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ULTRA MUSIC FESTIVAL ES ELEGIDO COMO EL MEJOR FESTIVAL DEL MUNDO SOBRE TOMORROWLAND

A pesar de ser considerado uno de los festivales que vende más rápido sus boletos (menos de 4 minutos), Tomorrowland fue desbancado como el festival favorito del publico, cediendo así su lugar a UMF en Miami que últimamente vaya que ha ganado terreno en este mundo. Estos resultados fueron arrojados luego de las votaciones que hizo DJ MAG para conocer los 100 mejores clubes del mundo en donde una de las preguntas extra era ¿Cuál consideraban el mejor festival del mundo?.
Los resultados ahí están y al parecer la batalla estará muy peleada para el próximo año.
¡Felicidades Ultra Music Festival por llenar de alegría tantos corazones!
Y en verdad que si, yo me lance este año y es un evento que alguna ves en tu vida tiene de “vivir” solo te puedo decir que después del Ultra Music Festival ya nada sera lo mismo en los siguientes festivales a los que asistas.
Via neomusicmex
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estrategias para mantener la motivación

El estrés académico puede convertirse en una carga abrumadora para quienes afrontan a una oposición o cursan un doctorado. La presión por alcanzar la excelencia y cumplir con plazos ajustados puede afectar tanto el bienestar emocional como el rendimiento intelectual, lo cual no hace más que agravar su situación.
Sin embargo, existen estrategias basadas en la experiencia y en la evidencia científica que pueden ayudar a recuperar el control mental y disfrutar de ese proceso formativo en lugar de sufrirlo.
Rory Lambe, es estudiante de doctorado en el Trinity College Dublin, y explicabaen Nature cómo afrontó él las exigencias académicas sin dejarse consumir por el estrés, a través de estrategias que le han permitido mantener la motivación y la salud mental.
Buscar apoyo social y compartir experiencias
Lambe enfatiza la importancia de no aislarse y de buscar apoyo en compañeros, amigos y familiares. “Hablar con otros estudiantes de doctorado me ayudó a darme cuenta de que no estaba solo en mis preocupaciones”, afirma. Compartir experiencias y emociones con personas que atraviesan situaciones similares puede aliviar la sensación de soledad y proporcionar soluciones prácticas a problemas que por ti mismo no podías resolver.
Investigaciones de la Universidad de Michigan han demostrado que el apoyo social es un factor protector clave frente al estrés académico. Según estas investigaciones, los estudiantes que cuentan con una red de apoyo sólida presentan un 40% menos de síntomas de ansiedad y depresión en comparación con quienes se sienten aislados.
En este sentido, la socialización con otras personas que compartan esa situación de preparación de oposiciones o de doctorado contribuye a empatizar y sentirse más respaldado.


Límites claros entre trabajo y descanso
Según cuenta Lambe, “trabajar hasta tarde, o incluso el fin de semana, puede ser inevitable cuando las exigencias son máximas, pero no debería convertirse en la norma”. Por ello. separar de forma estricta el tiempo dedicado al trabajo del tiempo libre marca una gran diferencia en el estado de ánimo y la claridad mental.
Esta estrategia está respaldada por los estudios de Sabine Sonnentag y Charlotte Fritz, que demuestran que la capacidad de desconectar mentalmente del trabajo durante el tiempo libre está asociada con una reducción significativa en los niveles de cortisol y otros indicadores fisiológicos de estrés.
La desconexión ayuda a recuperar recursos psicológicos y físicos, mejorando la salud mental y el rendimiento cognitivo cuando se vuelve al trabajo o estudio y devolviendo la capacidad de concentración.
Lambe contaba en su artículo que mantener una buena rutina en sus horarios y practicar mindfulness le ayudaban a mantener la disciplina de trabajo, evitando alargar las jornadas de estudio hasta altas de la madrugada o en festivos. Además, al mantener ese orden en su rutina, el investigador aseguraba ser más resiliente ante los problemas que le surgían.
Celebrar los pequeños logros
Preparar unas oposiciones o un doctorado no es un esprint sino una carrera de fondo, por lo que resulta relativamente fácil perder de vista el propósito a largo plazo. Aprender a valorar los pequeños avances diarios ayuda a mantenerte en la hoja de ruta. “Es fácil perder la motivación si solo te centras en el objetivo final. Celebrar los pequeños logros ayuda a mantener la moral alta”, comentaba Lambe.
El efecto gradiente de objetivo es un elemento clave para mantener la motivación en proyectos a largo plazo. La literatura científica sobre este fenómeno psicológico describe que la percepción de cercanía a la meta influye en el comportamiento y en el nivel de esfuerzo, por lo que se incrementa la motivación para obtener una recompensa en forma de dopamina.
Es decir que, si se plantean objetivos a muy largo plazo, se diluye la percepción de avance y, por tanto, se reduce la motivación para continuar y se incrementa el desánimo. En cambio, fijar objetivos a corto plazo a modo de pequeños logros, se percibe mejor ese avance. Reconocer el progreso, por mínimo que sea, contribuye a reforzar la autoestima y a reducir la sensación de fracaso.
Disfruta de lo que estás aprendiendo
Mantener la perspectiva con una lista llena de tareas y objetivos que cumplir o temas que estudiar no es sencillo. Lambe reconoce que a menudo le atropellaba el día a día y olvidaba algo fundamental: “estaba tan concentrado en lo que me gustaría hacer una vez que termine, que olvidé que es importante disfrutar de lo que estoy haciendo ahora”.
Los conocimientos derivados de estudiar el temario de una oposición o de un doctorado van a ser los cimientos para el futuro de tu carrera profesional en el futuro. La Teoría de la autodeterminación de Richard M. Ryan y Edward L. Deci describe los beneficios del cambio de perspectiva que implica convertir el “tengo que estudiar” por el “quiero estudiar”, reforzando el bienestar psicológico y la motivación al asumir el proceso como una elección personal y genuina, no como algo impuesto.
En Xataka | Si te has preguntado cuánto tiempo libre necesitas para ser feliz, la ciencia tiene una respuesta
Imagen | Unsplash (Daniel)
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Pensábamos que el auge turístico de Japón era una oportunidad para la IA. Se ha convertido en un remedio inesperado

Japón es uno de esos países que uno cree conocer sin haberlo pisado. Por sus templos milenarios, por sus trenes que superan los 300 km/h, por su tecnología y por sus robots. Por eso no extraña que millones de personas hagan las maletas cada año para recorrer sus ciudades, sus montañas y hasta sus zonas rurales menos conocidas. Lo que sí sorprende es esto: cómo la IA empieza a abrirse paso allí donde, hasta ahora, solo se aceptaba el talento humano.
La paradoja es tan japonesa como su cultura: un país donde se valora profundamente la hospitalidad, y, al mismo tiempo, donde escasean quienes puedan practicarla. Porque si algo ha revelado el tsunami de turistas que está recibiendo Japón es que la falta de guías bilingües se ha convertido en un problema serio. No es nuevo. Muchos se jubilaron durante los difíciles años que atravesó el sector durante la pandemia, otros cambiaron de sector. Pero ahora la situación aprieta, y el país empieza a responder.
Donde antes había un guía con sonrisa, ahora hay una app con IA
La escasez de guías no es una anécdota. Es una realidad que empieza a dejar huella en la experiencia de miles de viajeros. Como recoge Nikkei Asia, Japón contaba en 2019 con algo más de 46.000 guías bilingües. La cifra incluía tanto a profesionales licenciados como a certificados por gobiernos locales, e incluso a personas con conocimientos suficientes como para desempeñar ese rol. Cuatro años después, la cifra había caído casi un 20%. En 2023 quedaban unos 37.700. La tendencia sigue a la baja.
Los motivos se entienden rápido. La pandemia arrasó con los calendarios turísticos, congeló reservas y dejó a miles de guías freelance sin ingresos estables. Muchos buscaron otro camino. Algunos se retiraron. Y aunque han pasado años desde aquellos tiempos, lo que ha quedado es una plantilla envejecida: cerca del 60 % de los guías con licencia tienen más de 60 años. Si hablamos del examen oficial, en 2024 solo lo aprobaron 380 personas.
Las agencias lo notan. Algunas reconocen que han tenido que cancelar o reprogramar tours porque, sencillamente, no había nadie disponible para atenderlos. Antes, cuando su plantilla estaba al límite, podían recurrir a profesionales independientes. Ahora, ni eso. Y aunque desde 2018 Japón permite realizar tours de pago sin necesidad de licencia oficial, buena parte de los turistas y las agencias siguen prefiriendo guías autorizados, con conocimientos, acreditaciones y, sobre todo, confianza.


Hoy, en lugares como Okinawa, hay turistas que prefieren la voz robótica de aplicaciones como la del operador Cerulean Blue antes que quedarse sin tour. El sistema detecta su ubicación mediante el GPS del móvil, muestra información en tiempo real con realidad aumentada y activa audioguías a medida que el visitante avanza.
Ese gesto, casi imperceptible, dice mucho del presente… y tal vez también del futuro. Porque la IA aún no improvisa chistes, no siente orgullo al hablar de su ciudad, no responde con una sonrisa. Pero cuando el guía no llega, la tecnología parece estar lista para responder.
Y lo más interesante es que el turismo no es un caso aislado. Lo que está ocurriendo con los guías forma parte de un patrón más amplio que empieza a notarse con fuerza en Japón. En la agricultura, por ejemplo, las empresas están usando apps basadas en IA capaces de identificar enfermedades de las plantas con solo una foto. En las escuelas, los profesores de inglés no dan abasto, así que algunas ya utilizan asistentes virtuales que conversan con los alumnos.
En la administración pública, ayuntamientos como el de Yokosuka han comenzado a usar ChatGPT para resumir reuniones y redactar documentos. Según cálculos del propio consistorio, el ahorro de tiempo se cuenta en miles de horas al año. Todo esto responde a un mismo problema estructural: la falta de manos. Japón es una potencia tecnológica, sí. Pero también es un país que está envejeciendo y cuenta con una tasa de natalidad muy baja.
Imágenes | Micah Camper | Angel | Geoff Oliver
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Un físico estadounidense ha encontrado un atajo para llegar a Marte en 90 días. Es clave para sobrevivir a la radiación

El largo vuelo será uno de los muchos riesgos que enfrenten los astronautas que viajen a Marte. Los trayectos de seis a nueve meses rozan el límite seguro de radiación que la NASA establece como aceptable: 600 mSv. El problema quedaría olvidado si se pudiera llegar a Marte en solo 90 días. Y se puede con la tecnología actual, según una investigación reciente.
Química convencional, tiempos de récord. El físico Jack Kingdon, investigador de la Universidad de California, ha publicado en la revista Scientific Reports una propuesta que rompe con lo establecido sobre los viajes a Marte. Normalmente, un vuelo al planeta rojo exige entre seis y nueve meses, lo que plantea multitud de desafíos por la exposición a la radiación. Con la trayectoria de Kingdon bastarían 90 días por trayecto.
Lo más sorprendente es que sus cálculos se basan en el método clásico para optimizar trayectorias interplanetarias (el problema de Lambert) y no dependen de motores futuristas, sino de un cohete químico actual: la Starship de SpaceX.
Dos naves tripuladas y cuatro de carga. La propuesta es de una escala monumental. La misión a Marte requeriría seis naves: dos tripuladas y cuatro de carga que viajarían por separado.
Para ponerlas en ruta, harían falta unos 45 lanzamientos de Starship en un plazo de dos a tres semanas, un ritmo que, aunque ambicioso, encaja con los planes de SpaceX de escalar masivamente sus operaciones.
Una gasolinera en el espacio. El verdadero desafío logístico ocurriría en la órbita terrestre baja. Allí, una flota de Starship-cisterna (naves dedicadas exclusivamente a transportar combustible) realizaría una compleja danza de repostajes:
- Las dos Starship tripuladas necesitarían unos 15 repostajes cada una para cargar las 1.500 toneladas de propelente que les permitirán tomar la trayectoria rápida.
- Las cuatro Starship de carga, destinadas a llevar el equipamiento y los suministros, recibirían solo cuatro repostajes cada una y serían enviadas a Marte en una trayectoria más lenta y de menor consumo energético.
El atajo. Una vez llenas de metano y oxígeno líquido, las dos naves tripuladas encenderían sus motores para escapar de la órbita terrestre. Enfilarían una trayectoria tipo Lambert de alta energía que exige un Δv ≈ 4,6 km/s, lo que se traduce en un tiempo de vuelo de 90 días. Justo antes de ser capturadas por la gravedad de Marte, las naves realizarían un encendido clave para frenar, reduciendo su velocidad de entrada de unos 9,7 km/s a unos 6,8 km/s.
La atmósfera marciana se encargaría de disipar el resto de la energía mediante aerocaptura, una maniobra en la que la nave “roza” la atmósfera para frenar sin gastar combustible. Finalmente, un breve encendido de los motores permitiría un aterrizaje propulsivo en la superficie. El estudio demuestra que este esquema es matemáticamente posible para la ventana de lanzamiento de 2035, pero depende de que SpaceX domine dos tecnologías críticas: el repostaje orbital criogénico a gran escala y la aerocaptura hiperbólica.
¿Y la vuelta? Un plan aún más complejo. Si la idea es retornar, la misión se vuelve mucho más audaz. Primero, habría que establecer en Marte una planta de producción de combustible (como reactores Sabatier) para fabricar metano y oxígeno a partir del CO₂ y el hielo del planeta.
El plan de regreso implica que la nave tripulada despegue de la superficie de Marte y entre en órbita. Allí, las naves de carga, que llegaron previamente, despegarían también para actuar como cisternas en la órbita marciana, transfiriendo todo el combustible necesario a la nave tripulada para su viaje de 90 días de vuelta a la Tierra.
No todos comparten el optimismo. El estudio identifica una ventana de regreso viable en 2037. Sin embargo, no todos comparten el optimismo. El propio paper reconoce que su propuesta choca con la visión de agencias como la NASA, que históricamente ha mostrado preferencia por la propulsión nuclear para misiones rápidas a Marte, una tecnología que, según el autor del estudio, aún tiene una baja madurez y grandes obstáculos regulatorios.
Todo esto, claro, siempre que el objetivo sea volver. Recordemos que la idea de Elon Musk es mandar primero robots y después voluntarios para construir una ciudad autosuficiente en el planeta rojo.
Imagen | SpaceX
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