrecer salarios competitivos, la economía industrial estadounidense —y la de cualquier país que aspire a la industrialización— está condenada al fracaso.
La falta de inversión en este tipo de formación es una de las causas principales de la crisis. Farley mencionaba que “no tenemos escuelas de oficios. No estamos invirtiendo en educar a una nueva generación como la de mi abuelo, que empezó sin nada y construyó una vida de clase media para su familia [trabajando en la cadena de montaje de una fábrica de Ford]”.
La FP española es un caso de éxito. En España, la Formación Profesional ha experimentado un gran cambio gracias a las políticas de inversión, mayor oferta formativa y la implicación de las empresas en la formación de aquellos que más tarde se convertirán en sus empleados. De hecho, según el informe ‘Infoempleo Adecco 2024‘, en el 46,96% de las ofertas de trabajo publicadas durante el último año, se pedía a los candidatos contar con un título de FP.
La memoria de alumnado de FP del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes revela que, en el curso 2022-2023, se matricularon 1.085.259 alumnos en grados de Formación Profesional. Eso supone un incremento del 32,6% con respecto a los últimos cinco años.
El factor demográfico va a agravarlo más. Un factor clave en el número de vacantes es el envejecimiento de las plantillas: muchos trabajadores con décadas de experiencia están jubilándose y no hay suficientes jóvenes formados para ocupar sus lugares. Este es un problema que no solo afecta al sector industrial, sino que se traslada a todo el mercado laboral, tanto en el sector público como privado.
Viendo que los jóvenes están mostrando un mayor interés por la Formación Profesional invita a pensar que el número de vacantes en los sectores con vacantes por falta de mano de obra capacitada en la actualidad no irá en aumento, pero la gran pregunta es si ese relevo generacional llegará a tiempo y a las áreas que se necesitan. Tal y como destacaba Jensen Huang, los nuevos millonarios no serán ingenieros ni expertos en IA, sino electricistas, carpinteros, albañiles o conductores de autobús.
Incentivos: “Pay them more”. Nunca tres palabras sustentaron tanta verdad como las que pronunció Joe Biden cuando alguien le preguntó como acabar con la escasez de mano de obra: “Pay them more”. Páguenles más.
En sus intentos por atraer a mano de obra cualificada a sus líneas de montaje, el CEO de Ford adoptó una estrategia que ya puso en marcha el fundador de la compañía, Henry Ford en 1914: subir los salarios. Por eso Farley presumía de pagar 120.000 dólares a sus mecánicos. Tal y como contó en una entrevista con Walter Isaacson, Farley llegó a esa conclusión cuando durante las negociaciones de los convenios laborales, algunos de sus trabajadores se acercaron para comentarle: “Los jóvenes no quieren trabajar aquí. Jim, pagas 17 dólares la hora y están muy estresados”.
Para combatir esto, Ford aprobó un aumento salarial del 25% para sus trabajadores en cuatro años, asegurando que todos tengan un salario justo y un futuro profesional viable. Tener una salida profesional con un buen salario y estabilidad laboral es el mejor incentivo para que los jóvenes empleen cinco años de su vida en formarse para una profesión.
Imagen | Ford
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un centenar de vecinos a la calle
En plena crisis habitacional, con los precios disparados y los promotores inmobiliarios alertando de un grave déficit que se cuenta por decenas de miles de viviendas, Madrid se arriesga a ver cómo alrededor de un centenar de vecinos de la Villa de Vallecas se quedan en la calle. Literalmente. La noticia la avanzaba el lunes la SER, la ha confirmado El País y está caldeando ya el debate político.
El motivo: decenas de familias humildes que en su día consiguieron un alquiler social gracias a la Obra Social de la Caixa ven ahora cómo sus apartamentos pasan al mercado libre y, con ello, llegan los avisos de finalización de arrendamiento.
¿Cuál es el motivo? Para entenderlo hay que remontarse unos cuantos años atrás e irse al Ensanche de Vallecas, más concretamente a las calles Mazaterón y Fresno de Cantespino. Allí hay dos edificios residenciales con 220 apartamentos idénticos, viviendas de entre 40 y 45 metros cuadrados (m2) y una sola habitación. Los bloques se inauguraron al calor del programa de la Obra Social de la Caixa y permitieron a no pocas familias beneficiarse de alquileres sociales de entre 400 y 600 euros, precios muy por debajo de lo que se cobra hoy en el mercado libre.
A modo de referencia, según Idealista en Madrid el metro cuadrado cuesta 23 euros, con lo que un piso de 45 m2 exigiría abonar un alquiler de más de 1.000 euros al mes. El portal inmobiliario muestra que la media es algo inferior en Villa de Vallecas (16,1 €/m2), pero aun así una búsqueda rápida confirma que es difícil encontrar una casa disponible en el distrito por menos de 800 euros al mes. Y no llega solo con pagar la renta. Los anuncios también exigen a los inquilinos cumplir ciertos requisitos, como un umbral mínimo de ingresos o contrato indefinido.
Pero… ¿Cuál es el problema? Que inquilinos que en su día consiguieron un alquiler social en esos dos edificios a través de la Caixa se encuentran ahora con que probablemente tengan que hacer las maletas y abandonar sus hogares. Y eso que llevan más de una década viviendo allí (alguno caso casi dos) y sus situaciones económicas distan mucho de ser ideales. Estos días la prensa se hacía eco de casos de inquilinos con un volumen de ingresos que no llega a los 500 euros mensuales, parecen incapacidades reconocidas o tienen niños y enfermos a su cargo.
¿Eso por qué? Muy sencillo. Básicamente porque los apartamentos que llevan años alquilando a cambio de rentas asequibles ya no están en las mismas manos y (lo más importante) han visto expirar su plazo como viviendas de protección oficial (VPO), por lo que han entrado de cabeza en el mercado libre. De hecho los vecinos aseguran que en los dos edificios hay pisos que ya aplican alquileres de temporada por 1.100 euros o que incluso han salido a la venta por 250.000 euros.
Hay tres fechas clave para entender el caso, según la información que maneja El País. La primera es 2022. Ese año los inquilinos aseguran haber notado un primer cambio relevante: de repente se encontraron con problemas a la hora de prorrogar los alquileres que iban venciendo cuando hasta entonces, relata David Jiménez, uno de los afectados, “la Fundación nunca había puesto dificultades”.
Aunque de eso hace ya varios años las comunidades de vecinos no notaron nada raro. La gente se marchaba, pero el resto de inquilinos no sabían el por qué, si era por elección, trabajo o porque el casero había decidido no renovarles el contrato. De ahí que algunos afectados hablen ahora de “desahucios invisibles”.
¿Y las otras fechas? La segunda llegó el pasado agosto, cuando los vecinos empezaron a recibir cartas de InmoCaixa (gestora de la cartera inmobiliaria de La Caixa) en las que se les informaba de que sus contratos no se renovarán. En otras palabras, no habrá prórrogas de los alquileres que venzan La SER precisa que en algunos casos eso supone que los inquilinos tendrán que marcharse en diciembre.
La tercera fecha que completa la crónica y da una imagen global de lo sucedido es mucho más reciente: octubre, que fue cuando los vecinos empezaron a recibir otra carta relacionada con sus viviendas, solo que en este caso no la firmaba la Caixa ni ninguna entidad relacionada con ella. Su autora era Mosaic Propco, un fondo que les comunicaba que ahora es responsable de sus contratos. El motivo: la fundación le ha vendido los pisos, lo que para los vecinos supuso un jarro de agua fría.
¿Qué dicen los vecinos y La Caixa? Los primeros, los vecinos, hablan de “especulación” y de un intento por expulsarlos de las que han sido sus casas durante los últimos años, viviendas a las que accedieron en su día por cumplir ciertos requisitos y que desde entonces han ido pagando según lo acordado.
Según sus cálculos, ahora mismo hay algo más de un centenar (110) de personas que mantienen sus contratos de InmoCaixa y, por lo tanto, se arriesgan a tener que hacer las maletas. Entre ellos hay varias decenas que se enfrentarán a ese escenario a lo largo de los próximos meses, durante 2026 o incluso en diciembre.
“Cobro 480 euros de la ayuda para mayores de 52 años y con eso pago el alquiler y poco más. Me dicen que entre en el sorteo de vivienda asequible, pero si ya tengo una vivienda asequible, ¿por qué tengo que volver a empezar de cero? No me dan opciones, no hay alternativa real”, relata en Madrid Diario Mercedes, 60 años, 11 de los cuales se los ha pasado en uno de los pisos de Vallecas. Un portavoz de la Fundación La Caixa explicaba estos días a El País que sencillamente la naturaleza de los apartamentos ha cambiado y ahora se centran en otras áreas sociales.
¿Qué dice exactamente? “Esta es una promoción cuyo término de VPO había vencido y, por tanto, había pasado al mercado libre. A los inquilinos se les notifica siempre en tiempo y forma, cumpliendo con las condiciones de los contratos que han firmado ambas partes”, insisten desde la entidad, que ha “reorientado” sus esfuerzos en materia social hacia frentes como el empleo o la pobreza infantil.
Por lo pronto el caso ha generado ya un notable revuelo político, con Más Madrid pidiendo a la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo que adquiera los pisos para incluirlos en el parque público de alquiler asequible y los socialistas reclamando un protocolo que pueda activarse durante las ventas de viviendas sociales a fondos privados. El objetivo, insisten, es evitar los desahucios y la especulación.
Imágenes | Wikipedia
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