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El fascinante mundo de los “reembolsos sin devolución”, o cómo recuperar el dinero y quedarte con la compra

Comprar por internet nunca había sido tan fácil. Devolver lo comprado, tampoco. Aunque sistemas como el de Amazon nos han malacostumbrado a que tengamos un mes para devolver prácticamente cualquier cosa sin pagar el envío del artículo (siempre que sea un producto Prime), otros comercios también lo ponen fácil para poder deshacernos de lo pedido si nos arrepentimos de la compra.
Tras todo ese sistema hay una serie de mecanismos que son un misterio para muchos usuarios y, a veces, algunos comercios permiten que devolvamos un objeto, nos hacen un reembolso y nos dicen que no hay necesidad de devolver el artículo. Que nos lo podemos quedar, vaya. Pero lejos de ser un regalo, es el usuario el que está haciendo un favor a la tienda.
Chanchullo. Puede que esto que acabamos de describir te haya pasado. A mí, al menos, sí: con un cable. Compré una medida que no se ajustaba a lo que necesitaba y, cuando fui a hacer la devolución para pedir el mismo, pero más corto, la tienda me confirmó que me mandaban uno nuevo, pero que también podía quedarme con el que quería devolver.
A otras personas les ha ocurrido que, al devolver el artículo pidiendo un reembolso, el comercio les ha hecho el reembolso y no les ha reclamado el objeto. Podrían parecer casos aislados, pero es una práctica cada vez más habitual que incluso tiene nombre: reembolso sin devolución.
Devoluciones millonarias. En un artículo de Fortune se pueden leer opiniones similares, incluso con artículos de varios cientos de dólares (y no mi cable de apenas 10 euros), pero lo interesante para empezar a entender por qué se llevan a cabo estas prácticas son los datos sobre los reembolsos.
Tomando el mercado estadounidense como ejemplo, en 2023 se devolvieron mercancías por valor de 743.000 millones de dólares, lo que supone el 14,5% de los productos comprados online. Es un aumento frente al 10,6% de 2020 y casi el doble de lo que se devolvió en 2019. De esas devoluciones de 2023, se estima que el 14% de las mismas fueron fraudulentas, lo que costó a las tiendas más de 100.000 millones de dólares en pérdidas.
Un favor… a la tienda. ¿Fraude… por qué? Pues porque la mercancía devuelta comprendía artículos comprados con tarjetas de crédito robadas, mercancía robada o algo tan simple como devolver ropa ya usada. Aunque haya casos excepcionales con artículos de un valor superior, son los artículo que cuestan poco dinero los que más fácil pueden entrar dentro de este paraguas de reembolso sin devolución.
Y tiene sentido. Por ejemplo, mi cable: si cuesta 10 euros y devolverlo cuesta otros 10 o 15 euros en envío y manejo para volver a ponerlo a la venta, a la tienda le sale a cuenta devolverme directamente el dinero. Ellos ahorran y yo quedo contento con el comercio. También hay artículos de un solo uso que no pueden volver a ponerse a la venta y en el caso del que estamos hablando, Estados Unidos, los envíos pueden ser más caros que en España.
Lotería. Desde Fortune se apunta que las compras menores de 75 dólares en Amazon y comercios que vendan dentro de la plataforma son susceptibles de entrar en esas prácticas. Otras tiendas como Walmart, Target, Wayfair, Temu o Target también ofrecen este “servicio”, pero no es algo hecho para que el cliente se acostumbre y estafe a la tienda.
En una declaración a Fortune, Amazon comentó que ofrece estos reembolsos sin devolución “en un número muy pequeño de artículos como conveniencia para los clientes”. Pero un día puede que te toque y puedas obtener un reembolso sin devolver el producto… y otro no. O que a un cliente le haya pasado y a ti, con el mismo producto, no. Es una lotería, pero más adelante tocaremos este tema porque también hay un punto de deferencia hacia el cliente por parte de la tienda.
Prácticas disuasorias. Ahora bien, aunque hay comercios que realizan estas prácticas, otros están luchando por reducir las devoluciones. En Estados Unidos y Canadá, comercios como J. Crew, H&M o Zara han empezado a cobrar tarifas por devolución. Es algo que también ocurre en España desde 2023. Otros han reducido los plazos para realizar esas devoluciones y hay tiendas que han amenazado con expulsar a los clientes que, según sus criterios, abusen de las políticas de devolución.
Buenos clientes. Pese a esos casos, parece que los reembolsos sin devolución no es algo que las tiendas vean mal. Al menos, los grandes grupos. Es conveniente para el cliente, pero también para la tienda que se ahorra asumir los gastos del envío de vuelta y hay casos en los que parece que, claramente, los clientes que son elegidos para estas prácticas son los “buenos clientes”.
goTRG y Optoro son empresas de logística que trabajan para tiendas como Walmart, Gap o Best Buy, grupos enormes, y afirman que todo esto es un proceso automático gestionado por algoritmos. Dependiendo de si el cliente es de fiar, el número de compras que realiza, sus devoluciones y el dinero que ha dado al comercio, son factores que juegan a favor o en contra de ese reembolso sin devolución en algunas situaciones.
Y “buenos devolvedores”. Amena Ali es la CEO de Optoro y comenta en el artículo de Fortune que esos reembolsos son como un tipo de “beneficio de lealtad no oficial y discreto” a los buenos clientes. También está el factor de que existen “buenos devolvedores”. Son esos clientes que compran y conservan muchos más artículos de los que devuelven.
Alí también considera que “a menudo, tus clientes más rentables tienden a ser los que más devuelven”. Al final, aunque recibir un reembolso sin devolver el producto puede parecer un golpe de suerte, es una estrategia calculada por las tiendas. Tanto clientes como minoristas buscan su beneficio en este juego de equilibrios.
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los tripulantes de menos de 1,63 m necesitan ayuda con las maletas

El Tribunal Supremo ha dictado una sentencia en la que se impone a Iberia la adopción de medidas especiales para las tripulaciones de cabina que operan los Airbus A350 que la compañía incorporó en 2018.
De acuerdo con lo publicado por Cinco Días, los maleteros de cabina tienen un sistema basculante que se eleva sobre las cabezas de los pasajeros a una altura superior a 1,80 metros. Eso hace que el personal de cabina de menor estatura no siempre alcance a cerrarlos correctamente. El Alto Tribunal lo ha dejado claro: necesitan ayuda.
Un problema de altura a bordo. El origen del problema es el sistema de cierre de los compartimentos en los que los pasajeros guardan su equipaje de cabina. Para este modelo, Airbus diseñó un sistema basculante en el que, en lugar de cerrarse hacia abajo con un portón, obliga al personal de cabina a levantar cada sección del maletero para anclarlos en el techo de la aeronave.
Tal y como se recoge en la sentencia, el problema es que esos compartimentos quedan anclados a una altura de entre 1,81 y 2,20 metros y soportan una carga de unos 45 kilos, lo que “perjudica la salud de los trabajadores” al tener que levantar su peso por encima de sus hombros.
Esta peculiaridad de los A350 hace que los tripulantes de cabina que miden menos de 1,63 metros no alcancen a cerrarlos desde el pasillo “con el cuerpo inclinado sobre los asientos de los pasajeros para poder cerrarlos”.
Esfuerzo compartido. La sentencia del Alto Tribunal da amparo a este supuesto imponiendo a Iberia “establecer medidas organizativas de cumplimiento obligatorio para los trabajadores con función de Sobrecargo a la hora de distribuir el trabajo en la aeronave que garanticen que el cierre de los maleteros con mayor riesgo ergonómico evaluado se realice por dos trabajadores o subsidiariamente bien por dos trabajadores bien por un trabajador con estatura adecuada“.
Para aquellos empleados que midan menos de 1,63 metros, el tribunal contempla “que sean ayudados por otro trabajador para los maleteros de mayor altura o los que lleven un mayor peso indicando que deben contar con la ayuda de un compañero de mayor altura para cerrar estos maleteros antes de cada vuelo”.
Además, de establecer una excepción laboral para la tripulación de cabina de menor estatura que opera en estos aviones, la sentencia obliga a la aerolínea a proporcionar unos uniformes confeccionados con tejidos más flexibles que permitan a los tripulantes mayor ergonomía en sus movimientos dada la dificultad al manipular los portaequipajes.
El problema no es nuevo. El problema de diseño de los maleteros del A350 y la normativa de riesgos laborales del personal de cabina no es nuevo. En 2022, el comité de empresa de Iberia presentó una demanda que ponía el foco en el control del peso del equipaje de mano que luego se alojaba en esos compartimentos que debían ser elevados a pulso por la tripulación de cabina.
En aquella primera sentencia, la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional ya reconocía que era necesario volver a evaluar el riesgo ergonómico para los trabajadores que suponía el nuevo equipamiento de trabajo (la aeronave). En aquel litigio, la aerolínea española reconocía un riesgo postural “moderado”. Ahora, el Tribunal Supremo confirma esa sentencia y obliga a Iberia a “adoptar una solución técnica al defecto de diseño”.
El toque de atención de la justicia. Desde el Supremo, aperciben a la operadora aérea sobre la obligación del cumplimiento de la sentencia, dado que el recurso de Iberia era “inadmisiblemente ambiguo” sosteniendo que “ya ha cumplido con ella”, mientras que los demandantes niegan que se haya tomado medida alguna para solucionar el problema de los maleteros.
El Tribunal Supremo rechaza que la respuesta de Iberia se limite a “ser reemplazada por una simple referencia documental a la responsabilidad del personal de facturación y embarque” para controlar el peso del equipaje, y señala que ese es “solo un primer paso en la actividad preventiva, pero no su conclusión definitiva” reclamando “el cumplimiento total de lo ordenado en la sentencia”.
En Xataka | Las entrañas del Airbus A350-900: el avión accidentado en Japón y del que salieron vivos sus 379 pasajeros
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Ya sabemos lo que se comía en los restaurantes de Cataluña en 1625. Y tenemos muy poco que envidiar

Si hoy te das una vuelta por el centro de Barcelona seguramente te encontrarás pizzerías, hamburgueserías, restaurantes asiáticos, bocaterías, asadores, locales especializados en comida vegetariana o vegana y un largo (larguísimo) etcétera de negocios dispuestos a llenar tu paladar de sabores. Algunos incluso con platos regionales. Pero… ¿Y si en vez de estar en la Barcelona de 2025 estuvieses en la de 1625? ¿Qué te encontrarías en las fondas catalanas en principios del siglo XVII, cuando el cacao o la patata eran alimentos casi recién llegados de América?
Aquellos viejos “menús” quedan ya muy atrás, pero a pesar del paso de los siglos podemos hacernos una idea de cómo eran gracias a los archivos históricos.
“¿Qué hay en el menú?” La Cataluña de 2025 se parece poco a la de principios del XVII. Sus menús también. Lo sabemos gracias a la información conservada en los dietarios y cabrevaciones, documentos sobre el pago de tributos.
Hace poco el investigador historiográfico y articulista Marc Pons publicó en El Nacional un breve ensayo en el que explica precisamente qué muestran las Cabrevaciones de 1625, la liquidación anual en especies que el campesinado libre pagaba a la Orden de Sant Joan del Hospital. El documento es interesante porque nos revela qué llegaba a los mercados y qué ingredientes acababan en los fogones de los hostales.


Espóiler: ni rica ni variada. Pese a la imagen de grandes y opíparos banquetes que muestra en ocasiones Hollywood, la realidad es que la comida en las fondas de aquella Cataluña de bandoleros no era especialmente rica ni variada.
Los menús eran más bien parcos, no había demasiada diversidad y muchos de los platos que hoy nos parecen habituales eran un lujo reservado para los mejores bolsillos o ciertas épocas del año. Los postres tampoco estaban al alcance de todos los comensales y ni siquiera el vino servía para aliviar las penas: en las fondas no solían preocuparse de cómo se conservaba, con lo que era habitual que estuviese picado.
El plato estrella: la olla catalana. Como explica Pons, las Cabrevaciones de 1625 nos muestran que en los mercados los cocineros de las fondas podían encontrarse básicamente con leguminosas, tubérculos y frutos del bosque, es decir, alimentos que podían conservarse con facilidad en las despensas.
Eso incluye desde habas, garbanzos y guijas, a nabos o castañas. También vegetales sacados de la huerta, como cebollas, ajos, acelgas o calabazas. Con esos ingredientes uno de los platos que solían preparar era la olla catalana, un caldo que se espesaba con trigo y mijo.
¿Nada más? Para completar el caldo a los comensales se les servía también una tajada de tocino, una sardina, un boquerón o un arenque, dependiendo del tipo de fonda y de cuánto estuviese dispuesto a pagar el cliente. Los menús no destacaban por su diversidad, pero en los establecimientos de la región tampoco era extraño encontrarse con platos elaborados a base de nabo y col hervida, una opción popular pese a su fama de indigesta. Otras opción era el arroz hervido con tomillo.
¿Y de postre? Si eres amigo de los dulces, en las fondas catalanas de principios del siglo XVII no lo pasarías especialmente bien. No al menos que tuviesen unas cuantas monedas en tu bolsa. Los postres solían disfrutarlos los clientes más pudientes, aunque en algunos hostales podían encontrarse bizcochos con frutos del bosque o frutas sacadas del huerto particular, como manzanas, peras o melocotones.
Tampoco eran lugares para sumilleres. El plato único solía ir acompañado de una jarra de vino (más segura que el agua, que podía estar contaminada); pero en las bodegas no se preocupaban demasiado de cómo se conservaban los bocoyes, por lo que no era extraño que la bebida llegase al cliente en condiciones más que cuestionables, caliente y picada. Si no acababa de convencerte siempre podías optar por algo un poquito más fuerte y acudir a fondas con aguardiente.
Mirando más allá de 1625. No es la primera vez que los dietarios, antiguos registros de tributos o incluso libros de cocina nos permiten hacernos una idea de qué comían nuestros ancestros. ‘El Libre de Sent Soví’, por ejemplo, el recetario más antiguo de su tipo de la península ibérica y que se conserva en Valencia, nos habla de qué se servía durante los grandes banquetes de la Baja Edad Media.
Las cabrevaciones también nos han permitido echar un ojo a los menús de principios del XVIII y hace años, gracias a la colaboración de chefs, antropólogos e historiadores, incluso pudimos reproducir algunos platos de la gastronomía catalana de 1714, “una cocina de supervivencia” en la que “se comía lo que se podía”, recuerda el cocinero catalán Sergi de Meiá.
Imágenes | Wikipedia 1 y 2
En Xataka | Al fin sabemos qué comían los marineros en alta mar en el siglo XVI. Gracias al CSIC y a un galeón hundido
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La edad de Hielo tuvo una tormenta solar tan potente que sus efectos aún pueden ser detectados en los árboles

¿Cómo de potente puede llegar a ser una tormenta solar? Más de uno se habrá planteado alguna vez esta pregunta por mera curiosidad. Y también por necesidad. Responder a esta pregunta es importante de cara a prepararnos frente a potenciales tormentas de gran magnitud, pero resulta complicado: tenemos una muestra limitada y los eventos de mayor intensidad son los que suceden con menor frecuencia.
Pero ahora tenemos una nueva pista.
La madre de todas las tormentas. Un estudio reciente ha analizado los remanentes de la mayor tormenta solar de la que tengamos constancia hasta la fecha. La tormenta, unas 500 veces más potente que la mayor tormenta solar desde el inicio de la era espacial, habría sucedido hace unos 14.300 años.
Aunque ya teníamos bastantes pistas previas sobre este evento, el nuevo estudio facilita el trabajo de prepararnos ante tales eventos, y también puede ayudarnos a mejorar nuestras técnicas de datación por radiocarbono.
Hace 14.300 años. El descubrimiento de esta tormenta solar ha sido posible gracias a la detección de un pico de radiocarbono, el conocido carbono-14, sucedido hacia el año 12.350 a.e.c., hacia el final del último periodo glacial. Esto implica que la tormenta no solo es la más potente de la que tenemos constancia, también es la única tormenta solar conocida fuera del Holoceno, la época geológica contemporánea (si excluimos la existencia debatida del Antropoceno).
Distintas tormentas. La tormenta analizada fue una tormenta solar de partículas. Existen distintos eventos que podemos catalogar como tormentas solares, cada uno con sus características, como los apagones de radio, las tormentas de radiación solar o las tormentas geomagnéticas.
Las tormentas de radiación, como la estudiada, solar se producen cuando grandes cantidades de partículas cargadas procedentes del Sol alcanzan el campo magnético de la Tierra. Este campo tiende a desviar las partículas hacia los polos, haciendo que el efecto en latitudes altas sea mayor.
Carbono 14. El equipo responsable del nuevo estudio recurrió a un nuevo modelo químico-climático, SOCOL:14C-Ex, para su análisis. Este es un modelo diseñado para reconstruir tormentas solares de partículas en condiciones climáticas propias de las pasadas glaciaciones. Gracias a este modelo, explican, fue posible constatar que esta tormenta solar fue un 18% más fuerte que el evento del año 775 e.c., la mayor tormenta solar conocida hasta el descubrimiento de este evento.
“Comparado con el mayor evento en la era moderna de los satélites (la tormenta de partículas de 2005) el antiguo evento de 12.350 a.C. fue unas 500 veces más intenso, de acuerdo con nuestras estimaciones”, explicaba en una nota de prensa Kseniia Golubenko, coautora del estudio
Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Earth and Planetary Science Letters.
Más que establecer un récord. El estudio nos permite establecer un nuevo marco al “escenario más pesimista”, señala Golubenko. Conocer a qué nos podemos llegar a enfrentar nos da herramientas imprescindibles a la hora de prevenir este tipo de eventos.
El estudio también puede ayudar unos científicos que estudian algo muy distinto: los arqueólogos. El análisis se ha basado en el carbono-14, un isótopo muy importante a la hora de datar restos de materia orgánica muy diversos, desde telas hasta barcos. Comprender los picos de este isótopo causados por el impacto de partículas cargadas procedentes del Sol puede ayudarnos a datar con mayor precisión objetos creados en épocas pasadas.
Imagen | NASA/GSFC/CIL
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