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El papiro griego más largo encontrado no era lo que parecía. Su traducción ha revelado una historia desconocida de Roma
Las tablillas y papiros de la antigüedad son cápsulas del tiempo que nos muestran un momento concreto del pasado de forma fascinante, a veces incluso en primera persona. Hay de todo, desde el sistema trigonométrico más antiguo del mundo, o de geometría aplicada mil años antes de Pitágoras, hasta historias o anécdotas que nos desvelan cómo era la vida hace miles de años. Por eso, cuando se encontró el papiro griego más largo el mundo quedó expectante. Resulta que era otra cosa.
Un papiro en Israel, un caso romano. Un descubrimiento sin precedentes ha arrojado nueva luz sobre el funcionamiento del sistema judicial romano y la lucha contra el crimen financiero en las provincias orientales del Imperio. Un equipo internacional de investigadores de la Academia de Ciencias de Austria, la Universidad de Viena y la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha publicado el estudio de un papiro griego de más de 133 líneas, el más extenso jamás encontrado, hallado en el Desierto de Judea.
El documento, desconocido hasta su redescubrimiento en 2014, ofrece un testimonio directo de un juicio por fraude fiscal y falsificación de documentos en las provincias romanas de Judea y Arabia, una región sacudida por levantamientos judíos contra Roma en los siglos I y II d.C.
Como veremos, la vida entonces no era tan diferente a como es hoy.
Un testimonio legal de la Roma imperial. El papiro, inicialmente clasificado de forma errónea como nabateo, permaneció olvidado durante décadas hasta que la profesora Hannah Cotton Paltiel se dio cuenta de algo. Al examinarlo en el laboratorio de pergaminos de la Autoridad de Antigüedades de Israel, identificó su verdadera naturaleza.
Aquel hallazgo motivó la formación de un equipo especializado para analizar su contenido, confirmando posteriormente que se trataba, en realidad, de notas de los fiscales en un juicio ante funcionarios romanos en la víspera de la revuelta de Bar Kokhba (132-136 d.C.). No solo eso. El lenguaje del documento es sorprendentemente dinámico, mostrando estrategias procesales y discusiones entre los fiscales sobre la solidez de las pruebas. Un caso excepcionalmente bien documentado dentro del contexto judicial de la provincia de Judea, comparable en importancia, por ejemplo, al proceso de Jesús, sobre todo en términos de evidencia escrita de los procedimientos romanos en la región.
Un escándalo de fraude fiscal. En cuanto al puro contenido del mismo, el caso judicial documentado en el papiro involucra a dos acusados, Gadalias y Saulos, quienes operaban una red de fraude basada en la venta ficticia y la manumisión fraudulenta de esclavos sin pagar los impuestos requeridos por Roma.
Gadalias, hijo de un notario y posiblemente ciudadano romano, tenía un historial criminal de violencia, extorsión y falsificación de documentos. Por su parte, Saulos, su cómplice, diseñó el esquema para eludir los impuestos romanos, utilizando documentos falsificados para registrar transacciones inexistentes.
El castigo. Bajo la ley romana, la falsificación y el fraude fiscal eran delitos graves, castigados con trabajos forzados o incluso la pena de muerte. La detención de Gadalias y Saulos no solo respondió a su historial delictivo, sino que también ocurrió en un contexto de creciente tensión política. Su caso, de hecho, se desarrolló entre dos grandes revueltas judías: la revuelta de la Diáspora (115-117 d.C.) y la revuelta de Bar Kokhba (132-136 d.C.), lo que llevó a las autoridades romanas a sospechar que sus actividades estaban vinculadas a una conspiración contra el Imperio.
Por cierto, el papiro menciona a Tineius Rufus, el gobernador de Judea cuando estalló la revuelta de Bar Kokhba, y sitúa la actividad de los acusados en el contexto de la visita del emperador Adriano a la región en 129-130 d.C. Dicha conexión sugiere que los romanos veían con recelo cualquier actividad ilegal en la zona, especialmente aquellas que pudieran interpretarse como actos de desafío a la autoridad imperial.
Implicaciones económicas y sociales. Uno de los aspectos más intrigantes del caso es la falta de un beneficio económico evidente en la liberación fraudulenta de esclavos, lo que plantea interrogantes sobre las motivaciones de los acusados. Entre las hipótesis que se barajan está la posibilidad de que el caso estuviera vinculado al tráfico de personas o a la tradición judía de redimir a los esclavos judíos, práctica basada en preceptos bíblicos.
No solo eso. El documento también proporciona información valiosa sobre la administración legal romana en el Mediterráneo oriental, confirmando la aplicación de instituciones como las giras judiciales del gobernador de Judea y el servicio obligatorio de jurados en los tribunales provinciales. Dichas estructuras, ampliamente documentadas en Egipto, ahora pueden confirmarse en otras regiones del Imperio, lo que refuerza la imagen de Roma como ese estado altamente organizado con un sistema de supervisión jurídica que llegaba incluso a las áreas más remotas.
El enigma del papiro. El papiro P. Cotton fue hallado en el Desierto de Judea, posiblemente en una cueva utilizada como refugio durante la revuelta de Bar Kokhba. Ocurre que su conservación es un misterio, ya que los documentos judiciales rara vez sobreviven fuera de los archivos romanos. Según los historiadores, es posible que el juicio nunca llegara a su desenlace debido al estallido del conflicto, lo que habría llevado a los acusados a esconderse y a llevar consigo dicho documento.
Sea como fuere, estamos ante uno de esos hallazgos que se dan muy de vez en cuando, un descubrimiento extraordinario que nos proporciona un vistazo sin precedentes a la administración de justicia en las provincias romanas de Judea y Arabia y que nos da una idea, no solo de los mecanismos legales del Imperio, sino también de las tensiones políticas y sociales que marcaron la época, especialmente en una región donde la resistencia a Roma era constante.
El poder, ayer y hoy. Si se quiere también, el escrito dice bastante de cómo funcionaban las élites políticas de Roma, demostrando cómo el imperio regulaba la economía y combatía el fraude incluso en sus territorios más alejados, además de sugerir que los romanos veían con sospecha cualquier actividad ilegal en contextos de agitación política, interpretándola como una amenaza potencial a su dominio.
La política y el poder, al fin y al cabo, no han cambiado tanto desde entonces.
Imagen | Israel Antiquities Authority
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La extinción de los neandertales siempre ha sido un misterio. La ciencia cree ahora que siguen con nosotros
Durante décadas, la desaparición de los Neandertales ha sido uno de los mayores misterios de la evolución humana. Sucedió hace unos 40.000 años, coincidiendo sospechosamente con nuestra especie de Homo sapiens a Eurasia… Pero ahora estamos pensando que no se extinguieron.
Lo que se pensaba. Las teorías clásicas pintan un escenario de reemplazo: o los aniquilamos en una competición directa, o no pudieron soportar un cambio climático brutal. Pero ahora un estudio publicado en Scientific Reports ofrece una respuesta mucho más fascinante: los absorbimos entre nosotros. Y la clave de todo esto está en la dilución genética.
Las hipótesis. Para entrar más en profundidad, la hipótesis de la competición sugiere que los Homo sapiens éramos, sencillamente superiores: teníamos mejores estrategias de caza, una dieta más amplia o estructuras sociales más avanzadas que nos permitieron acaparar todos los recursos, llevando a los Neandertales a la extinción.
Por otro lado, la hipótesis ambiental culpa a los drásticos cambios climáticos que se vivieron justo en esa época. Según esta idea, los Neandertales no pudieron adaptarse a las fluctuaciones extremas y sus poblaciones se fragmentaron hasta desaparecer definitivamente.
Sin embargo, el nuevo estudio presenta un modelo matemático que deja de lado ambos factores y se centra en el más básico de todos: la demografía y el sexo.
El nuevo modelo. Los autores del estudio proponen un modelo analítico que demuestra cómo los Neandertales pudieron desaparecer sin necesidad de que el Homo sapiens tuviera ninguna ventaja selectiva sobre ellos. El modelo no requiere “eventos catastróficos” ni una superioridad cognitiva. En su lugar, se basa en un concepto llamado “deriva neutral de especies” y un factor clave: pequeñas y recurrentes inmigraciones de Homo sapiens en territorios Neandertales.
Éramos muchos más. Una de las primeras ideas a las que se apunta en este caso es que la población Homo sapiens que salía de África era mucho más grande en número que la Neandertal, actuando como un “reservorio demográfico prácticamente infinito”.
Al ir de manera conjunta, pues el roce hace el cariño, y entre las especies se empezaron a cruzar y tuvieron una descendencia muy fértil. El modelo asume que esto no fue un evento único, sino un “flujo genético sostenido” que ocurría cada vez que un pequeño grupo de humanos modernos llegaba a una zona.
Entonces, sumando que la población Neandertal era mucho más pequeña y había una entrada constante de genes de Homo sapiens, el resultado es la disolución del acervo genético. Es literalmente como echar un vaso de agua de Neandertales en un océano de Homo sapiens. Al final su presencia se diluye completamente.
El tiempo. Lo más potente del estudio es que sus cálculos encajan con el registro arqueológico. El modelo matemático muestra que este proceso de “sustitución genética casi completa” podría haber ocurrido en un plazo de 10.000 a 30.000 años, algo que se alinea con el largo periodo de coexistencia que ambas especies tuvieron en Eurasia.
¿Fueron extinguidos? Esta es la pregunta que nos hacemos. Saber si la palabra ‘extinción’ es adecuada para este paradigma. Este modelo ofrece lo que los científicos llaman una “explicación parsimoniosa” (la más simple). En palabras que entendamos, no niega que otros factores, como la competencia o el clima, pudieran haber contribuido. Pero demuestra que esta disolución genética por sí sola es un algo que puede haber explicado la desaparición de los Neandertales.
Es por ello, que más que una extinción hablamos de una fusión por absorción. Esto explica perfectamente por qué los Neandertales desaparecieron como grupo genéticamente distinto, pero su legado perdura: los humanos modernos de ascendencia euroasiática conservamos en nuestro ADN un pequeño porcentaje de su herencia genética (aunque muy diluida).
Imágenes | mostafa meraji
En Xataka | La evolución humana no ha parado: es más, hay razones para pensar que está más acelerada que nunca
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Una conflictiva estética está conquistando los pies de miles de españoles: los el calzado “barefoot”
A las siete de la mañana, Fernando se calza sus zapatos barefoot antes de salir hacia el colegio donde trabaja. Son finos, blandos, casi como una segunda piel. “Antes terminaba con llagas en los meñiques; ahora puedo estar de pie todo el día”, nos cuenta en entrevista para Xataka. Hace unos años le habrían mirado raro por llevar unas zapatillas con suela mínima y dedos separados. Hoy, en cambio, no pasa desapercibido por moderno: el barefoot se ha convertido en tendencia.
De un rincón alternativo del mundo del bienestar ha saltado a los pies de miles de personas. Influencers lo recomiendan, las zapaterías se multiplican y hasta la reina Letizia los luce en actos públicos. El fenómeno mezcla moda y fisiología, y promete una cosa tan simple como poderosa: volver a caminar como nacimos, descalzos.
Del nicho al fenómeno. El auge del barefoot ha sido meteórico. En apenas un par de años, el concepto ha pasado de los foros de salud y crianza natural a las pasarelas digitales. “Al principio eran feísimas y casi nadie las usaba”, recuerda Fernando, 39 años, uno de los primeros en probarlas en su círculo. “Pero vi a gente en Instagram hablando de ellas, decían que eran buenas para el pie y decidí probar. Desde el primer momento me sentí muy cómodo”.
Como él, miles de consumidores descubrieron este tipo de calzado en redes sociales, recomendados por cuentas de fisioterapia o podología. Mar Oncina, dueña de la zapatería DePeus en Alicante, nos confirma a Xataka el cambio: “Cuando abrí, el 80% de mis clientes eran niños. Ahora casi la mitad son adultos”. En solo año y medio, dice, el interés ha crecido “de forma descomunal”. Los colegios piden descuentos para las AMPAs y las grandes cadenas, desde Inditex hasta Mustang, han empezado a lanzar sus propias líneas minimalistas. “La gente ha entendido que esto no es solo moda, es salud”, asegura.
Caminar ‘natural’. El barefoot propone una idea tan sencilla como radical: volver a caminar sin artificios. La diferencia con el calzado convencional está en la estructura. Estos zapatos eliminan el tacón (el llamado drop), la amortiguación y las plantillas rígidas; en su lugar, ofrecen una suela delgada y flexible que permite al pie moverse y sentir el suelo. Como explican en Podoactiva, el propósito principal del calzado minimalista es fomentar una marcha y una postura más natural, fortalecer la musculatura intrínseca del pie y favorecer la propiocepción. El pie, con sus 28 huesos y más de 100 tendones, está preparado para amortiguar de manera natural; lo que ocurre es que llevamos toda la vida encerrándolo en estructuras rígidas que lo atrofian.
Un estudio publicado en Nature refuerza esa idea: caminar descalzo modifica la forma en que los pies interactúan con el suelo y cómo se reparten las fuerzas al andar. Los investigadores, dirigidos por el biólogo evolutivo Daniel Lieberman, descubrieron que las personas que caminan sin calzado desarrollan callos gruesos, pero sin perder sensibilidad táctil. En otras palabras, las suelas de la piel protegen, pero no desconectan del suelo, mientras que las suelas acolchadas alteran la forma natural de caminar y aumentan el impacto en las articulaciones.
Del calzado infantil al boom adulto. Paradójicamente, la revolución del barefoot empezó por los más pequeños. Mar nos lo cuenta con claridad: “Todo empezó cuando mi hermana, terapeuta ocupacional, decidió que su hija solo usaría calzado respetuoso. Nos explicó que los niños que van descalzos desarrollan mejor la motricidad gruesa, el equilibrio y la fuerza del pie”. De ese convencimiento familiar nació su tienda, y con ella, un nuevo mercado.
Iraia, 36 años, nos explica a Xataka que descubrió el barefoot buscando el mejor calzado para su hija Alazne, que era inestable al dar sus primeros pasos. “Me convenció la idea de que los pies deben moverse libres y sin deformarse. Al poco tiempo empecé a usarlos yo también y me cambió la postura. Los dolores lumbares han desaparecido, y mis dedos, literalmente, se han separado”. Historias como la suya se repiten en las zapaterías y foros online. Y aunque la mayoría empezó buscando salud, muchos se quedan por comodidad. “Ya no tengo ganas de llegar a casa y quitarme los zapatos”, señala Iraia. “Es como ir descalza todo el día”.
La mirada de los expertos. Casi todos coinciden en una misma idea: el barefoot no es para todo el mundo. “Que elimine el dolor de espalda o de cadera es cuestionable”, matiza el podólogo Carles Espinosa entrevistado por RAC1. “Sí hay beneficios si se hace con adaptación, pero no se puede pasar de un zapato con tacón a uno plano de un día para otro”. Desde el portal de podología insisten en la necesidad de una transición progresiva: reducir poco a poco la altura del talón para evitar lesiones en el tendón de Aquiles o sobrecargas musculares. También advierten que las superficies duras, como el asfalto, no son las más adecuadas para empezar.
El doctor Alberto Martínez Oller, de clínica podológica M.O. es aún más concreto: “No es recomendable para personas con pies planos, juanetes, lesiones o neuropatías. Tampoco para deportes de impacto o superficies irregulares”. Su recomendación es clara: consultar a un podólogo antes de hacer el cambio. Aun así, reconoce los beneficios potenciales: mejora del equilibrio, fortalecimiento muscular, mayor movilidad y prevención de deformidades. De hecho, algunos especialistas temen, precisamente, que la viralización convierta una recomendación médica en una moda de consumo rápido. “Caminar natural no significa caminar sin control”, advierten. La fiebre por el bienestar puede llevar a confundir minimalismo con milagro, y cada pie cuenta una historia distinta.
La fiebre digital y el poder del algoritmo. Si algo ha impulsado la expansión del barefoot, ha sido el boca a boca digital. “El papel de las redes ha sido fundamental”, asegura Mar, de DePeus. “Hay gente que lo ha sabido comunicar muy bien, como podólogos o fisioterapeutas que han llegado a miles de personas. El problema es que junto a la información buena, también circulan muchos bulos”.
En TikTok e Instagram abundan los vídeos de “transformaciones”: pies antes y después de meses usando barefoot, comparativas de posturas o retos de 30 días descalzo. El tono va del testimonio personal al evangelio del bienestar. En parte, es la lógica del algoritmo: cada vez que alguien busca “dolor de espalda”, aparece un vídeo que promete una solución en forma de zapato plano y flexible.
El futuro del barefoot en España. País zapatero por excelencia, también se está subiendo al carro. “En Alicante y Elche muchas fábricas estaban a punto de cerrar”, cuenta Mar, “y ahora se han reinventado con el barefoot“. Algunas se han convertido en referentes internacionales gracias a la calidad del producto y su fabricación local. Sin embargo, no todas las marcas sobrevivirán: “Cuando entren las grandes, muchas pequeñas desaparecerán”, admite Mar. “Nuestro valor está en el asesoramiento. Pasamos una hora con cada cliente, algo que una gran superficie no puede ofrecer”.
Por su parte, según el programa Versió RAC1, la industria del calzado prevé que este tipo de zapatos genere hasta mil millones de euros en beneficios de aquí a seis años. Una cifra que demuestra que lo que empezó como una corriente alternativa ha conquistado a las grandes marcas y amenaza con cambiar el mapa del sector.
¿Caminar descalzo con zapatos? Quizá la fiebre del barefoot diga más sobre nuestra época que sobre nuestros pies. En un momento de saturación tecnológica, ultraproductividad y desconexión física, el investigador de Harvard, Daniel Lieberman, señala que “Lo que llevamos en los pies cambia la forma en que caminamos. La naturaleza, en realidad, sería una excelente ingeniera de calzado”.
Y aunque no podamos andar descalzos por la calle, el mensaje parece claro: cuidar los pies —esa base olvidada del cuerpo— es también una forma de cuidarnos a nosotros mismos. Al final, como resume Mar, “esta es la primera moda saludable que ha llegado para quedarse”. Descalzarse, ahora, es tendencia. Pero quizá también sea una forma de volver a pisar tierra.
Imagen | Eyesighter
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No hay nada más francés que una baguette. Y hasta los franceses se han cansado de ellas
Que en Francia la baguete es un símbolo, un icono, una institución (casi), está fuera de toda duda. Hace justo tres años la UNESCO la incluyó en su listado de patrimonio cultural inmaterial y junto con la torre Eiffel, Notre-Dame y un puñado de símbolos más (no muchos) forma parte del acerbo icónico de París. A pesar de todo eso, los franceses parecen cada vez menos interesados en llevarse baguetes a sus casas, lo que coincide con una caída general en el consumo de pan.
Hay quien ya advierte que a la popular barrase le presenta un “futuro incierto” o incluso, yendo más allá, se pregunta: ¿Puede morir la baguete francesa?
Francia, cada vez menos panera. Francia quizás haya convertido a las baguetes en un símbolo patrio, pero ni siquiera eso ha impedido que el pan afronte allí una crisis compleja. Lo muestran con claridad los datos de demanda, como recordaba esta misma semana la CNN en un análisis sobre el tema.
Si tras la Segunda Guerra Mundial los franceses consumían de media 25 onzas de pan por persona y día (unos 700 gramos), en 2015 ese dato había descendido ya a cuatro onzas (113 g). La tendencia no parece haberse invertido en la última década y hoy ese indicador de consumo medio es incluso más bajo, situándose en 3,5 onzas (casi 100 g). En la práctica, eso equivale a menos de media baguete.


¿Hay más datos? Sí. Y la mayoría no son lo que se dice halagüeños para el sector. En 2023 la Confederación de Panaderías y Pastelerías Francesas publicó una encuesta que revela que, del millar de consumidores entrevistados, más de un tercio (36%) reconoció haber reducido su consumo de pan durante los cinco años anteriores. El descenso fue además especialmente pronunciado entre las personas de mediana edad (35 a 49 años). En su caso el ‘pinchazo’ alcanzó el 43%.
En la cohorte inferior, los jóvenes de 25 a 34 años, uno de cada cuatro entrevistados (26%) declaró haber aumentado su consumo de pan, aunque esa tendencia tiene algunos matices importantes. Los jóvenes empiezan a ver el pan como parte de las comidas que realizan fuera del hogar y lo están desterrando de sus desayunos, un momento del día en el que antes era habitual consumir pan de baguete con mantequilla, mermelada o crema de chocolate y avellanas. Entre los menores de 24 años mantienen ese hábito el 57%. Es un porcentaje considerable, pero se aleja del 83% que alcanza entre la franja de población de 55 a 65 años.
“Coucou, tu as pris le pain?” El declive del pan en Francia no es nada nuevo. En 2013 la tendencia era ya lo suficientemente clara como para que los panaderos galos lanzasen una campaña para fomentar su consumo. Su eslogan era “Coucou, tu as pris le pain?” (“Oye, ¿recogiste el pan?”) y se plasmó en vallas publicitarias, marquesinas de bus y escaparates de todo el país con un propósito claro: conseguir que las familias francesas comprasen baguetes de camino a casa. No lo tenían fácil. El cambio de escenario que afronta el sector responde a un cóctel en el que se combinan tanto factores internos como cambios a nivel social y cultural.
¿Y qué factores son esos? Para empezar ha cambiado (y mucho) la oferta. No es el mismo pan el que se encontraban los franceses de los años 50 o 60 que los de 2025. La cadena CNN recuerda cómo hay nuevos profesionales (“neopanaderos”) que están optando por retirar las baguetes de sus estanterías y apostar por otros productos, panes aromáticos de masa madre e integrales, elaborados con cereales, harina ecológica y que se venden al peso. El motivo, más allá de su sabor: aguantan más tiempo frescos, un factor importante para una generación que ha perdido el hábito (o directamente no tiene tiempo) de ir a la panadería a diario.
A eso se suma la popularidad de otros competidores, como el pan de molde procesado llegado de EEUU. Los datos vuelven a ser incontestables. Un estudio de la Federación de Empresarios Panaderos revela que nueve de cada diez franceses (86%) admite consumir plan blanco industrial comprado en los súper. En mayo el medio Sirhafood recordaba que el mercado del pan de molde industrial envasado mueve más de 500 millones de euros anuales, lo que ha hecho que el formato (pan blando) haya despertado incluso el interés de obradores artesanales.
Más allá de la industria. La caída en el consumo de pan entronca también con algo más complejo: cambios a nivel social, cultural y de demanda. Sencillamente los jóvenes cocinan menos y comen más fuera de casa, donde encuentran también una mayor oferta gastronómica, con alternativas en las que el pan no es una pieza central. No es casualidad. Si en 2005 el 88% de los franceses encuestados veían el pan como base de una dieta equilibrada, en 2023 ese porcentaje era ya del 66%.
En su día la baguete ofrecía además una serie de ventajas (un formato fácil de almacenar, disponibilidad, precio y sabor) que hoy quizás se aprecien menos en el mercado. La barra debe consumirse el mismo día en que se compra, lo que obliga a ir a diario la panadería. En una sociedad en la que escasea el tiempo eso supone un hándicap y explica la implantación que ha logrado el pan de supermercado.
Más allá de Francia. El fenómeno no es en cualquier caso exclusivo de Francia. En España ocurre algo similar. Los datos del Ministerio de Alimentación muestran que el consumo per cápita se ha desplomado en las últimas décadas: de 56,4 kilos anuales en 1990 hemos pasado a 27,4. Lo más curioso es que la caída vuelve a centrarse en el pan fresco, que (si bien se mantiene como el más popular) es el que ha sufrido un mayor ‘pinchazo’ El consumo de pan industrial ha crecido, aunque no lo suficiente como para compensar el desplome de las barras tradicionales.
Imágenes | Sergio Arze (Unsplash), Mohamed Jamil Latrach (Unsplash) y Shalev Cohen (Unsplash)
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