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¡Posada acaba en pleito! En el intercambio de regalos le da lencería a su compañera y la esposa estaba presente

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Pedro Pascal celebrará medio siglo de vida en la cúspide de su carrera con varios proyectos para este 2025

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El actor chileno-estadounidense Pedro Pascal está a pocos días de celebrar sus 50 años, mientras vive ese “prime” del estrellato que la mayoría cree que sólo se puede alcanzar a una edad más temprana con el estreno de la segunda temporada de “The Last of Us”.

José Pedro Balmaceda Pascal nació el 2 de abril de 1975 en Santiago de Chile, aunque por sus venas corre también sangre española. Tiene una hermana mayor, y un hermano y hermana menores.

La dictadura militar liderada por Augusto Pinochet marcó su infancia, pues su familia, emparentada con la de Salvador Allende, buscó refugio político, primero en Dinamarca y luego en Estados Unidos. 

Una vez allí vivieron en San Antonio, Texas, y luego en Orange County, California. Fue en este último lugar donde Pedro se formó como actor, y en 1993 se graduó en la Escuela de Artes del Condado de Orange.

Ese año se mudó a Nueva York. Dos años después, en 1995, sus padres regresaron a Chile. Él siguió en la Gran Manzana y en 1997 se tituló en la Escuela de Artes Tisch de la Universidad de Nueva York.

La muerte de su madre marcó el inició de su nombre artístico, pues en memoria suya fue por lo que cambió el apellido paterno por el Pascal, “además, los estadounidenses les costaba mucho pronunciar Balmaceda, era agotador”, dijo en entrevista con Variety.

De los despidos al estrellato

Lo que a él le costó, sin embargo, fue luchar por su carrera. Contaba con papeles pequeños en series como “Buffy the Vampire Slayer”, “Homeland” o “The Good Wife” y obras de teatro, pero también trabajaba de mesero, algo que no era lo suyo: “Me despidieron a menudo, más de, no sé, quizá cerca de diez veces”, declaró a Fandom Wire.

Pero en 2014 su vida cambió cuando fue elegido para dar vida a Oberyn Martell en la cuarta temporada de “Game of Thrones”. Este papel disparó su carrera, junto a su trabajo en la serie “Narcos”, aunque para consagrarse del todo en la fama tuvo que esperar a 2019, cuando se convirtió en una de las estrellas de la franquicia Star Wars con la serie “The Mandalorian”.

Desde entonces, su filmografía se ha ido extendiendo, con títulos como: “Bloodsucking Bastards” (2015), “Kingsman: The Golden Circle” (2017). “The Equalizer 2” (2018), “If Beale Street Could Talk” (2018), “Triple Frontier” (2019), “Wonder Woman 1984” (2020), “Calls” (2021), “The Wild Robot” (2024) o “Gladiator II” (2024). 

Sin embargo, ha sido en televisión donde nuevamente ha hecho historia con un papel, porque en 2023 dio vida a Joel Miller, uno de los protagonistas de “The Last of Us”, la serie de HBO basada en la saga de videojuegos del mismo nombre. Su éxito fue tan grande que fue galardonada con 8 premios Emmy. 

Ahora, el actor vuelve a ponerse en la piel del mismo personaje para una segunda temporada, que se estrena el 13 de abril. Como si de un regalo que Pedro hace a los fans por su cumpleaños.

Los cincuenta, su flor de la vida

Pero si bien la carrera de Pedro Pascal es públicamente conocida, su vida personal es otra historia. El actor ha mantenido siempre un perfil bajo y poco se sabe de sus historias de amor. De hecho, nunca ha tenido una novia oficial.

Así, al actor se le ha relacionado sin confirmación con algunas mujeres, como las actrices Maria Dizzia en los 90, Robin Tunney o Lena Headey cuando coincidieron en “Game of Thrones”. Su amistad estrecha con Sarah Paulson, que viene desde que se mudó a Nueva York en 1993 parece ser sólo eso, amistad.

Sin ir más lejos, hace casi un año, en mayo de 2024, unas fotos de Pascal con la actriz Dakota Johnson, besándose en las calles de Nueva York, causaron furor ante la posibilidad de un romance. No obstante, resultaron ser imágenes del rodaje de “Materialists”, la película prevista para junio de 2025 y que ambos protagonizan junto a Chris Evans.

Este filme, junto a la cinta de Marvel “The Fantastic Four: First Steps” (prevista para julio de 2025) y el western de comedia negra “Eddington”; son tres proyectos que mantendrán al actor muy presente en el cine. 

Además, acaba de ser protagonista del nuevo anuncio de Apple. Y es que, en definitiva, Pedro Pascal celebra su medio centenario como si estuviera en la flor de la vida, pues su carrera se encuentra en uno de sus mejores momentos. 

 

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¿Y si las constantes del universo no son tan constantes? Hemos dado un importante paso para saberlo. La clave está en el reloj nuclear

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Los relojes atómicos han supuesto un antes y un después en nuestra capacidad para medir el tiempo de forma ultraprecisa. Este tipo de relojes son precisos a tal nivel que algunos de los más exactos se desacompasarían en menos de un segundo en el tiempo en el que el universo lleva existiendo. A pesar de ello, estos relojes no son lo suficientemente precisos para resolver una de las incógnitas más importantes en la física.

Más cerca del reloj nuclear. Ahora sin embargo nos encontramos un poco más cerca de lograr un hito que nos puede abrir la puerta a resolver este tipo de dudas, los relojes nucleares. Estos relojes nos permitirán avanzar varios órdenes de magnitud en la creación de aparatos de medición del tiempo, relojes ultraprecisos para indagar en la nueva física.

Del atómico al nuclear. La nomenclatura puede llevar a confusión, y es que cuando hablamos de relojes atómicos y relojes nucleares no estamos hablando de la misma tecnología. Mientras que el mecanismo de los relojes atómicos depende del estado de excitación de los electrones del átomo; en los relojes nucleares, este depende de las partículas en en núcleo. Como su propio nombre indica.

Los relojes atómicos dependen de las transiciones en el estado de sus electrones. Cuando estos absorben energía, pueden dar “saltos” en su estado. Saltos que pueden revertirse, solo que cuando esto ocurre, es el electrón el que emite energía en forma de radiación electromagnética.

Algo similar ocurre en el núcleo de los átomos, solo que, al estar el núcleo más aislado de otras interacciones físicas exteriores al átomo, las transiciones de sus partículas subatómicas resultarían aún más precisas y fiables que las que se dan en la “coraza” atómica formada por los electrones.

Torio-229. Para hacer que un reloj nuclear funcione, necesitamos también transferir energía al átomo, a su núcleo, claro. Cuando golpeamos el núcleo con una frecuencia específica de radiación electromagnética, podemos cambiar su estado energético, como si de un interruptor se tratara. Los relojes nucleares, como los atómicos, tendrían solo que ir contando los cambios energéticos en este contexto.

El problema es que causar estos saltos en el núcleo atómico es, también más difícil. La principal dificultad está en lograr excitar los núcleos atómicos lo suficiente como para provocar los “saltos”. Para ello debemos golpear estos núcleos con rayos X coherentes, un tipo de rayos X de alta frecuencia y por consiguiente de alta energía. Tanta que, en general no disponemos de los instrumentos necesarios para producirlos.

“En general”. Y es que, como ocurre con los electrones, no todos estos “saltos” requieren la misma energía. Hace casi medio siglo, unos investigadores se dieron cuenta de que los núcleos atómicos del isótopo Torio-229 (229Th) contaba con un un salto que requería la energía equivalente a la de la luz ultravioleta. Al requerir menos energía, construir un láser capaz de transferir la energía al núcleo, se tornaba en algo factible.

Medio siglo de trabajo. La “transición nuclear” del torio fue descubierta en 1976. Pero aquello fue solo el principio. Y es que no sería hasta 2016 que lograríamos observarla y medirla. Medirla es clave, ya que si queremos forzar la transición debemos saber la frecuencia exacta con la que tenemos que “bombardear” el núcleo atómico de este isótopo para poder forzarla y activar el proceso.

¿Cómo de cerca estamos realmente? Hace unos meses, un grupo de investigadores puso a prueba algunos de los elementos clave detrás de esta tecnología, lo que nos permite hacernos una idea de lo cerca que nos encontramos de poder crear un reloj nuclear basado en el 229Th.

El equipo puso a prueba un láser ultravioleta capaz de crear la energía precisa para forzar los saltos en el estado del núcleo. También estudió una “rejilla de frecuencias” para poder medir directamente estos saltos. Además, también estudiaron de nuevo la propia transición del torio-229.

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Nature.

De la materia oscura a las constantes universales. ¿Y todo esto para qué? ¿Acaso necesitamos realmente relojes más precisos que los atómicos? Lo cierto es que esta nueva tecnología tendría importantes beneficios, primero para la comunidad científica, pero también para el conjunto de los ciudadanos.

Estos relojes podrán ayudarnos a mejorar tecnologías como el GPS y otros sistemas de navegación; y también la sincronización de internet global, haciendo la conexión también más rápida y las comunicaciones más seguras.

También nos abriría la puerta a mediciones más precisas que nos ayuden a aclarar algunos de los misterios que persiguen a los físicos como el de la materia oscura. Quizá más importante, estos relojes podrían ayudarnos a desarrollar experimentos que resuelvan una de las dudas más importantes de la física, la de si las constantes universales son realmente constantes y no cambian dependiendo de factores como la edad del universo o el marco de referencia en el que nos hallemos, como hasta ahora asumimos.

En Xataka | Los cosmólogos tienen cada vez más claro de dónde salen las partículas más energéticas del universo

Imagen | NSIT

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la muerte de las custom ROMs era inevitable

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Hubo un tiempo en el que personalizar un móvil Android al extremo era popular, muy popular. Recuerdo el fervor de las Custom ROMs, el movimiento que había en foros españoles como HTCmania en las secciones de ROMs, y cómo XDA Developers era toda una biblia para el cacharreo.

Sistemas cada vez más pulidos, trabas por parte de los fabricantes para que los usuarios no personalicemos de más el teléfono, y el auge de MediaTek y sus consecuentes incompatibilidades con drivers han acabado haciendo de este paraíso todo un páramo.

La época dorada del cacharreo. Hablar del auge de las Custom ROMs es remontarnos 10 años atrás, entre 2010 y 2015. Durante este periodo, la comunidad de desarrolladores y usuarios dispuestos a meter mano a su dispositivo. Hablamos siempre de números pequeños, por aquel entonces CyanogenMOD (la ROM más conocida) superaba el millón de usuarios. Número espectacular para un producto tan de nicho, pero mínimo en comparación a los miles de usuarios con los que cuenta Android.

Los grandes nombres. Hay varios nombres que pondrán el vello de punta a más de un asiduo a las Custom ROMs. AOKP (Android Open Kang Project), Resurrection Remix, Paranoid Android, CarbonROM, Dirty Unicorns…

Todas ellas tenían en común que estaban basadas en “Android puro”, el código AOSP de Android con sus líneas visuales nativas. Cada una de ellas añadía distintos grados de personalización, algunas hasta extremos brutales.

Años después, con el lanzamiento de los Google Pixel, se popularizó la ROM Pixel Experience, ROM que aún tengo instalada en mi POCO F3. Esta ROM llevaba el sistema de los Pixel a teléfonos con otros sistemas, sumando una personalización adicional que ni siquiera Google permitía.

Comienzan las muertes. Poco a poco, la mayoría de estos proyectos han ido muriendo. AOKP murió en 2018, Resurrection Remix lleva sin subir nada a SourgeForge desde 2020, Dirty Unicorns apagó sus servidores en 2021, y el año pasado dijimos adiós a Pixel Experience.

De las pocas que sobreviven es LineageOS (antigua CyanogenMOD), con ROMs bastante actualizadas y dando una segunda vida a aquellos teléfonos que ya no tienen soporte oficial por parte del fabricante.

Y tiene sentido. Cambiar de ROM tiene, principalmente, dos ventajas. La primera es disfrutar de la última versión de Android antes de que el fabricante oficial nos la brinde, si es que lo hace. Pero, desde hace unos años, esto ya no es de interés. Las versiones de Android vienen cada vez con cambios más discretos, y pasar de Android 13, a 14 o 15 no supone cambios de calado.

Más ventajas. La segunda ventaja es la personalización, algo que los fabricantes llevan tiempo trabajando. Hay ROMs terribles (no vamos a dar nombres, se sabe), pero también hay fabricantes haciendo software de muy buena calidad y con un soporte magnífico.

En tercer lugar, las librerías y APIs propias de los fabricantes tiene cada vez más peso: las cámaras rinden como rinden gracias al comportamiento de la NPU, integración nativa de IA… elementos de código cerrado a los que prescindimos si trabajamos sobre un kernel genérico. Un cóctel perfecto para un terrible desenlace: la muerte de las Custom ROMs.

En Xataka | Llevo 10 años probando móviles y esta es la única capa de personalización que ha logrado convencerme

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