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La industria quiere que no se nos caiga el pelo nunca más. Y cada vez está más cerca de conseguirlo

La pérdida de cabello es algo más que una obsesión. Es también un negocio millonario a la par que reto científico para quienes buscan fórmulas mejores a la hora de evitar que se nos caiga el pelo. Por si fuera poco, también es la punta de lanza de toda la industria de la salud capilar.
Teniendo en cuenta el reto científico y la existencia de un interés económico, es fácil entender que existan numerosos laboratorios afanándose en mejorar las “recetas” que hoy en día tenemos a nuestra disposición si queremos mantener nuestro pelo intacto pese al paso de los años.
Por eso nos preguntamos cuáles son a día de hoy los tratamientos más eficaces disponibles, cuáles son los más prometedores y, sobre todo, por qué la industria de la cosmética tiene tanto interés en que no se nos caiga el pelo. Pero antes de responder a estas preguntas respondamos a una más sencilla: ¿por qué se nos cae el pelo?
Hoy por hoy existen dos formas más o menos eficaces de evitar o revertir la caída de pelo. La primera es bien conocida: los implantes capilares. Este tratamiento quirúrgico es un autotransplante: se toman folículos de otras partes de nuestro cuerpo y son implantados en la cabeza. Se trata de un tratamiento relativamente extendido y útil, aunque también presenta incovnenientes.
Elsegundo es un tratamiento farmacológico y no quirúrgico. El Minoxidil, el otro gran tratamiento asentado, fue descubierto en 1950 pero no como “crecepelo” sino como vasodilatador. Fue con esta función que comenzó a comercializarse en 1979. Como ha ocurrido en distintas ocasiones (Ozempic es el ejemplo más reciente), los expertos pronto se dieron cuenta de que el tratamiento tenía un efecto inesperado y positivo: retrasaba e incluso detenía el avance de la alopecia.
Ahora bien, la ciencia sigue avanzando y hoy en día hay otros tratamientos en proceso de desarrollo, algunos de los cuales pueden calificarse como prometedores.
Uno de los más llamativos en esto de mantener nuestro cuero cabelludo al resguardo es la clonación de pelo. Esta técnica se basa en la idea de que en nuestra dermis existen células de diferentes “linajes”, algunos más resistentes que otros.
El tratamiento comienza recolectando los más sanos para después clonar sus células de forma que a partir de unos pocos folículos sanos sea posible crear injertos con los que ir tratando, poco a poco, la pérdida de cabello. Este último paso es, en esencia, un trasplante capilar, aunque las etapas iniciales sean muy distintas.
Otra estrategia prometedora a la par que llamativa es la que nos sacó de la pandemia: las vacunas de ARN mensajero (ARNm). Estas vacunas contienen información genética en forma de ARNm que “enseña” a nuestro cuerpo a sintetizar una proteína.
En el caso de las vacunas, esta era una de las proteínas superficiales del Covid, lo que servía para alertar al sistema inmune antes de la llegada del virus. La “vacuna” contra la alopecia en cambio nos ayuda a sintetizar una proteína llamada SCUBE3, que sería en este caso la proteína “terapéutica”.
Otro de los tratamientos que han llamado la atención de los medios en los últimos años tiene también que ver con el ácido ribonucleico: se trata del microARN. Se trata en este caso de pequeñas partículas de ARN llamadas miR-205.
El equipo responsable de identificar las capacidades de estas partículas de ARN señalaba que estas actúan “suavizando” las células madre en los folículos pilosos. En experimentos realizados con ratones de laboratorio esto se tradujo en un crecimiento capilar en estos modelos animales.
Industria pujante
La industria de la estética mueve millones, pero dentro de este campo hay algunas áreas que prometen recompensas importantes a quienes logren dar con la fórmula adecuada. De nuevo aquí Ozempic es un ejemplo clave. Originalmente un tratamiento para mantener controlada la diabetes, alcanzó la fama como fórmula para perder peso.
El compuesto se ha convertido en la gallina de los huevos de oro para Novo Nordisk, la farmacéutica que lo desarrolló. Otras muchas han seguido su estela con sus propias versiones de la fórmula, también con éxito.
La alopecia es otra de las obsesiones estéticas. Es por tanto normal que laboratorios de todo el mundo quieran dar con una herramienta que prometa niveles de éxito iguales o superiores a los obtenidos por los trasplantes pero sin necesidad de hacer pasar por quirófano a nadie.
El premio es importante: según datos de la propia industria, solo el segmento de la cirugía capilar movió en 2021 9.500 millones de dólares. Ese año se realizaron 3,4 millones de operaciones de este tipo. Las estimaciones del volumen de la industria de los productos contra la caída del cabello oscilan notablemente y van desde los varios cientos a los miles de millones de dólares anuales.
Aún hay otro detalle mantener nuestro pelo denso y lustroso va más allá simplemente de que permanezca creciendo en nuestro cuero cabelludo. Champús, acondicionadores, tintes… son muy diversos los productos que, a veces con frecuencia diaria, empleamos en nuestro pelo.
La cosmética tiene por consiguiente un doble interés en mantener nuestro pelo creciendo. Primero por tener la llave que nos permita mantener el pelo en nuestras cabezas; después, para ayudarnos a cuidarlo.
Y hay mucho en juego: el cuidado del cabello es uno de los pilares fundamentales del mercado de la belleza. Según datos de la consultora McKinsey, el cuidado del cabello tiene un peso similar al del maquillaje en lo que respecta a volumen de mercado, un peso menor, eso sí, que el del cuidado de la piel.
Según un informe de mercado de Fortune Business Insights, la industria global del cuidado del cabello tuvo un valor de 99.520 millones de dólares en 2023, datos consistentes con las estimaciones de McKinsey. Las proyecciones de crecimiento también son notables, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) que rondaría el 10,4% para el periodo entre 2023 y 2032.
Los datos son similares a los ofrecidos por Statista Market Insights, cuyas estimaciones hablan de unos ingresos de unos 91.230 millones de dólares en 2023 y un crecimiento que situaría estos por encima de los 106.000 millones para 2029.
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En pleno nerviosismo por el corte de cables submarinos, China ha presenel arma definitiva: una radial en esteroides

Los cables submarinos son uno de los elementos más importantes en la actualidad. No sólo se trata de una enorme infraestructura que organizaciones y empresas siguen desarrollando -con proyectos tan ambiciosos como el cable de Metaque dará más de una vuelta a la Tierra-, sino que se han convertido en actualidad gracias a la guerra de Ucrania y a maniobras en el mar de China Meridional. Es en este conflicto en el que algunos cables cortados han desencadenado el temor a quedarse sin Internet, y todo lo que ello implica.
Estos cables están protegidos, pero pueden ser dañados por barcos. Ahora, China ha presentado un dispositivo diseñado con una tarea en mente: cortar cables submarinos. Y es la primera vez que alguien anuncia que tiene una herramienta capaz de interrumpir las redes submarinas críticas.
La importancia de los cables. Hay más de 1.400 millones de metros de cables submarinos que conectan todos los países. Hay otros cuantos miles de kilómetros planeados, y la gran mayoría de las comunicaciones de algunos países dependen de estos cables. El 95% de las mismas en el caso de Australia, por ejemplo, y se estima que el 95% de los datos manejados por la población estadounidense y el 75% por la china dependen de ellos. Son vitales para Internet y todo lo que ello implica, como streaming, inteligencia artificial o servidores, y este año se han convertido en protagonistas en escenarios bélicos.
Países en conflicto se han dado cuenta de que pueden causar grandes daños cortando estos cables mediante barcos o a través de técnicas más sofisticadas, como ataques con sonido. Hay veces que son simples accidentes, pero la sospecha de que un cable submarino dañado se corresponde a un ataque enemigo es algo que está ahí. Y más ahora con lo que acaban de anunciar desde China.
El dispositivo chino. Como leemos en South China Morning Post, el Laboratorio Estatal Clave de Vehículos Tripulados de Aguas Profundas y el Centro de Investigación Científica de Buques de China, han desarrollado una herramienta que describen como “compacta” y que es capaz de cortar las líneas de comunicación o energía submarinas más sofisticadas del mundo.
Como se trata de una herramienta diseñada específicamente para esto, ha sido concebida para cortar cables a profundidades de hasta 4.000 metros. No hay cables ahora mismo que se encuentren a tal profundidad, pero sus creadores han dotado al dispositivo de una carcasa de aleación de titanio completamente sellada para resistir esa enorme presión.


Este es el Haidou, y puede llevar esta “radial”
Sus armas. El dispositivo está equipado con un motor de un kilovatio y como herramienta de corte utiliza una rueda de diamante de 150 milímetros que gira a 1.600 revoluciones por minuto. Digamos que es la mezcla entre un dron protegido para aguantar altísimas presiones y una radial. Esta herramienta de corte permite destruir hasta los cables blindados que tienen capas de acero, goma y revestimiento polimérico.
Y su forma ha sido diseñada para que pueda ser integrada tanto en los sumergibles tripulados como no tripulados de China. Por ejemplo, los vehículos Haidou o los Fendouzhe podrían tener esto como una de sus herramientas. El Haidou, como curiosidad, es un sumergible no tripulado con forma de pez y dibujos de ojos y aletas creado para la exploración. El Fendouzhe es un submarino tripulado, también para la investigación y exploración.
Orden mundial. Como decimos, amenazar con cortar cables submarinos no es algo nuevo. Lo hemos visto en la guerra de Ucrania, pero sí es la primera vez que un país revela oficialmente contar con una herramienta diseñada exclusivamente para esa tarea. Eso sí, los responsables afirman que la herramienta ha sido creada para fines civiles.
¿Cuáles? Operaciones de rescate y minería en el lecho marítimo, pero es evidente que se trata de una herramienta que, seguramente, está provocando algún que otro picor de nuca en gobernantes de todo el mundo. Está claro que una herramienta así puede desestabilizar las comunicaciones en una crisis y emplearse estratégicamente durante un ataque. Y no es sólo la comunicación, sino todo lo que tiene que ver con Internet, como los servidores y los servicios que dependan de ellos.
Debate y consecuencias. Cuando un cable es cortado, las comunicaciones se redirigen rápidamente a través de otro, ya que están preparados para contar con un gran ancho de banda. Por tanto, no se suelen producir interrupciones importantes, pero ese cable hay que repararlo, siendo un proceso bastante costoso. Ahora bien, cuando no se trata de un solo cable cortado, sino de varios, puede que esa conexión si se resienta.
Es lo que ha llevado a un debate sobre la necesidad de proteger la infraestructura. La OTAN ha lanzado la misión “Baltic Sentry” para patrullar regiones sensibles con aviones, drones y buques de guerra. También hay empresas que están ofreciendo servicios de monitorización avanzada de los cables, respondiendo todas las medidas a una sola cuestión: la protección de la infraestructura y la detección temprana para prevenir cortes.
Que haya países que ya hayan hecho público que tienen sofisticadas herramientas para cortar cables submarinos e interferir en la geopolítica mundial, es un nuevo dolor de cabeza.
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Qué fue de Barreiros, la empresa de automoción española que fabricó los Dodge “made in Spain” en la segunda mitad del siglo XX

A Eduardo Barreiros la automoción le iba en la sangre. Con apenas 12 años trabajaba ya en el taller de la pequeña compañía de buses que su familia había constituido en Ourense poco antes, en 1929, y se cuenta que con el tiempo llegó a desarrollar tal pericia que podía montar un camión con piezas de desguace. Su otra gran herencia era la empresarial, una faceta que su padre ya había desplegado como emigrante en Canarias, donde creó una fábrica de cedazos.
Con semejante cóctel corriendo por sus venas, mezcla de mecánica y pulso emprendedor, no extraña que Eduardo Barreiros acabase convertido en uno de los grandes magnates de la automoción de la España del siglo XX. Y con razón.
Quizás el paso de las décadas y la memoria no le hayan hecho justicia, pero una época hubo, allá por el tercer cuarto del siglo XX, en el que su apellido se convirtió en una de las marcas más populares del sector y él en uno de los empresarios más admirados, dentro y fuera de España. Todavía en 2023 hay quien lo presenta como “el Henry Ford español”. Y también en eso hay bastante de verdad.
Un logo para el recuerdo


El emblemático Dodge-Dart Barreiros.
La empresa que constituyó en Madrid en la década de 1950, junto a su hermano, Valeriano y su padre, del que tomó el nombre, llegó a ser un fabricante destacado de vehículos, incluidos tractores, camiones, furgonetas y automóviles, todos con su característico logo con forma de ocho, suma de sus iniciales “E” y “B”.
Gracias a sus alianzas empresariales, hacia mediados de los años 60 de sus factorías llegó a salir incluso un Dodge “made in Spain”, el emblemático Dodge-Dart, un coche de alta gama lanzado para competir contra el Seat-1500. La marca acabaría haciéndose popular por un episodio que muy poco tiene que ver con la mecánica: cuando sufrió el atentado que acabó con su vida, el 20 de diciembre de 1973, el almirante Luis Carrero Blanco viajaba a bordo de un Dodge 3700 GT, sucesor de aquellos Dodge Dart, hoy propiedad del Museo del Ejército.
Para conocer los orígenes de su compañía, bautizada no sin controversia como Barreiros Diésel, hay que remontarse sin embargo a unos cuantos años antes, a la España de la década de los 50, a caballo entre la autárquica y el desarrollismo.
Fue entonces, en 1954, cuando el gallego Eduardo Barreiros decidió constituir en Madrid su propia compañía de automoción junto a su padre y hermano. Lo hizo fruto de una intuición que venía madurando desde la década anterior: el negocio que podía crearse con la conversión de los motores de gasolina a diésel, lo que permitía un menor consumo y el uso de un combustible más económico.


El Simca 1000, con el logo de la marca Barreiros.
Como recuerda la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) un detallado ensayo dedicado a la compañía, a Barreiros no le faltaba experiencia en la materia: la había acumulado con la transformación de los motores de sus propios camiones y los de otros transportistas. Varios años antes de fundar Barreiros Diesel, de hecho, había tenido el buen tino de proteger su sistema con dos patentes.
El negocio arrancó en una parcela de casi 16.000 m2 de Villaverde, al sur de Madrid, y un capital de 10 millones de pesetas. Suficiente para lanzarse a fabricar motores diésel, tractores y camiones. El joven Barreiros no tardó en demostrar su buen ojo para el sector: a los meses de constituir la compañía hizo un movimiento inteligente que —recuerda la OEPM— le permitía a efectos prácticos introducir el motor P-6 de Perkins en España sin necesidad de la licencia de su fabricante.
Auge y caída
A lo largo de los años siguientes la empresa experimentó un crecimiento considerable, con la constitución de diferentes sociedades relacionadas con su actividad y un aumento de personal, instalaciones y por supuesto capacidad de producción. De la factoría salieron creaciones emblemáticas, que aún hoy colean en el mercado de segunda mano, como los camiones TT-90, Azor y Super Azor, la furgoneta Tempo o los tractores Hanomag Barreiros R-335 y Barreiros 5500.


Barreiros 4045.
Barreiros también buscó alianzas con otras compañías, como Vidal & Sohn Tempo-Werk GmbH o Hanomag. La más relevante, por su impacto, aportación de fondos y —visto en perspectiva— repercusiones empresariales sería el acuerdo con la filial europea de Chrysler, cerrado en 1963 y que permitió a la firma española despejar su futuro y dar un paso decisivo para la fabricación de automóviles. No le salió gratis, claro: la multinacional se hizo con un 40% del capital.
Unos años más tarde de la fábrica de Villaverde salían los primeros Dodge-Dart de Barreiros, también conocidos en el mercado nacional —¿Cómo no?— como “Dodge Barreiros”. La notable inyección de recursos que acompañó al pacto con Chrysler le permitió también la fabricación del popular Simca 1000, lanzado a principios de los 60 en Francia por Simca con un enfoque comercial distinto al de Dart.
La marca Barreiros era popular, disponía de un catálogo interesante, fabricada modelos emblemáticos y había logrado incluso plantar cara a SEAT, impulsada por el poderoso Instituto Nacional de Industria, pero no todo eran buenas noticias en los despachos de Villaverde. Hacia finales de los 60 la firma afrontó una crisis financiera que permitió a Chrysler reforzar su control y ganar aún más peso en el capital de la compañía, que no tardó en derivar en Chrysler España.
La familia que había capitaneado los inicios del proyecto, allá por los años 50, acabó cesando su actividades en la compañía. Su apellido, eso sí, sobrevivió aún como una marca comercial durante años, prueba del éxito que alcanzó.
El viejo proyecto empresarial de Barreiros, cimentado en sus ideas para la conversión de motores de gasolina para su uso con gasóleo daba por entonces empleo a más de 20.000 personas de forma directa, generaba un flujo de negocio considerable y, sobre todo, se había ganado un lugar destacado en la historia de la automoción española. El mismísimo New York Times llegó a incluir al magnate gallego en su listado de empresarios más influyentes de Europa.
El veterano empresario aún seguiría con su carrera, apostando por el sector de la ganadería y con una aventura al otro lado del charco, en Cuba, donde impulsó la creación de los motores Taíno. Allí, en La Habana, falleció con 72 años en 1992.
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cuatro programadores nos explican la revolución del vibe coding

Da igual que no sepas programar. Puedes decirle a una máquina que programe por ti. Esa es la idea básica del vibe coding, la nueva tendencia de la IA que se ha convertido en viral en redes sociales y que nos ha hecho asomarnos a un futuro potencialmente extraordinario: uno en el que bastará hablar con las máquinas para que programen la aplicación que necesitamos.
Por que de eso va el vibe coding, de “programar por sensaciones”, casi sin necesidad de teclear, simplemente explicándole a tu ordenador qué es lo que quieres y “conversando” con la máquina para corregir errores o ir completando el proyecto poco a poco. Tú habla, que la máquina programará.
Pero aquí, como en otros ámbitos de la inteligencia artificial, hay muchas promesas y no tantas realidades. De lo que puedes o no puedes conseguir con el vibe coding hemos conversado con cuatro expertos, y todos ellos ayudan a comprender mucho mejor hasta dónde puede llegar esta tendencia y qué significa para el mundo de la tecnología en general y de la programación en particular.
El vibe coding es fantástico, pero “no te va a crear el próximo Airbnb de la nada”
Miguel Ángel “midu” Durán (@midudev) es ingeniero de software y es uno de los grandes influenciadores españoles del segmento de la programación. Para él lo interesante del vibe coding es que “está democratizando la capacidad de convertir ideas en realidades”.


Pero también advierte de cómo en este ámbito también hay algo de “humo” y de exageración en cuanto a las capacidades que se le dan a la IA. “No te pienses que con decirle algo sin saber nada de programación te va a dar el próximo Airbnb”, explica.
Durán explica que los programadores deben abrazar este tipo de innovaciones, porque la programación siempre se ha ido adaptando a los cambios y los programadores también. Para él el vibe coding y hablar en lenguaje natural para que la máquina programe “no deja de ser otro nivel de abstracción más cerca del lenguaje más humano, más cercano al nuestro”.
Sin embargo aclara que “se están viendo muchas limitaciones” en este tipo de programación, y aunque “un conocimiento no técnico te puede llevar hasta cierto punto, necesitas conocimientos para ese extra”.
Es lo que vimos hace unos días cuando un usuario de X llamado Leo contó cómo había creado una plataforma SaaS sin escribir una línea de código: aprovechó Cursor y la magia del vibe coding para programarla. No solo eso: la gente al parecer estaba pagando por su app.
Dos días después, no obstante, el mismo usuario contaba cómo “estoy bajo ataque” y había comenzado a notar un comportamiento extraño de su app, que usaba excesivos recursos y estaba generando un montón de cosas que colapsaba su base de datos. Pidió ayuda y descubrió que había cometido errores de bulto, cómo mostrar claves públicas de la API o contar con un muro de pago que la gente se podía saltar.
Y es que como comentaba nuestro experto, “a día de hoy hay que tener un poco de cuidado, el mensaje es un poco peligroso. Se crean expectativas y si no se cumplen se crean frustraciones”. Para él lo importante no es que ahora se pueda programar hablándole a la máquina:
“La gente le da una importancia casi mística al código, pero el código es solo un medio para un fin, que es solucionar los problemas de los usuarios. Si ahora el código son frases en inglés eso no importa: simplemente cambia el medio pero no el fin, resolver esos problemas de los usuarios”.
El vibe coding está generando cierta polarización, y para Durán eso es normal. Por un lado nos cuenta cómo usa la IA todos los días y “me parece una irresponsabilidad no utilizar las mejores herramientas para hacer el trabajo lo mejor posible y lo antes posible”. Además agradece que tendencias como estas permitan que más gente se anime a crear cosas: “no no creo que tengamos que hacer un coto privado de la programación”.
Pero también advierte de ese mensaje de que ya no hace falta aprender a programar es delicado.
“Me da un poco de pena, porque es irreal pensar que la IA va a hacer al 100% todo lo que esperas. Es cierto que te pueda ayudar y prototipar hasta un punto, pero puede cometer errores e irlos acumulando, y cada iteración te alejaría entonces del producto que realmente necesitas. Si no tienes ese conocimiento, lo que vas a construir te puede venir bien como prototipo, pero no va a solucionar el problema al usuario”.
En su opinión este tipo de avances son muy positivos y en el caso del vibe coding vamos a ver más proyectos y productos, pero es que esto es también una ventaja para los programadores expertos porque van a ser más necesarios que nunca. La IA puede llegar hasta cierto punto, pero a partir de ahí los programadores tendrán que revisar y coger el testigo para llevar ese prototipo creado con IA a un producto funcional, estable, seguro y fiable.
Su optimismo va más allá: “va a haber un boom de “solopreneurs”, y acabaremos viendo una empresa de un solo emprendedor convertida en un unicornio o algo parecido”. Así, Durán prevé que surgirán más y más pequeñas empresas con muy pocos empleados y con valoraciones muy grandes de 100 millones de dólares o incluso 1.000 millones de dólares. Eso sí, apunta,
“el reto va a separar el grano de la paja. Como pasó con los blogs, internet va a estar inundado de productos “de microondas”: son nutritivos, te los puedes comer, pero no son como los guisos que hace tu madre. Te funcionan, los haces con un esfuerzo relativo y pueden ser algo que te salve la papeleta”.
Su consejo para quienes quieran sacar provecho del vibe coding es claro. Anima a todos a probar porque “rompiendo cosas es como uno aprende. Lo más importante de la IA es que la dejemos ahí como artificial, no como principal”. Es fantástico construir productos con IA pero destaca cómo quienes prueben a hacerlos “se hagan dueños de ese código, proque podrán entender qué hace y cómo lo hace. No nos saltemos pasos, porque podemos llegar a un punto en el que estemos totalmente perdidos”.
La IA es a la programación lo que Photoshop fue para la creatividad digital
Nerea Luis (@sailormerqury) es doctora en ciencias de la computación, divulgadora, consultora y experta en inteligencia artificial, además de participar en Órbita Laika, el programa de RTVE. Como comentaba Miguel Ángel Durán, para ella hay cierta polarización y mucho debate alrededor del vibe coding, pero cree que “es algo que se terminará extendiendo poco a poco”.


De hecho, para ella es algo importante porque abre las puertas a la programación a gente que tiene algo de miedo al código: “ayuda a poner las ideas de forma material en algo interactivo”, pero también advierte de que “puedes maravillarte por el resultado sin tener en cuenta que la ingeniería del software tiene muchas más capas”. Según ella
“El vibe coding es súper interesante para extender el prototipado de ideas y empoderar a la gente. Le das una herramienta a la gente para comunicar sus ideas: poder decir “Lo que persigo se parece a esto” es ultrapotente”.
De hecho es un gran primer paso cuando no puedes contar con un equipo externo que programe, explica, “pero tiene riesgos” porque completar estos proyectos requiere conocimientos y tampoco los tiene la IA: ahí es donde los programadores expertos deben entrar en juego. Como explica Nerea Luis, “el vibe coding se parece a poner esas primeras capas en modo POC (proof of concept, prueba de concepto) pero en las que los andamios están a medias”.
Ella vivió su “momento vibe coding” hace años. Aficionada a la fotografía, comenzó a usar Photoshop sin tener mucha idea de lo uno ni de lo otro, pero esa aplicación de Adobe le abrió las puertas a ella, como a millones de personas, para editar sus fotografías de forma experta y de paso aprender por el camino mucho sobre fotografía e imagen digital. “Es como esa herramienta que te ayuda a poner en funcionamiento todas esas cosas que tenías en la cabeza“.
Así, para ella el vibe coding permite algo similar a lo que ofreció Photoshop para escenarios como el de la creación de sitios web. “Te lleva más allá del boceto. A nivel de software lo puedes pintar en modo esquema, pero la IA te ayuda a dar ese salto sin pasar por los estadíos intermedios”.
Pero es que además, destaca, “puedes molestarte a aprender del código que ha programado y vas aprendiendo, vas viendo cómo crea los ficheros y los estructura”. Es un poco como “aprender al revés”, puntualizaba. Nerea Luis explica además cómo entiende el debate que se ha generado a favor y en contra del vibe coding.
“El código que genera no es perfecto, pero tampoco lo que ves en internet no es perfecto. Hay un punto intermedio: es algo que puedes mejorar, pero que te da un punto de partida, una base. Creo que va a ser lo común en el corto plazo simplemente porque hay mucha parte de escribir código que es repetitivo”.
De hecho, advierte a quienes están rechazando este tipo de avances a que se adapten a ellos. Ve claramente cómo los equipos de desarrollo usarán IA porque habrá una clara relación con reducción de costes y “en el momento que veas que tu competencia lo usa te va a arrastrar. Negarse a usarlo a medio plazo es posible que sea contraproducente, porque vas a convivir con gente que va a usarlo” y que por tanto tendrá una ventaja competitiva.
Cuando la IA crea “ingenieros 3x”
Si hay una empresa que esté haciendo cosas importantes en IA en España, esa es Freepik. Lo sabe muy bien Omar Pera (@ompemi), su Chief Product Officer. Es uno de los artífices de esa transformación que ha vivido esta startup, que nació como banco de imágenes y ahora es un referente en herramientas de IA generativa para todo tipo de ámbitos creativos.


Para Omar el vibe coding es “algo parecido a lo que empieza como un juguete y acaba siendo un estándar”. Atacaba pronto esa polarización que existe respecto al tema, y destacaba cómo para él quienes se ríen de esta tendencia y afirman que “eso no es programar” en general se equivocan.
Y es que según él abre las puertas a algo extraordinario: “poder programar chateando con Bolt, V0, etc, sin saber programación”. Nos habla con emoción de cómo todos esos proyectos parecen como juguetes, y de toda esa gente que los muestra en X/Twitter con mensajes del tipo “este ha hecho el Doom con vibe coding”.
Omar ve claro cómo tendencias como el vibe coding permiten generar código de forma más eficiente. De hecho, explica, “a los ingenieros top el vibe coding les convierte en ingenieros 2x o 3x. Parece un juguetito, pero al aplicarlo se incrementa la productividad de un ingeniero no en un 30% sino en un 2x, 3x o más. Por cada ingeniero puedes llegar a tener cinco”. Este tipo de herramienta, según él:
“será el estándar de cómo empezamos las cosas. Nos ofrece la capacidad de poder usar la IA para crear borradores, para luego tomar el control para hacer exactamente lo que queremos”.
Eso sí: es para lo que es. Como señalaban el resto de expertos, hay que tener en cuenta que las herramientas actuales de IA tienen limitaciones claras. Aunque puedas generar un juego básico, llevar un producto a producción es muy distinto. “La persona que no sabe programar podrá hacer algo, pero de momento la habilidad y el conocimiento priman”.
Para él el vibe coding es un ejemplo de cómo la IA ya no solo abraza a los ámbitos técnicos, sino también a los consumidores. Es un poco lo que pasó con ChatGPT, explica, pero para el mundo de la programación. “La barrera de entrada para crear cosas con programación ha bajado, así que mucha más gente puede hacer cosas” sin realmente saber programar.
Pero insiste en que esto, como otras herramientas anteriores de IA, potencia al programador o al creador humano. El ejemplo de los videojuegos es claro: con vibe coding cualquiera puede crear un videojuego sencillo, “pero ese juego va a ser mejor con gente que sabe de videojuegos y tiene ese conocimiento. Conocer el problema bien va a seguir siendo diferenciador”.
Quienes están rechazando estas herramientas están para Omar Pera en un error: “negarse a usar IA es una estupidez”, explica. Para este experto la inteligencia artificial “es EL amplificador” de la capacidad humana, “es LA herramienta” que puede potenciarnos en todos los ámbitos. El vibe coding es una señal de hacia dónde va el mundo de la programación:
“Vamos a hablar un poco menos de lenguajes y más del valor que damos. Hablaremos menos de “este framework es mejor que el otro” porque eso no importa, lo que importa es resolver el problema para el usuario. La programación es un medio, no es un fin. Los programadores ahora son mejores y más rápidos. Lo único que hemos hecho es mover una capa de abstracción más arriba”.
La programación va a ser charlar con un repositorio software
Daniel Ávila (@dani_avila7) es programador desde hace 15 años. Comenzó en la banca y empresas tradicionales, pero pronto se lanzó a emprender. Tras crear BoxMagic, una exitosa plataforma para gestionar gimnasios, empezó a dedicarse a otros proyectos. Y en ese paréntesis descubrió GPT-3 y se dio cuenta de “algo estaba pasando”.


Aquello le llevó a cofundar CodeGPT, una herramienta creada para desarrolladores que permite aprovechar toda la potencia de diversos modelos de IA para programar en distintos entornos de programación. Ya cuentan con dos millones de descargas, y su objetivo es “democratizar la programación“. Que es precisamente lo que también está haciendo el vibe coding, lo que nos dio la oportunidad perfecta para preguntarle su opinión sobre esta tendencia. Para empezar, Daniel nos deja claras sus limitaciones.
“Falta muchísimo para que la IA se puede hacer cargo de un proyecto y lo haga todo. Incluso hablándole técnicamente a estas herramientas. Se pueden hacer cosas muy básicas. Nosotros hemos probado Cursor, Bolt, etc., y se llega a un nivel que uno puede pensar que es avanzado, pero en realidad lo que suele pasar es que están clonando un repositorio de Github y cambiándole los colores”.
Para él el vibe coding tiene mucho de eso. “Es copiar lo que ya estaba en Github, cambiar estilos y un par de cosas más, pero eso ya lo hacíamos los programadores”. Como coincide con lo que decía Miguel Ángel Durán. Esta tendencia, afirma “es genial porque van a salir más proyectos y se van a necesitar más programadores, porque esos programadores son necesarios para terminar el proyecto”. Según Ávila:
“Veo una oportunidad gigante para personas que no saben programar y también para programadores que se pueden hacer cargo de esos proyectos y pueden usar la IA para automatizar esos proyectos. Además la IA les permite dedicarse a lo que más les gusta, que es resolver el problema práctico”.
También nos hablaba de la polarización existente y de cómo algunos programadores rechazan este movimiento. “Creo que programar es un arte“, explicaba coincidiendo con esa parte de las críticas. “[Programar] es súper complejo y cuando trabajas en proyectos grandes, no cualquiera lo puede hacer, las plataformas se caen, revisar logs, servidores, así que esto del vibe coding es también un poco moda”.
Pero también avisa: “esto es la etapa cero de esta tecnología. En un año o dos los editores de código no van a existir, no va a sexistir VS Code ni Cursor, sino va a ser un flujo distinto, la programación va a ser conversacional con el repositorio”. En CodeGPT de hecho están trabajando en una tecnología que convierte el repositorio en un grafo de conocimiento para conversar con ella, pero esa opción está dirigida a programadores.
Y es que como el resto de nuestros protagonistas, Daniel Ávila cree que esto es una gran oportunidad, porque “cuando estás usando esto acabas sabiendo programar, pasaste de tu idea a convertirte en un programador. Eso va a ser el camino de muchas personas. Algunas no irán más allá, pero otras harán algo pequeño y luego seguirán con ese proyecto y aprenderán”.
Imagen | Mohammad Rahmani
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